viernes, 30 de mayo de 2014

THE FROGGY SNUFF MOVIE ZERO

Del amplio espectro que deja el Underground por el planeta, y más del de habla hispana, la ultima película que he visto que me ha llamado la atención es este “The Froggy Snuff  Movie Zero” desde Argentina. Un verdadero ataque a los nervios y un sentido del humor con el que en algunos momentos me he sentido, incluso, identificado.
Se ve que el director del tinglado, Federico Tarantola, durante años estuvo realizando cortometrajes animados de corte experimental, con medios que cualquier usuario de windows pueda tener a su disposición, usando en montaje montones de efectos y mezclando imágenes, músicas y sonidos hasta completar unas piezas, por lo menos para el que suscribe, muy interesantes, porque ponen a prueba los sentidos. A estos cortos los iba numerando y titulando“The Froggy snuff”. Lo que me llama poderosamente la atención de estos cortos, es que, muchos de ellos, por no decir que prácticamente su totalidad, contienen las mismas imágenes grabadas (y luego animadas) del primer corto y, sin embargo, y teniendo en cuenta que son cortos a base de mezclar imágenes, anarrativos y baratos, logra no repetirse. Las piezas son de un experimentalismo que roza lo insoportable, y su estilo, aún totalmente contemporáneo y basado en la informática, los videojuegos y la cultura pop,  recuerda un poco al de un Jeff  Keen de la buena época.
Y claro, teniendo en cuenta la procedencia experimental y argentina del producto, cabía esperar un trabajo pedante, pseudo intelectual y que tirase de espaldas, como todos los cuece habas que le dan al experimental, que son unos redichos y unos posers a los que reventaría la cabeza a puñetazos sin problemas. Pero no. Se trata de cine experimental rodado por un cafre de mucho cuidado, sin una gota de pedantismo, mucho cachondeo y muy de agradecer.
Así pues, “The Froggy Snuff Movie Zero”, es un recopilatorio en forma de largometraje de todos los cortos que Fede Tarantola rodó bajo el nombre de “The Froggy Snuff” y que van conectados con un nexo de unión. En la película, figura que estamos viendo una especie de programa de televisión infantil, en el que nos van poniendo “Dibujitos animados” como dicen en la propia película y que vendrían a ser los cortos de los que he hablado antes. Y entre medias, concursos, locuras y chistes protagonizados por un maestro de ceremonias con sombrero de copa, que entre corto y corto le rellena un vaso de leche a un niño que tiene ahí flipando, al que le echa cada vez una droga distinta a la par que da paso a un tío con cresta (el propio Tarantola) que explica cosas raras de no se que hostias con la leche.
Lo bueno de todo este material que sirve como nexo de unión, es que, filmado con pura Mini-DV, está grabado en una habitación cualquiera, a la que los rótulos del programa que se supone que vemos son folios escritos con rotulador, el atrezzo que usan está comprado en un chino y no disimula su condición pobre, amateur y desenfadada. Vamos que se nota que está grabado en casa de uno, e incluso, se enorgullece de ello. Amén del surrealismo de todas estas escenas de en medio, que alcanzan cotas de locura como no he visto yo jamás en el cine hecho por aficionados.
Así pues, una bocanada de aire fresco en el panorama underground y en el panorama experimental, que he disfrutado con todos los sentidos, y que me ha dejado fascinado, maravillado, y con ganas de ver más cosas de este director, que no es más que lo que vemos, ni va da nada más que lo que es.
Una absoluta locura, que no recomiendo más que a los iniciados. Los amantes del cine experimental que se abstengan, porque este tipo no solo no busca mensajes profundos en su cine, sino que, además, se lo toma a cachondeo. Él no lo sabe, pero se ha reído, se ha cagado más bien, en todos esos artistas y directores experimentales profundos, que al final no son más que unos gilipollas.
Y los no acostumbrados más que al cine estándar, ni se les ocurra verla.

jueves, 29 de mayo de 2014

ROMPENIEVES

Esto no es normal, no me refiero a la película, sino a que como ya la comentamos en el podcast no solemos luego reseñarlas en el blog, pero me ha gustado tanto (y a Naxo) que merece la reseña en formato texto. En el podcast de AVT ya escucharían a Víctor comentar que en el cartel podemos ver a El Capitán América (con barba) custodiado por Jess Franco y Lina Romay. Realmente son Chris Evans, John Hurt y Tilda Swinton, pero casi que da el pego.

Esta película es una adaptación de un comic francés titulado "Le Transperceneige", de Jean-Marc Rochette, Benjamin Legrand y Jacques Lob. El director surcoreano Bong Joon-Ho leyó el comic en un viaje y se enamoro de la historia, la cual adapto junto a los autores para realizar el guion y posteriormente dirigir la película con un reparto completamente internacional. Una historia post-apocalíptica que sirve de reflejo y critica de la sociedad y los estratos que la componen. Aun así no se piensen que esto es un rollo macabeo, la cinta es entretenida, con acción resultona y todo ello ocurriendo dentro de un inmenso tren. 

En el futuro no muy lejano, la humanidad lanza un producto a la atmosfera para reducir los efectos del calentamiento global, consiguiendo justamente lo contrario, que se acelere llegando una época de glaciación extrema. Un millonario excéntrico mando crear un inmenso tren de lujo que corre por unas vías que dan la vuelta al mundo. El tren no necesita parar, es autosuficiente, pero al llegar el frio la gente se amontona dentro, es la única oportunidad de sobrevivir. Así pues la humanidad entera, los que quedan vivos, están dentro de ese enorme tren que no puede parar, ya que fuera el frio es tan extremo que no hay nada que sobreviva más de 7 minutos a la intemperie. En la cabeza está la maquina y Winford, (Ed Harris) el millonario que controla el tren, y en los vagones de cola, la chusma, la gentuza que entro al tren en último momento gracias a la generosidad del gran amado líder Winford. Entre medias, vagones dedicados al cultivo, el agua, una escuela, discotecas, jacuzzis…. Pero claro, lo bueno es para los de vagones de cabeza, los de cola están hacinados al fondo sin posibilidad de salir de ese último vagón. Les dan de comer una barritas de proteínas, los tratan  a palos e incluso les roban a sus hijos, así que es normal que estén hasta los mismisimos cojones y de vez en cuando organicen algún motín, aunque en anteriores revueltas no consiguieron llegar muy lejos. Esta vez van a por el premio gordo, la maquina. La purria de los vagones de cola quiere conseguir llegar a la maquina y controlarla ellos, dar la vuelta al sistema que tan mal les está tratando. Para ello contaran con Curtis (Evans) quien con los consejos del anciano del vagón, Gilliam (Hurt), que además fue uno de los que diseño el tren, organizaran la revuelta de todas las madres. Como si fuera un videojuego, irán pasando de vagón en vagón acabando con los obstáculos que se encuentran (es decir, matando soldados y liberando presos que son de utilidad) Llegando al final del metraje nos encontraremos con giros de guion interesantes, y conoceremos el pasado de Curtis que tanto le atormenta, y que es muy chulo y nos muestra lo desesperados que llegaron a estar en los vagones de cola (véase vagones de cola como estrato más bajo de la sociedad

El género post-apocalíptico tuvo su mayor auge en los años 50, con todo aquello de la guerra fría entre USA y la URSS, así que muchas de las obras cinematográficas de este tipo tienen una estética muy de esos años. Aunque la catástrofe ocurre en el siglo XXI, dentro del tren la gente pudiente viste como en aquellos paranoicos años en los USA. Lo vemos claramente en el personaje de Tilda Swinton, que es la ministra de “no sé qué”, un enlace entre los de cabeza y los de cola. También en el vagón escuela, donde la embarazada profesora lleva un vestido digno de estar cocinando un autentico y genuino pastel de manzana made in USA. También los videos que se les ponen a modo de lección a los críos en el tren son muy años 50. Lo dicho, no tienen mucho sentido porque la película se desarrolla en el siglo XXI, pero joder, queda muy bien y nos hace recordar aquellas películas post-apocalípticas.

De acción está bien servida, no la hay en exceso ni se queda corta, lo justo. El ritmo de la película también es bueno, tienen un pequeño bajón a mitad para presentar a un personaje (el ingeniero que abre las puertas) pero enseguida vuelve a retomar la marcha a un buen ritmo. Con sus dos horas de duración no se hace larga, lo que habla muy bien de su ritmo y de la pericia de su director. 

En cuanto a leer el comic antes de la película o no, pues en mi caso yo leí el primer volumen, y la verdad es que no me ha estropeado la película, y viceversa. Son dos historias distintas con una base común. Vamos que pueden o no leer el comic, no hay peligro de spoilers gordos.

