miércoles, 28 de febrero de 2018
LOS FOTOCROMOS (Y EL PÓSTER) DE "BÉSAME, TONTA"
En su momento reseñé la película. Ver aquí. Y hoy, les dejo sus respectivos fotocromos (+ el póster).
viernes, 23 de febrero de 2018
EL BAR
Álex de la Iglesia, prácticamente desde que empezó, es un
director de lo más irregular. Tiene cosas novedosas, originales, rompedoras e
incluso rupturistas dentro de su cine, pero a día de hoy, De la Iglesia no
tiene ni una sola película redonda. Mejores o peores, lo cierto es que la
mayoría son películas muy malas, aquella de los payasos, “Balada triste de trompeta” me parece una de las cosas más espantosas que he visto en mucho
tiempo, “Las brujas de Zugarramurdi” se va a tomar por el culo justo cuando se
supone que empezaba lo bueno, y en definitiva, las últimas cintas del
realizador, que visualmente pueden resultar impactantes, al final se resienten
porque el hombre es incapaz de marcar un ritmo a historias que en realidad no
son tan interesantes. Sin embargo, al público este cine le funciona. Al margen
de los intereses creados que pueda haber dentro del horrible mundillo del cine
Español, si De la Iglesia sigue ahí, erre que erre, es porque al público, que
al final es el mejor juez (aunque por esa regla de tres Bisbal y Bustamante
serían la hostia) le gusta su cine. Y
gusta al público del cine fantástico (que en este país, ese público es como es)
y, más raro aún, gusta a ese público dominguero compuesto de matrimonios de
entre sesenta y setenta tacos que suele ir al cine los domingos. Esto es así
desde “La Comunidad”. Me consta que a las señoras mayores les gusta el cine de
De la Iglesia, como también les gusta el de Almodóvar —solo que la diferencia
entre uno y otro, a parte de las obvias, es que Almodóvar si tiene tres o
cuatro películas verdaderamente brillantes—.
Entonces, Álex de la Iglesia es muy consciente de que tiene
a dos públicos que contentar, al del cine fantástico y a este de las señoras.
¿Cómo conseguir ese ritmo de producción? Auto referenciándose a sí mismo. Hace
ya mucho tiempo que sus películas son mezclas de varias películas suyas que
funcionaron. Todas le deben algo a “Muertos de risa” (Para mí, su mejor
película), a “La Comunidad” y al corto “Mirindas Asesinas”. Aunque de ese De la
Iglesia, del genuino, del de “Acción Mutante” y “El Día de la Bestia”, ni
rastro… (Aunque hay que ver lo endiosadas que están también esas malas
películas).
Ahora vuelve con “El Bar” y nos ofrece un poco más de lo
mismo que nos viene ofreciendo en los últimos años, solo que un poco mejor.
Solo un poco.
En “El Bar”, Un grupo
de personas que se encuentra en un bar, ve cómo cunde el pánico cuando dos de
ellas, al salir al exterior, son disparadas en la cabeza, por lo que se quedan
dentro sin posibilidad de salir. Pronto descubren que algo pasa en las
cercanías, y que es de tal magnitud que la prensa lo oculta, por lo que la
estancia en el bar se convertirá en una lucha por la supervivencia, en la que
cada uno de los implicados sacará lo mejor (o lo peor) de él.
Nada nuevo en el horizonte, un grupo de personas encerrados
en una situación extrema. Y todo ello ejecutado con esa conciencia de gustar a
sus dos sectores de público mayoritario.
El problema de “El Bar” es que por cada secuencia
interesante en la narración, hay otra de tedio absoluto, con lo cual no termina
de quedar equilibrada, si bien es cierto que visualmente está muy bien, con un
diseño de producción muy majo y vistoso. También sería una de sus películas mejor
rodadas, y además, montada con brío. Pasa
del aprobado, sin embargo, hay algo que propicia que la película sea bastante
peor de lo que es; los actores. La mayoría están bien, correctos, sin
estridencias. Pero hay tres que están para matarlos.
Carmen Machi, no es que esté mal del todo, pero interpretando
a un ama de casa ludópata, de esas que se dejan los cuartos en las tragaperras,
el soniquete que tiene cada vez que habla, pone al más pintado de los nervios,
máxime cuando esta se sorprende o quiere enfatizar algo de su texto.
