Corría primera mitad de los noventa. Ingenuamente interesado por el, en brevísimo sobreexplotado y desvirtuado, "cine independiente norteamericano", andaba muy enganchado a lecturas como la revista "Film Threat", directores del calibre de Alex Cox (que era inglés, sí, pero ya me comprenden) o Amos Poe y la siempre recurrente, cinematográficamente hablando, estética urbana y decadente transitada por perdedores errantes en busca de una oportunidad. Por eso mismo, el día que leí sobre "Profetas de la carretera" ("Roadside Prophets" 1992) en la mentada publicación, comencé a sentir tembleques. Escrita y dirigida por Abbe Wool, quien había sido pareja sentimental de Alex Cox y es co-autora del guion de la discutible "Sid & Nancy", protagonizada por John Doe (nombre real: John Nommensen Duchac, y anda que no suena bien), actor, cantante y guitarra + bajista de la seminal banda punk "angelina" "X", y, peliculeramente hablando, con toda la pinta de encajar en aquello que ansiaba consumir: Joe, motero de buen corazón, se hace amigo de otro, Dave, recién incorporado a su gris curre en una fábrica. Durante un visita al bar, este le habla de un casino maravilloso donde uno se hace rico y tiene acceso a tías estupendas, situado concretamente en el legendario Eldorado, así todo junto (lugar al que Richard Driscoll dedicó una película entera) Justo entonces, Dave muere electrocutado mientras juega a los marcianitos. A partir de ahí, Joe decide llevar sus cenizas hasta ese supuesto paraíso. Embarcarse en un viaje incierto para localizarlo. Naturalmente, ello desembocará en uno de los formatos predilectos por el cine "indie": la "road movie" de ambientación desértica, con inevitable tufo a "Easy Rider" y, sobre todo, "Paris, Texas", que en "Roadside Prophets" se ve referenciada al incluir al prota de aquella, Harry Dean Stanton, en la banda sonora.
Sin embargo, centrarse en esos datos sería quedarse muy corto. Porque hay mucho, mucho más. "Roadside Prophets" se deja ver, no diré lo contrario, pero al carecer de genuina trama -solo es una acumulación de escenas, en las que el protagonista va conociendo personajes peculiares y viviendo situaciones igualmente nada convencionales- termina siendo un poco coñazo. Esto lo sé ahora, que por fin he tenido oportunidad de verla, porque, aunque sí llegó a España, o nunca la localicé en mis vídeo-clubs (raro considerando que la distribuía MGM) o para entonces todo mi interés se había evaporado, cosa perfectamente posible.
Lo realmente divertido del visionado ha sido, pues eso, ir reconociendo nombres, caras, voces y demás. Un juego que, opino, a poco que sean ustedes unos cinéfilos medianamente curiosos, e interesados por cierta subcultura o contra-cultura a la que el film apela completamente, disfrutarán.
Pero comencemos por el principio, la directora y guionista Abbe Wool. Asumo que "Roadside Prophets" no funcionó ni medianamente, porque jamás retomó las tareas de dirección, limitándose a formar parte de los equipos técnicos en un porrón de títulos más que variados, hasta 2014. Luego desapareció.
El productor, Peter McCarthy, tampoco era manco. Debutó junto a Alex Cox en "Repo Man". Siguió con "No me grites que ya te veo" (vehículo para John Cusack y Tim Robbins en plan pareja cómica), "Voy a por ti" (la "célebre" parodia del "blaxploitation" cortesía de Keenen Ivory Wayans) y lo probó en la dirección. Suyas son "Floundering" (otra con pinta de encajar a la perfección en el molde noventero del cine "indie") o "Death & Taxes" (que puso fin a su carrera en el fatídico 2014). Aunque el ejemplo más raro lo tenemos con "Motín en el planeta prisión", neo-western futurista a mayor gloria de Michael Paré que, por una serie de conflictos varios, McCarthy se vio obligado a co-dirigir.
Justo, en esta última localizamos al director de fotografía de la reseñada, Tom Richmond, ejerciendo como tal. No sorprende que, igualmente, terminaría colaborando con Alex Cox... pero sí nos deja ojipláticos descubrir en su filmografía títulos del "calibre" de "Hard Rock Zombies", "Kill Bots" o "Amityville IV: La fuga del diablo". Un jefe.
"Roadside Prophets" pertenece al catálogo de "New Line Cinema", todavía interesados en apoyar un cine bastante más minoritario a pesar de llevar poco menos de una década petándolo gracias al fenómeno Freddy. Y si la "New Line" de los noventa andaba de por medio, también lo hacía su presidente Bob Shaye. Y quien dice Bob Shaye, dice Lin Shaye, hermana y actriz "nepotista" (hoy día popular por su recurrente rol en la saga "Insidious") que, pal caso, interpreta a una mujer sidosa casada con un hombre canceroso.
Más nombres curiosos: Timothy Leary, famoso defensor de las drogas alucinógenas (quien, graciosamente, se marca un discurso anti-drogas duras), David Carradine pegándose el gusto de cantarnos una canción propia (no olvidemos que darle al estribillo y las cuerdas era su otra gran pasión. Tal vez la primera), John Cusack como alocado revolucionario tuerto, Arlo Guthrie (hijo de famoso cantautor Woody Guthrie), un joven Don Cheadle, el eterno secundario Stephen Tobolowsky y Adam Horovitz, más conocido como uno de los "Beastie Boys" (bajo el nombre de Ad-Rock) Lo cierto es que co-protagoniza el film junto a John Doe en el rol de un chaval desquiciado que, básicamente, persigue al protagonista desesperado por encontrar a sus desaparecidos progenitores. Lo he relegado a este rincón por una cuestión de gustos personales: su personaje resulta de lo más cargante, irritante y agobioso. A mi juicio, uno de los aspectos más flojos del largometraje.
En un momento dado, la pareja aterriza en un pub donde un grupo "lounge" de lo más hortera ("Too Free Stooges") toca una canción romántica. Uno de sus componentes es el omnipresente Flea (de larga y lustrosa carrera musical y cinematográfica) Junto a él dos "crooners", encarnados por un par de personajes sumamente apetitosos. Dick Rude, uno de los más mejores amigos de Alex Cox, actor en sus primeras películas y co-guionista de "Directos al infierno" y Manny Chevrolet, una especie de showman / humorista de segunda. Se convirtió en habitual de la realizadora de video-clips y cortometrajes Modi, una pava surgida del punk que asistió a Penelope Spheeris en el rodaje de "The Decline of Western Civilization", "Los tachuelas" y "Hollywood Vice Squad", donde tenía un papelito junto a su padre, y actor secundario de carácter Ben Frank (pueden verlo también en "Yo soy la justicia") Esa faceta de actriz la continuó explotando para el SOV de culto "Dark Romances" y el célebre punk-film superochero "Lovedolls Superstar" de Dave Markey. Hizo buenas migas con Exene Cervenka, cantante de los mismos "X" donde pululaba John Doe (él y Exene eran pareja), pariendo a pachas el guion de "Bad Day", cortometraje rodado en super 8 a modo de western de espíritu cómico que contaba en el reparto con el mismo Doe y nada menos que Kevin Costner. Así, Modi debutaba como directora. Aunque seguidamente pasaría a centrarse en el videoclipismo, de vez en cuando volvía a las pequeñas ficciones -siempre currando bajo el nombre de su productora "Modivation"- Muchas de ellas vehículos de lucimiento para, justo, Manny Chevrolet (compartiendo plano con otro de los habituales de Modilandia, Henry Rollins) "Rosa Mi Amor" fue el que lo petó más, llevándose varios premios en sendos festivales. Tal vez alguno de ustedes recuerde el monográfico que el programa de "cultura alternativa" del segundo canal de TVE, "Metrópolis", le dedicó a la chica. Tras aquel pequeño subidón, Manny Chevrolet intentó pasarse a la política sin mucho éxito. Y Modi, viendo el aparente fin del negocio musical con la llegada de "Napster", se piró a Texas, fue mamá y abrió una tienda de temática "vintage". Dice que anda currando en una serie formato "streaming", así que no ha dejado del todo las cámaras. Curiosos, pueden visitar su página web.
Efectivamente, la reseña de "Roadside Prophets" era una excusa para hablar de ella.
Pero volvamos al film de Abbe Wool, en plan colofón.
Como ya supondrán a estas alturas, la música tiene un papel preponderante. Aparte de la presencia de los ya mentados Exene Cervenka y John Doe marcándose un par de canciones, localizamos a -inevitablemente- "Beastie Boys", Gary U.S. Bonds, "The Pogues" o "Pray for Rain" -encargándose de la fanfarria incidental-, estos dos últimos muy presentes en el cine de Alex Cox. Aunque, a mi gusto, la guinda la tenemos al final, con una copla bastante guapa canturreada por la reconocible voz rasposa de Keith Morris, vocalista de los míticos "Circle Jerks" -otros Coxistas convencidos- que, pal caso, se parapeta tras el nombre grupal de "Bug Lamp". No es el único "Jerk" que rula por la banda sonora, Zander Schloss, bajista de aquellos, también participa.
sábado, 29 de junio de 2024
martes, 25 de junio de 2024
TIMES SQUARE
El gran fracaso del productor Robert Stigwood, que planeaba un nuevo éxito para la gran pantalla como lo fue su anterior película “Fiebre del Sábado noche”, solo que, esta vez, en clave de punk rock. Varios factores impidieron que se repitiera la hazaña, como por ejemplo, que el punk no era tan comercial como el disco (o al menos no atraía tantas personas a los cines en aquel momento), que el film no contenía estrellas en su reparto y, sobre todo, que las continuas irrupciones del productor en el rodaje propiciaron que la película quedara incompleta, con un montón de secuencias que se perdieron y un director, Allan Moyle, que abandonó el rodaje antes de terminar porque se negaba a convertir una historia sobre dos chicas con problemas mentales en un musical impostado con numeritos punk que no aportaban nada a la historia. A eso añádanle el hecho de que “Fiebre del Sábado noche” era una gran película, mientras que “Times Square” es irregular, con un par de buenos momentos, pero a rasgos generales tirando a mala. No por ello deja de ser una interesante; es de culto para la comunidad LGTBI —supuestamente las protagonistas son lesbianas; en el guion así estaba escrito, pero luego se eliminó todo atisbo de lesbianismo por motivos meramente comerciales— y sobre todo, tiene mucho valor el hecho de estar rodada enteramente en el Deuce neoyorquino antes de su remodelación en los 90, por lo que se ve intacta la sordidez de la zona, así como varios de los locales de puterío y, mejor aún, los cines que programaban sesiones dobles o triples de la época. En ese sentido, el retrato de Times Square que se hace en la película, es el más fehaciente y, a efectos estéticos, de gran valor.
Más allá de eso, tenemos una historia bastante ñoña sobre dos chicas que se conocen en una institución mental y, outsiders perdidas como son, acaban fugándose para acabar de okupas en un sucio antro de Times Square en el que intentarán sobrevivir y buscar su identidad. Así, mientras vagabundean, forman una banda de punk que se verá alentada desde las ondas por un locutor de radio que conoce la historia de las dos chicas e intentará apoyarlas. No obstante, cuando la cosa parece mejorar, el estado mental de una de ellas pondrá en jaque todo lo conseguido.
La idea surge por parte de Allan Moyle. Un día compró un sofá de segunda mano y, entre sus cojines, encontró un diario escrito por una joven con problemas mentales, que narraba su historia en el alambre, dejando al director cautivado. De este modo encargó la escritura del guion a Jacob Brakman, partiendo de pasajes de ese diario. Stigwood rápidamente quiso producirlo. Obviamente fue un grano en el culo. Entre otras cosas, convencido como estaba del futuro éxito, empezó a promocionar a la actriz protagonista, Robin Johnson, como una suerte de John Travolta femenina. Se encargó de no dejarla escapar haciéndole firmar un contrato en exclusiva con su compañía de management durante tres años. “Times Square” fracasó, y, en consecuencia, Johnson tuvo que rechazar las ofertas que le venían de otras gentes en favor de las que le ofreciera Stigwood, pero este perdió el interés tras el fracaso. Cuando la actriz quedó liberada del ese contrato, ya no interesaba para el cine, y aunque hizo algunos papelitos más en algunas películas (salía un momento en “¡Jo, que noche!” de Scorsese), al final tuvo que buscarse la subsistencia entrando en una vida laboral normal y corriente lejos de los focos.
Asimismo, Stigwood decidió lanzar una banda sonora en álbum doble del mismo modo que había hecho con “Fiebre del Sábado noche”, pero esta vez con canciones de grupos punk punteros (aunque la mayoría pertenecieran más a la "New Wave". Quizás el único combo genuinamente punk rock sean los británicos "The Ruts"). También se puso muy idiota con la idea de incluir a los "Bee-Gees" que tanto éxito le habían proporcionado un par de años antes, aunque estos no pegaran ni con cola, y ordenó filmar más números musicales con el fin de poder incluir esas canciones. A causa de dicha estúpida imposición, el director se fue de najas. La segunda unidad hizo lo que pudo y se dejó una película incompleta. En montaje, además, mucho material se perdió por el camino y, en definitiva, lo que se estrenó es un auténtico desbarajuste. Pero ahí quedó. La verdad es que es flojucha, pero tiene algo de gracia (no demasiada).