Véanla, es cojonuda, además si son ustedes de filosofar con temas políticos, y quieren extrapolar los resultados de las elecciones europeas con esta película, es muy posible que encuentren alguna semejanza, o no, o yo que sé, solo sé que la peli esta de cojones de bien.

miércoles, 28 de mayo de 2014

LA MUERTE VIAJA EN VIDEO

Con un culto en los USA fuera de todo precedente –El grupo Hardcore “The Video Dead”, debe su nombre a esta película-  y con tres o cuatro acólitos en las hispanias que no le pillan el punto, básicamente, porque sus cerebros están llenos de serrín, “La muerte viaja en vídeo” es, entre muchas otras referencias que tiene la película, una consecuencia directa y más que deudora de “El regreso de losmuertos vivientes”. Pero no se trata de un mero remedo o un “exploitation” al uso. Tiene suficientes cosas buenas para tenerla en consideración a pesar de lo malucha y barata que es y notarse de las fuentes de las que chupa.
Inciso merece el mencionar, que no entiendo como esta película no tiene más nombre, y más con la, ya instaurada, “Cultura Zombie” que propicia que se escriban libros provenientes del tema, incluso, por gente ajena al cine de terror.
Un individuo recibe por correo un viejo televisor. En ese televisor lo único que se ve es una antigua película de zombies,  Y aunque el individuo desenchufa esa tele, esta sigue funcionando. En una de estas, que uno de los zombies de la película, sale del televisor y se papea al tipo este. Pasan los meses, y una familia se muda a la casa dónde ha ocurrido esto, y la tele sigue dentro de la casa, así que, como es de prever, y con la ayuda de un tipo que conoce bien el televisor este al que llama “el televisor de la muerte” ya que lo tuvo en su poder y se dedicó a enviarlo por correo para librarse de él, pues tendrán que hacer frente a estos zombies televisivos.
Obviamente, la película es más una comedia que otra cosa, como ya he dicho, que pretende parecerse a “El regreso de los muertos vivientes”, sin llegar, ni de lejos, a la genialidad de aquella. Ni tan siquiera es mejor que cualquier película de zombies de la época. Pero si que tiene ciertos atributos y/o ideas que la convierten en una cosa terriblemente original y novedosa, más allá de que los zombies salgan del televisor sin que eso sea nunca explicado. A saber: La película es terriblemente simpática, los zombies son simpatiquísimos así mismo. Y es simpática en su conjunto, porque en verdad, los protagonistas “vivos” por llamarlos de algún modo, caen bastante mal. Y  aún siendo una  película claramente inclinada hacia la comedia, la poca pericia, sobretodo, en lo que a diálogos se refiere, la convierten, a su vez, en una comedia involuntaria.
Por otro lado, no creo que esté descubriendo las sopas de ajo cuando, supongo, que la falta de presupuesto se vio más que acusada  en cuanto a temas de iluminación;  la película, toda ella, sucede a plena luz de día, e incluso, en exteriores en pleno campo, con lo que  las posibles dosis de terror que parecía prometer la peli  a su inicio – Esa cabeza zombie que asoma por el televisor y que inspecciona la zona, da un poquillo de yuyu- se desvanecen con tanta luz brillante. Una falta de atmósfera total, pero muy agradecida.
De gore anda servida en su justa medida, y otra vez apelo a la originalidad, porque a mí me sorprendió mucho el ver que, cuando parten a un zombie por la mitad, este tiene en su interior ¡ratoncitos vivos que le roen por dentro!
Y lo que de verdad me tiene ganado de esta película, es el concepto de zombies. No porque uno lleve gafas, otro vaya vestido de novia, o usen armas para matar a la gente (que eso ya lo hacían los de “La invasión de los zombies Atomicos”… no, no es por eso, que también. Es por el hecho de que son zombies con manías, manías muy particulares: Para empezar, son zombies que no saben que son zombies, ergo se creen que están vivos. Esto provoca que, si te comportas de manera normal  con ellos, estos no te ataquen ni nada, porque no se acuerdan de que son zombies. Por otro lado, su punto débil son los espejos, ya que un zombie, no soporta verse muerto en el espejo. Y luego están las formas de matarlo, que esto ya, es el autentico despiporre: Como ya están muertos, no hay formas de matarlos, pero si reúnes a unos pocos en un sitio cerrado, estos pronto se vuelven locos y mueren. Por otro lado, y teniendo en cuenta que de primeras ellos se creen que están vivos, la otra forma de matarlos, es matarlos con normalidad, es decir, que si le metes al zombie de navajazos, este cae al suelo muerto, porque es lo normal cuando te apuñalan… y de ahí una de las frases más celebradas del film: “Qué hijo de puta, le metes cuatro flechazos y cree que está muerto”.
Así que, que quieren que les diga, solo por estas cositas, la película  a mi me tiene ganado, y eso que yo tengo “zombiefobia”… pero ver al zombie que se cree muerto cuando le han lanzado cuatro flechas… eso es divertidísimo.
El director y productor de la película, es el pobrecillo de  Rober Scott, al que habría que apodar Juan Palomo, y que si con “La muerte viaja en vídeo” debutó como director, con su siguiente película “Ratdog” se despidió de esto de la creación de películas, pasando a ser meritorio y segunda unidad de infinidad de series de televisión o de “Drácula: un muerto muy contento y feliz”.
En cuanto a los actores, puede que Michael Saint Michaels, les suene por el exótico nombre, pero no se prodigó en cine demasiado más,  al igual que el resto de compañeros, que no nombraré, porque sus carreras son irrelevantes.
Ya les digo, un divertimento que cae muy bien, y una ponzoña a reivindicar.
¡Ah! Olvidaba decirles que el maquillaje de los zombies, hay alguno que es una mierda, poco más que tíos pintados, pero otros, como el  del que sale de la tele, están muy, pero que muy bien.

lunes, 26 de mayo de 2014

LOS BLUES DE LA CALLE POP

“Los blues de la calle pop” –maravilloso y musical título- es una de esas películas que facturaba Jess Franco allá por los ochenta, que compaginaba con el porno y que se hacían con dos pesetas. Vamos, que no hay artificio ninguno, como mucho los actores, los hoteles dónde se alojan, quizás algo de maquillaje (en esta ocasión, los punks que aparecen en la película, lo requieren) y absolutamente nada más. Son películas de carácter amateur rodadas en 35 mm.
También conocida con el título de “Aventuras de Felipe Marlboro vol. 8”, y teniendo muy presente el cómic y las novelas de baratillo en su ejecución, cuenta la historia de un detective llamado Felipe Marlboro –en realidad es un remedo de Al Pereira al que han llamado así, quizás porque se trata de una comedia-  que es contratado  por una jovencita a cambio de 60 dólares y la utilización de su cuerpo, para que encuentre a su novio Macho Jim, un universitario que ha desaparecido. Claro que durante la búsqueda, Marlboro se encuentra con que  este hombre al que busca no es un universitario, sino un punk asesino que le va a dar algún que otro quebradero de cabeza. Vamos, básicamente le va a hacer al detective ir de un lado a otro.
La película es terrible. Cuesta mucho, con según que películas,  comprender por qué el tío Jess era tan popular y respetado, sobretodo, en algunos países de Europa.
Ya no es solo que el argumento sea una chufla, la historia una mamarrachada y en general, un aburrimiento, es que, y aunque siempre he defendido que una de las virtudes de Jesús Franco es la desgana con la que hace las películas, “Los Blues de la calle Pop” es la dejadez absoluta. Por todos es sabido que Jess daba la orden de acción, y dejaba ahí la cámara rodando hasta la extenuación. Pues aquí lo hace, y no solo en una escena erótica, sino ¡ en un paseo en coche!, un paseo en coche que no parece terminar nunca. Por si eso fuera poco hace una comedia, con lo que hace al protagonista soltar una serie de chascarrillos y chistes, cuando no, pone  a los personajes en intencionadas situaciones cómicas, que, lo miremos por dónde miremos, jamás funcionan. A Jess Franco se le daban mal muchas cosas, pero para la comedia era un completo incapaz. Con lo moderno y rompedor que era para unas cosas, hay que ver lo anticuado que era para el humor.
Pero todo  esto que acabo de explicar es lo mínimo a lo que uno se expone cuando se sienta a ver una película de Franco. Ese cutrerío, esa dejadez, ese rellenar por rellenar, esa mierda de chistes es marca de la casa, no nos pilla de nuevas.
Lo que si es cierto, y el conjunto de conceptos es lo que hacen de él un cineasta tan malo como único,  es lo adelantado que era a su tiempo, lo moderno, lo inteligente, lo experimental, misterioso, raro y desperado.
Para empezar, que su personaje principal se dirija a cámara en según que momentos, puede que esté algo manido, pero a mí en esta ocasión, no se muy bien por qué, me hace gracia, al igual que, para dar ambiente de cómic, de vez en cuando aparece algún cartelito con texto mal filmado y puesto ahí, sin orden ni concierto, que le dan ese toquecito de estilo que, insisto, le convierte en una especie de autor, al igual que la única escena sensual de la película. Largos planos del detective Malboro besando a su antagonista femenina, saliva incluída, o acariciando con los labios su poblado pubis, que están llenos de belleza. Pero también se encuentran inmersos en un caos en el que nada tiene mucho sentido ni es tomado en serio.
Jess es listo como el hambre y con la vista puesta en, si por un casual, su película pudiera dar dinero. Así que en pleno 1983, en la era Almodóvar, Jess Franco introduce en su película, como malos de la función, unos cuantos punks de aquellos de la época -para ir acorde con los tiempos- y así explotar un poco las modas imperantes del momento o no se le ocurre otra cosa más surrealista que un gangster bailaor de flamenco que atormenta a nuestro protagonista a punta de navaja, a la par que taconea mientras lo hace. Una absoluta ida de olla que sabiendo como era, más o menos, el abuelo, lo más probable es que se partiera el culo mientras lo pensaba. Y en esta ocasión la cosa si tiene más o menos gracia.
Las cotas de surrealismo suben cuando, sin venir a cuento, cada dos por tres vemos al personaje antagonista, Macho Jim, en un plano que muy bien podría ser una prueba de cámara,  delante de una pared blanca, que repite una y otra vez, como poseso, y sin saber por qué “Yo soy Macho Jim. ¡Macho Jim!”.
Así que mi veredicto es… mira que es mala esta puta película, mira que es cansina… pero ¡cojones como mola!
En el reparto, los habituales de aquella época, Antonio Mayans como el detective Malboro, firmando como Robert Foster su desmadrada interpretación, Lina Romay, esta vez, bajo el nombre de Candi Coster y el pobrecillo de José Llamas, que si en otras películas tiene que follar, empalme su polla o no, aquí tiene la ridícula tarea de llevar los pelos y los maquillajes propios de un punk. Por otro lado, el propio Jess Franco se reserva un papelito de pianista que advierte a Felipe Marlboro sobre la peligrosidad del hombre al que busca. En las pelis de aquellos años, no era raro ver a Franco y Mayans compartiendo plano y soltando bobas conversaciones.
Curiosa época de Jesús Franco esta.