Jaime Ordoñez, proveniente de la factoría de José Luis
Moreno, con esa voz impostada porque su personaje es un personaje extremo. Un
vagabundo de esos que se cagan en dios. Lo hace tan, tan, tan mal… que hablar
de vergüenza ajena es quedarse corto.
Blanca Suarez, es una actriz malísima a rasgos generales.
Eso si, está buena, y como aquí sale media peli en ropa interior sucia y
rasgada… pues eso ya es suficiente para que se hable de ella bien como actriz.
En fin, un desastre.
Por lo demás, la película, sin encontrarla espantosa, que no
está mal del todo, me deja frío tras su visionado. Pero es mejor eso que la
indignación que me provocaron sus películas anteriores.
Obviamente, cumplirá con las expectativas de sus fans.
jueves, 22 de febrero de 2018
100 TEARS
A Marcus Koch se le conoce sobre todo por su faceta como técnico de efectos especiales en películas de corte independiente y/o zetosCo del calibre de "Nikos the Impaler", según Andreas "Ugh!" Schnaas, "The Uh-Oh Show", la última de Herschell Gordon Lewis, el brutal neo-slasher "Sweatshop", la antología amateur "Hi-8", la extrema -en su aburrimiento- "American Guinea Pig: Bouquet of Guts and Gore" o la estupenda "Todavía estamos aquí" (cuyo responsable, Ted Geoghegan, ejerce en la peli reseñada de productor ejecutivo y actor). No obstante, Koch también gasta una carrera paralela como director, una que debutó el año 1999 con un primer largo en solitario, "Rot", epopeya gore-punk grabada en vídeo VHS de la época. Aunque su obra más conocida es esta de la que vengo a hablarles hoy, "100 Tears", fechada en 2007.
No es que haya mucha historia que contar. Payaso homicida se escapa de manicomio y la lía a cuchilladas con todo aquel que se cruce por su senda. Una pareja de investigadores paranormales le siguen los pasos. Y por aquello de hacer la trama un pelín menos lineal, de por medio una chavala loca que podría ser descendiente directa del tipo de la nariz roja. Al final se encuentran en piña y la lían parda.
Aunque todo eso es lo de menos, porque lo que vende realmente "100 Tears" es el tremendo derroche de hemoglobina, marca de la casa. Resulta que el payaso va armado con un cuchillo absurdamente gigantesco, y los resultados de sus embestidas son gráficos, brutales y con muchísimo líquido rojo. Resuelto además mediante dignos trucajes artesanales. La primera escabechina impresiona, pero a partir de ahí Koch demuestra escasa imaginación para inventar modos distintos y originales de trocear un cuerpo humano. Especialmente cuando hacia el final un grupo de teenagers fiesteros entran en escena únicamente para ser masacrados sistemáticamente.
La peli, inevitablemente, gasta un alegre tufo amateur. Se grabó en un vídeo disimulado a base de filtros chungos, la cámara rara vez reposa sobre el trípode y el audio es, a ratos, especialmente cutre. A mi todo eso me mola y opino que le confiere un rollo muy atractivo. Lo malo es que, dado lo que cuenta, cómo lo cuenta y su naturaleza, es demasiado larga. De un producto como "100 Tears" pides ultra-gore y te importan un pimiento los personajes y posibles subtramas, exiges ir al grano y sin justificaciones, que a fin de cuentas es lo que, a falta de mejores actores y mayores medios, aportan estas películas en contraste con un terror más "mainstream" y respetable. Pero entonces al director le da por tomarse todo ello demasiado en serio, por querer hacer "una de verdad" con sus clichés y fórmulas, y pasa lo que pasa. Algo que se denota especialmente con el innecesariamente extenso clímax final. Es decir, que llegado cierto punto estamos deseando que se acabe. No lo niego, tenía leves expectativas con "100 Tears" y me defraudó bastante.
Poco después a Marcus Koch le dio por hacer un thriller psicológico en plan bizarro y sin truculencia llamado "Fall". Recibió buenas críticas pero, claro, no trascendió demasiado. Pasado eso, intentó buscar financiación para una segunda parte de "100 Tears" mediante crowdfunding. Pero no lo consiguió. Nadie se ha lamentado por ello, ciertamente.