En el reparto, además de Robin Johnson, tenemos a Trini Alvarado muy jovencita, con 13 años, que asistía cada día al rodaje portando consigo una biblia. Después obtendría cierta popularidad al aparecer en films de renombre como “Mujercitas” o “Agárrame esos fantasmas”. Como locutor que ayuda sin salir de su cabina a estas dos jóvenes punks, tenemos a Tim Curry que fue metido en la película de rebote, primero porque al tipo le gustó la historia que se iba a rodar, segundo porque necesitaban un nombre popular que pudiera vender y Curry estaba en su mejor momento. Eso sí, fue contratado para tan solo dos sesiones, que se irían alargando en el metraje con el fin de que pareciera que estaba presente todo el largometraje.
En cuanto al director Allan Moyle, no tuvo una carrera fulgurante precisamente, pero sí rodó un par de películas interesantes. Suya es la estupenda “Rebelión en las ondas” con Christian Slater haciendo de un locutor que revoluciona a todo un pueblecito desde una emisora pirata, o “Empire Records” también relacionada con el mundo de la música y la radio.
Más allá de eso, tenemos una historia bastante ñoña sobre dos chicas que se conocen en una institución mental y, outsiders perdidas como son, acaban fugándose para acabar de okupas en un sucio antro de Times Square en el que intentarán sobrevivir y buscar su identidad. Así, mientras vagabundean, forman una banda de punk que se verá alentada desde las ondas por un locutor de radio que conoce la historia de las dos chicas e intentará apoyarlas. No obstante, cuando la cosa parece mejorar, el estado mental de una de ellas pondrá en jaque todo lo conseguido.
La idea surge por parte de Allan Moyle. Un día compró un sofá de segunda mano y, entre sus cojines, encontró un diario escrito por una joven con problemas mentales, que narraba su historia en el alambre, dejando al director cautivado. De este modo encargó la escritura del guion a Jacob Brakman, partiendo de pasajes de ese diario. Stigwood rápidamente quiso producirlo. Obviamente fue un grano en el culo. Entre otras cosas, convencido como estaba del futuro éxito, empezó a promocionar a la actriz protagonista, Robin Johnson, como una suerte de John Travolta femenina. Se encargó de no dejarla escapar haciéndole firmar un contrato en exclusiva con su compañía de management durante tres años. “Times Square” fracasó, y, en consecuencia, Johnson tuvo que rechazar las ofertas que le venían de otras gentes en favor de las que le ofreciera Stigwood, pero este perdió el interés tras el fracaso. Cuando la actriz quedó liberada del ese contrato, ya no interesaba para el cine, y aunque hizo algunos papelitos más en algunas películas (salía un momento en “¡Jo, que noche!” de Scorsese), al final tuvo que buscarse la subsistencia entrando en una vida laboral normal y corriente lejos de los focos.
Asimismo, Stigwood decidió lanzar una banda sonora en álbum doble del mismo modo que había hecho con “Fiebre del Sábado noche”, pero esta vez con canciones de grupos punk punteros (aunque la mayoría pertenecieran más a la "New Wave". Quizás el único combo genuinamente punk rock sean los británicos "The Ruts"). También se puso muy idiota con la idea de incluir a los "Bee-Gees" que tanto éxito le habían proporcionado un par de años antes, aunque estos no pegaran ni con cola, y ordenó filmar más números musicales con el fin de poder incluir esas canciones. A causa de dicha estúpida imposición, el director se fue de najas. La segunda unidad hizo lo que pudo y se dejó una película incompleta. En montaje, además, mucho material se perdió por el camino y, en definitiva, lo que se estrenó es un auténtico desbarajuste. Pero ahí quedó. La verdad es que es flojucha, pero tiene algo de gracia (no demasiada).
En el reparto, además de Robin Johnson, tenemos a Trini Alvarado muy jovencita, con 13 años, que asistía cada día al rodaje portando consigo una biblia. Después obtendría cierta popularidad al aparecer en films de renombre como “Mujercitas” o “Agárrame esos fantasmas”. Como locutor que ayuda sin salir de su cabina a estas dos jóvenes punks, tenemos a Tim Curry que fue metido en la película de rebote, primero porque al tipo le gustó la historia que se iba a rodar, segundo porque necesitaban un nombre popular que pudiera vender y Curry estaba en su mejor momento. Eso sí, fue contratado para tan solo dos sesiones, que se irían alargando en el metraje con el fin de que pareciera que estaba presente todo el largometraje.
En cuanto al director Allan Moyle, no tuvo una carrera fulgurante precisamente, pero sí rodó un par de películas interesantes. Suya es la estupenda “Rebelión en las ondas” con Christian Slater haciendo de un locutor que revoluciona a todo un pueblecito desde una emisora pirata, o “Empire Records” también relacionada con el mundo de la música y la radio.
“Times Square” se estrenó de mala manera en España, apenas la vieron 41.000 espectadores en salas destinadas a la versión original subtitulada. No recuerdo una edición en vídeo en la época, pero sí fue emitida en televisión a horas intempestivas, así como contó con una edición en DVD que a día de hoy es bastante difícil de localizar.
Por otro lado, me hace mucha gracia la traducción que en el póster español (aquí adjunto) se hace de la frase promocional “Go Sleazy In Times Square”; “Toda la basca!... a Times Square!”. Y se quedaron tan panchos.
Por otro lado, me hace mucha gracia la traducción que en el póster español (aquí adjunto) se hace de la frase promocional “Go Sleazy In Times Square”; “Toda la basca!... a Times Square!”. Y se quedaron tan panchos.
sábado, 22 de junio de 2024
EN LAS PROFUNDIDADES DEL SENA
Una vez más, mi yo solidario me impulsa a teclear con efervescente entusiasmo una reseña que para nada tenía prevista, la de "En las profundidades del Sena" ("Sous la Seine" en v.o., "Under Paris" si habitas Wisconsin) ¿por qué? pues por la sencilla razón de que, tal y como yo lo veo, está siendo injustamente machacada y uno, pues oiga, tiene su corazoncito.
Ya sabemos lo superficial, elemental y caprichosa que es la cinefilia moderna, aquella que, acorde a la desquiciante velocidad con la que todo se produce, consume, deglute y excreta, tiende a elegir un par de títulos para, seguidamente, situar uno en el bando güeno y otro en el malo. Una vez apoltronados, lo siguiente consiste en perder los papeles. Delirar sin matices. Sin grises. La buena es la repolla, aquella que devolverá a la humanidad su capacidad de amar y confiar en el prójimo. La mala, por contra, es peor que la peste, una aberración sin nombre ni fin cuyos responsables merecerían ser ejecutados públicamente en la plaza del pueblo.
El paradigma, la gracia de todo ello es que, a la larga, no importa cual sea cual, porque en cuestión de semanas ambas acabarán brutalmente olvidadas. Intercambiadas por nuevas víctimas (me vienen al cerebelo las incomprensiblemente hostiles "reviews" que ha recibido el muy decente y entretenido biopic sobre Enzo Ferrari... pero esa es otra historia) Y vuelta a empezar.
Pal caso, "En las profundidades del Sena" sería la villana y, extrañamente, "Vermin. La plaga" la salvadora. Ambas, además, salidas de la misma cinematografía, la franchute. Resulta chocante porque aquello que los gacetilleros critican más de la primera, es decir, unos tiburones mutados dispuestos a dominar el mundo, calificados de difícilmente creíbles, en la segunda se acepta con toda naturalidad, aunque hablemos de unas arañas igualmente mutadas capaces de adquirir el tamaño de perros ovejeros y, sí, dominar el mundo.
A mí "Vermin. La plaga" no me gustó, pero es una mera cuestión de manías personales. Le reconozco un buen acabado y algunas escenas de impacto. Lo mismo que la de los tiburones... aunque esta sí me ha funcionado. Se aleja totalmente del rollo voluntariamente ridículo de un Asylum. Pero tampoco se presta a las maneras hiper realistas de un, no sé, pongamos "El arrecife". Cae justo en medio, al lado de "Deep Blue Sea". Without embargo, por alguna incomprensible razón, el elemento inverosímil hoy día únicamente se perdona si viene empaquetado en chorrismo, extravagancia desaforada o auto-coña consciente (salvo que te titules, insisto, "Vermin. La plaga"). Me ofende y ofusca que, por comparación, algunos osen considerar más dignos que la reseñada a esos dos pestiños titulados "Meg" y "Meg 2: La fosa".... ¡¿en serio?!
La trama de "En las profundidades del Sena" no tiene mucha complicación. Unos tiburones alterados por el cambio climático se instalan en el curso de agua que cruza la capital del amour. Encima, a pocos días de celebrarse los juegos olímpicos. La policía, ayudada por una especialista, deberá intervenir para arreglar el entuerto, a pesar de una alcaldesa obsesionada en evitar interrumpir el mondongo gimnástico (hay quien ha rajado de este personaje, acusándolo de "excesivamente cómico".... no perdonamos una ¿eh? cuando nos da el parraque, nos da) y, sobre todo, un grupo de ecologistas tirando a fanáticos casi como representación del colectivo Woke, hasta el punto de comandarlo un par de lesbianas. ¿Concesión a la platea paleta? pues no estaría yo muy seguro, porque dicho fanatismo se pinta como perjudicial. La ceguera del que cree que un animal salvaje es inofensivo solo por su papel de víctima y.... ¡¡¡espoiler!!!... lo paga caro. El momento en cuestión es uno de los más satisfactorios del 2024. No exento de su mala leche.
Aunque hay otro. El final. Está clarísimo que, sí o sí, veremos al tiburón papearse a unos cuantos nadadores olímpicos ante los horrorizados ojos del público presente. Si no, no habría película. Y lo vemos, y está muy bien. Pura adrenalina. Pero solo es el principio. Lo que viene después es.... ¿cómo definirlo? ¡¡¡la caña!!! Y no, no aparece un inesperado escualo gigante con tres narices... ni una requetemutación entre foca y pingüino... es algo más terrenal... pero cojones si funciona. A mí, en su intensidad y locura, me dejó con la boca abierta. Alucinado.
Entonces ¿ande reside el supuesto problema de "En las profundidades del Sena"? No es que Xavier Gens sea un director especialmente dotado de gran personalidad, como ya comenté en la reseña de su film de debut, "Frontière(s)", pero en este caso la cosa le sale casi redonda. Termina siendo un divertimento total, una producto desacomplejadamente palomitero, con su punto de desmadre -contenido-, sus escenas espectaculares y dosis de sangre sin, por ello, llegar a tratarnos como subnormales (cosa que sí ocurría con "Meg").... no sé qué más quieren, la verdad. En su defensa, saldría con la teoría de que el cine debe aportar una dosis de inverosimilitud porque, si no, pa eso te miras un documental de "National Geographic" Pero, en fin, no me cuadra con aquellos que, contrariamente, justifican un "Sharknado" solo porque se parapeta tras el humor (una salida algo cobarde, parecida a cuando en la España de los 90 comenzó a hacerse cine fantástico de nuevo, aunque casi siempre disfrazado de comedia) o lameculean un "Vermin.La plaga" por.... no sé.... ¿capricho? ¿o es el rollo políticamente correcto de presentar a los héroes como los marginados de un barrio humilde, todos inmigrantes, mientras la ley recibe el trato de villana? esa misma que en "En las profundidades del Sena" se comporta heróicamente.
Je ne sais pas. Pero me la suda macanudamente, porque lo pasé muy bien viendo a los escualos de Xavier Gens. Yo y un puñao de gente, ya que su paso por Netflix ha sido todo un pepinazo. Me alegro, oye.
Ya sabemos lo superficial, elemental y caprichosa que es la cinefilia moderna, aquella que, acorde a la desquiciante velocidad con la que todo se produce, consume, deglute y excreta, tiende a elegir un par de títulos para, seguidamente, situar uno en el bando güeno y otro en el malo. Una vez apoltronados, lo siguiente consiste en perder los papeles. Delirar sin matices. Sin grises. La buena es la repolla, aquella que devolverá a la humanidad su capacidad de amar y confiar en el prójimo. La mala, por contra, es peor que la peste, una aberración sin nombre ni fin cuyos responsables merecerían ser ejecutados públicamente en la plaza del pueblo.
El paradigma, la gracia de todo ello es que, a la larga, no importa cual sea cual, porque en cuestión de semanas ambas acabarán brutalmente olvidadas. Intercambiadas por nuevas víctimas (me vienen al cerebelo las incomprensiblemente hostiles "reviews" que ha recibido el muy decente y entretenido biopic sobre Enzo Ferrari... pero esa es otra historia) Y vuelta a empezar.
Pal caso, "En las profundidades del Sena" sería la villana y, extrañamente, "Vermin. La plaga" la salvadora. Ambas, además, salidas de la misma cinematografía, la franchute. Resulta chocante porque aquello que los gacetilleros critican más de la primera, es decir, unos tiburones mutados dispuestos a dominar el mundo, calificados de difícilmente creíbles, en la segunda se acepta con toda naturalidad, aunque hablemos de unas arañas igualmente mutadas capaces de adquirir el tamaño de perros ovejeros y, sí, dominar el mundo.
A mí "Vermin. La plaga" no me gustó, pero es una mera cuestión de manías personales. Le reconozco un buen acabado y algunas escenas de impacto. Lo mismo que la de los tiburones... aunque esta sí me ha funcionado. Se aleja totalmente del rollo voluntariamente ridículo de un Asylum. Pero tampoco se presta a las maneras hiper realistas de un, no sé, pongamos "El arrecife". Cae justo en medio, al lado de "Deep Blue Sea". Without embargo, por alguna incomprensible razón, el elemento inverosímil hoy día únicamente se perdona si viene empaquetado en chorrismo, extravagancia desaforada o auto-coña consciente (salvo que te titules, insisto, "Vermin. La plaga"). Me ofende y ofusca que, por comparación, algunos osen considerar más dignos que la reseñada a esos dos pestiños titulados "Meg" y "Meg 2: La fosa".... ¡¿en serio?!