viernes, 23 de mayo de 2014

LA MANSIÓN DE CTHULHU

Por norma general, Juan Piquer Simón, no ha hecho más que caquitas. Eso que le quede claro  a sus fans. Porque de un buen puñado de películas, solo dos de ellas son más o menos dignas. Serían “Slugs” y “La Grieta”. Y serian más o menos dignas porque parecen series B Americanas cutrecillas, pero no porque sean grandes películas. Porque si nos ponemos cabezones, la verdad es que no hay ni un solo “maestro del terror” a nivel nacional. Y cuando digo ni uno, me refiero a que el fantástico español en general es una mierda… y es por eso que lo adoro.
Pero en el caso de Piquer Simón, que tanto dinero acumuló con sus películas en las taquillas americanas –aunque solo fuera porque la gente iba a reírse de ellas-  es el caso de una decadencia absoluta. Resulta difícil creer que tras “Slugs” y “La Grieta”, Piquer Simón rodara una serie de películas tan, tan, tan malas.  Pasó de ser un director de género pasable y digno, a ser el puto ñordo hasta que falleció, siendo, probablemente, uno de sus mayores despropósitos este “La Mansión de Cthulhu”  que nos ocupa.
La cosa va de unos macarras que por tema de cocaína y un asesinato a sus espaldas en un parque de atracciones, acaban raptando a un mago y a su familia durante su huída, y llegan a una mansión en cuyo interior se suceden una serie de fenómenos extraños que darán cuenta de todos y cada uno de ellos.
No hay mucho que decir en verdad. Una historia lineal con personajes planos que van muriendo a lo largo del metraje. Y si algo salvo de este trocito de mierda blandurria, serían los maquillajes y los f/x, que, simpáticos y artesanales, no causan el efecto que deberían por culpa de una realización del todo incompetente. Y es que Piquer Simón despertaba mis simpatías, pero, a la vista de cualquiera está en que es muy limitadito.
Me resulta especialmente graciosa toda la primera parte de la película, puesto que está rodada en el desaparecido parque de atracciones del centro comercial “Parque Sur” en Leganés, parque este de corta vida y que con sus cuatro atracciones y  el estilo de estas, era más parecido a una feria que al “Gran parque de atracciones” que decía ser. No obstante, siendo reconocible todo ello, incluido el gran cartelón de “Norauto” que a principios de los noventa portaba dicho centro comercial, le confiere a la película un tono aún más cutre del que ya de por si tenía, y tienes que llevarte las manos a la cabeza cuando descubres que esta película se rodó con la vista más en los USA que en España, y ya te tienes que deshuevar de la risa cuando una de las escenas la ruedan justo delante del puesto de perritos calientes que había allí, cuyos carteles de “Hot Dog” estaban en Inglés, para que diera un poquito el pego y que pasara por americana. Así pues, es muy divertido, también, como el “segurata”, de look totalmente español, nombra a sus compañeros del parque de atracciones con nombres Ingleses. Tremendo.
Y si bien esta primera parte de la película me hace más o menos gracia, también es verdad que cuando ha de venir lo bueno, cuando el grupito de protagonistas se adentra en la mansión, la cosa se torna soporífera, y el aburrimiento más asesino hace acto de presencia, jodiéndose la diversión. Ni tan siquiera unas muertes, más o menos, burras, salvan la película de la quema. Un horror.
Por otro lado decir que los fans de H.P. Lovecraft en particular y el fandom en general, ponen en Internet el grito en el cielo porque Cthulhu no aparece en toda la película (¡Ja! Como si ese fuese su principal problema). Y ahí si que voy a defender yo la película, porque, que no veamos  los tentáculos a Cthulhu, no quiere decir que no esté por ahí… Obviamente, los protagonistas van a la mansión dónde él se aloja. De hecho hay una puerta con un gran pasillo, dónde una cámara subjetiva (a lo porno gonzo) nos deja claro que esa cámara es él, y que es allí dónde se encuentra…además ¿de quién iban a ser obra si no los fenómenos paranormales? ¿Del espíritu Santo? ¡No! son de Cthulhu que se los va cargando de forma creativa. Ignorantes… de hecho, que no salga el bicho, intuyo, que porque no había ni una peseta para construirlo, es casi lo único bueno de la película.
A nivel comercial, en un principio, tenía que distribuirla en cines “Lauren Films”, pero, conscientes de que esto era un desbarajuste que no solo no les iba a proporcionar dinero, sino que se podían reír de ellos el resto de distribuidores, aplazaron su estreno en salas hasta tal punto, que nunca llegó a hacerlo, saliendo directamente en vídeoclubs, y con las copias contadas. No obstante, algún pase con entrada al público se debió dar, ya que los datos del ministerio de cultura indican que la película recaudó 5, 71 € que dejaron en taquilla 5 espectadores. Sería el típico pase para justificar en estreno.
En USA, tuvo similar distribución, pero no le fue mucho mejor que aquí.
El principio de la decadencia de Juan Piquer Simón… ¿o eso fue con “Viaje al centro de la tierra?
En el reparto tenemos a Frank Finlay  que vimos en “Lifeforce” pero que estuvo toda su vida en mierdecillas y series de televisión, Luis Fernando Alvés, que ahora mismo no recuerdo que programa de tele 5 en los 90 presentaba,  Frank Braña, cuya presencia no queda clara en la película y además ¡No habla! y Emilio Linder, cuya aparición es vista y no vista… le matan a navajazos dentro de una atracción a los tres minutos de aparecer en escena.
Insufrible.

miércoles, 21 de mayo de 2014

LILIAN, LA VIRGEN PERVERTIDA

El agente Mario Pereira, se encuentra una chica drogada, una adicta a la droga que según vamos viendo la historia a base de flashbacks, vemos que se volvió adicta por culpa de una pareja de desalmados poderosos que, en una fiesta, le dieron drogas para abusar de ella. Recluida contra su voluntad, esta chica es violada continuamente, así como iniciada en el sado y demás prácticas “De Sadianas”. El Agente Pereira, consternado por la situación, decide ver que pasa.
“Lilian, La virgen pervetida” se concibió como película “S”justo en el momento en el que las salas “X” se legalizaron en nuestro país, con lo que estrenar una película erótica, y más cuando lo que se anda buscando es la pasta, no tenía ningún sentido. Así que, deprisa y corriendo, Jess Franco grabó un par de escenas explícitas con sus actores de confianza, José Llamas y su compañera Lina Romay y las insertó ahí de mala manera. Esto convierte la película en una cosa rara, porque como película porno, toda la trama y el rollo dramático y descarnadamente cruel sobra, y como película dramática, lo que sobra es la pornografía. Personalmente, si no se hubieran incluido esos insertos, yo creo que estaríamos ante una buena película de Franco. Todo lo buena que pueda ser una de sus películas, claro.
La película nos presenta a una de esas actrices de las que el tío Jess se enamoraba constantemente, la alemana Katja Bienert, menor de edad y que iba con su madre a todos lados (por lo que si algún caradura del set se la quería tirar, lo tenía crudo) que interpreta (es un decir) a la joven virgen que es, más que pervertida, forzada por estos caprichosos ricachos. En la piel de estos, Lina Romay y Emilio Linder.
Linder se enfadó muchísimo con Jess Franco, porque el firmó un contrato para actuar en una película “S” (ya había rodado unas cuantas) en la que hay simulación de coito, pero realmente ni se tocan, e incluyó insertos porno justo en sus escenas con Katja Bienert, lo que propició que la gente se creyera que el actor había realizado porno. A día de hoy, se queja de esto, pero lo cierto es, que en “Una rajita para dos”, se ve claramente como el actor practica sexo delante de la cámara, con lo que su rabieta se queda en tierra de nadie. Linder hizo porno, diga lo que diga.
Por otro lado, tenemos el agitanado rostro y afilada polla de José Llamas (no confundir con “Pancho” de “Verano Azul”, que es José Luis Fernández… lo digo, porque hasta ahora yo creí que José Llamas era él…). Tenemos a  Antonio Mayans haciendo del agente Mario Pereira, que se llama Mario como se podía llamar pedro, pero que és Al Pereira. Y es que el “Universo Pereira” es muy raro. Cambia de nombre, mote, género, como le da la gana, pero siempre nos podemos hacer una idea de cuando Mayans está interpretando al “famoso” detective. Y el propio Jess Franco tiene un papel de importancia, que para nada era mal actor, al contrario, tenía una fuerte vis cómica cuando tocaba –no le juzguen por los chistes malísimos de sus guiones, sino por su presencia cómica en pantalla- y potencial dramático cuando se prestaba, como es el caso, dónde interpreta al amigo de Pereira que se lamenta de que “es monstruoso que la juventud se drogue de esta manera”.
Así pues, como el producto final es claramente pornográfico, podemos decir que se trata de su mejor película pornográfica, con una ambientación y una atmósfera enrarecida y sórdida, haciendo un uso indiscriminado del  gran angular, sin venir a cuento, solo por usarlo, que la convierten, también, en una de sus mejores películas en general.