No es que haya mucha historia que contar. Payaso homicida se escapa de manicomio y la lía a cuchilladas con todo aquel que se cruce por su senda. Una pareja de investigadores paranormales le siguen los pasos. Y por aquello de hacer la trama un pelín menos lineal, de por medio una chavala loca que podría ser descendiente directa del tipo de la nariz roja. Al final se encuentran en piña y la lían parda.
Aunque todo eso es lo de menos, porque lo que vende realmente "100 Tears" es el tremendo derroche de hemoglobina, marca de la casa. Resulta que el payaso va armado con un cuchillo absurdamente gigantesco, y los resultados de sus embestidas son gráficos, brutales y con muchísimo líquido rojo. Resuelto además mediante dignos trucajes artesanales. La primera escabechina impresiona, pero a partir de ahí Koch demuestra escasa imaginación para inventar modos distintos y originales de trocear un cuerpo humano. Especialmente cuando hacia el final un grupo de teenagers fiesteros entran en escena únicamente para ser masacrados sistemáticamente.
La peli, inevitablemente, gasta un alegre tufo amateur. Se grabó en un vídeo disimulado a base de filtros chungos, la cámara rara vez reposa sobre el trípode y el audio es, a ratos, especialmente cutre. A mi todo eso me mola y opino que le confiere un rollo muy atractivo. Lo malo es que, dado lo que cuenta, cómo lo cuenta y su naturaleza, es demasiado larga. De un producto como "100 Tears" pides ultra-gore y te importan un pimiento los personajes y posibles subtramas, exiges ir al grano y sin justificaciones, que a fin de cuentas es lo que, a falta de mejores actores y mayores medios, aportan estas películas en contraste con un terror más "mainstream" y respetable. Pero entonces al director le da por tomarse todo ello demasiado en serio, por querer hacer "una de verdad" con sus clichés y fórmulas, y pasa lo que pasa. Algo que se denota especialmente con el innecesariamente extenso clímax final. Es decir, que llegado cierto punto estamos deseando que se acabe. No lo niego, tenía leves expectativas con "100 Tears" y me defraudó bastante.
Poco después a Marcus Koch le dio por hacer un thriller psicológico en plan bizarro y sin truculencia llamado "Fall". Recibió buenas críticas pero, claro, no trascendió demasiado. Pasado eso, intentó buscar financiación para una segunda parte de "100 Tears" mediante crowdfunding. Pero no lo consiguió. Nadie se ha lamentado por ello, ciertamente.
viernes, 16 de febrero de 2018
MATERIAL URBANO
“Material Urbano” cuenta la historia de una jovencita,
Maite, que consciente de que es deseada por los hombres llega a la siguiente
conclusión; para que va a dar a los hombres su cuerpo gratis cuando estos de
buena gana pagarían por él. Y como quiere comprarse una moto a toda costa,
decide prostituirse. Llegados a ese punto, no solo se vuelve puta, sino también
una descarada y una hedonista, dispuesta a hacer en cualquier momento lo que le
venga en gana. En su nueva condición conocerá a dos individuos opuestos, un
pijo que se cree que puede comprar lo que le de la gana y un quinqui. En el
trasiego hacia el anhelo de ella, que es comprar la moto, le sucederán montones
de cosas extrañas y extremas.
Esta mezcla de “Cine Quinqui”—mal entendido y peor
representado— y nueva comedia española, resulta ser una película un tanto rara,
misteriosa y desperada, en cuanto a que intenta por todos los medios ser una
película transgresora procurando no sobrepasar los límites. Todos su personajes
destilan odio y mala leche, todos son impulsivos y violentos, pero en realidad
luego ninguno de ellos llega a realizar ningún acto verdaderamente aberrante
como en un principio parece ser. Sin embargo detrás de las camaras si ocurren
cosas aberrantes. Por ejemplo: En un momento de la película, en su afán por
engañar en la percepción de la película al espectador, un grupo que quinquis se
arman hasta las cejas con escopetas. Parece que van a cometer un atraco o se
van a matar con una banda rival o algo así; pero no. Con el fin de hacerlos
parecer menos malvados de lo que su aspecto nos sugiere, para lo que quieren
las armas es para disparar a las ratas, que habitan por miles, en la nave
abandonada dónde suelen estar ellos haciendo sus cosas. Ergo, no son tan malvados. Sin embargo, y lo que me trae a
mí de cabeza, es que vemos como las ratas son reventadas a balazos delante de
la cámara. Así que la producción, mató ratas de manera real ¿Qué necesidad
había? Con todo, no podría asegurar que ese material no sea de archivo, así que
no dejan de ser elucubraciones mías.
