jueves, 8 de agosto de 2013

SE ACABÓ EL PETROLEO

Pancho Bautista fue el principal percusor del cine Andaluz, del que tanto les vengo hablando últimamente. Fundó en los setenta su productora “Galgo films” bajo la cual albergó proyectos meramente andaluces como la ópera prima de García Pelayo, “Manuela”, de la que también co- escribió el guión y que en un principio iba a dirigir, con el fin de dar rienda a una cinematografía que no estaba tan instaurada en el país como la madrileña o la catalana. Aunque la idea era, también, un poco localista, y se quedaba en el concepto de películas hechas “por” y “para”. Pero aún brotan pequeños ramalazos por esas tierras, o sea, que no es una cinematografía muerta, y Bautista planeaba, tras muchos años sin hacerlo, volver a ponerse tras las cámaras este 2013.
Sea como fuera, Bautista, que falleció el pasado mes de Junio,  es el responsable de las películas más características de esa cinematografía, las correspondientes al humor Sevillano. Lo curioso es que una figura tan importante para ese movimiento en realidad rodó poco, apenas tres o cuatro películas.
La primera de todas ellas fue esta “Se acabó el petróleo”, primera del díptico que forma junto a “Los alegres bribones”. Estas películas serían muy sencillitas, confeccionadas para que los cómicos, de los que sirve como vehículo de lucimiento, hagan de las suyas contando sus chistes, que es en su mayoría a lo que se dedicaban ellos. Así tenemos a  Pepe Da Rosa, a Paco Gandia y a Josele, metidos en una sucesión de pseudo-scketchs a los que se le añade la sub-trama de corte social de la falta de petróleo en el planeta, haciendo que el personaje de Da Rosa, que interpreta a un obrero de la construcción, se haga pasar por el ayatolá del petróleo, clavado a el, que se pasa por Sevilla. De mientras, Josele vende cupones y castañas en el centro de la plaza.
Bien, juzgar esta película como a una comedia estándar de la época es un error, puesto que el principal fin es agradar al público de la región. Obviamente, con semejante plantel de artistas, lo consigue con creces, así que al resto de la península, nos la suda. Incluso conmigo, madrileño amigo del humor más chabacano y pobre, poco amigo de la intelectualidad porque los supuestos intelectuales deciden que lo chungo y chabacano está reñido con la intelectualidad (que patada en la boca les daría), pero sabiendo diferenciar, siempre, este humor del más inteligente, también me  funciona. Y, soberanamente, me divierte el ver las conversaciones telefónicas en las que Josele, plagiando sin vergüenza alguna a Gila muy malamente, se equivoca en las palabras y las expresiones intentando crear una situación cómica, eso si, más propia del medio televisivo que del cinematográfico.
Pero está bien. Su total falta de pretensiones, el querer desmarcarse del cine al que debería adscribirse, que es la españolada, y el hecho de ser algo rodado con muy poquitos medios en un lugar muy concreto, convierten el producto en algo nuevo y a tener en cuenta, al menos, por los verdaderos cinéfilos.
Eso si, aunque entretenida y simpática, es bastante inferior que la película que le precede, “Los Alegres Bribones”, infinitamente más divertida, y se despoja de todo el rollo social, que no le interesaba a nadie.