lunes, 19 de mayo de 2014

UN CIERTO SACRIFICIO

Genuina película Underground de las de verdad, filmada en súper 8, descuidada, con tosco montaje y planos secuencia con gente improvisando –muy propio todo del Underground-  que se hizo famosa y se vendió en todo el mundo por tener la particularidad de contar con Madonna en su reparto. Claro que Madonna cuando rodó la película era una absoluta desconocida que acudió al casting de una película vanguardista. Y fue elegida…
Rodada en 1979 con lo que su protagonista no contaba, era que cuatro años después, se iba a convertir en la artista pop femenina más importante de la historia de la música, ocasión esta que su director Stephen John Lewicki aprovechó para distribuir la cinta por todo el mundo. Y se forró con su peliculita Underground, no sin antes, tener que pelear con Madonna, que como ya era una estrella no quería que la película  por la que había cobrado 100 dólares y una ayudita con el alquiler de su apartamento, se distribuyese,
Cuando la diva se enteró de las intenciones del propietario de aquella película cochambrosa que había protagonizado unos años atrás, decidió comprarle los derechos de la misma, demostrando ser una puta tacaña al ofrecerle a Lewicky unos míseros 5000 dólares. Lewicky los rechazó, pero no obstante, organizó un pase privado de la película para Madonna, y que así, esta comprobara que no era tan malo como parecía después de todo. Cuando esta vio el grano del súper 8, el surrealismo de la trama y, en definitiva, lo desastrosa, baja de calidad y chabacana que era, lo anti-profesional del asunto, literalmente mandó a la mierda a Stephen Jonh Lewicki. La muy palurda, salió horrorizada de la proyección. Y como el director no aceptó su dinero, intentó por todos los medios que esa película no viera la luz, alegando que ella no había consentido la utilización de su nombre y su imagen para la distribución de esa película. Obviamente, no consiguió nada, porque ya cobró por su trabajo en el film, bajo contrato.
Para más inri, la película en su distribución videográfica en españa, fue víctima de la mentalidad “Exploitation” que imperaba en el vídeo club de los años ochenta, así que, se anunció esta a bombo y platillo como la película “porno” y prohibida de Madonna, cuya frase promocional fue “La película de la cual Madonna no quiere ni oír hablar”. Las revistas especializadas y en especial el “Súper Pop” se hicieron eco de la noticia con todos los honores. Claro, la verdad era que, de porno, nada de nada. La película tiene un desnudo de cintura para arriba de Madonna y pare usted de contar.
Curiosamente una vez puesta la película en el vídeo, vemos una leyenda de la distribuidora, la cual, más o menos, reza que “Esta es una película  Underground rodada en súper 8,  pero que gracias a los avances tecnológicos se ha podido transferir a vídeo para disfrute de todos, y que, en doblaje, se ha respetado la totalidad de los diálogos, suavizando aquellos más desagradables y soeces” Mas morbo para la saca. Y  ya por parte de la película, a continuación se cita una frase pre- créditos, perteneciente al revolucionario fotógrafo Ansel Adams que dice: “En todas las formas de arte hay que aceptar las limitaciones del medio en la misma medida en que disfrutamos de sus ventajas”. Maravillosa y certera frase ¿no creen?. Queda así justificada la mala calidad general de la película, para el público menos avanzado.
Se trata de una película de “Rape & Revenge” o “Violación y venganza” totalmente Urbanita y en la que las cosas ocurren sin que sean mostradas en pantalla.
Una cosa muy surrealista y extraña, en la que un individuo es tomado por proxeneta por un putero local. Una mujer que vive en un apartamento con sus esclavos sexuales, se enamora de este individuo y luego es violada en unos baños públicos por el putero antes mencionado, por lo que nuestro protagonista, junto con los esclavos sexuales y más peña que no sabemos de dónde salen, darán caza y captura al violador, al cual asesinan mientras se marcan un numerito musical con una canción muy pegadiza que lleva por título “Raymond may must die tonight”.
Todo el ambiente de la película es malsano y sórdido a la par que contemporáneo –de la época, se entiende- con todos esos cardados “nuevaoleros” y músicas tan del rollo artie post-moderno. Pero sobretodo, se impone ese súper ocho cerdo y utilizado con la misma destreza con la que lo podíamos utilizar cualquiera de nosotros, esa iluminación casi inexistente, ese montaje artesano (aunque ligeramente camuflado con la post producción en vídeo), ese look tan de estercolero y esos diálogos improvisados, caóticos e incomprensibles, que por otro lado, son la salsa del sarao. Por no mencionar el sombrerito de paja que me luce el putero violador… Una autentica anti-película. Una joyita. Se pueden ir olvidando de una ver  algo estándar, porque esto, aún teniendo el cine de géneros como referente, es una cosa con claras pretensiones artísticas (si esas pretensiones se cumplen o no, sería otra historia) y descaradamente amateur que, encima, no se averguenza de ellos, sino todo lo contrario y , además,  tiene la suerte de contar con Madonna en su reparto.
Por su parte el director Stephen John Lewicki, según “imdb” no volvió a rodar una película. Cosa poco probable al tratarse de un director underground. Lo más seguro es que tenga cientos de ellas… o no, porque según, también, “imdb”, este tipo era un estudiante de
Recomendable para los que ya estén familiarizados con el Under más feroz, que, me temo, no son ninguno de los habituales.

viernes, 16 de mayo de 2014

HOTLINE MIAMI

Para la primera reseña (y probablemente la ultima) de un videojuego en este blog, he optado por este antes que por otros con historias más cinematográficas, o que directamente quieren ser una película (ahí entran las cosas del señor David Cage, el responsable de que en muchas paradas de autobús viésemos a un Willen Defoe digital que daba un poco más de grimilla que su versión real) Pues digo que le hago la reseña a este videojuego porque es al que estoy jugando desde hace un tiempo y porque ha sabido ganarme poco a poco a pesar de que inicialmente me echase para atrás.
El juego se ve desde una vista aérea, es decir le ves la cabeza al personaje, los hombros y los pies al andar. Al contar con esta cámara aérea, los pisos y edificios en los que entras, se representan como un plano de una casa. A esta vista súmenle una estética de 8Bits, con pixelotes. Así por los ojos como que no entra mucho, salvo que de chaval tuvieras un MXS o un Spectrum, y aun así, como es mi caso, puede que ya estés cansado de gráficos y mecánicas viejunas. Al principio como veis no estaba nada emocionado, y siendo como es un juego con mucho ensayo-error, me canse a los pocos minutos. A los pocos días de dejarlo decidí darle otra oportunidad y acabo enganchándome como Antonio Flores al caballo (a muerte!!!!)


La mecánica es sencilla, entras en una casa, edificio o lugar, y allí con las armas que encuentras a tu paso, las puertas y tus puños, tienes que acabar con todos los que allí se encuentran. Una situación normalita puede ser esta:

 “Entras derribando una puerta de una patada, el guardia que estaba apoyado en ella sale lanzado contra la pared cayendo al suelo y soltando un bate de baseball. Le propinas un rodillazo en la boca estampando su cabeza contra la pared. En ese momento por tu derecha se acercan dos guardias con pistola, recoges el bate de baseball y se lo lanzas a uno de ellos mientras corres contra el otro. El bate le revienta la cabeza al primer guardia, al segundo lo matas de un puñetazo en plena cara. Coges una pistola mientras un perro guardián salta hacia ti, le descerrajas tres tiros pero no aciertas. Mueres. Vuelves a empezar. Entras derribando una puerta de una patada, el guardia que estaba apoyado en ella sale lanzado contra la pared cayendo al suelo y soltando un bate de baseball. Le propinas un rodillazo en la boca estampando su cabeza contra la pared. En ese momento por tu derecha aparece un guardia armado con una pistola (el otro guardia no ha salido de la habitación al oír el ruido) recoges el bate de baseball y le aporreas con él. El perro guardián te ha olido y va a por ti, de un golpe te lo quitas de encima. Entras en la habitación y mientras el guardia está de espaldas le machacas la cabeza con el bate. Sales por la otra puerta de la habitación, ves a un guardia a la izquierda y otro a la derecha, ninguno se ha percatado de tu presencia, le lanzas el bate a uno de ellos, recoger una navaja que hay en el suelo y acuchillas al otro mientras el primero recibe el impacto del bate que has lanzado en su espalda. Por el fondo de la izquierda hay un pasillo del que aparece un guardia con escopeta que te pega un tiro por la espalda. Mueres. Vuelves a empezar. Entras derribando una puerta de una patada…..”

Como podéis ver es todo ensayo y error, pero como los enemigos, aunque tienen unas rutas prefijadas, algunas veces se salen de ellas y toman nuevas, el juego tiene una pequeña dosis de aleatoriedad que hacen aun mas ensayo y error. Pero mola y engancha. Súmale que eres una máquina de matar que al empezar cada misión puedes calzarte una careta de un animal que te dará algunas ventajas o desventajas. Por ejemplo una careta de  rata te da nada más empezar una Uzi con silenciador,  la del caballo hace que cuando des con una puerta a un guardia este muera automáticamente en vez de quedar inconsciente en el suelo por unos segundos, y otras como la del pescado solo sirven para poner los textos en francés o alguna otra desventaja que se les ocurra a los programadores.

Aun no he hablado de la historia ni de las motivaciones del personaje, pero es que lo estoy dejando para el final. Vamos con los programadores que ya que los acabo de nombrar pues que menos que presentarlos. Son Jonatan Söderström y Dennis Wedin y ya está. Son solo dos personas.  Cierto que no es un juego que necesite un presupuesto millonario ni a 300 trabajadores y que está hecho con una editor de juegos, vamos que no han picado código de cero, pero aun así el merito es mucho. Estos dos señores se han currado uno de los juegos más adictivos de los últimos años. Ellos mismos son los que dicen que este juego se ha inspirado bastante en la película Drive, y no solo en la violencia que respira el juego (y que es necesaria para continuar la historia) sino también por esa banda sonora extraña y a la vez tan cojonuda que tiene.