Al margen de todo esto, la película es extraña, diferente,
como solo los catalanes sabían hacerlo en los 80, y entretenida a más no poder,
apoyándose todo esto en la misma agresividad de los personajes que nunca sabes
por dónde te van a salir. Una rareza de nuestro cine.
Protagonizada por Mónica Molina, hija de Antonio Molina y
hermana de Angela y Miky (que luego haría carrera como cantante), los planos en
los que sale en pelotas son incontables, y aunque le pone énfasis a su actuación,
la verdad es que no estaba muy dotada para la actuación la muchacha. Aún así,
hizo algo más de cine. La secundan clásicos del cine catalán como puedan ser Alfred Luchetti o Juanjo Puigcorbé, junto a otros como Ovidi Montllor y Julieta Serrano.
Dirige la película Jordi Bayona, un hombre con mucha
afición, que tras casi 20 años dedicado al mundo editorial siendo uno de los
directivos de bruguera, abandona un puesto de trabajo estable para dedicarse a
hacer cine. De esa arriesgada decisión, salieron dos largometrajes, “Putapela”
que la vio poquísima gente, y esta “Material Urbano” que vieron 4.921
espectadores de 1987 en cines, lo que para esa época es, nada. Su vida
comercial posterior en cine o T.V. tampoco es muy acusada.
Con todo, una rareza, solo posible de encontrar en la red de
redes.
miércoles, 14 de febrero de 2018
LOS FOTOCROMOS DE "ATRAPADO POR SU PASADO"
Brian de Palma decidido a repetir el exito dramático-estético de "El precio del poder", se marca 10 años después algo que muchos expertos han tildado de hipotética secuela. Podría ser, pero no. Se trata simplemente de una cojonuda puta pelí de gansteres más, con Al Pacino.
Aquí sus fotocromos.
Aquí sus fotocromos.
domingo, 11 de febrero de 2018
GREMLIN
Confeccionada (y conocida en algunos países) en un principio
bajo el título de “The Box”, que mejor manera de promocionar esta película que
explotando, aunque sea minimamente, la maravillosa franquicia de Joe Dante.
Pero el único punto en común que guarda esta cinta con “Gremlins”, es que hay
un pequeño monstruo dentro de una caja, Más allá de eso, lo único parecido que
tiene es el título — y la tipografia—.
Ahora, gran elección la de titular a la película “Gremlin”,
porque, efectivamente, si captó mi curiosidad más allá del horroroso cartel con
el que cuenta, fue porque su título que instó a que pensara “¿qué demonios es
esto?”
Cuenta cómo una caja que contiene un monstruito que parece
un saltamontes (y que resulta ser un dios) llega hasta un matrimonio con su
hijito, siendo esta entregada por un familiar lejano de estos. El bichejo, en
un momento dado sale de la caja, y se carga a todo aquél que le place. La única forma
de deshacerse de él, es regalando la
caja con su contenido a alguien al que el actual propietario tenga afecto.
Por otro lado, un detective que se encuentra con todo este
pifostio, investiga el caso.
Se trata de un film que aún habiendo pasado por algún
festival, se concibe para esos canales temáticos de las plataformas digitales,
gustosos de ofrecer a sus suscriptores decenas de telefilms llenos de
infografía del siglo pasado. Todos ellos, al final, consecuencia de la maldita “The Asylum”.
“Gremlin”, no deja de ser este tipo de producto, sustentándose,
además, en la figura del Gremlin del título, es decir, que aparece mucho, todo
el rato. Tanto, que en un alarde di generosidad para con la creación digital,
el Gremlin ¡se hace gigante!
