A los neófitos suele gustarles esta película, porque creen
estar viendo una película de Jesús Franco con una narración estándar. A mí me
gusta esta película, porque ya le veo el plumero a Jesús Franco. Primero de
todo, porque ya estamos ante un “exploitation” de la película francesa,
adscrita al cine negro, “Rififí”. Un clásico. Esta “Rififí en la cuidad”, a
parte del género, lo único que tiene en común con aquella es la presencia del
actor Jean Servais, si bien es cierto que no sería la primera película a rebufo de “Rififí” dentro
de la cinematografía Europea, es decir, que ya hubo más “Rififís” Antes del de
Franco. En segundo lugar, le veo el plumero porque ya va flojeando; Sus
películas más aclamadas, “Gritos en la noche” o “La Reina del Tabarín”, dónde dio
el máximo que podía dar en lo que a academicismos se refiere, ya quedan atrás,
y por primera vez se vislumbra el estilo de ese Jess Franco torpe, chabacano,
vago, del que la década de los ochenta daría buena cuenta con el cine negro que
haría entonces. Esta película, aún de bajísimo presupuesto, contaba con buenos
profesionales a su servicio, pero ni por esas. “Rififí en la ciudad” sería su
película sementera más franquiana, y se salva de la quema por poseer una
cuidada iluminación –muchas veces expresionista- y una buena dirección de
fotografía. Por lo demás, puro Franco.
Una trama enrevesada, basada en la novela “Vous Souvenez
vouz de Paco?” de Charles Exbrayat, que, perdonen que les diga, fui incapaz de
seguir. No me enteré de nada, no por falta de atención –visualmente está bien
la peli- sino por la incapacidad del
tito Jess de dotar de ritmo y coherencia a las imágenes filmadas.
Con lo cual yo solo veo a un político corrupto haciendo
fechorías, a un detective que pretende nosequé, y gente yendo, viniendo y
muriendo a golpe de pistola durante las casi dos horas que dura la película,
aderezado todo con los personalísimos numeritos de Jazz que el director
introduce en la trama sin demasiado orden ni concierto. Con todo, la vi entera
sin inmutarme demasiado.
Sin embargo, las sinopsis de Internet, rezan que se trata de
una película en la que un confidente de
la policía es asesinado por los esbirros
de un político corrupto, Leprince, que a su vez, es el responsable del tráfico
de cocaína proveniente de centro america. Cuando se presenta a la presidencia
del senado, los hombres que asesinaron al confidente, serán asimismo
asesinados, por lo que un detective de vuelta de todo, intentará, por sus
cojones, resolver este caso como sea.
Bueno, como curiosidad, y para completistas, no es ni de
lejos lo peor a lo que nos podemos enfrentar de Franco. Y aunque ya se van
viendo pinceladas de lo que se avecinaba, al final solo se trata de una mala
película estándar, al menos soportable. La fascinación no brota albergada en
algún recóndito lugar en sus fotogramas.
A Jesús Franco le gustaba contar, que cuando Orson Welles
vino a españa con la intención de contratar un director de segunda unidad para
“Campanadas a medianoche”, eligió a Jess Franco tras ver su película “La muerte
silba un Blues”.
Emiliano Piedra, productor español de Welles en aquél
tiempo, le dijo que ni se le ocurriera contratar a Franco, ya que era un
director horroroso. Para sacarle de dudas, le sentó en una butaca e hizo que se le proyectara este “Rififí en
la ciudad”, ya que la consideraba la mayor mierda jamás filmada. Debió ponerle
cualquier otra, porque, según Franco, “Rififí en la ciudad”, es la película
suya que más homenajea el estilo de Welles, por lo que al terminar la
proyección ordenó que se contratase a Franco inmediatamente, ya que supo
vislumbrar el posible homenaje, lo cual ya adecuaba al director Madrileño a ser
el segundo de Welles. Verdad o no, lo cierto es que Franco acabó siendo
director de segunda unidad de Welles, y “Rififí en la ciudad” una de sus
películas más respetadas.
Por otro lado, el protagonista, un popularísimo por aquel
entonces Fernando Fernán Gómez que da vida al detective, cuenta que rodaron la
película en Marbella, y que siendo Franco uno de los productores, gran amigo
suyo y con quién se pegaba unas juergas de cojones, aceptó rodar a cambio del
dinero suficiente para mantenerse en Marbella durante el rodaje de la película,
y para sus juergas nocturnas. Después percibiría primas según taquillaje. Dice
Fernán Gómez, que después de rodar no vería un solo duro. Y no me consta que a
corto plazo la película tuviera vida comercial. Aún así, Fernán Gómez en sus
memorias, no guarda una mala consideración de esta película –como si la guarda
de otras muchas que hizo- ni de Jesús Franco en general, si comentando que se
trataba de una película en la que el presupuesto brillaba por su ausencia, y
que en consecuencia, flipaba viendo como la cosa avanzaba sin mayores
problemas.
Trabajarían juntos, de hecho, en más ocasiones.