Vamos con la historia. No hay como tal, a ver si que la hay, pero está mal explicada o mejor dicho, esta desordenada y con muchas partes oscuras a propósito, ya que los creadores querían que tu, jugador, estuvieras desconcertado por momentos y como el personaje del juego, te muevas por inercia y un sentido de la justicia o venganza que solo tu imaginas y que puede o no que este en la historia del juego.
El tema va tal que así, te despiertas en un apartamento bastante dejado, hay suciedad y papeles por la casa, tu cama esta sucia y no se han cambiado las sabanas durante meses, aunque haya distintos fluidos sobre ella. Tienes un mensaje en el contestador, cuando lo escuchas dice algo así: “Hola, necesitamos un payaso para una fiesta de cumpleaños, la dirección es 31º de Bread Street. Confirma que quedan todos muy contentos” o “Tenemos una plaga de cucarachas en el 24º de Maine, por favor ve a colocar trampas” Bajas las escaleras a la calle, te subes en tu Delorean, y vas a la dirección indicada. Allí, en el piso solo hay guardias armados, y tú tienes que matarlos a todos como te apetezca para poder seguir la historia.

¿De que te vas enterando mientras masacras enemigos? Pues que el personaje protagonista no está muy bien de la cabeza. De vez en cuando (en interludios entre pantallas) tienes visiones de otros “yos” disfrazados con mascaras de esas que te puedes poner, que te dicen lo loco que estas, lo mucho que te odian y que poco a poco iras descubriendo la historia, aunque sinceramente nunca lo descubres todo. Esto es para que el jugador deje volar la imaginación y se invente su propia historia, o que cojones, su ausencia total de ella. 

Como veis la violencia es el hilo conductor. En muchas reseñas vi sesudos monólogos sobre la violencia y que si era un revulsivo o que si realmente el protagonista la rechaza pero para ello tiene que hacer uso de ella, chorradas!!! Es un juego, matas bichos, te dan puntos por ello, contra mas puntos más armas, y ya. A todo se le puede sacar punta y verlo desde los ojos de un aficionado a la filosofía, pero si realmente te diviertes (y sabes diferenciar realidad de ficción) no creo que haya que buscarle tres pies al gato. Juega y diviértete, igual aprendes algo, o igual no. No todo tiene que ser una lección moral para la vida.

jueves, 15 de mayo de 2014

ENTRE PITOS ANDA EL JUEGO

“Entre pitos anda el juego” parodia otro título de la época con mucho éxito como es “Entre pillos anda el juego” de John Landis.
Una mujer casada, harta de la indiferencia a la que le somete su marido, decide, un buen día, salir a follar con todo aquél que se cruce en su camino. Y eso hace.
La gracia de esta película, a parte de la perenne – en las pelis porno de Jess Franco- falta de pollas duras, y el cachondo (aunque poco oroginal) título, es el duelo de mamar pollas que se pegan Lina Romay y Mabel Escaño, que además de chupar falillos blandos, compiten entre las dos para ver cual dice el chiste más ingenioso mientras lo hacen. Algunos tienen gracia, otros no. No obstante, da gusto verlas y oírlas.
También destaca porque de una forma muy guarrindonga, se juntan las pollas de dos actores, bien juntitas, y Lina Romay se las zampa a la vez  metiéndose las dos pollas en la boca, o a tiempos, chupando un poco a uno, y otro poco a otro. Ante tan excéntrica (y cerda) situación, no me extraña que los actores no trempen.
Como suele ser habitual, la película se le atribuye a Lina Romay, una vez más bajo el pseudónimo de Lulu Laverne, y si es cosa de pseudónimos y sentido del humor en el porno, esta gente, no se como se lo pasaría follando ante las cámaras (las actrices parece que bien, los actores, no tanto a juzgar por su pollas blandas), pero poniendo –o poniéndose- pseudónimos, yo creo que se lo pasaron de puta madre. Así, la sempiterna Lina Romay, firmaría como Laverne en la dirección, pero como felatriz firma como Candy Coster, Mabel Escaño es Sandra Pitosa,  José Miguel García es Evaristo Pichales, José Llamas es Paco Jones,  Concha Montes es Mona Lisa (¿) y Pepe Porta es Pepet Poyalet. Muy gracioso en el fondo…
La peli es muy poca cosa. Se ve que está el equipo en un hotel con una cámara, se ponen a follar y a improvisar  delante de ella, y sale una peli porno de una hora, que cumplió, lógicamente, su función de hacer dinero y ser muy alquilada en vídeo.
De la etapa porno, de las más mediocres… pero ¡cómo mola es espíritu!

lunes, 12 de mayo de 2014

UNA RAJITA PARA DOS

Seguimos con el Jess Franco pornográfico, y con la que puede que sea la película porno de mi vida. Me explico: 
Soy el último de cuatro hermanos y el que menos edad me lleva tiene 10 años más que yo. En plenos años ochenta, el Betamax familiar echaba chispas, ya que éramos siete los miembros de la familia los que requeríamos sus servicios. Y entonces a los videoclubes llegaron las primeras películas porno. Mis padres nunca estaban en casa puesto que regentaban un bar. Tendría ocho añitos, no más, y andaba tan tranquilo viendo la televisión cuando mis hermanos mayores (que ya tendrían 18  y 20 respectivamente) se presentan en el hogar, junto con otros tantos amigos del vecindario, y me dicen que debo irme a la habitación (que compartía con ambos) a jugar con mis “Clicks”, mis “Airgam boys” o lo que fuera, que ellos se disponían a ver una película “muy fea”. Y como buen niño, obedecí. Pero algo me debía oler a cuerno quemado. Dicha habitación estaba sita al fondo del pasillo de tal forma que, si asomaba la cabeza, podía ver la tele. Así, sentado en el suelo, me vi innumerables películas de dos rombos, como ya comenté en la reseña de “Yo la vi Primero”. Ante la curiosidad por “la película fea” que mis hermanos iban a consumir, me asomé. Y quedé traumatizado: nunca había visto un desnudo femenino… pero es que esta película comenzaba con alguien que portaba unas pinzas de depilar con las que extraía del ojo del culo de una muchacha algo que parecía una píldora. La sacaba y la volvía a introducir… imaginaos tal efecto en la mente de un niño -"¿Qué es eso? ¿Es un culo? ¡Qué asco!"- pensaba yo. Mis hermanos pronto me descubrieron fisgando y me ordenador que cerrara la puerta. Y yo obedecí. Eso si, a la que se descuidaban, asomaba de nuevo para mirar aquella pornografía tan repugnante por un lado, tan fascinante por otro.
Años después, en mis años de estudiante, solía ir al centro con un par de amigos a hacer pellas. Y como nunca pedían el carné, algunas veces nos metíamos a pasar la mañana en las sala X sita en Tirso de Molina (y que juraría sigue ahí), donde descubrí que aquella primera película porno que vi en mi vida era la que estaban proyectando en 1992. Solo éramos tres o cuatro -la mayoría viejos- viéndola. Si se tocaban, no lo notábamos. Y ya fue una cosa nostálgica, el toparme con ella por segunda vez y el descubrir que su título era “Una rajita para dos”. Seguimos visitando aquella sala X hasta que un día me levanté para ir al servicio y me siguió un señor chino, que con la mano llena de monedas de 500 pelas, me hacia gestos obscenos. Avisé a mis compañeros, nos fuimos de allí y no volvimos más.
Así que, sí, yo he visto “Una rajita para dos” en pantalla grande.
Años mas tarde, y en plena fiebre “jessfranquiana”, descubro que es el director de esa primera película porno. Una de las más famosas de cuantas rodó en el ámbito del cine X y cuya dirección atribuía a Lina Romay bajo cualquier seudónimo. En este caso “Lulú Laverne”.
Dos espías femeninas llevan ocultos en sus anos microfilms con contenidos secretos (las píldoras de las que hablaba antes), y que follan con argentinos y otros individuos de mal vivir, mientras sueltan todo el tiempo chistes y chascarrillos más o menos efectivos.
Lina Romay apenas sale, Emilio Linder folla con ímpetu, logrando alzar el rabo mejor que sus compañeros, poniendo acento Argentino (es Argentino) y, aunque sostenga que sus planos porno son insertos –verdad en muchos casos- aquí, siendo plano generales, está claro que es él quién folla. Y Antonio Mayans, que nunca mojó en un film de Franco, interpreta a un maricón impertinente que, ante los celos, interrumpe las sesiones eróticas de Linder, llamando por teléfono para preguntar tonterías. Está entretenidilla, como todas estas que hizo Jess Franco.
La película se rodó antes de que fuera legal en España el hacer porno y/o distribuirlo, así que se exhibió en algunas salas de manera clandestina. Luego ya se regularizó la ley, y se habilitaron las salas X , consiguiendo reunir a más de 88.000 espectadores, lo que la sitúa como una de las películas X españolas más taquilleras de la historia. Y a eso habría que sumarle los espectadores que la vieron de manera clandestina. En vídeo sería uno de los títulos más alquilados de aquella época, no ya del porno, sino en general, lo que la convierte en un absoluto clásico de nuestro país. Con todo, no es, ni de lejos, la mejor o más divertida marranada de su director.
A mí el porno no me gusta, no me ha gustado nunca. Lo veo aburrido, un arte menor y a la hora de, al igual que Onán, derramar mi semilla, tampoco me funciona. Prefiero usar la imaginación. Quizás todo esto sea por el trauma que me dejó esta maldita película en la que los ojetes peludos predominan, al igual que las pollas flácidas.
Entrañable.

sábado, 10 de mayo de 2014

FROZEN

Habiendo escuchado criticas positivas de esta película y conociendo la canción que gano el oscar, que no está nada mal, tenía un poco en alta estima esta película. Luego la he visto, y se me ha bajado, pero es lo que hay. De momento Enredados me parece la mejor película Disney de la ultima década, y si ya te pones, desde Tarzan que no hacen una buena (Excluyendo a Lilo & Stich, que sin ser una obra maestra está muy bien)

Esta Frozen, al igual que Enredados, volvía a los cuentos de hadas y princesas. La historia gira en torno a dos princesas que se quedan huérfanas. La mayor, Elsa, puede controlar el hielo y la nieve. Siendo pequeña, estaba jugando con sus poderes e hirió de gravedad a su hermana Anna. Siguiendo el consejo de sus padres no volverá a utilizar sus poderes en público. El problema es que involuntariamente se le disparan, por lo que acabara recluida en su habitación y apartada del resto del mundo, incluida su hermana pequeña. Al fallecer los reyes, Elsa queda como la princesa regente hasta su mayoría de edad, cuando se convertirá en reina y se abrirán las puertas de palacio al pueblo. 