El diseño del bicho es la cosa más fea y poco atractiva que
he visto en lustros, pero no tan siquiera lo es tanto como para causar la risa
o la mofa. La película va, eso si, arropada por un halo de seriedad, que ya le
viene bien a este tipo de mierdotes, para que no todo acabe siendo el “Sharknado”
de turno. Entonces, la consecuencia de todo esto, es que la película, mala a
rabiar, se deja ver sin mayor problema, siempre que a la vez estemos haciendo
una tarea alternativa, sea esta mirar el wassap, sea esta masturbarnos. Y así,
pues se ve y tan ricamente.
El director de esto, Ryan Bellgardt, tiene además de esta
otra película que lleva por título “Army of Frankensteins”. Por otro lado, se
encuentra en postproducción su siguiente
película, “Jurassic Games”, un híbrido entre “Los juegos del hambre” y “Parque Jurasico”. Con títulos así, se pueden hacer una idea de la clase de director
ante el que estamos. Y el caso es que Bellgardt, fan se Spielberg y de JohnCarpenter, cuenta con su propia compañía bajo la que se ampara este título y
los spots publicitarios con los que trabaja. Una productora que empezó como
hobby, para dar rienda a su creatividad los fines de semana y que ha acabado convirtiéndose
en su modo de vida.
Bueno, un individuo ingenuo y simpático. Veremos que va
haciendo.
viernes, 9 de febrero de 2018
PUMPING IRON
Yo andaba detrás de ver este documental desde que se
difundieran por internet, unas imágenes
de Arnold Schwarzenegger muy jovencito, con una camiseta que decía “Arnold is
número uno”, fumándose, con gran placer, un canuto. No tardé en descubrir que
las imágenes pertenecían a un documental titulado “Pumping Iron” y que mostraba
el ascenso de Arnie en los USA.
Por extraños designios de la percepción de las cosas, yo
pensaba que se trataba de un documental que nos mostraba su ascenso desde el
mundo del culturismo, hasta su estrellato en el del cine, pero lejos de eso, me
encuentro con un documental que únicamente se centra en los 100 días previos a
la sexta competición de Mr Olimpya que Schwarzenegger ganaría por sexta vez
consecutiva, venciendo al aspirante, Lou Ferrigno, que lo ganaría con
posterioridad.
No me gusta el deporte, la competitividad. Por ende, no me
gustan los deportistas ni su obcecación con ser el primero en lo que quiera que
sea la mierda que practican. Me dan grima. Considero a los deportistas, a
rasgos generales, gente acomplejada que suple sus carencias afectivas moldeando
sus cuerpos con la finalidad de parecer —solo parecer— superior al resto de los
mortales. Este sentimiento de desprecio se hace mayor si ese deporte es el
culturismo, donde el objetivo es moldear el cuerpo para parecer gigantes.
En ese sentido el documental “Pumping Iron”, es un estupendo
documental, ya que sin manipular de ninguna manera, ya que no es la intención
del cineasta, muestra a estas estrellas del culturismo como lo que son, gente
triste y acomplejada intentando escabullirse de sus vidas pasadas. Esto que
digo, está mucho más presente en la presencia de algunos culturistas
secundarios del documental, que cuentan sin remilgos como sufrían el buying en
sus carnes, o el desprecio de los otros chicos por ser flojuchos. En el caso de
Arnie, da la sensación que en la fase en la que se centra el documental, ya
tiene sus complejos más que superados y ahora lo que le mueve es la ambición,
de la misma manera que vemos claramente cómo Lou Ferrigno está ahí única y
exclusivamente para ver cumplidos los deseos de su padre, más ambicioso y
obcecado que él.
Al margen de esto, me sorprende mucho el comprobar como
todos los culturistas retratados en la película, Arnold incluido, acusan un
marcado retraso mental.
Muy curioso. Se deja ver, independientemente de la opinión o
interés que pueda tener el espectador de cine sobre el deporte.