La trama de "En las profundidades del Sena" no tiene mucha complicación. Unos tiburones alterados por el cambio climático se instalan en el curso de agua que cruza la capital del amour. Encima, a pocos días de celebrarse los juegos olímpicos. La policía, ayudada por una especialista, deberá intervenir para arreglar el entuerto, a pesar de una alcaldesa obsesionada en evitar interrumpir el mondongo gimnástico (hay quien ha rajado de este personaje, acusándolo de "excesivamente cómico".... no perdonamos una ¿eh? cuando nos da el parraque, nos da) y, sobre todo, un grupo de ecologistas tirando a fanáticos casi como representación del colectivo Woke, hasta el punto de comandarlo un par de lesbianas. ¿Concesión a la platea paleta? pues no estaría yo muy seguro, porque dicho fanatismo se pinta como perjudicial. La ceguera del que cree que un animal salvaje es inofensivo solo por su papel de víctima y.... ¡¡¡espoiler!!!... lo paga caro. El momento en cuestión es uno de los más satisfactorios del 2024. No exento de su mala leche.
Aunque hay otro. El final. Está clarísimo que, sí o sí, veremos al tiburón papearse a unos cuantos nadadores olímpicos ante los horrorizados ojos del público presente. Si no, no habría película. Y lo vemos, y está muy bien. Pura adrenalina. Pero solo es el principio. Lo que viene después es.... ¿cómo definirlo? ¡¡¡la caña!!! Y no, no aparece un inesperado escualo gigante con tres narices... ni una requetemutación entre foca y pingüino... es algo más terrenal... pero cojones si funciona. A mí, en su intensidad y locura, me dejó con la boca abierta. Alucinado.
Entonces ¿ande reside el supuesto problema de "En las profundidades del Sena"? No es que Xavier Gens sea un director especialmente dotado de gran personalidad, como ya comenté en la reseña de su film de debut, "Frontière(s)", pero en este caso la cosa le sale casi redonda. Termina siendo un divertimento total, una producto desacomplejadamente palomitero, con su punto de desmadre -contenido-, sus escenas espectaculares y dosis de sangre sin, por ello, llegar a tratarnos como subnormales (cosa que sí ocurría con "Meg").... no sé qué más quieren, la verdad. En su defensa, saldría con la teoría de que el cine debe aportar una dosis de inverosimilitud porque, si no, pa eso te miras un documental de "National Geographic" Pero, en fin, no me cuadra con aquellos que, contrariamente, justifican un "Sharknado" solo porque se parapeta tras el humor (una salida algo cobarde, parecida a cuando en la España de los 90 comenzó a hacerse cine fantástico de nuevo, aunque casi siempre disfrazado de comedia) o lameculean un "Vermin.La plaga" por.... no sé.... ¿capricho? ¿o es el rollo políticamente correcto de presentar a los héroes como los marginados de un barrio humilde, todos inmigrantes, mientras la ley recibe el trato de villana? esa misma que en "En las profundidades del Sena" se comporta heróicamente.
Je ne sais pas. Pero me la suda macanudamente, porque lo pasé muy bien viendo a los escualos de Xavier Gens. Yo y un puñao de gente, ya que su paso por Netflix ha sido todo un pepinazo. Me alegro, oye.
martes, 18 de junio de 2024
SUMMERS EL REBELDE
Manuel Summers, director que venero y del que he pasado buena cuenta por aquí, consigue, por fin, una reivindicación dentro del mundo académico que siempre le había negado el pan y la sal, más por cuestiones políticas que artísticas. Por todos es sabido que el padre de Summers era un gobernador del régimen franquista y que el propio director no comulgaba del todo con la izquierda. Con todo eso, sin embargo, la derecha se le echó encima, siendo una de las víctimas más perjudicadas por la censura de la época, ya que esta le consideraba un hombre peligroso al no tener un filtro político contrario con el que lanzar mensajes en las películas. En resumidas cuentas, se le cogió manía por todas partes a nivel político. Así, Summers se abrazó al cine comercial hasta el final de sus días, luchó en contra de la crítica que desde sus inicios le había defenestrado, y se alió a los productores más conservadores en su cruzada contra los cineastas progresistas que se beneficiaban de las ventajas de la nueva ley Miró. Summers fue un auténtico outsider.
Por otro lado, el historiador y Doctor Cum Laude en Comunicación Audiovisual Miguel Olid (debe ser primo mío), cuenta todo esto que he resumido yo en unas líneas en un documental que si bien a su paso por los distintos festivales llegaba a una duración estándar de 82 minutos, en su emisión por la televisión pública queda reducido a 58: “Summers, el rebelde”.
Lo mejor de todo es que Olid, comienza con su relato afirmando que en un principio el cine de Summers no era el que más le interesase —de hecho no le gustaba— y que es un acto de justicia poética el realizar un documental sobre el que probablemente es uno de nuestros mejores cineastas. El resultado tras 8 años de investigación, es esta estupenda película que, aunque avanza de manera común con la fórmula de cabezotes parlantes y mucho y buen material de archivo, no se conforma con el chupapollismo propio de este tipo de documentales, y a los comentarios positivos por parte de la familia (David Summers, Guillermo Summers, Beatriz Galbó…) o amigos (Garci, Tote Trenas…) se suman los de las voces discordantes, contemporáneas o provenientes del material de archivo, que vienen a decir poco menos que Summers hacía unas películas que o bien eran mierda, o eran flojas, o eras procaces, soeces, controvertidas…
Asimismo, podemos ver montones de entrevistas de la televisión pública en las que Summers decía lo que pensaba sin pelos en la lengua, con perlas de actitud tales como: “A mí ningún crítico puede decirme que mi película es mala mientras esta se tire nueve meses y medio en cartelera”.
Por lo demás, un repaso lógico a la carrera del director, sin llegar a profundizar en según que aspectos (la incursión en Estados Unidos de Summers, materializada en la película “Ángeles Gordos” después de pasar sus películas de adolescentes por productos exploit en cines del Deuce neoyorquino, sigue siendo una de las cuestiones que más en el aire queda siempre que se habla o escribe sobre el director sevillano), en un documental que significa, por fin, la reivindicación de uno de los mejores directores de cine españoles, cuya figura se vio ninguneada y vilipendiada por cuestiones meramente políticas, aun siendo vox populi que su obra (ya fuera en la etapa más autoral, en la más populachera, e incluso trayendo de Europa la cámara oculta para estrenar ese formato en cines y que toda España se lo comiera con agrado), estaba muy por encima de la del resto de sus coetáneos y merecía, no solo su estudio, sino también su divulgación y reivindicación. Y el documental de Miguel Olid, junto con el estupendo pack con sus mejores películas en Blu Ray que recientemente ha editado "A Contracorriente films", lo hacen… aunque sea en una época en la que, quizás, a nadie le importe el cine de Summers. O importe desde el esnobismo.
Por otro lado, el historiador y Doctor Cum Laude en Comunicación Audiovisual Miguel Olid (debe ser primo mío), cuenta todo esto que he resumido yo en unas líneas en un documental que si bien a su paso por los distintos festivales llegaba a una duración estándar de 82 minutos, en su emisión por la televisión pública queda reducido a 58: “Summers, el rebelde”.
Lo mejor de todo es que Olid, comienza con su relato afirmando que en un principio el cine de Summers no era el que más le interesase —de hecho no le gustaba— y que es un acto de justicia poética el realizar un documental sobre el que probablemente es uno de nuestros mejores cineastas. El resultado tras 8 años de investigación, es esta estupenda película que, aunque avanza de manera común con la fórmula de cabezotes parlantes y mucho y buen material de archivo, no se conforma con el chupapollismo propio de este tipo de documentales, y a los comentarios positivos por parte de la familia (David Summers, Guillermo Summers, Beatriz Galbó…) o amigos (Garci, Tote Trenas…) se suman los de las voces discordantes, contemporáneas o provenientes del material de archivo, que vienen a decir poco menos que Summers hacía unas películas que o bien eran mierda, o eran flojas, o eras procaces, soeces, controvertidas…
Asimismo, podemos ver montones de entrevistas de la televisión pública en las que Summers decía lo que pensaba sin pelos en la lengua, con perlas de actitud tales como: “A mí ningún crítico puede decirme que mi película es mala mientras esta se tire nueve meses y medio en cartelera”.
Por lo demás, un repaso lógico a la carrera del director, sin llegar a profundizar en según que aspectos (la incursión en Estados Unidos de Summers, materializada en la película “Ángeles Gordos” después de pasar sus películas de adolescentes por productos exploit en cines del Deuce neoyorquino, sigue siendo una de las cuestiones que más en el aire queda siempre que se habla o escribe sobre el director sevillano), en un documental que significa, por fin, la reivindicación de uno de los mejores directores de cine españoles, cuya figura se vio ninguneada y vilipendiada por cuestiones meramente políticas, aun siendo vox populi que su obra (ya fuera en la etapa más autoral, en la más populachera, e incluso trayendo de Europa la cámara oculta para estrenar ese formato en cines y que toda España se lo comiera con agrado), estaba muy por encima de la del resto de sus coetáneos y merecía, no solo su estudio, sino también su divulgación y reivindicación. Y el documental de Miguel Olid, junto con el estupendo pack con sus mejores películas en Blu Ray que recientemente ha editado "A Contracorriente films", lo hacen… aunque sea en una época en la que, quizás, a nadie le importe el cine de Summers. O importe desde el esnobismo.
sábado, 15 de junio de 2024
SKELETON
No han sido pocas las ocasiones en las que mi compañero Víctor, muy sabiamente, ha mencionado esa especie de segunda época dorada del vídeo-club coincidiendo con la imposición del DVD como formato de consumo doméstico. Sí, no fue tan tremendo como la llegada del VHS, pero le quedó a la zaga. Cada vez que pienso en ello, me viene a la mente un lugar específico, un antro del placer cinéfago al que solía acudir muy asiduamente durante los primeros 2000 y destacaba, primero, por haber relegado las cintas de vídeo a una escueta estantería y, segundo, contar con absolutamente todas las novedades de la temporada (en DVD, obvio). Desde lo más renombrado a la mierda oscura. Claro, poco sabía yo entonces que la mayoría de esta última la conformaban telefilms destinados en USA al "Syfy Channel", así que, de buenas a primeras, las alquilaba henchido de curiosidad. Convencido que eran la -y perdonen el uso incorrecto de la etiqueta- "nueva Serie B". Tanto va el cántaro a la fuente que.... en fin, terminé saturado de basura, de fórmulas narrativas explotadas una y otra vez, de actores en horas bajas, de primigenio CGI vergonzante, etc, etc. Solo una vez lo deglutido me dejó medianamente satisfecho, "Skeleton" (o "Skeleton Man" in the lluesei). Al menos así fue en 2004 o por ahí, ¿¿cómo me sentaría a día de hoy??...
Unos insensatos despiertan a una especie de viejo espíritu indio de intenciones revanchistas dispuesto a masacrar sin miramientos al hombre blanco que invade su hogar. Así, tras hacer picadillo a unos cuantos, el ejército manda un puñado de soldados para solucionar el entuerto. Y esa sería toda la trama. No hay más. El continuo escarceo entre el comando protagonista y el "mostro". Hay quien exclama "copia de "Depredador"" y, aunque ciertamente existan elementos que lo prueban, sería quedarse corto. Además, no olvidemos que el clásico del Chuache chupaba mucho de un film previo, "Llegan sin avisar", así pues ¿quién copió a quién?.
Lo realmente fascinante de "Skeleton" es, principalmente, la criatura de rigor. Podría ser un señor enfundado en látex imitando la escamosa piel de un reptil. U otro sepultado bajo una armadura pretendiendo acero puro. Pero no, pal caso hablamos de un infeliz luciendo una máscara de calavera y una capucha + capa negras, cabalgando sobre su corcel y sacando armas de debajo del sobaco según convenga. Es decir, en plenos años 2000, con todo el rollo "high-tech" propio ya del género fantástico, y un montón de títulos afines de referencia, a los responsables de "Skeleton", los chicos de "Nu Image" por entonces totalmente volcados en parir esta clase de furruños, se les ocurre tirar de una criatura con el clásico look de la muerte, solo que cambiando la guadaña por un hacha, o una lanza, o una espada (nunca una hoz, como nos muestra la caratula del DVD patrio). Rarísimo. Pero mola, en serio (ver imagen al final del tocho). El resultante contraste funciona. Quizás no del modo que pretendían sus artífices, pero logra que la película se salga del mogollón, destaque por algo.
¿Por algo? bueno, "Skeleton" destaca por muchas otras cosas... sobre todo su negación. No llega a ser absolutamente horrenda. Ni totalmente incapaz, pero viene trufada de una larga lista de incongruencias narrativas, cagadas técnicas y locuras inexplicables que llaman la atención. Descolocan un rato. En general es bastante caótica. Suerte del simplismo y "elementalismo" de su trama, lo que no nos exige mucha atención, ni un seguimiento exhaustivo de lo narrado, porque, de lo contrario, iríamos más perdidos que un hijoputa el día del padre. Básicamente lo que vemos es al bicho de la capucha asesinar sin parar. Matar todo lo que se le ponga a tiro, sean civiles, sean militares, sea el apuntador. Da igual. Siempre a base de efectos físicos, un poco torpes, pero agradecidos ya que el nivel de hemoglobina, amputaciones, cuerpos atravesados, incluso el gráfico arrancamiento de una cabellera, es generoso. Constante. Lo mismo que los errores de continuidad, impresionantes en su cantidad y calidad. Quizás el más llamativo hace referencia a la túnica del mismo monstruo, que pasa de roída a perfectamente planchada de un plano a otro, sin venir a cuento, ni explicación alguna aparente.