Anna que ya ha crecido, quiere recuperar la relación con su hermana, ya que desconoce todo el tema de los poderes de hielo que les han separado. Pero el día de la coronación, Elsa por descuido se destapara ante todos. La gente piensa que es una bruja por lo que solo le queda huir, dejando tras de sí su reino congelado. Anna que en la coronación conoció a un apuesto príncipe con el que se quiere casar, va en busca de su hermana para solucionar todo el tinglado. Por el camino conoce a Hans y a Olaf, un vendedor de hielo y un muñeco de nieve parlante. El muñeco, claro ejemplo de un mal entendido personaje cómico secundario, da para dos o tres gracias, pero poco más. No llega a molestar por lo que tampoco voy a crucificarlo. En cuanto a Kristoff, es el contrapunto sensato, el que le hace ver a Anna que no puede enamorase en una tarde de una persona.  

Sin ser una mala película, no es lo que yo entiendo como un clásico Disney, pero es que ya me hago mayor para estas cosas, y todas estas películas están orientadas para el público actual. Me hago viejo para esta mierda, Mickey.

viernes, 9 de mayo de 2014

LAS 100 MEJORES PELÍCULAS DE VIAJES EN EL TIEMPO

Desconozco si ya lo había expresado con anterioridad en este puto blog (creo que sí...), pero el caso es que las pelis de viajes en el tiempo y paradojas temporales son un subgénero del que disfruto ampliamente, sobre todo si parten de una base más o menos científica. Pueden llegar a resultarme apasionantes. Me encanta cómo los acontecimientos se cruzan unos con otros, se pisan y se afectan. Y siempre disfruto mucho cuando el viajero llega a una época que no es la suya y alucina con los adelantos que presencian sus asombrados ojos. De hecho, desde que descubrí que viajar al futuro era algo a la larga posible, todavía me interesan mucho más. Curiosamente, en una de estas pelis que ando como loco por revisar, "Timecop, policía en el tiempo", se afirma lo contrario, que el futuro no se puede visitar porque no existe, solo el pasado. Sin embargo resulta que físicos de todo el mundo han demostrado que es exactamente lo contrario. Hagan la prueba, escriban una nota que diga "Amigo del futuro, si eres capaz de viajar en el tiempo, visítame el día tal, a tal hora en tal sitio". Si no aparece nadie, es que los viajes al pasado no existen. Sí amigos, el único modo de viajar es hacia adelante aunque, me temo, sin posibilidad de vuelta atrás.
En fin, creo que ya he demostrado lo mucho que me pone el tema. Es por ello que el día que, visitando una de mis múltiples bibliotecas (que han terminado sustituyendo en función y número a los video-clubs), localicé el libro "Las 100 mejores películas de viajes en el tiempo", escrito por Francisco Javier González-Fierro Santos (jobar, solo le faltaba añadir su DNI) y editado vía "Cacitel s.l." (??), lo agarré de los estantes con ilusión y me lo llevé a casita, dedicando unos pocos días a leérmelo de cabo a rabo.
Bien, con semejante título no queda mucho espacio a la duda. Tras una introducción medianamente interesante en la que el autor nos describe los varios tipos de tramas propias de este tipo de cine, comienza el desguace en orden alfabético de película a película. Cada una lleva su cartel, su ficha, su argumento y sus apreciaciones, que en algunos casos son críticas y en otros solo anecdóticas o informativas. Depende del film. Tenemos productos de todas las épocas y países, y no únicamente ciencia ficción, también han habido comedias románticas y dramas con los viajes en el tiempo como trasfondo. De todo.
El libro se lee con facilidad, resulta razonablemente ameno y te despierta las ganas de ver o revisar algunos de los títulos seleccionados. Cumple, sí, pero sin demasiado entusiasmo. Lo que quiero decir es que no aporta nada especial, es casi como si leyeras el "Teleprograma", ya sabéis, funcional, sin garra. Y bueno, tiene algunos errores que debería ignorar... pero no lo haré, ahí van los que más llamaron mi atención: Cuando habla de "Paycheck" y cita el film yankee más famoso de John Woo, "Hard Target", se refiere a él en castellano como "Duro de matar", que era el título de una peli de Jackie Chan. El correcto es "Blanco Humano", of course. Cuando para escribir sobre el cineasta James Glickenhaus, a raíz de "Time master, el señor del tiempo", echa mano de su filmografía, cita un puñado de títulos de modo despectivo, acusándolos de "poco atrayentes", sin embargo olvida totalmente la que es, sin duda, la peli más famosa y significativa de su director, "El Exterminador". Y, finalmente, cuando se habla de "Terminator", se comenta su sospechoso parecido con los famosos capítulos para "The outer limits" escritos por Harlan Ellison en 1964 -caso que llegó a los tribunales en la época-, pero la otra fuente de inspiración de James Cameron, "Cyborg 2087", es relegada a una lista final con algunos films más sobre viajes temporales carentes de verdadera importancia. Podríamos sospechar que "Cyborg 2087" también tomaba nota de lo escrito por Ellison, pero aporta algunas ideas propias que encontramos en "Terminator". Dicho de otro modo, esta última sería un mejunje de todas las anteriores (serie de tv y película), por lo que incluirla como parte del material directamente mangado por Cameron hubiese sido -creo yo- justo.
En fin, no ha sido pa tanto, ¿verdad?.
Lo dicho, una lectura bastante interesante y fácilmente consumible que, aunque no deja huella ni nada parecido, entretiene un rato.