El director, George Butler, que ya había escrito un libro
previo del mismo título sobre el bodybuilding,
rodó el documental totalmente metido en el epicentro, filmó a los
culturistas, habló con los culturistas y vivió con los culturistas, quedándose
sin dinero a mitad de rodaje. A punto estuvo de abortar el proyecto por estos
motivos, pero el propio Arnie, sediento de reconocimiento, junto con otros de
los culturistas que aparecen en el film, se las ingeniaron para recaudar fondos
y que así, Butler, pudiera terminar la película. Lo consiguió.
La película se estrenó en 1977, con Arnold Schwarzenegger
haciendo ya sus primeros pinitos serios en el cine con “El Gran Guardaespaldas”
entre otras, y se convirtió en un éxito de crítica y de taquilla, cosa esta que
ayudó a Arnold en su posterior carrera en Hollywood. De hecho, “Pumping Iron”,
se pasó en algunos canales de televisión con el título de “El Governador de
acero”, en referencia al cargo que durante años ocupó Arnold en California.
La película generó dos secuelas, una de las cuales centrada
en el mundo del culturismo femenino.
En españa, tras estar muchos años inencontrable, últimamente
se suele ver en cualquier parte, ediciones en DVD, todas piratas, que van desde
ediciones de esas de un Euro, hasta otras que la hacen parecer más lujosa de lo
que en realidad es. Ya que todas sus ediciones son piratas, casi mejor si se
descarga de internet. Aunque me declaro culpable de tener una de esas mierdosas ediciones.
martes, 6 de febrero de 2018
EL ZINE DE ZEBUB
Una de las (muchas) cosas que me fascinan de Estados Unidos es que allí cualquier mindundi que haga películas amateurs con una cámara de vídeo puede, especialmente si se introduce activamente en el circuito de las convenciones dedicadas al cine de terror y aledaños, ganarse unas pocas buenas perras e incluso convertirse en una sub-estrella. Por ejemplo, alguien como Bill Zebub.
De condición total y absolutamente death-metalera, el pasado creativo de Zebub lo apuntala un fanzine dedicado a la música que más le pone, y al que no le iba nada mal en lo suyo, "The Grimoire of Exalted Deeds". Si algo lo hacía destacar por encima de otros, era su tendencia a incomodar a los entrevistados con preguntas comprometidas e incluir mogollón de fotos de chatis en ropa interior o en pelotas. Poco sabía entonces Zebub que tal táctica iba a ser fundamental en sus futuras tareas audiovisuales. Estas tardaron un poco en llegar. No dispone de un pasado cortometrajil ni nada parecido, únicamente cuenta con sendos vídeos en los que se curraba bromas pesadas a modo de un "Jackass" primigenio.
Un día se animó a agarrar una video-cámara común y grabar una comedia titulada "Metalheads". Un pequeño distribuidor la vio, le gustó, la adquirió, la editó y, por lo visto, funcionó lo bastante bien como para que Bill Zebub pusiese en marcha una carrera ultra-prolífica que aún dura.
Acudiendo cierto día a una convención, se encontró con un célebre videoasta dedicado en cuerpo y alma a vender sus obras (por las que Zebub no sentía ninguna simpatía). El tipo le contó que le habían diagnosticado cáncer y que en breve se disponía a pasar por el consiguiente calvario de la respectiva curación. Tiempo después, más delgado, sin pelo y algo debilitado, le anunció que habían logrado detener la terrible enfermedad. Pero eso no fue lo que impresionó a Zebub, lo que de verdad le llamó la atención fue ver que ese tipo, a pesar de su grave dolencia, seguía ahí, al pié del cañón, incansable. Tal actitud inspiró al metalero, que se avergonzó de no aprovechar su buena salud para crear sin reposo. Y aunque Bill Zebub nunca ha dado el nombre del individuo misterioso, tengo mis serias sospechas para creer que se trata de Tim Ritter, pionero cineasta "backyard" con una película editada en España durante los años 80, "Eliminator".
Dicho y hecho, la obra de Bill Zebub se cuenta por decenas y decenas de títulos. Varios al año. Es el paradigma de lo bueno y malo del vídeo, su economía permite crear sin parar... pero claro, ¿a qué precio?. Ahí está el quit de la cuestión.