Por si se lo preguntan, el CGI se reserva para momentos muy específicos y no molesta demasiado. El resto, como decía, es físico. Incluida una generosa ristra de explosiones, aunque algo me dice que algunas son reaprovechadas de otras películas. No sé, llámenme mal pensado, pero son ya muchos años consumiendo roña.
El reparto cuenta con un rostro -bonito- de lo más habitual en esta clase de subproducto, Casper Van Dien. Tan normalizada estaba entonces su presencia, que en la caratula yanki sale como reclamo principal, incluso por encima de su genuino protagonista, un perdido Michael Rooker que, a diferencia de su compañero, con los años lograría reencauzar su carrera. Van Dien, además, la palma bastante antes de lo previsto. Y, encima, su muerte es una de las escenas más extrañas, incomprensibles y mal editadas del show.
Acompañan a ambos actores un montón de currelas del celuloide rancio (porque, a diferencia de lo que ocurriría años después, "Skeleton" viene en formato fotográfico. 35mm diría yo) como Nils Allen Stewart, Joey Travolta -hermano de- y nada menos que cuatro ¿o cinco? féminas formando parte del comando. Todas guapas, y todas luciendo su top ceñido, por supuesto.
Podríamos culpar del desaguisado al guionista, Frederick Bailey, quien venía de teclear libretos para Cirio H. Santiago. Suya fue la idea de titular al film con el nombre del supuesto indio reencarnado en fantasma "azizino", "Joe boca de algodón" ¡¡!!. Tal vez, en un imprevisto arrebato de racionalidad, al director le parecería ridículo y/o poco comercial y decidió cambiarlo. Este, Johnny Martin, debutaba en lo suyo con "Skeleton", luego haría unas pocas más, todas dentro de los parámetros del subproducto, como "La hora de la venganza", lucimiento para el Nicolas Cage más caricato, o "Delirium", "found footage" de tercera únicamente destacable porque fue grabado en la misma siniestra casa de "Phantasma".
Aunque, lo mejor, para el final. "Skeleton" concluye, muy lógicamente, con la muerte de la criatura. Comienzan los títulos de crédito y suena..... ¿una épica pieza instrumental?.... ¿un "hit" pop menor?.... no, ¡¡el "Yaketi Sax" popularizado nada menos que por Benny Hill!! ¿recuerdan esa alegre y traviesa tonadilla? pues la misma. ¡¿Qué demonios hace al final de una película supuestamente seria de terror?!. Y no solo eso, resulta que los créditos echan para atrás, como volviendo a comenzar, mostrándonos previamente un plano reciclado del hombre esqueleto subido a su caballo, cumpliendo con la esperada papeleta de asegurar una secuela.. que nunca llegó, por supuesto. En fin, un gesto rarísimo, incongruente y alocado que me sacó una sonora risotada. Seguramente los gerifaltes de "Nu Image" eran totalmente conscientes de la basurica que tenían entre manos y decidieron dejarlo claro en su elección musical, porque, de lo contrario, el sentido es nulo. Habrá quien mente el caso de "Posesión Infernal" como algo medianamente parecido, pero no, ahí la copla (que ya sonaba previamente en el film, vinilo mediante) se ajustaba al espíritu extravagante del pitote, en "Skeleton" canta como una almeja.
Aunque para falta de coherencia, lo parte que sigue. En un momento dado, el monstruo entra en una central química y comienza a masacrar al personal. Justo, entre medio de uno de esos crímenes, asoma un obrero sin nombre reaccionando con las maneras propias de un retrasado mental. Así, porque sí. No le vemos luego fenecer, ni nada de nada. Su función se limita a esa extraña aparición mariana que, una vez más, motivó una carcajada por mi parte, tanto como para decidir rescatarla cual pequeño vídeo...
Unos insensatos despiertan a una especie de viejo espíritu indio de intenciones revanchistas dispuesto a masacrar sin miramientos al hombre blanco que invade su hogar. Así, tras hacer picadillo a unos cuantos, el ejército manda un puñado de soldados para solucionar el entuerto. Y esa sería toda la trama. No hay más. El continuo escarceo entre el comando protagonista y el "mostro". Hay quien exclama "copia de "Depredador"" y, aunque ciertamente existan elementos que lo prueban, sería quedarse corto. Además, no olvidemos que el clásico del Chuache chupaba mucho de un film previo, "Llegan sin avisar", así pues ¿quién copió a quién?.
Lo realmente fascinante de "Skeleton" es, principalmente, la criatura de rigor. Podría ser un señor enfundado en látex imitando la escamosa piel de un reptil. U otro sepultado bajo una armadura pretendiendo acero puro. Pero no, pal caso hablamos de un infeliz luciendo una máscara de calavera y una capucha + capa negras, cabalgando sobre su corcel y sacando armas de debajo del sobaco según convenga. Es decir, en plenos años 2000, con todo el rollo "high-tech" propio ya del género fantástico, y un montón de títulos afines de referencia, a los responsables de "Skeleton", los chicos de "Nu Image" por entonces totalmente volcados en parir esta clase de furruños, se les ocurre tirar de una criatura con el clásico look de la muerte, solo que cambiando la guadaña por un hacha, o una lanza, o una espada (nunca una hoz, como nos muestra la caratula del DVD patrio). Rarísimo. Pero mola, en serio (ver imagen al final del tocho). El resultante contraste funciona. Quizás no del modo que pretendían sus artífices, pero logra que la película se salga del mogollón, destaque por algo.
¿Por algo? bueno, "Skeleton" destaca por muchas otras cosas... sobre todo su negación. No llega a ser absolutamente horrenda. Ni totalmente incapaz, pero viene trufada de una larga lista de incongruencias narrativas, cagadas técnicas y locuras inexplicables que llaman la atención. Descolocan un rato. En general es bastante caótica. Suerte del simplismo y "elementalismo" de su trama, lo que no nos exige mucha atención, ni un seguimiento exhaustivo de lo narrado, porque, de lo contrario, iríamos más perdidos que un hijoputa el día del padre. Básicamente lo que vemos es al bicho de la capucha asesinar sin parar. Matar todo lo que se le ponga a tiro, sean civiles, sean militares, sea el apuntador. Da igual. Siempre a base de efectos físicos, un poco torpes, pero agradecidos ya que el nivel de hemoglobina, amputaciones, cuerpos atravesados, incluso el gráfico arrancamiento de una cabellera, es generoso. Constante. Lo mismo que los errores de continuidad, impresionantes en su cantidad y calidad. Quizás el más llamativo hace referencia a la túnica del mismo monstruo, que pasa de roída a perfectamente planchada de un plano a otro, sin venir a cuento, ni explicación alguna aparente.
Por si se lo preguntan, el CGI se reserva para momentos muy específicos y no molesta demasiado. El resto, como decía, es físico. Incluida una generosa ristra de explosiones, aunque algo me dice que algunas son reaprovechadas de otras películas. No sé, llámenme mal pensado, pero son ya muchos años consumiendo roña.
El reparto cuenta con un rostro -bonito- de lo más habitual en esta clase de subproducto, Casper Van Dien. Tan normalizada estaba entonces su presencia, que en la caratula yanki sale como reclamo principal, incluso por encima de su genuino protagonista, un perdido Michael Rooker que, a diferencia de su compañero, con los años lograría reencauzar su carrera. Van Dien, además, la palma bastante antes de lo previsto. Y, encima, su muerte es una de las escenas más extrañas, incomprensibles y mal editadas del show.
Acompañan a ambos actores un montón de currelas del celuloide rancio (porque, a diferencia de lo que ocurriría años después, "Skeleton" viene en formato fotográfico. 35mm diría yo) como Nils Allen Stewart, Joey Travolta -hermano de- y nada menos que cuatro ¿o cinco? féminas formando parte del comando. Todas guapas, y todas luciendo su top ceñido, por supuesto.
Podríamos culpar del desaguisado al guionista, Frederick Bailey, quien venía de teclear libretos para Cirio H. Santiago. Suya fue la idea de titular al film con el nombre del supuesto indio reencarnado en fantasma "azizino", "Joe boca de algodón" ¡¡!!. Tal vez, en un imprevisto arrebato de racionalidad, al director le parecería ridículo y/o poco comercial y decidió cambiarlo. Este, Johnny Martin, debutaba en lo suyo con "Skeleton", luego haría unas pocas más, todas dentro de los parámetros del subproducto, como "La hora de la venganza", lucimiento para el Nicolas Cage más caricato, o "Delirium", "found footage" de tercera únicamente destacable porque fue grabado en la misma siniestra casa de "Phantasma".
Aunque, lo mejor, para el final. "Skeleton" concluye, muy lógicamente, con la muerte de la criatura. Comienzan los títulos de crédito y suena..... ¿una épica pieza instrumental?.... ¿un "hit" pop menor?.... no, ¡¡el "Yaketi Sax" popularizado nada menos que por Benny Hill!! ¿recuerdan esa alegre y traviesa tonadilla? pues la misma. ¡¿Qué demonios hace al final de una película supuestamente seria de terror?!. Y no solo eso, resulta que los créditos echan para atrás, como volviendo a comenzar, mostrándonos previamente un plano reciclado del hombre esqueleto subido a su caballo, cumpliendo con la esperada papeleta de asegurar una secuela.. que nunca llegó, por supuesto. En fin, un gesto rarísimo, incongruente y alocado que me sacó una sonora risotada. Seguramente los gerifaltes de "Nu Image" eran totalmente conscientes de la basurica que tenían entre manos y decidieron dejarlo claro en su elección musical, porque, de lo contrario, el sentido es nulo. Habrá quien mente el caso de "Posesión Infernal" como algo medianamente parecido, pero no, ahí la copla (que ya sonaba previamente en el film, vinilo mediante) se ajustaba al espíritu extravagante del pitote, en "Skeleton" canta como una almeja.
Aunque para falta de coherencia, lo parte que sigue. En un momento dado, el monstruo entra en una central química y comienza a masacrar al personal. Justo, entre medio de uno de esos crímenes, asoma un obrero sin nombre reaccionando con las maneras propias de un retrasado mental. Así, porque sí. No le vemos luego fenecer, ni nada de nada. Su función se limita a esa extraña aparición mariana que, una vez más, motivó una carcajada por mi parte, tanto como para decidir rescatarla cual pequeño vídeo...
martes, 11 de junio de 2024
VÍCTOR EN "TENÍA QUE SER DE AQUÍ".
Vuelvo a hacer una pequeña incursión en el mainstream de parte de este blog y lo hago, como no, para hablar sobre Pajares y Esteso.
Esta vez fue la semana pasada para Aragón Televisión, en el programa sobre glorias autóctonas “Tenía que ser de aquí” cuyo homenajeado era Fernando Esteso.
La lista de entrevistados en el reportaje es larga, pero, además de mi esbelta figura, pasean la suya por el mismo Emma Ozores, Ciro Altabás, Andreu Buenafuente, Jenny Llada o Micky Nadal, bajo la presentación de la estupenda Itziar Miranda.
Les dejo un par de capturas (no muy hábiles) de mi intervención y el enlace al programa en cuestión.
Está muy bien el reportaje, así pues, espero que lo disfruten.
Pueden verlo AQUÍ.
Esta vez fue la semana pasada para Aragón Televisión, en el programa sobre glorias autóctonas “Tenía que ser de aquí” cuyo homenajeado era Fernando Esteso.
La lista de entrevistados en el reportaje es larga, pero, además de mi esbelta figura, pasean la suya por el mismo Emma Ozores, Ciro Altabás, Andreu Buenafuente, Jenny Llada o Micky Nadal, bajo la presentación de la estupenda Itziar Miranda.
Les dejo un par de capturas (no muy hábiles) de mi intervención y el enlace al programa en cuestión.
Está muy bien el reportaje, así pues, espero que lo disfruten.
Pueden verlo AQUÍ.
lunes, 10 de junio de 2024
THE EROTIC MEMOIRS OF A MALE CHAUVINIST PIG
Curiosa película de la “golden era” del porno-chic americano de los años 70. Si por lo general podía considerársele cine en el sentido de que, al final, se trataba de contar historias en un entorno de sexo explícito (y no como en el porno de ahora), “The Erotic Memoirs of a Male Chauvinist Pig” riza el rizo. Ya no es que tengamos aquí un porno en el que las escenas sexuales estén al servicio de una historia, es que además estas son escasas, de intenciones no muy eróticas y tendencia abiertamente cómica. Pero eso no es todo, la película desprende en todo momento un tufillo progresista que no distingo si es satírico o no —al fin y al cabo, tenemos aquí un pequeño catálogo de señoras sometidas— en lo que parece una respuesta al feminismo imperante en los 70 que arremetía contra la industria del porno. Así pues, el título, que traducido vendría a ser “Las memorias eróticas de un cerdo chauvinista” es claramente irónico, pero la película, 50% comedia, 50% paja mental, parece destinada a espectadores intelectuales.
Yo me he quedado turulato porque es un porno muy raro, pero extrañamente divertido e interesante.
