Y es que esta película supone muchas cosas, no se trata de
un biopic normal y corriente. De hecho es una consecuencia de la personalidad
del cómico afro americano; “Yo Yo Dancer” es, por un lado un testimonio, un exorcismo,
pero también un ejercicio de megalomanía, una masturbación por parte de Richard
Pryor, una manera de buscar prestigio y el debut en la dirección cinematográfica
de un tipo que se hizo popular porque en sus películas improvisaba, no solo los
diálogos, sino también las situaciones –sabía como iba a comenzar una escena,
pero nunca como terminaría- y también es
una película valiente y honesta… el que no era honesto es Richard Pryor, que
como la película medio fracasó, luego dijo que no se trataba de una película autobiográfica.
Pero claro, Pryor era un yonkie sin remedio ¿Qué va a decir?
Y es que, aunque nosotros recordamos con nostalgia al
Richard Pryor de “Su juguete preferido”, “El Gran Despilfarro” –gran película,
por cierto- o “Superman III” este que
tanto nos gustaba de pequeños a los que nos acercamos o sobrepasamos la
cuarentena, es el Richard Pryor en decadencia. Y eso que estas películas fueron
éxitos. No tanto las posteriores, “Estado Crítico”, “Nos mudamos” o “Noches de
Harlem”. Y consciente de que estaba haciendo una mierdecilla , Pryor, justo en
medio, en 1986, decidió poner en marcha una película que narrase su propia vida,
en la que se desnudase ante el público, que le valiera el reconocimiento del
mundo del cine –vamos, que buscaba el Oscar
el gachó- y que le reportara pasta gansa. Así que pidió a Columbia que
apadrinara su proyecto más personal, que además, él mismo produciría, dirigiría
e interpretaría, co-escribiendo el guión junto a su colaborador habitual, Paul
Money. Columbia, que se llenaba los bolsillos con sus películas, le brindó al
cómico la oportunidad de llevar a cabo este narcisista proyecto que se tradujo
en semi-fracaso – de hecho, a España, como la mayoría de sus películas de
aquella época, llegó directamente a los videoclubes, sin pasar por las salas- y
que no aportó a Richar Pryor el prestigio que demandaba. Y es que la película,
que a mí, no obstante, me gusta mucho, es un poco mala. La dirección es
torpona, descompensada, dedicando a ciertos pasajes de su vida un montón de
minutos, para luego a otros de la misma importancia o mayor, pasar en un
suspiro. Por no hablar de su interpretación. Pryor se interpreta a sí mismo
durante cuatro décadas, y si como cómico
su currículun no deja mácula, como actor tragicómico, lo cierto es que deja
mucho que desear. Además, el alter ego de Richard Pryor, traspasa de vez en
cuando la cuarta pared, desdoblándose de su propio cuerpo y dándose la réplica
a sí mismo, a veces se contesta, otras ni se oye, solo le escucha el público, lo
que deja la narración un tanto confusa y descolocada. Es más, yo diría que si
no sabes de antemano que se trata de un biopic, ese desdoblamiento, ni se
entiende. Así que, esta película es un desbarajuste. Pero rollos técnicos a
parte, a mi me parece que está muy
entretenida, y que es muy atrevida, más si tenemos en cuenta la época de la que
proviene. Porque Pryor no se lleva a su terreno la película intentando excusar
sus actitudes, digamos, políticamente incorrectas, no. En la película figura
como lo que era: un yonkie que echaba a perder todo por culpa de la droga, y
cuyo plato principal es el famoso incidente, ya conocido por todos, de
prenderse fuego a si mismo y casi morir. Aquí eso no se esconde. Si lo dota, el
director, de algo de misticismo dando a entender, que Pryor mata a Pryor que
era una persona nefasta y ese fuego da a luz una persona nueva. El tiempo
dejaría claro que churruscado o no, Pryor sería la misma nefasta persona hasta
que la esclerosis múltiple le concienció un poco.
Así que no es de extrañar, que tras rodarse a sí mismo, preparándose y fumándose una pipa de crack, bebiendo como
cosaco o esnifando cocaína, al no ser un éxito la película, dijera que no se
trataba de una autobiografía… pero que cara más dura.
La primera vez que la vi siendo niño, ni siquiera la
detectaba como un biopic del propio Pryor, la vi, sin más, porque a mí me
gustaba Pryor, pero si que la tenía en mi subconsciente como esa peli de
Richard Pryor tan rara que no daba tanta risa. Muchísimos años después, cuando
ya descubro que se trata de un auto-biopic, corro a localizarla para que todo
cobre sentido. Y me quedo a gusto con su visionado, eso si, descubriendo que en
realidad es un debut como director bastante flojo, casi telefilmesco. Pero está
bien.
El punto de partida de la película es el hospital, tras
prenderse fuego Jo Jo Dancer (alter ego de Richard Pryor) estando drogado.
Entre vendas, este sale de su propio cuerpo, para contarse la vida y darse
ganas de vivir. Y vamos viendo los pasajes de esta, desde su infancia infausta
– la madre de Pryor era puta y lo crió en un burdel- hasta el ascenso a la
fama, pasando por sus desfases drogadictos.
Junto a Pryor, en el reparto tenemos a Debie Allen (una de
las profesoras de “Fama”), Art Evans (“Noche de miedo”, “El negociador”),
Michael Ironside y un papelito de putero para Ken Foree, entre otros cuantos.
Con todos sus fallos, que son muchos, y como dijo en su
momento la crítica americana, “Yo Yo
Dancer” es el “All That Jazz” de Richard Pryor.