Sé lo que estáis pensando: "¡¿un nuevo documental sobre
Kubrick?!, ¿acaso hay a estas alturas algo más que añadir o decir sobre la
figura del director de "Barry Lyndon"? Pues yo os respondería, sí
y no... aunque ahora mismo os lo cuento con más detalle.
Este documental de nacionalidad mayoritariamente
italiana está basado en "Stanley e me", un libro que el historiador y
crítico cinematográfico Filippo Ulivieri escribió en 2012 y en el que a su vez se inspiraría el director Alex Infascelli a la hora de contar el insólito caso de
Emilio D'Allessandro, un nombre que por otra parte jamás ha aparecido - ni creo
que aparezca ya - en ningún libro de cine; de hecho, dudo que su persona se
haya llegado a citar siquiera en alguna de las incontables biografías dedicadas al director americano, por mucho que D'Allessandro colaborase estrechamente con Kubrick en el arco temporal que va desde el rodaje de "La naranja mecánica" hasta el de "Eyes Wide Shut": es decir, cinco películas y casi treinta añitos, nada menos. Procedente de la pequeña localidad de Cassino, situada en el
centro de Italia, Emilio emigra a Londres a comienzos de los 60 sin tener ni
idea de inglés y, tras pasarse la mayor parte de la década desempeñando toda suerte de oficios relacionados con el mundo del motor (mecánico, corredor de
Fórmula 1, taxista...), al italiano le llega la oportunidad de su vida cuando,
en una de las peores nevadas que se recuerdan en Londres, recibe el encargo de transportar un peculiar objeto al otro lado de la ciudad: en concreto, a una gran mansión
donde estaba teniendo lugar la filmación de un largometraje. La pieza deseada era
nada más y nada menos que la escultura fálica con la que Alex Delarge se carga
a una de sus víctimas, y la película - como no podía ser de otra forma - era "La naranja mecánica".
A pesar de no haber trabajado con anterioridad en el negocio
cinematográfico, y de ser prácticamente analfabeto en todo a lo que a películas
se refiere, Kubrick queda impresionado por la osadía, eficacia y rapidez de la
que hace gala el italiano, por lo que inmediatamente decide contratarlo en
calidad de chófer personal, ocupación que con el tiempo , y conforme Emilio se va ganando su confianza, irá extendiéndose a prácticamente todos los ámbitos de
la vida del director, tanto en el personal como en el profesional, y ya fuera en
los rodajes de sus pelis como - sobre todo - durante los largos intervalos de
tiempo en los que no filmaba.
De esta manera, y tras más de cuatro décadas de absoluto secretismo, Emilio nos hace aquí partícipes de lo que se cocía en la trastienda de
la gestación de títulos tan populares como "El resplandor" o "La
chaqueta metálica", y lo hace a través del relato de una serie de
anécdotas en apariencia intrascendentes pero que tienen el valor de delimitar
los aspectos más mundanos de la personalidad de Kubrick: de hecho, y en
esencia, "S is for Stanley" no nos descubre en realidad nada que no
sospecháramos o supiéramos ya del carácter del director, aunque sí que
completa aquellos matices cotidianos que en el pasado otros documentales más
ambiciosos que éste, y también peores, optaron por pasar por alto. Así las
cosas, el proyecto de Infascelli ahonda en lo ya sabido al mismo tiempo que intenta descubrirnos la faceta más humana y vulnerable del director, mostrándonos así a un
Kubrick que trata a sus empleados de una manera tan tiránica como
sobreprotectora, a una persona perfeccionista que se toma con la misma seriedad
y meticulosidad tanto el rodaje de una superproducción como la elección de la
comida idónea con la que alimentar a sus numerosos gatos. Y aunque asimismo se
aborda la relación de dependencia que se establece entre los dos absolutos, y
casi únicos, protagonistas de la cinta (es decir, Stanley y Emilio), también se decide pasar de puntillas por los aspectos más cuestionables de su
colaboración en común, pintando de este modo con una capa de amistad y lealtad
una relación que, en el fondo, se intuye bastante enfermiza: de hecho, el
vínculo de dependencia que existía entre ambos hombres alcanzó tales extremos
que Kubrick llegó a contar con línea telefónica propia en casa de Emilio e,
incluso, llegaría a prohibirle que siguiera corriendo en los circuitos por
miedo a perder en un accidente a uno de sus más valiosos colaboradores.
En el aspecto formal "S is for Stanley" no podría
estar hecha de una manera más simple, optando así por no recurrir en ningún
momento ni a excesos infográficos y/o de montaje ni tampoco a ningún narrador célebre con el fin de llamar la atención sobre el proyecto: el propio Emilio
cuenta su historia de una manera tan elocuente que nada de lo anterior es realmente
necesario; en este sentido, ni siquiera se llegan a utilizar demasiadas
imágenes de los films de Kubrick a modo de refuerzo visual, ilustrando en su lugar el relato con las fotografías que D'Allessandro ha ido
conservando a lo largo de los años o con las notas y cartas que el propio
director le escribía, documentos que, por otra parte, el italiano tenía orden expresa de destruir una vez leídos:
afortunadamente, y por una vez, Emilio no atendió a la petición de Kubrick. En
definitiva, y gracias casi en exclusiva a su entrañable protagonista, el
documental de Infascelli es un film que desborda emoción, una película cálida, sencilla y cercana,
encontrándose así curiosamente justo en el extremo opuesto de la pedantería y
frialdad acostumbradas en la obra del responsable de "2001": de esta manera, y si otros documentales como "Room 237" o "Stanley
Kubrick's Boxes" se afanaban con especial ahínco a la hora de intentar revelar al
genio detrás del director, éste en cambio se ocupa en descubrir al ser humano
que - por lo visto y sorprendentemente - también había.
Finalmente, y para ponerle la guinda al pastel, en "S is for Stanley" ni
siquiera faltan los cotilleos a costa de algunas estrellas de Hollywood, como por
ejemplo el hecho de que durante el rodaje de "El resplandor"
Nicholson fuera todo el tiempo más pedo que Antoñete o que intentara follarse a todo lo que llevara falda. Una delicia, vamos: 100% recomendable.