Tenemos a un artista que se dedica a la escultura erótica, tiende a grabar sus pensamientos en una grabadora y ha sufrido en sus carnes ya tres divorcios. Su actual mujer, a pesar de las mamadas que le casca, ya no le atrae sexualmente, así que busca otro tipo de emociones siendo felado por una colegiala o amordazando y atando a un amigo suyo para follarse a su esposa delante de él. En definitiva, este cerdo chauvinista de espesa barba y bigote inglés, se tira la película entera follando y confesando su infelicidad al respecto a la grabadora, mientras que por un motivo u otro el espectador es testigo de violaciones simuladas, lluvia dorada (para la que se utilizó cerveza) y, sobre todo, eternas y soberbias mamadas (y pocas penetraciones). Todo ello en una película porno muy moderna y que fue la única obra de su extraño y enigmático director, R.C. Hörsch —hasta que volviera al porno en 2017—, que junto con el director de fotografía John Butterworth firma una de las películas porno con más intencionalidad de film estándar de la época, pareciendo por momentos una comedia de Albert Brooks en la que no se para de follar.
Hörsch es, por otro lado, un tipo sórdido y extraño a más no poder; era cámara de programas televisivos infantiles (trabajó en “Barrio Sésamo”) pero estaba loco por dejar ese trabajo y meterse en el porno, iniciándose en esa industria como doble de lefa de Harry Reems, sustituyéndole en un rodaje en el que la cámara de 35 mm se atascó justo en el momento en el que Reems eyaculaba en un acto sexual, no pudiéndose filmar la corrida. Como Reems fue incapaz de retomar la tarea, Hörsch se ofreció a sustituirle rodando el inserto, tras demostrarle al director de aquella película lo fácil que era para él tener una erección y demostrando su poderío colgándose una toalla del rabo. Lo siguiente a tal virguería sería intervenir en loops de 8 mm y espectáculos en vivo en locales del Deuce.
En un momento dado decidió hacer su propia película. En realidad Hörsch escribió una comedia negra sobre un tipo divorciado tres veces, que aunque era algo subida de tono no estaba concebida para ser porno. Pronto se daría cuenta de que la única forma de llevarla a cabo era dentro del cine para adultos —y de ahí que el sexo sea escaso—. Conseguirá un poco de dinero, más el que aportaría John Butterworth, y de ese modo producirían la película que nos ocupa.
Rodaron en su Filadelfia natal con actrices que a día de hoy son leyendas del género como Tina Russel o la mítica Georgina Spelvin, así como Helen Madigan haciendo de colegiala, y especulándose en los mentideros que entonces aún era menor de edad. También se usaron actores no profesionales en la producción: el protagonista, Paul Taylor, ni siquiera era actor porno, se trataba de un actor de teatro que utilizó seudónimo para acreditarse, aunque demostró no tener ninguna clase de problema a la hora de conseguir erecciones y practicar sexo delante de la cámara (aunque para las corridas era sustituido por el propio director). Su esposa también aparece en la cinta, del mismo modo que la hermana de R.C. Hörsch fue convencida para interpretar un papelito.
Finalizado el rodaje en 12 días, y sin dinero para llevar a cabo la posproducción, pronto la película sería comprada para su exhibición y, en consecuencia, sufragados todos sus problemas económicos. Se hinchó el negativo de 16 mm a 35, se estrenó en Nueva York y Filadelfia y se convirtió en un pequeño éxito.
Tras la experiencia, R.C. Hörsch se alejó del porno para dedicarse a ser fotógrafo, piloto de exhibición, activista político y escritor… pero también hizo carrera desempeñándose como traficante de drogas y falsificador de billetes y obras de arte (falsificó a Picasso), motivos por los que fue ingresado en prisión para más tarde fugarse y ser buscado por prófugo. Si buscamos fotos en internet da bastante miedo, con su pelo largo y grasiento, su descuidada barba y su parche en el ojo.
En 2017, tras varias estancias en la cárcel, volvería al porno con la película “¡Whore!” (“¡Puta!”) y en 2021 incidiría en el tema con “Transgressions”. Lo cierto es que su obra, de un modo u otro (ya sean libros, poemas o demás zarandajas), se asocian siempre a cierto maldistísmo, a cierta oscuridad intelectual y sexual que me parece de lo más cutre y chapucera, a la alemana (tipo Marian Dora, quizás no tan extremo), y por eso me llama tanto la atención que “The Erotic Memoirs of a Male Chauvinist Pig” sea un genuino, curioso, pizpireto y simpático porno de la era dorada, con más argumento que sus coetáneos, más gracia y posiblemente mejor rodado que cualquier tontería de, por ejemplo, Gerard Damiano. Esta película es entretenida y sus protagonistas no parecen todos deficientes, como sí ocurría en las del antes mencionado.
Yo me he quedado turulato porque es un porno muy raro, pero extrañamente divertido e interesante.
Tenemos a un artista que se dedica a la escultura erótica, tiende a grabar sus pensamientos en una grabadora y ha sufrido en sus carnes ya tres divorcios. Su actual mujer, a pesar de las mamadas que le casca, ya no le atrae sexualmente, así que busca otro tipo de emociones siendo felado por una colegiala o amordazando y atando a un amigo suyo para follarse a su esposa delante de él. En definitiva, este cerdo chauvinista de espesa barba y bigote inglés, se tira la película entera follando y confesando su infelicidad al respecto a la grabadora, mientras que por un motivo u otro el espectador es testigo de violaciones simuladas, lluvia dorada (para la que se utilizó cerveza) y, sobre todo, eternas y soberbias mamadas (y pocas penetraciones). Todo ello en una película porno muy moderna y que fue la única obra de su extraño y enigmático director, R.C. Hörsch —hasta que volviera al porno en 2017—, que junto con el director de fotografía John Butterworth firma una de las películas porno con más intencionalidad de film estándar de la época, pareciendo por momentos una comedia de Albert Brooks en la que no se para de follar.
Hörsch es, por otro lado, un tipo sórdido y extraño a más no poder; era cámara de programas televisivos infantiles (trabajó en “Barrio Sésamo”) pero estaba loco por dejar ese trabajo y meterse en el porno, iniciándose en esa industria como doble de lefa de Harry Reems, sustituyéndole en un rodaje en el que la cámara de 35 mm se atascó justo en el momento en el que Reems eyaculaba en un acto sexual, no pudiéndose filmar la corrida. Como Reems fue incapaz de retomar la tarea, Hörsch se ofreció a sustituirle rodando el inserto, tras demostrarle al director de aquella película lo fácil que era para él tener una erección y demostrando su poderío colgándose una toalla del rabo. Lo siguiente a tal virguería sería intervenir en loops de 8 mm y espectáculos en vivo en locales del Deuce.
En un momento dado decidió hacer su propia película. En realidad Hörsch escribió una comedia negra sobre un tipo divorciado tres veces, que aunque era algo subida de tono no estaba concebida para ser porno. Pronto se daría cuenta de que la única forma de llevarla a cabo era dentro del cine para adultos —y de ahí que el sexo sea escaso—. Conseguirá un poco de dinero, más el que aportaría John Butterworth, y de ese modo producirían la película que nos ocupa.
Rodaron en su Filadelfia natal con actrices que a día de hoy son leyendas del género como Tina Russel o la mítica Georgina Spelvin, así como Helen Madigan haciendo de colegiala, y especulándose en los mentideros que entonces aún era menor de edad. También se usaron actores no profesionales en la producción: el protagonista, Paul Taylor, ni siquiera era actor porno, se trataba de un actor de teatro que utilizó seudónimo para acreditarse, aunque demostró no tener ninguna clase de problema a la hora de conseguir erecciones y practicar sexo delante de la cámara (aunque para las corridas era sustituido por el propio director). Su esposa también aparece en la cinta, del mismo modo que la hermana de R.C. Hörsch fue convencida para interpretar un papelito.
Finalizado el rodaje en 12 días, y sin dinero para llevar a cabo la posproducción, pronto la película sería comprada para su exhibición y, en consecuencia, sufragados todos sus problemas económicos. Se hinchó el negativo de 16 mm a 35, se estrenó en Nueva York y Filadelfia y se convirtió en un pequeño éxito.
Tras la experiencia, R.C. Hörsch se alejó del porno para dedicarse a ser fotógrafo, piloto de exhibición, activista político y escritor… pero también hizo carrera desempeñándose como traficante de drogas y falsificador de billetes y obras de arte (falsificó a Picasso), motivos por los que fue ingresado en prisión para más tarde fugarse y ser buscado por prófugo. Si buscamos fotos en internet da bastante miedo, con su pelo largo y grasiento, su descuidada barba y su parche en el ojo.
En 2017, tras varias estancias en la cárcel, volvería al porno con la película “¡Whore!” (“¡Puta!”) y en 2021 incidiría en el tema con “Transgressions”. Lo cierto es que su obra, de un modo u otro (ya sean libros, poemas o demás zarandajas), se asocian siempre a cierto maldistísmo, a cierta oscuridad intelectual y sexual que me parece de lo más cutre y chapucera, a la alemana (tipo Marian Dora, quizás no tan extremo), y por eso me llama tanto la atención que “The Erotic Memoirs of a Male Chauvinist Pig” sea un genuino, curioso, pizpireto y simpático porno de la era dorada, con más argumento que sus coetáneos, más gracia y posiblemente mejor rodado que cualquier tontería de, por ejemplo, Gerard Damiano. Esta película es entretenida y sus protagonistas no parecen todos deficientes, como sí ocurría en las del antes mencionado.
sábado, 8 de junio de 2024
CONTACT
Por ahí los noventa, a Robert Zemeckis le entraron ganas de convertirse en un director serio y prestigioso. Harto de parir cine abiertamente palomitero, a pesar del gran éxito que ello le había supuesto durante su carrera previa (no lo digo solo por "Regreso al futuro", "Tras el corazón verde" o "¿Quién engañó a Roger Rabbit?", incluyo la divertidísima "Frenos rotos, coches locos" -titulazo español para "Used Cars" / "Coches Usados"- más como éxito creativo que comercial), en 1994 dio el cambiazo con "Forrest Gump", un drama que revisaba algunos de los momentos más trascendentes de la historia de los USA a través de los ojos de un entrañable retrasado mental. La jugada le salió estupendamente, funcionó a la perfección entre crítica y público, incorporó algunos chascarrillos a la cultura popular ("Corre, Forrest, corre" entre ellos) y se agenció numerosos Oscars, incluido el de mejor director.
Bien, tras semejante logro ¿a qué aspirar? ¿qué clase de película podría superar las ambiciones de todo un "Forrest Gump"? Pues una en la que se hablara del primer contacto entre humanos y vida alienígena. Lejos lejísimos de las formas del cine palomitero, es decir, de modo científico, hasta filosófico si lo prefieren. Ni marcianos llegando con sus ovnis, ni rayos destruyendo monumentos famosos, ni tan siquiera a través del filtro del lagrimeo como hiciera el apadrinador de Zemeckis -Steven Spielberg- en su día con "Encuentros en la tercera fase" o la maravillosa "E.T. El extraterrestre". Y el único modo de abordarlo era a lo grande, con actores de primera, gran presupuesto, etc. Al fin y al cabo, es esa una trama muy poco atractiva comercialmente por la mentada ausencia de elementos espectaculares. Y a las pruebas me remito: "Contact" nació a finales de los setenta como guion de largometraje fallido, escrito por la persona más adecuada posible, Carl Sagan, astrónomo tremendamente respetado, responsable de la famosa serie "Cosmos" e interesado en el asunto alienígena desde ese mismo ángulo trascendental. Ante la imposibilidad de llevarlo a la pantalla, Sagan y señora decidieron convertirlo en novela, publicándola el año 1985. Y esa misma fue la que terminó adaptando Robert Zemeckis. Por desgracia -ya lo adelanto- Carl Sagan palmó en plena producción, sin realizar el pequeño cameo que tenía previsto, sin, obvio, ver el film concluso y sin conocer la ansiada respuesta al gran enigma, ¿estamos solos en el universo?
Una astrónoma se pasa el puñetero día con los cascos puestos esperando recibir la ansiada señal from outer space. Terminará llegando y pondrá el planeta patas arriba. Oculto entre los ruidos rítmicos hay un mensaje, concretamente los planos de un artefacto supuestamente creado para vérselas con seres de otro mundo. Los países de la tierra deciden invertir un pastizal en construirlo.
¿Por dónde empiezo? Mmmmh... ¿creo en la vida extraterrestre? Sí, sin duda. Como aficionado a la astronomía que soy, estoy completamente convencido de que ahí fuera, en ese vasto manto oscuro repleto de miles y miles de planetas, hay seres vivos. Ahora bien, ¿nos han visitado? No, ni por el forro. Ustedes me perdonarán, pero para mí resulta del todo absurdo creerlo. Vamoh a ve simeplico. Habitando como habitamos un pedrusco diminuto en medio de una inmensidad negra como el carbón, cuyas fronteras -de haberlas- desconocemos, es muy propio de la arrogancia humana pensar que al(gu)ien, a miles y cientos de miles de kilómetros, se habrá tomado la molestia de buscarnos, localizarnos y visitarnos. Llevamos demasiados pocos años activos -en términos astronómicos- como para que otra civilización lo haya logrado. De ser así, ¿por qué pegarse ese viaje larguísimo y, una vez aquí, mantenerse ocultos entre las sombras, sacar unas fotos y largarse? ¡¡No hombre -dirán-, no tardan tanto porque usan un agujero de gusano!! vale... en tal caso, además de lo sospechoso de no haberlo detectado, está la cuestión pericia: Si disponen de semejante capacidad tecnológica y, por tanto, conocimientos superiores... ¿cómo es posible que, nada más entrar en nuestra atmósfera, se estrellen? En fin... es ridículo. NO creo en marcianos pilotando platillos volantes y, aunque me pese, opino que aún tardaremos eones en detectar esa supuesta vida inteligente + avanzada (otra cosa sería la de tipo microscópico)... si es que lo conseguimos.