jueves, 8 de mayo de 2014

TÚ Y YO

En España hubo un tiempo en el que  las películas más taquilleras, no eran las que protagonizaban los actores, si no los cantantes. Manolo Escobar, Rocío Durcal, Peret, Julio Iglesias, Raphael, Marisol… todos ellos gozaron  de una carrera fructuosa en el mundo de la música, que se vio complementada con otra carrera cinematográfica. Algunos de estos cantantes, no podían ni vocalizar y había que doblarlos, pero otros como Manolo Escobar, se prodigaron como excelentes actores de comedia con largas y exitosas filmografías a sus espaldas. “Tu y yo” vendría a ser el equivalente actual a aquel entrañable cine, quedando, no obstante, muy lejos de todo eso.
Cierto día, de estos que estás haciendo zapping en televisión, escuché decir a David Bisbal, que había hecho un cameo para una serie argentina, que él, la espinita que tenía clavada, era la de la interpretación, y que recuerda cuando era niño, como le gustaban todas esas películas para lucimiento de cantantes, y que era una pena que esa tradición, tan de aquí, se hubiera perdido. Con eso, lo que el cantante quería decir es que mataría por protagonizar una película para lucimiento propio.
Unos años después, algún gerifalte de “Universal”, su sello discográfico, ha debido escuchar sus súplicas y como estaba en cartera el nuevo disco del “triunfito”,  ejecutó un plan, supuestamente, maestro para promocionar el disco y a la vez, contentar los caprichos de su artista: Rodar una película en la que Bisbal canta mogollón de temas del disco, y donde se luce como actor. Mata varios pájaros de un tiro porque, por un lado se saca de la manga una peli, por otro, los video clips publicitarios saldrían, a su vez, de esa peli y por otro, es publicidad para el disco, por la que el público también tendrá que pagar… vamos, esto es un as en la manga, porque en caso de recuperar el presupuesto, la publicidad les sale gratis…y es de suponer que aquellos que compren el disco, irian también a ver la peli, ergo, el disco facilita la publi de la película. Todo muy bien pensado.
Eso si,  los tiempos que corren en cuanto a los gustos del gran público, han cambiado mucho, por eso, y siendo esto un experimento, solo se gastaron en la película 160.000 €, lo que es una miseria, no fuera que no recuperaran. Y siendo un mediometraje al que le faltan cinco minutos para ser un largo, en taquilla, creo que te cobran lo mismo que por una peli de tres horas… en cualquier caso eso es lo de menos. De estreno reducido (aunque estrenada en infinidad de salas) su exhibición, al menos durante un par de semanas, se reduce  a una media de pase diario. Supongo, que si el disco  culpable de todo esto ha sido un éxito de ventas, la pasta que costó hacer la peli habrá sido recuperada, seguro, aunque también es cierto, que pasadas las dos semanas iniciales, ya no permanece la película en cartelera, así que a saber. Supongo que si hubiera ido bien, bien, se habrían ampliado pases.
La película cuenta como David Bisbal se enamora de una muchacha súper guay, descarada y chachi-piruli de alocada, que un buen día aparece en su caravana cuando este está de gira. La muchacha es un poco subnormal, e insta al artista a hacer cosas raras como irse a un bar de Streap tease, mientras vemos escenificados unos cuantos temas del nuevo disco de Bisbal. Pronto descubrirá que la chica apareció en su caravana, no gratuitamente, sino por un secreto que esconde y por el que es perseguida por las autoridades (y que es una gilipollez).
Para llevar a cabo esta película promocional,  se contrató al galardonado con el Goya a mejor director relevación por “Eva” –la película en la que Lluis Homar hace de robot- Kike Maillo, un director de tercera categoría con ínfulas de innovador.
Bien, pues si algún fan de Bisbal lee esto, que le quede claro una cosa: Los artífices de la película, creen que usted es retrasado mental, creen que Bisbal es retrasado mental, y lo peor de todo es, no ya que la película les toque los huevos y sea un proyecto meramente alimenticio, si no ese espantoso tufo que la película desprende a “me importa un carajo esta mierda” y esos diálogos que intentan ser profundos, pero que claramente están escritos por alguien que si que es retrasado mental, pero de verdad. Las planas situaciones en las que meten a Bisbal y ese afán por hacerle parecer un paleto de buen corazón- todo su afán en la película es dar un conciertillo pequeño, en su pueblo con la orquesta con la que empezó, “Expresiones”, porque estas cosas a la plebe, les llegan al corazón-, así como la dejadez y desgana con la que resuelven los numeritos musicales, demuestran el nivel al que está el cine en este país. Una falta de respeto al mundo del espectáculo y también un atentado al séptimo arte. Parece que sus artífices, más que amar el cine, lo odien con toda su alma, es como si con esta película quisieran hacerlo desaparecer de la faz de la tierra. Una basura pero en el peor y más infame de los sentidos, porque si USTEDES responsables de la película, nos han metido a Bisbal hasta en la sopa, nos sabemos sus canciones a fuerza de tenerlas puestas en cualquier lugar al que vamos, queramos escucharlas o no, deberían tener un mínimo de respeto al fan que, también, ustedes han creado, y también al artista al cual explotan. Que al menos las películas de Manolo Escobar, Marisol, etc, no solo eran mas respetuosas con el espectador, si no que eran PELICULAS. Esto parece un mal corto de un aspirante a cineasta, niño de papá, que acaba su proyecto de fin de carrera, para que, cuando no termina de cuajar en el cine, por su más que palpable falta de talento, termina dirigiendo la empresa  farmacéutica de la que papá es propietario, y para la que, igual que para el cine, tampoco está preparado, pero como es el hijo del jefe... Un autentico asco.
Y yo, que no soy fan de Bisbal, pero si que tenía curiosidad por ver su incursión en el cine como cantante, porque conocía las ganas de este de hacer algo de esto, desde fuera, como fan del cine, lo que veo es una absoluta estafa. Lo que está ocurriendo en este país con sus gobernantes  corruptos, aplíquenlo al cine español, y así, sin hacer excesivo ruido, tienen “Tu y yo”, una absoluta vergüenza.
Como será la cosa, cuando digo, sin despeinarme, que lo único bueno de la película, lo único digno y honesto, es el propio David Bisbal, que se esfuerza por no parecer lo que sus jefes se empeñan en hacernos ver que es, se esfuerza, sin ninguna formación con María Rota, en hacer una interpretación decente, y eso es lo que hace. La vergüenza ajena viene, en este caso, no por él, sino por todo lo demás; lo ridículo de la trama en general, del tono de la película y sobretodo, por parte de los actores profesionales de la misma.
Yo he tratado lo suficiente con actores profesionales de este país para llegar a la conclusión de que los actores jóvenes van de profundos y cultos cuando en realidad son la cosa más simple y analfabeta del mundo, su cultura cinematográfica en nula, y los esfuerzos que han empleado en que parezca lo contrario se han volcado en cosas de calado pretencioso y no popular, con lo que a que tengas, no dos, sino un dedo de frente, se les ve el plumero. Me dan asco.
Pues de eso está lleno esta película, empezando por el tal Cristian Valencia, que hace del regidor (¿???) amigo de Bisbal  y que responde al perfil antes explicado. Su interpretación es una absoluta vergüenza. No ya porque no sepa interpretar, si no por su irritante mera presencia. Los diálogos más idiotas, los que pronunciaría un mongólico, se los reservan a este actorcillo que también salía en “Atrocius”. Pero no es lo peor de la película. Ni tan siquiera lo son los cameos de  José Corbacho, tan mal actor como siempre o Santi Millan y sus peinados según imperen las modas, que ya peina canas y estira arrugas y cuyas dotes actorales son más limitadas que cuando empezaba. No. Lo peor es María Valverde, cuya aparición, cuyas frases y caritas, más allá de provocar vergüenza ajena, provocan arcadas. Porque es que a esta niña (que ya no es tan niña) alguien le ha hecho creer que es buena actriz, y está claro que no lo es. Alguien le ha dicho que la hostia, y se lo ha creído… y de ahí que de tanto repelús cuando se viste de tío, se dibuja un bigotillo o imita el acento andaluz de bisbal para seducirle. Un papel y unas situaciones, que por mucho que le pagasen, que no lo creo, si hubiera sido lista, hubiera rechazado. Tremendamente espeluznante.
En cuanto al directorcito, es posible que no sea tan malo como parece en esta película, pero es poco inteligente tomársela a cachondeo como él hace, rodar para un público retrasado(o eso cree él, firmemente), porque al fin de al cabo, “Tu y yo” es una creación suya… y a las creaciones de uno, y más cuando se es “mainstream” y se vive de ello, hay que ponerles un poco de alma o rechazarlas si no interesan. Claro, que a lo mejor si es tan mal director como demuestra y ha puesto en esta película todo su esfuerzo técnico e intelectual y lo que pasa es que no da para más, que es lo que mucho me temo….
Ya les digo, un aplauso para Bisbal, que está más que correcto, le pone ilusión y esfuerzo y es el único de los que participa en la película al que podemos llamar artista (nos guste su música -que no es el caso- o no), y un zurullo bien gordo para los millonarios que tiene detrás de su producto y para el equipo técnico y artístico que da puta pena. De verdad.
Ahora, ¿Te ríes con la película de lo mala que es? Como ya he dicho, gana por goleada la vergüenza ajena, pero si, alguna carcajada te echas.
Como dato freak comentar, que Mario Casas, uno de los peores actores de la historia, solo comparable al gran Paul Marco, pero sin llegar a ser tan patético como para que nos alegre con sus interpretaciones, es novio de María Valverde. Bien, pues la prensa rosa dice que, durante el rodaje, acudía a acompañar a su compañera para vigilarla, y que los celos hacia Bisbal le consumían… Valverde en las entrevistas se ha dedicado a desmentirlo, pero no se por qué, la cosa me cuadra. O al menos, me gusta creérmelo.
Véanla… total, ¿no es material promocional?

martes, 6 de mayo de 2014

EL MIRÓN Y LA EXHIBICIONISTA

Así como el que no quiere la cosa, y aunque ya reseñé una película porno de Jess Franco aquí, hace algún tiempo, “El ojete de Lulú”, digamos que, posiblemente, las del tío Jess sean las únicas películas porno que ustedes vean por aquí reseñadas, primero porque me pegué anoche una maratón porno Franquiana –son cortas- y  porque al igual que con sus películas estándar, el porno de Jesús Franco no es porno; es otra cosa. Otra cosa más desagradable y menos sexy que el porno convencional. Y sin embargo, y como ya he dicho en otras ocasiones, el cine porno de Jess Franco, es más entretenido y divertido que cualquiera de sus comedias.
Claro que la comedia en este caso, viene que ni al pelo, porque parece que Franco no concibe el folletéo sin diversión, ergo los momentos mas lúcidos de comedia de Jess Franco están, paradójicamente, en sus películas porno.
Sin embargo, esta “El mirón y la exhibicionista”, sería de aquellas la más seria.
Cuenta la historia de un individuo que, prismáticos en mano, espía a su vecina cuando esta está tocándose o cuando sube a casa algún maromo para follarselo. Ella sabe que es espiada y esto le excita.
Bueno la peli, no es muy allá, está entretenida y listo, que ya es mucho. Pollas de actores  de la escudería Franco que hicieron porno, sin ser actores porno, y así pasa, que aquello no se levanta. Cosa que a la cámara de Jess parece no importarle lo más mínimo.
Lo gracioso es que esta película culmina con un pajote de “El mirón” del título”, que se resuelve con primeros planos del individuo mirando por los prismáticos y planos de este mismo pajeándose ¡con la misma mano con la que está sujetando los prismáticos! Una de esas chapuzas del tio Jess, que una vez más quería darle a su querida Lina Romay más protagonismo del que merecía, haciendo ver que era ella la directora de la película, firmando esta bajo el pseudónimo  de Lulu Laverne, que a su vez, es el pseudónimo que uso la Romay para protagonizar la cinta. Ya no cuela, aunque hay quien afirma que estas películas las dirigían ambos al alimón. Pudiera ser.
Más que nada, y volviendo a la escena final de masturbación del “mirón”, me queda clara una cosa, a juzgar por la chapuza de planos. Quien se pajéa, que incluso, llega a derramar su semilla asquerosamente contra el objetivo de la cámara, no es el habitual José Miguel García (también conocido como Morgan Childrum, como Joan Marille o más jocosamente como Jean Morcillón en “El ojete de Lulú” o como “Evaristo Pichales” en “Entre pitos anda el juego”). No lo digo gratuitamente, la polla de quien se masturba en primerísimo primer plano delante de la cámara, no concuerda con la de García. Es aún mas pequeñaja y los huevos más colganderos –a juzgar por lo visto en otras películas-. Es más se trata de una polla ridícula que casi queda cubierta por la mano masturbadora. Y esto que voy a decir, no es seguro, claro que no, no está contrastado ni he escuchado por ahí nada similar, pero yo diría, que quien se masturba delante de la cámara es el propio Franco. Es una corazonada. Si alguien lo supiera a ciencia cierta, que lo ponga en los comentarios…
Observaciones aparte, digamos que la película está graciosa, tiene algunos ramalazos estilísticos que llaman la atención ( esa fotografía oscura y el inquietante fondo negro en el que opera “El Mirón”, junto con la iluminación casi de película de terror), incluso la trama está bastante bien para ser una peli porno. Y es que, oigan, a ver si al final, lo mejor de la filmografía de Jesús Franco van a ser sus pelis porno…
Eso si, para masturbarse viéndola, no vale. Aunque cierto amigo mío me confesó, que le llega a excitar más que una peli porno normal y corriente.