Por todo ello, me parece tan válida la opción que nos plantean Sagan y Zemeckis. Que dicho contacto se realice del modo que se muestra en el film y, como quien dice, no haya un final final. "Contact" visualiza ese primer "tête à tête" como un "hola que tal, hasta la próxima" muy poco satisfactorio para la audiencia. Pero totalmente verosímil. Igual que sacarse de la manga que los alienígenas "se disfracen" del padre muerto de la prota para no espantarla. Sí, lo sé, en su época fue todo un chasco. Vi "Contact" en el cine y recuerdo la sensación de frustración cuando el ansiado marciano adquiere la forma del gran David Morse, soltando eso de "Hola chispita" para mayor descojone de la platea al completo. Incluso "South Park" hizo guasa al respecto, no sin razón. Pero, visto ahora, más sabio e informado, repito, era lo único viable y científicamente razonable. Las ambiciones del proyecto no casaban con la idea de mostrar una criatura extra fantasiosa semi humanoide. De haber osado dar tal paso, la película entera habría terminado hecha añicos.
Podemos aplicar dicha agradecida sobriedad al resto de lo que muestra / cuenta "Contact". La paranoia de los altos mandatarios, especialmente aquellos situados en defensa. El modo tan hilarante en el que la estúpida y ridícula raza humana reacciona ante la noticia. La terrorífica respuesta de los fanáticos religiosos, con resultados catastróficos. Porque sí, la religión tiene un papel preponderante en la trama. Claro, ya sabemos, es Hollywood. Son los norteamericanos. Era inevitable que ello apareciera por algún lado, tocando los cojones. En un principio, la protagonista es descartada como viajera intergaláctica al declararse no creyente (y, por cierto, en la novela no es una astronauta, sino un grupo de distintas nacionalidades, pero el presupuesto no daba para más) Si lo piensas bien (y, como decía, abordas el film con la sabiduría del paso de los años) entiendes que lo de la religión era un asunto ineludible, porque sí, descubrir vida en otros mundos pondría en jaque muchísimas cosas, incluida la absurda existencia de un todopoderoso creador.
Lo grande de "Contact" es que, por lo expuesto, ha quedado como la única representante de su especie. A menos que se curren un remake / readaptación (Actualización 29/06/24: ya hay anunciado uno para 2026 con Jennifer Lawrence y Andrew Garfield), o una serie, no tendría mucho sentido volver a contar esa movida, porque no se puede hacer mejor y porque, eso, tampoco da para mucho más. Ha habido intentos posteriores de aproximarse un poquito. Lo más parecido serían "La llegada", que termina cayendo en clichés y no puede evitar mostrar a los supuestos alienígenas, o "Interstellar", protagonizada justo por uno de los actores principales de "Contact", un Matthew McConaughey desesperado por deshacerse de su encasillamiento en la comedia romántica -sin lograrlo, eso vendría más tarde-. Ninguna ha conseguido superar al film de Zemeckis (y la de Nolan me mola un rato) que, por cierto, cuenta con unos CGI aún algo primigenios pero muy bien explotados y aplicados.
Tal vez solo hay una cosa que me chirría, su protagonista, Jodie Foster. No me gustó en 1997, y tampoco lo ha hecho en mi más reciente visionado. Resulta irritante, un personaje antipático. Sus muecas distraen y el doblaje no ayuda. Suerte que el resto del personal lo compensa de sobras, Morse y McConaughey aparte, tenemos un fabuloso Tom Skerritt (maravilloso ver a su personaje jugándole el juego a los poderosos y -en un principio- ganando la partida con toda INjusticia. No menos maravilloso es el diálogo donde él mismo así lo reconoce), James Woods, John Hurt, William Fichtner, Angela Bassett, un Rob Lowe visto y no visto y una jovencita Jena Malone.
Bien, tras semejante logro ¿a qué aspirar? ¿qué clase de película podría superar las ambiciones de todo un "Forrest Gump"? Pues una en la que se hablara del primer contacto entre humanos y vida alienígena. Lejos lejísimos de las formas del cine palomitero, es decir, de modo científico, hasta filosófico si lo prefieren. Ni marcianos llegando con sus ovnis, ni rayos destruyendo monumentos famosos, ni tan siquiera a través del filtro del lagrimeo como hiciera el apadrinador de Zemeckis -Steven Spielberg- en su día con "Encuentros en la tercera fase" o la maravillosa "E.T. El extraterrestre". Y el único modo de abordarlo era a lo grande, con actores de primera, gran presupuesto, etc. Al fin y al cabo, es esa una trama muy poco atractiva comercialmente por la mentada ausencia de elementos espectaculares. Y a las pruebas me remito: "Contact" nació a finales de los setenta como guion de largometraje fallido, escrito por la persona más adecuada posible, Carl Sagan, astrónomo tremendamente respetado, responsable de la famosa serie "Cosmos" e interesado en el asunto alienígena desde ese mismo ángulo trascendental. Ante la imposibilidad de llevarlo a la pantalla, Sagan y señora decidieron convertirlo en novela, publicándola el año 1985. Y esa misma fue la que terminó adaptando Robert Zemeckis. Por desgracia -ya lo adelanto- Carl Sagan palmó en plena producción, sin realizar el pequeño cameo que tenía previsto, sin, obvio, ver el film concluso y sin conocer la ansiada respuesta al gran enigma, ¿estamos solos en el universo?
Una astrónoma se pasa el puñetero día con los cascos puestos esperando recibir la ansiada señal from outer space. Terminará llegando y pondrá el planeta patas arriba. Oculto entre los ruidos rítmicos hay un mensaje, concretamente los planos de un artefacto supuestamente creado para vérselas con seres de otro mundo. Los países de la tierra deciden invertir un pastizal en construirlo.
¿Por dónde empiezo? Mmmmh... ¿creo en la vida extraterrestre? Sí, sin duda. Como aficionado a la astronomía que soy, estoy completamente convencido de que ahí fuera, en ese vasto manto oscuro repleto de miles y miles de planetas, hay seres vivos. Ahora bien, ¿nos han visitado? No, ni por el forro. Ustedes me perdonarán, pero para mí resulta del todo absurdo creerlo. Vamoh a ve simeplico. Habitando como habitamos un pedrusco diminuto en medio de una inmensidad negra como el carbón, cuyas fronteras -de haberlas- desconocemos, es muy propio de la arrogancia humana pensar que al(gu)ien, a miles y cientos de miles de kilómetros, se habrá tomado la molestia de buscarnos, localizarnos y visitarnos. Llevamos demasiados pocos años activos -en términos astronómicos- como para que otra civilización lo haya logrado. De ser así, ¿por qué pegarse ese viaje larguísimo y, una vez aquí, mantenerse ocultos entre las sombras, sacar unas fotos y largarse? ¡¡No hombre -dirán-, no tardan tanto porque usan un agujero de gusano!! vale... en tal caso, además de lo sospechoso de no haberlo detectado, está la cuestión pericia: Si disponen de semejante capacidad tecnológica y, por tanto, conocimientos superiores... ¿cómo es posible que, nada más entrar en nuestra atmósfera, se estrellen? En fin... es ridículo. NO creo en marcianos pilotando platillos volantes y, aunque me pese, opino que aún tardaremos eones en detectar esa supuesta vida inteligente + avanzada (otra cosa sería la de tipo microscópico)... si es que lo conseguimos.
Por todo ello, me parece tan válida la opción que nos plantean Sagan y Zemeckis. Que dicho contacto se realice del modo que se muestra en el film y, como quien dice, no haya un final final. "Contact" visualiza ese primer "tête à tête" como un "hola que tal, hasta la próxima" muy poco satisfactorio para la audiencia. Pero totalmente verosímil. Igual que sacarse de la manga que los alienígenas "se disfracen" del padre muerto de la prota para no espantarla. Sí, lo sé, en su época fue todo un chasco. Vi "Contact" en el cine y recuerdo la sensación de frustración cuando el ansiado marciano adquiere la forma del gran David Morse, soltando eso de "Hola chispita" para mayor descojone de la platea al completo. Incluso "South Park" hizo guasa al respecto, no sin razón. Pero, visto ahora, más sabio e informado, repito, era lo único viable y científicamente razonable. Las ambiciones del proyecto no casaban con la idea de mostrar una criatura extra fantasiosa semi humanoide. De haber osado dar tal paso, la película entera habría terminado hecha añicos.
Podemos aplicar dicha agradecida sobriedad al resto de lo que muestra / cuenta "Contact". La paranoia de los altos mandatarios, especialmente aquellos situados en defensa. El modo tan hilarante en el que la estúpida y ridícula raza humana reacciona ante la noticia. La terrorífica respuesta de los fanáticos religiosos, con resultados catastróficos. Porque sí, la religión tiene un papel preponderante en la trama. Claro, ya sabemos, es Hollywood. Son los norteamericanos. Era inevitable que ello apareciera por algún lado, tocando los cojones. En un principio, la protagonista es descartada como viajera intergaláctica al declararse no creyente (y, por cierto, en la novela no es una astronauta, sino un grupo de distintas nacionalidades, pero el presupuesto no daba para más) Si lo piensas bien (y, como decía, abordas el film con la sabiduría del paso de los años) entiendes que lo de la religión era un asunto ineludible, porque sí, descubrir vida en otros mundos pondría en jaque muchísimas cosas, incluida la absurda existencia de un todopoderoso creador.
Lo grande de "Contact" es que, por lo expuesto, ha quedado como la única representante de su especie. A menos que se curren un remake / readaptación (Actualización 29/06/24: ya hay anunciado uno para 2026 con Jennifer Lawrence y Andrew Garfield), o una serie, no tendría mucho sentido volver a contar esa movida, porque no se puede hacer mejor y porque, eso, tampoco da para mucho más. Ha habido intentos posteriores de aproximarse un poquito. Lo más parecido serían "La llegada", que termina cayendo en clichés y no puede evitar mostrar a los supuestos alienígenas, o "Interstellar", protagonizada justo por uno de los actores principales de "Contact", un Matthew McConaughey desesperado por deshacerse de su encasillamiento en la comedia romántica -sin lograrlo, eso vendría más tarde-. Ninguna ha conseguido superar al film de Zemeckis (y la de Nolan me mola un rato) que, por cierto, cuenta con unos CGI aún algo primigenios pero muy bien explotados y aplicados.
Tal vez solo hay una cosa que me chirría, su protagonista, Jodie Foster. No me gustó en 1997, y tampoco lo ha hecho en mi más reciente visionado. Resulta irritante, un personaje antipático. Sus muecas distraen y el doblaje no ayuda. Suerte que el resto del personal lo compensa de sobras, Morse y McConaughey aparte, tenemos un fabuloso Tom Skerritt (maravilloso ver a su personaje jugándole el juego a los poderosos y -en un principio- ganando la partida con toda INjusticia. No menos maravilloso es el diálogo donde él mismo así lo reconoce), James Woods, John Hurt, William Fichtner, Angela Bassett, un Rob Lowe visto y no visto y una jovencita Jena Malone.
viernes, 7 de junio de 2024
MUNDO DEPRAVADOS
Cuando esta película era tan solo un proyecto, el título bajo el que se auspició fue “Meet me under the bed”. Por algún extraño motivo, acabó estrenándose como “Mundo Depravados” (al que se le añade el subtítulo de “The World of The Depraved”) que fue con el que, tras el redescubrimiento de la cinta en los 80 por parte de los fanáticos, se convirtió en una suerte de clásico del cine de bóveda.
Supongo que es su condición y escasa repercusión lo que hace que este film procese culto a posteriori, porque quitando un par de elementos que pueden llamar la atención —vistos con anterioridad en películas mucho más curiosas—, lo cierto es que, más allá de un par de gracietas tontas, “Mundo Depravados”, situada en algún lugar entre el nudie y el porno soft más desprejuiciado de los 60, no es una película que posea nada demasiado especial, ni creo que merezca todo ese culto. De hecho, de puro anodina, me extraña mucho que por según que círculos a día de hoy se la recuerde.
Un individuo ataviado con sombrero y media en la cabeza está asesinando a bellas damiselas cuando salen del gimnasio. Un par de policías llevarán a cabo una investigación para ver si dan con el criminal. Entre tanto, veremos alguna escena erótica, mucha striper luciendo prominente marca de bikini y tetas de todos los colores, olores, sabores y tamaños al mismo tiempo que el espectador es testigo de cómo la pareja de policías, que se encontrará con todo esto durante su trasiego, detiene la acción con el fin de ejecutar una notable variedad de chistes e imitaciones tontas sin venir a cuento, pero que, finalmente, se convierten en la razón de ser de la película. Y es que, sobre todo, “Mundo Depravados” es un vehículo para el lucimiento de los dos cómicos que interpretan a esos policías, Larry Reed y Johnnie Decker, ambos provenientes del mundo de los clubes nocturnos, ambos sin demasiada suerte en su profesión. Previamente pudimos verles hacer algo muy parecido en “Psycho a Go Go!” de Al Adamson, pero poco se prodigaron posteriormente más allá de apariciones episódicas contadas con los dedos en series de televisión y sus rutinas habituales en clubes de poca monta. Asimismo, y también del espectáculo nocturno, Tempest Storm, la protagonista (y única mujer que aparece vestida en toda la película), provenía del mismo ambiente nocturno que Larry Reed y Johnnie Decker, en calidad de bailarina burlesque y striper, si bien a posteriori su trabajo recibiría estatus de leyenda, dedicándose Storm al mundo del despelote durante más de 50 años.
Todos estos personajes, principales o secundarios, del mundo de la noche para adultos, no están en la película porque sí o por sus características en el espectáculo de variedades; resulta que por aquel entonces Tempest Storm era esposa del director de la cinta, Herb Jeffries, quien elaboró un casting compuesto por gente del circulo de aquella. Jeffries fue un actor de tercera categoría y cantante de jazz vocal en los años 30 y 40 que, en el meridiano de su carrera, probó suerte en la producción y dirección con “Mundo Depravados”. Pero el tipo es mucho más interesante, ya que nos podríamos referir a él como una suerte de proto-blaxploiter.
Mulato como era, durante su carrera se hizo la picha un lío con la cosa de la raza porque, según convenía, se consideraba blanco o negro. Su madre era blanca y, según él, su padre era español, portugués, negro e indio americano. Pero se descubrió que, en realidad, Herb Jeffries simplemente era un negro -de nombre real Howard Jeffrey- que se auto adjudicaba toda esta mezcolanza de razas para darse importancia.
Como fuera, fue protagonista en los años 30 de una serie de westerns dedicados al público negro de la época, en los que las tramas y protagonistas eran enteramente de color. Protagonizó cosas icónicas del subgénero como puedan ser “El vaquero bronceado”, “Two Gun Man from Harlem” o “La pradera de Harlem”. Vistas a día de hoy, son una experiencia descacharrante. Y esta locura de blaxploitation primigenio sería el punto álgido en la carrera de Jeffries cuando aún se consideraba negro. Todo lo contrario que cuando dirigió “Mundo Depravados” Para entonces se alisaba el pelo con una plancha, se lo decoloraba e iba por ahí diciendo ser blanco.
“Mondo Depravados” se estrenó y, poco después, Tempest Store y él se divorciaron.
La película tuvo su público natural de pajilleros y entes de mal vivir, y pronto quedaría relegada al ostracismo, por lo que Herb Jeffries se retiraría del mundo del cine apareciendo ya a modo de cameo para solaz de los especialistas en alguna que otra peli menor, dedicándose en cuerpo y alma, hasta su fallecimiento en 2014, a su faceta musical en la que, al igual que la película que nos ocupa, es una figura de culto.
En cuanto a “Mundo Depravados”, solo se trata de un nudie criminal un tanto guarrindongo con toquecitos cómicos, excesivo para según que cosas, pero tampoco como para rasgarse las vestiduras.
Supongo que es su condición y escasa repercusión lo que hace que este film procese culto a posteriori, porque quitando un par de elementos que pueden llamar la atención —vistos con anterioridad en películas mucho más curiosas—, lo cierto es que, más allá de un par de gracietas tontas, “Mundo Depravados”, situada en algún lugar entre el nudie y el porno soft más desprejuiciado de los 60, no es una película que posea nada demasiado especial, ni creo que merezca todo ese culto. De hecho, de puro anodina, me extraña mucho que por según que círculos a día de hoy se la recuerde.
Un individuo ataviado con sombrero y media en la cabeza está asesinando a bellas damiselas cuando salen del gimnasio. Un par de policías llevarán a cabo una investigación para ver si dan con el criminal. Entre tanto, veremos alguna escena erótica, mucha striper luciendo prominente marca de bikini y tetas de todos los colores, olores, sabores y tamaños al mismo tiempo que el espectador es testigo de cómo la pareja de policías, que se encontrará con todo esto durante su trasiego, detiene la acción con el fin de ejecutar una notable variedad de chistes e imitaciones tontas sin venir a cuento, pero que, finalmente, se convierten en la razón de ser de la película. Y es que, sobre todo, “Mundo Depravados” es un vehículo para el lucimiento de los dos cómicos que interpretan a esos policías, Larry Reed y Johnnie Decker, ambos provenientes del mundo de los clubes nocturnos, ambos sin demasiada suerte en su profesión. Previamente pudimos verles hacer algo muy parecido en “Psycho a Go Go!” de Al Adamson, pero poco se prodigaron posteriormente más allá de apariciones episódicas contadas con los dedos en series de televisión y sus rutinas habituales en clubes de poca monta. Asimismo, y también del espectáculo nocturno, Tempest Storm, la protagonista (y única mujer que aparece vestida en toda la película), provenía del mismo ambiente nocturno que Larry Reed y Johnnie Decker, en calidad de bailarina burlesque y striper, si bien a posteriori su trabajo recibiría estatus de leyenda, dedicándose Storm al mundo del despelote durante más de 50 años.
Todos estos personajes, principales o secundarios, del mundo de la noche para adultos, no están en la película porque sí o por sus características en el espectáculo de variedades; resulta que por aquel entonces Tempest Storm era esposa del director de la cinta, Herb Jeffries, quien elaboró un casting compuesto por gente del circulo de aquella. Jeffries fue un actor de tercera categoría y cantante de jazz vocal en los años 30 y 40 que, en el meridiano de su carrera, probó suerte en la producción y dirección con “Mundo Depravados”. Pero el tipo es mucho más interesante, ya que nos podríamos referir a él como una suerte de proto-blaxploiter.
Mulato como era, durante su carrera se hizo la picha un lío con la cosa de la raza porque, según convenía, se consideraba blanco o negro. Su madre era blanca y, según él, su padre era español, portugués, negro e indio americano. Pero se descubrió que, en realidad, Herb Jeffries simplemente era un negro -de nombre real Howard Jeffrey- que se auto adjudicaba toda esta mezcolanza de razas para darse importancia.
Como fuera, fue protagonista en los años 30 de una serie de westerns dedicados al público negro de la época, en los que las tramas y protagonistas eran enteramente de color. Protagonizó cosas icónicas del subgénero como puedan ser “El vaquero bronceado”, “Two Gun Man from Harlem” o “La pradera de Harlem”. Vistas a día de hoy, son una experiencia descacharrante. Y esta locura de blaxploitation primigenio sería el punto álgido en la carrera de Jeffries cuando aún se consideraba negro. Todo lo contrario que cuando dirigió “Mundo Depravados” Para entonces se alisaba el pelo con una plancha, se lo decoloraba e iba por ahí diciendo ser blanco.
“Mondo Depravados” se estrenó y, poco después, Tempest Store y él se divorciaron.
La película tuvo su público natural de pajilleros y entes de mal vivir, y pronto quedaría relegada al ostracismo, por lo que Herb Jeffries se retiraría del mundo del cine apareciendo ya a modo de cameo para solaz de los especialistas en alguna que otra peli menor, dedicándose en cuerpo y alma, hasta su fallecimiento en 2014, a su faceta musical en la que, al igual que la película que nos ocupa, es una figura de culto.
En cuanto a “Mundo Depravados”, solo se trata de un nudie criminal un tanto guarrindongo con toquecitos cómicos, excesivo para según que cosas, pero tampoco como para rasgarse las vestiduras.
lunes, 3 de junio de 2024
NECROMANIA
Otra de las películas pertenecientes al periodo de decadencia de Edward D. Wood Jr. Un pornete tempranero —que se rueda a principios de los 70, justo con la industrialización del género— inspirado en una de las novelas de “a duro” que escribía Wood, “The only house”, que tan pronto como se rodó, y gracias a la incapacidad del amigo Eddie de conseguir distribución en condiciones, se perdió en el éter sin que nadie supiera nada hasta finales de los años 80, cuando los estudiosos de Ed Wood, Alexander W. Kogan Jr. y Rudolph Gray, tras años de buscar los resquicios del considerado peor director de todos los tiempos, encontraron la película en un polvoriento almacén de Los Angeles.
Indiscutiblemente, Ed Wood era un autor puro; “Necromania” es un porno normal y corriente pero que trae consigo toda suerte de señas de identidad propias del director, llenando los decorados de color y efectos esotéricos (todo muy cutre) que le servirán para ilustrar una historia cuyo guion es tan demencial y desmadrado como habitual en cualquiera de sus producciones previas, solo que aquí adapta sus gustos y obsesiones al mundo del porno en el que osó invertir dos días de filmación y la irrisoria cantidad de 7000 dólares.
La sinopsis de por sí es bastante simpática: Un matrimonio tiene problemas porque él no es capaz de enderezar el rabo en sus relaciones sexuales. En lugar de acudir al urólogo, deciden consultar a una nigromante que le hace un conjuro de sanación a base de restregarse una calavera por las tetas. Pues, ni por esas consigue que el muchacho tenga erecciones. Esto motivará que la mujer se lance al lesbianismo, mientras que la nigromante aprovechará para acostarse con nuestro disfuncional protagonista.
Una de las muchas gracias de esta película consiste en que, por algún extraño motivo, Wood decidió firmarla, ejerciendo de productor, director y guionista, bajo el seudónimo de Don Miller, mientras que, por otro lado, en los títulos de crédito se anuncia que el elenco prefiere permanecer en el anonimato. Ergo, los actores y actrices no aparecen acreditados, sin embargo no son amateurs desconocidos, tienen nombre y un indiscutible culto dentro de la pornografía. Así, tenemos en pantalla a la estupenda, súper sexy y voluntariosa Maria Arnold, también conocida como Maria Aronoff, dando vida a la nigromante. Arnold, además de hacer unas felaciones que quitan el hipo, después de “Necromania” desarrolló una carrera dentro del porno y el cine de Serie B/Z apareciendo en films de interés como puedan ser “No mires tanto… o te quedarás ciego”, “Las eróticas aventuras de Don Quijote” o “Masacre en la universidad” en la que, dicen, también tuvo algo que ver Ed Wood; René Bond, follable pero no tan apetecible como la Arnold, aparecía en cosas como “The Jekyll & Hyde Portfolio” y, valga la redundancia, en “The adult version of Jeckyll & Hyde”. Bond sería aquí nuestra protagonista femenina, la esposa del pichafloja interpretado por Ric Lutze, al que veríamos empalmado en toda suerte de películas eróticas y pornográficas, siendo una de las más populares “Auditions”, guionizada en su momento por el bueno de Charles Band.
“Necromania” tiene la suerte de nutrirse de todos los vicios y virtudes del cine —y maneras de hacer— de Edward D.Wood Jr., por eso, además de que la dirigió ataviado con sujetador y camisón rosa, tenemos cosas tan “woodianas” como dejar en el corte final una toma falsa en la que Ric Lutze tiene dificultades para desenredar unos pantalones que se va a poner; en consecuencia, el actor se descojona en escena para a continuación insertar Wood (que también montó la película) un plano aleatorio y volver a en el que ya tiene los pantalones puestos. Simplemente delirante. También, hacia el final, durante un ritual en el que una mujer surge de un ataúd (propiedad del mentalista y amigo de Ed, Criswell), vemos en plano general que lo que sale parece un señor disfrazado de señora... Luego vamos a un plano medio donde, ahora sí, se ha dado el cambiazo y reconocemos a la actriz. Este montaje me genera dudas porque ¿eso que asemeja un hombre lo es en realidad? ¿O es, simplemente, que la chica está fatalmente iluminada? Esto que voy a decir es una elucubración, pero, durante mucho tiempo se ha especulado que Ed Wood aparecía acreditado como actor en la película, aunque no le vemos. Según dicen, porque su intervención fue amputada del montaje final. Yo creo que en realidad, eso que parece un señor disfrazado de chica en picardías es el propio Ed Wood, de ahí el crédito como actor. Repito, son solo elucubraciones mías.
También se cuenta que ofreció a Vampira (es decir, Maila Nurmi) el papel de la nigromante, pero esta declinó la oferta. Según unas fuentes lo rechazó porque el aparecer en esta película suponía un suicidio profesional, mientras que otras aseguran que rehusó porque se estaba recuperando de un derrame cerebral. Le dijo a Ed Wood que apenas podía caminar y, este, manifestó no encontrar ningún problema en ello, instándola a que saliera sentada. Ante la negativa de la actriz, lo que hizo fue maquillar a Maria Arnold para que se pareciera a Vampira lo máximo posible. Hay mucho empeño en querer hacer parecer a Wood mucho más fascinante de lo que en realidad era, por lo que me creo la primera versión: “Si salgo en esta mierda me cargo mi, de por sí, maltrecha carrera”.
Pornógrafos especializados aseguran que, por las características de “Necromania” (esto es, cine porno explícito con guion y argumento), pertenece sin ningún tipo de problemas a la edad de oro del género, junto a títulos como “El diablo en la señorita Jones”, “Tras la puerta verte”, “Mona, The virgen Nynph” o “Garganta profunda”.
Verdaderamente, se trata de una película de Ed Wood con todas sus letras, resulta divertida gracias a lo marciano de los diálogos, su torpeza y su sentido estético. Como producto porno es tan competente como cualquiera de las de aquella época, sino superior por todo esto que les he contado. En definitiva, y al contrario que el otro largometraje inspirado en la novela “The only house”, “The only house in town”, que es ya el resultado de una salud mental bastante trastocada, “Necromania” sí merece ser tenida en cuenta dentro de la filmografía del director, así como una muestra de porno seminal que, a rasgos generales, mereció más suerte. Porque, igual sí hay que hacer un esfuerzo para ponerse cachondo viéndola (después de todo, esa es la finalidad de cualquier película porno), pero cuando aparece Maria Arnold chupando pollas de esa manera en que lo hace, se consigue.