lunes, 5 de mayo de 2014

VIVIR RODANDO

Todos sabemos que durante los abominables años 90 el cine alcanzó cotas de mierdismo nunca vistas. Y siempre solemos recurrir a la coletilla de que el más sufriente fue el género de mis amores, el terror. Descarao... pero hubo más. La otra cinematografía que se fue al gerete de forma definitoria durante tan diabólica década fue el absurdamente llamado cine independiente. Hasta la llegada del puto Tarantino, su "Reservoir Dogs" y la repugnante gentuza de "Miramax", el cine "indie" no solo no se llamaba así, sino que lo conformaban películas genuinamente libres rodadas con poca pasta y en las que, ciñéndonos  a la rama más "artística", cualquier atisbo de "cine de género" puro y duro quedaba bien lejos de los intereses y las intenciones de sus creadores. Gracias al éxito de Tarantonto, y Robert Rodriguez aprés, el cine “indie" se convirtió en un género en si mismo, una etiqueta a la que los estudios y demás corporaciones podían recurrir para atraer a un tipo de audiencia no exprimida hasta entonces (aquella que se cree más inteligente y mejor porque ve películas independientes… cuando, solo por ello, está demostrando ser más retrasada que un cholo poligonero). También comenzó a llenarse de pistolas y ultra-violencia (algo muy efectivo de cara a la posible taquilla) y adquirió un lenguaje más propio del "exploitation", solo que disfrazado de "cool". La oleada de películas independientes que se aferraban a esos esquemas fueron legión, dando pie al nacimiento y expansión de auteurs tan oportunos y oportunistas como el insufrible Gregg Araki, por decir uno.
La prueba del grado de auto-consciencia del mal llamado cine “indie", de su condición de nuevo género con sus propias reglas, la tenemos en "Vivir Rodando" ("Living in Oblivion" en v.o.) que, para más inri, viene protagonizada por un rostro de lo más habitual en ese gueto, Steve Buscemi (uno de los "Reservoir Dogs", ¡ups!) y dirigida por la versión "fácil" de Jim Jarmusch, Tom Di Cillo, cuyo film de debut era, pues eso, una peli de Jarmusch (con especial fijación en "Vacaciones permanentes") destinada a escolapios y espectadores habituados a las multi-salas y con protagonismo de todo un guaperas que acabaría petándolo, Brad Pitt, "Johnny Suede". No es casual, Di Cillo fue director de fotografía en los primeros films del cineasta del pelo blanco.
Todo esto que digo no es necesariamente malo... pero tampoco creo que sea cine "indie". Otra evidencia la tenemos en lo poco que DiCillo tardó en confeccionar su primer título pretendidamente "mainstream" y la notoria hostia que se metió ("Una rubia auténtica"). Entre medias facturó algunas comedias dramáticas más (repasando su filmografía he recordado "Box of moonlight", que mi cerebro había relegado a un rincón desde que la consumí en el cine... por algo será) para, finalmente, verse condenado a dirigir de modo exclusivo series de televisión a troche y moche como "Monk", "Ley y orden: acción criminal" o "Chicago fire". Resumiendo, Tom DiCillo representa el "bluff" del cine mal llamado "indie" de los 90. Es su viva materialización en carne y pelo.
"Vivir rodando" narra las trifulcas del rodaje de una película "indie" de bajo presupuesto, con sus problemas técnicos y humanos. Todo ello enfocado de modo esencialmente humorístico y levemente dramático. That´s it.
Lo que decía, cine "indie" hablando de las entrañas del cine "indie", de sus miserias y dificultades. Todo muy acorde a la mentalidad que predominaba en los 90 en los pasillos de "Sundance": Hollywood es el gran malo de la función. Es decir, todos aspiramos a llegar allí, pero hasta que lo consigamos, es el malo. "Vivir rodando" se divide en unos pocos segmentos que, por aquello de ser un mínimo arty, se suponen sueños y terminan/enlazan con metafóricas puertas que se abren y cierran. Bien, uno de esos segmentos narra cómo un guaperas de Hollywood, actor de éxito que ha accedido a salir en una peli modesta en busca de prestigio, es la fuente de los conflictos a base de divismo y de querer interferir creativamente (¿puya de DiCillo a Pitt?). Muy de manual. Al repollo en cuestión lo interpreta un adecuado James Le Gros (protagonista de "Phantasma: el regreso") y en un momento dado confiesa que si se metió en ese berenjenal fue porque se pensaba que el director era como Quentin Tarantino. Fijaos hasta qué punto el "indiesmo" era ya algo establecido y digerido, que se recurre a sus "nombres de peso" para marcarse una coñeta.
Por esa misma regla de tres, otro de los cineastas del gremio parodiados, muy de moda en los 90, es David Lynch. Sin embargo, el momento en cuestión proporciona una de las mejores... er.... no, la mejor escena de toda la película. Se supone que nuestros protagonistas están rodando un sueño. Una chica vestida de novia en una habitación pintada de ¿naranja? dice "Estoy tan hambrienta…". Entonces se abre una puertecita de marco torcido y sale un enano con smoking que sujeta una manzana y da vueltas alrededor de la chavala. Gracioso, pero no tanto como cuando la "persona pequeña" (el hoy reputado actor Peter Dinklage gracias a "Juego de tronos" y su papel en la esperada "X-Men: días del futuro pasado") se cabrea y le echa al aspirante a gran director, Buscemi, una bronca, una de lo más inspirada en la que se ríe de la manía de cierto sector del cine artístico por incluir enanos en sus escenas oníricas para dárselas de raro y que termina con una brillante frase: "¡Nadie sueña con enanos, ni tan siquiera yo sueño con enanos!". Solo por los 2 o 3 minutos que dura este discurso, merece la pena ver "Vivir rodando". Yo me partí de risa cuando la consumí en un mini-cine con cuatro gatos más y el otro día, revisándola en dvd.
¿El resto?, bueno, pasable. La mayoría de salidas humorísticas o gags son muy facilones, algo infantiles y previsibles. DiCillo se esfuerza en crear personajes carismáticos que dejen huella, como el cámara "Lobo", pero no lo consigue. Por aquello de que quede clara su condición de película "indie", entremezcla color con blanco y negro. En los sueños las imágenes de la vida real son blanco y negro, y la peli que están rodando es color. Luego, ocurre justamente lo opuesto. Imagino que hay alguna intención metafórica y metafísica en todo ello... o no, tal vez solo sea una pijadilla estética muy propia de la superficialidad y la artificiosidad de este cine "indie" de mentirijillas. Junto al gag del enano, lo mejor de toda la puta peli es su -se supone que- moraleja final, en la que, tras miles de problemas y dificultades, logran rodar entera una escena gracias a la espontaneidad, a la improvisación y a la creación pura “in situ”, tirando guión y preparativos por la borda. Estoy muy a favor de eso... claro que, una vez más, todo es fachada ya que para hacer su película, Tom DiCillo se aferró al guión como un pajillero se aferra a su castigado micro-pene. Y quien lo ponga en duda, que se agencie de la biblioteca del barrio el dvd editado por el "Fnac" y se mire los extras, donde encontrará una curiosa proyección festivalera en la que, posteriormente, actor y director comentan cosillas de la película.
Aunque tal vez lo más clarificador sea escuchar las palabras del responsable de organizar el evento, que trata a "Vivir rodando" casi de obra de arte minoritaria comparándola con uno de los clásicos de Fellini, por aquello de que también son artísticos y minoritarios. Ta claro, también las películas de Fred Olen Ray las ve poca gente y no por eso se parecen a "8 y medio". Eso sí, termina soltando la puya a la película de Hollywood de rigor, que no es otra que "El proyecto de la bruja de Blair" que entonces lo estaba petando en las taquillas del planeta. Bien, es una comparación un poco injusta, ¿no créeis?. De hecho, me parece a mi que es fruto de la pura, dura y vil envidia. "Blair" era una película parida con menos medios que "Vivir rodando" y mucho más arriesgada, revolucionaria y poco complaciente en su estética. Cámara en mano, vídeo y ni una gota de gore. ¿Qué culpa tuvo ella de conectar con las audiencias masivas y cosechar tanto éxito?, ¿de que a sus creadores se les ocurriera una ingeniosa táctica promocional (o la copiaran -mejorándola- a "The last Broadcast")?, ¿hay que condenarla por eso?, ¿es porque pertenece al terror, el género "maldito" por excelencia?. Pues oigan, no sé yo qué decirles, porque al fin y al cabo la peli de Tom DiCillo no es más que una comedieta amable y muy simplona perfectamente digerible por un público poco exigente. Ni es rompedora, ni es diferente, ni es artística, tampoco es que sea una mierda, entretiene lo justo y te hace sonreír (salvo la escena del enano, que ahí te ríes a gusto). Una peli muy acomodaticia que te deja igual, se olvida con facilidad y no supera la barrera del tiempo (es muy de su época).... cosas estas impropias de lo que debería ser un cine genuinamente libre y personal.