Existen dos versiones, una soft y otra X. La única diferencia es que la soft cambia las secuencias de penetraciones por otras en las que no las hay, pero sí mucha lamida alrededor de los genitales, mostrados igualmente a las bravas, más desagradable que el concierto de polla fláccida intentando entrar en la versión X. Recientemente, “Necromania” se ha editado en nuestro país en DVD, incluyendo las dos versiones. Los completistas pueden estar contentos.
Indiscutiblemente, Ed Wood era un autor puro; “Necromania” es un porno normal y corriente pero que trae consigo toda suerte de señas de identidad propias del director, llenando los decorados de color y efectos esotéricos (todo muy cutre) que le servirán para ilustrar una historia cuyo guion es tan demencial y desmadrado como habitual en cualquiera de sus producciones previas, solo que aquí adapta sus gustos y obsesiones al mundo del porno en el que osó invertir dos días de filmación y la irrisoria cantidad de 7000 dólares.
La sinopsis de por sí es bastante simpática: Un matrimonio tiene problemas porque él no es capaz de enderezar el rabo en sus relaciones sexuales. En lugar de acudir al urólogo, deciden consultar a una nigromante que le hace un conjuro de sanación a base de restregarse una calavera por las tetas. Pues, ni por esas consigue que el muchacho tenga erecciones. Esto motivará que la mujer se lance al lesbianismo, mientras que la nigromante aprovechará para acostarse con nuestro disfuncional protagonista.
Una de las muchas gracias de esta película consiste en que, por algún extraño motivo, Wood decidió firmarla, ejerciendo de productor, director y guionista, bajo el seudónimo de Don Miller, mientras que, por otro lado, en los títulos de crédito se anuncia que el elenco prefiere permanecer en el anonimato. Ergo, los actores y actrices no aparecen acreditados, sin embargo no son amateurs desconocidos, tienen nombre y un indiscutible culto dentro de la pornografía. Así, tenemos en pantalla a la estupenda, súper sexy y voluntariosa Maria Arnold, también conocida como Maria Aronoff, dando vida a la nigromante. Arnold, además de hacer unas felaciones que quitan el hipo, después de “Necromania” desarrolló una carrera dentro del porno y el cine de Serie B/Z apareciendo en films de interés como puedan ser “No mires tanto… o te quedarás ciego”, “Las eróticas aventuras de Don Quijote” o “Masacre en la universidad” en la que, dicen, también tuvo algo que ver Ed Wood; René Bond, follable pero no tan apetecible como la Arnold, aparecía en cosas como “The Jekyll & Hyde Portfolio” y, valga la redundancia, en “The adult version of Jeckyll & Hyde”. Bond sería aquí nuestra protagonista femenina, la esposa del pichafloja interpretado por Ric Lutze, al que veríamos empalmado en toda suerte de películas eróticas y pornográficas, siendo una de las más populares “Auditions”, guionizada en su momento por el bueno de Charles Band.
“Necromania” tiene la suerte de nutrirse de todos los vicios y virtudes del cine —y maneras de hacer— de Edward D.Wood Jr., por eso, además de que la dirigió ataviado con sujetador y camisón rosa, tenemos cosas tan “woodianas” como dejar en el corte final una toma falsa en la que Ric Lutze tiene dificultades para desenredar unos pantalones que se va a poner; en consecuencia, el actor se descojona en escena para a continuación insertar Wood (que también montó la película) un plano aleatorio y volver a en el que ya tiene los pantalones puestos. Simplemente delirante. También, hacia el final, durante un ritual en el que una mujer surge de un ataúd (propiedad del mentalista y amigo de Ed, Criswell), vemos en plano general que lo que sale parece un señor disfrazado de señora... Luego vamos a un plano medio donde, ahora sí, se ha dado el cambiazo y reconocemos a la actriz. Este montaje me genera dudas porque ¿eso que asemeja un hombre lo es en realidad? ¿O es, simplemente, que la chica está fatalmente iluminada? Esto que voy a decir es una elucubración, pero, durante mucho tiempo se ha especulado que Ed Wood aparecía acreditado como actor en la película, aunque no le vemos. Según dicen, porque su intervención fue amputada del montaje final. Yo creo que en realidad, eso que parece un señor disfrazado de chica en picardías es el propio Ed Wood, de ahí el crédito como actor. Repito, son solo elucubraciones mías.
También se cuenta que ofreció a Vampira (es decir, Maila Nurmi) el papel de la nigromante, pero esta declinó la oferta. Según unas fuentes lo rechazó porque el aparecer en esta película suponía un suicidio profesional, mientras que otras aseguran que rehusó porque se estaba recuperando de un derrame cerebral. Le dijo a Ed Wood que apenas podía caminar y, este, manifestó no encontrar ningún problema en ello, instándola a que saliera sentada. Ante la negativa de la actriz, lo que hizo fue maquillar a Maria Arnold para que se pareciera a Vampira lo máximo posible. Hay mucho empeño en querer hacer parecer a Wood mucho más fascinante de lo que en realidad era, por lo que me creo la primera versión: “Si salgo en esta mierda me cargo mi, de por sí, maltrecha carrera”.
Pornógrafos especializados aseguran que, por las características de “Necromania” (esto es, cine porno explícito con guion y argumento), pertenece sin ningún tipo de problemas a la edad de oro del género, junto a títulos como “El diablo en la señorita Jones”, “Tras la puerta verte”, “Mona, The virgen Nynph” o “Garganta profunda”.
Verdaderamente, se trata de una película de Ed Wood con todas sus letras, resulta divertida gracias a lo marciano de los diálogos, su torpeza y su sentido estético. Como producto porno es tan competente como cualquiera de las de aquella época, sino superior por todo esto que les he contado. En definitiva, y al contrario que el otro largometraje inspirado en la novela “The only house”, “The only house in town”, que es ya el resultado de una salud mental bastante trastocada, “Necromania” sí merece ser tenida en cuenta dentro de la filmografía del director, así como una muestra de porno seminal que, a rasgos generales, mereció más suerte. Porque, igual sí hay que hacer un esfuerzo para ponerse cachondo viéndola (después de todo, esa es la finalidad de cualquier película porno), pero cuando aparece Maria Arnold chupando pollas de esa manera en que lo hace, se consigue.
Existen dos versiones, una soft y otra X. La única diferencia es que la soft cambia las secuencias de penetraciones por otras en las que no las hay, pero sí mucha lamida alrededor de los genitales, mostrados igualmente a las bravas, más desagradable que el concierto de polla fláccida intentando entrar en la versión X. Recientemente, “Necromania” se ha editado en nuestro país en DVD, incluyendo las dos versiones. Los completistas pueden estar contentos.
sábado, 1 de junio de 2024
FREAKSTARS 3000
Cuesta un poco discernir qué pretendía el ilustre germano Christoph Schlingensief cuando se puso manos a la obra con "Freakstars 3000". Así, de primeras, lo fácil es suponer que quería parodiar descarnadamente los "reality" por entonces ya demasiado abundantes en las televisiones de la época, año 2004. Especialmente aquellos del tipo "Operación Triunfo". Basta echar un vistazo a alguno de ellos -incluyendo imitaciones posteriores como "La Voz"- para percatarse de que la mayoría de participantes eran profundamente retardados (y siguen siéndolo. Probablemente, lo mismo que su audiencia) Tristes almas con sueños de grandeza dispuestas a ser ridiculizadas y humilladas por cuatro ratas repugnantes, ocultas bajo la piel de supuestas "celebrities" expertas, con tal de lograr alcanzar fama y gloria, dejando bajo el felpudo personalidad y estilo propio. Así pues, si vas a cachondearte de esa clase de mierda, y además te llamas Christoph Schlingensief y te gusta más provocar que a un tonto una piruleta, da el paso lógico: Ficha a genuinos retrasados mentales, de los diagnosticados, como estrellas de tu propio "reality show" y titúlalo "Freakstars 3000". Ole tus cojones.
Y eso es lo que tenemos aquí, documentado vídeo mediante a lo largo de 74 minutos, el proceso de casting, las distintas pruebas, los entrenamientos y el gran concierto final de una banda compuesta de individuos e individuas a los que les falta un hervor... dos... o veintiséis. Sin trucos, sin maquillajes, sin disfraces... bueno, eso sí, en ocasiones Schlingensief cubre a sus "actores" con atuendos llamativos para que teatralicen situaciones diversas. A uno, directamente, le pinta con rotulador un bigotillo / flequillo hitleriano. También parodia la publicidad inherente a esta clase de roña televisada, con los retardados protagonizando supuestos spots de sendos productos que no saben ni utilizar.
Y ahí es donde se produce el debate: ¿están siendo explotadas estas pobres almas? ¿son conscientes de la mentira, del show? ¿sus familiares, y los médicos responsables, no sospechan nada? ¿o es que las intenciones del cineasta alemán son puras y genuinas? vamos, que solo les está dando una oportunidad y, de paso, denuncia a la sociedad por marginarlos. Es algo que en ningún momento se aclara. Independientemente de ello, él se siente como en casa (tiene un rol más que destacado a lo largo de la función, ejerciendo sobre todo de jurado) Si has visto algunas de sus películas previas, sabrás que a Christoph le chiflaba el caos, los gritos, las sobreactuaciones desorbitadas, conversaciones donde unos pisotean a otros, la locura más extrema... y de eso en "Freakstars 3000" lo hay a espuertas, además, esta vez sin tener que esforzarse demasiado. Dando un micro y libre albedrío a sus "actores". Todo ello montado con muchísimo brío, un aluvión continuo de imágenes, situaciones variopintas (en cierto momento, uno cae enfermo y termina en el hospital... y aunque parece formar parte del show, que es fingido, al final incluso dudas) y unos grafismos deudores de lo que Terry Gilliam hizo para "Monty Python".
Naturalmente, los voluntariosos y apasionados retardados que pululan frente a la cámara son inevitablemente graciosos, destacando entre todos uno llamado Mario que es puro carisma. Le terminas cogiendo cariño. Bien mirado, Schlingensief se adelantó unos años a Javier Fesser con ya saben cual, solo que, ¿de modo más honesto y menos hipócrita?
En cualquier caso, la página web que se anuncia a lo largo de la película sigue activa, por si alguien siente enfermiza curiosidad.
"Freakstars 3000" pasa en un suspiro y la ves con una sonrisa... aunque también cierto desconcierto. Y eso, por supuesto, mola mucho. Más todavía en los asquerosos tiempos moralistas en los que nos ha tocado vivir.
Porque murió el año 2010, si no, seguramente hoy las siempre detestables cloacas sociales crucificarían a Christoph Schlingensief.
Y eso es lo que tenemos aquí, documentado vídeo mediante a lo largo de 74 minutos, el proceso de casting, las distintas pruebas, los entrenamientos y el gran concierto final de una banda compuesta de individuos e individuas a los que les falta un hervor... dos... o veintiséis. Sin trucos, sin maquillajes, sin disfraces... bueno, eso sí, en ocasiones Schlingensief cubre a sus "actores" con atuendos llamativos para que teatralicen situaciones diversas. A uno, directamente, le pinta con rotulador un bigotillo / flequillo hitleriano. También parodia la publicidad inherente a esta clase de roña televisada, con los retardados protagonizando supuestos spots de sendos productos que no saben ni utilizar.
Y ahí es donde se produce el debate: ¿están siendo explotadas estas pobres almas? ¿son conscientes de la mentira, del show? ¿sus familiares, y los médicos responsables, no sospechan nada? ¿o es que las intenciones del cineasta alemán son puras y genuinas? vamos, que solo les está dando una oportunidad y, de paso, denuncia a la sociedad por marginarlos. Es algo que en ningún momento se aclara. Independientemente de ello, él se siente como en casa (tiene un rol más que destacado a lo largo de la función, ejerciendo sobre todo de jurado) Si has visto algunas de sus películas previas, sabrás que a Christoph le chiflaba el caos, los gritos, las sobreactuaciones desorbitadas, conversaciones donde unos pisotean a otros, la locura más extrema... y de eso en "Freakstars 3000" lo hay a espuertas, además, esta vez sin tener que esforzarse demasiado. Dando un micro y libre albedrío a sus "actores". Todo ello montado con muchísimo brío, un aluvión continuo de imágenes, situaciones variopintas (en cierto momento, uno cae enfermo y termina en el hospital... y aunque parece formar parte del show, que es fingido, al final incluso dudas) y unos grafismos deudores de lo que Terry Gilliam hizo para "Monty Python".
Naturalmente, los voluntariosos y apasionados retardados que pululan frente a la cámara son inevitablemente graciosos, destacando entre todos uno llamado Mario que es puro carisma. Le terminas cogiendo cariño. Bien mirado, Schlingensief se adelantó unos años a Javier Fesser con ya saben cual, solo que, ¿de modo más honesto y menos hipócrita?
En cualquier caso, la página web que se anuncia a lo largo de la película sigue activa, por si alguien siente enfermiza curiosidad.
"Freakstars 3000" pasa en un suspiro y la ves con una sonrisa... aunque también cierto desconcierto. Y eso, por supuesto, mola mucho. Más todavía en los asquerosos tiempos moralistas en los que nos ha tocado vivir.
Porque murió el año 2010, si no, seguramente hoy las siempre detestables cloacas sociales crucificarían a Christoph Schlingensief.
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