Lo que define largamente el "cine" de Zebub en cuanto a temática y estilo es su tendencia a la comedia ofensiva y políticamente incorrecta, con especial predilección por atacar a la religión católica (¡condición death/black-metalera obliga!). Así de primeras puede que sí, que algunos de los títulos de su catálogo suenen un poco demasiado zafios y brutos. Ejemplos: "Santa Claus: Serial Rapist" ("Santa Claus: Violador en serie"), "Dickshark" ("Pichaburón"), "Jesus, the Daughter of God" ("Jesús, la hija de Dios"), "Jesus, the Total Douchebag" ("Jesús, el cretino total"), "Rap Sucks" ("El rap apesta"), "Zombiechrist" ("Zombiecristo"), "Frankenstein the Rapist" ("Frankenstein, el violador"), "The Most Offensive Comedy Ever Made" ("La comedia más ofensiva jamás hecha"), "Rape Is a Circle" ("La violación es un círculo"), "Jesus Christ: Serial Rapist" ("Jesucrito: violador en serie") o "The Worst Horror Movie Ever Made" ("La peor película de horror jamás hecha"), de la que llegó a producir un remake "mejorado". O dos. Este fue mi desvirgue con la obra de Zebub. Como era de esperar, el título llamó la atención de los fans del cine de terror, especialmente aquellos interesados en las películas "malas pero divertidas", de ahí que alguien la partiera en dos cachos y la subiera a Youtube. Así es como la consumí. O parte de ella, porque no llegué a terminarla. De entrada me hizo gracia su cutrismo y su desfase, pero poco a poco el exceso de idas de olla "porque sí" terminó saturándome y la dejé sin llegar al final (y es que además Zebub no se contenta con duraciones escuetas, le gusta tirar de dos horas o más, típica característica de aquel que graba en vídeo ignorando el elemento "ritmo interno").
"Human Antfarm" ("Granja de hormigas humana", también conocida como "Antfarm Dickhole", algo así como "Granja de hormigas en el orificio de la picha") cuenta la estúpida historia de un "nerd" que descubre a una colonia de hormigas habitando en el interior de su minga. De esta manera, aprovechará para vengarse de todos aquellos que le han machacado y/o rechazado, sean matones o chicas. Todo ello narrado a base de muchos diálogos, absurdismo a mansalva, música metal de línea dura, una dirección extremadamente plana, la percha colándose muchas veces en el plano y unos efectos especiales cortesía de la tienda de disfraces de la esquina, incluida la polla por la que surgen hormigas de plástico y que en una ocasión es mamada. Debo reconocer que dadas las circunstancias -entre ellas que la vi en versión original a pelo- no fue un suplicio excesivamente doloroso (vale la pena destacar la frase promocional de la carátula, en la que queda evidenciado el "poder" de las convenciones: "La sensación de las convenciones de terror que redefine lo que es una serie B!").
Sin embargo, a poco que consumas, veas y mires con atención, descubres que todo ello resulta de lo más inofensivo. Es la característica doble moral yanki. Por un lado me paso tres pueblos, pero por otro luego me justifico en las entrevistas e incluso al principio de las películas, donde aviso al posible espectador de que lo que verá puede resultarle molesto, pero que no se lo tome muy en serio que es coña. Todo ello adquiere, de tan exagerado y tontuno, un rollo tardo-adolescente de "caca, culo, pedo, pis" capaz de irritar únicamente a los muy paletos y/o fundamentalistas.
Otra de las especialidades de Zebub consiste en incluir a chicas desnudas, o semi-desnudas, de supuesto buen ver. La pesadilla de toda feminazi. Era algo que al principio no podía hacer, contando con amigas que enseñaban tetas falsas y cosas por el estilo, pero a medida que fue ganándose una reputación(cilla) lo convirtió en una constante, consciente de que era ESO lo que realmente animaba las ventas. De hecho, generalmente estas timoratas dosis de erotismo suelen ser puro parche, relleno para llamar a los pajilleros de rigor. No solo es gratuito, es que podrían extirparse todas (o ponerles más ropa a las actrices) y no afectaría ni lo más mínimo a la trama. Es evidente que el verdadero interés del director está en todo lo demás, especialmente el guión, porque estéticamente tira de lo más básico, elemental y poco imaginativo. Zebub comenta que estas chicas cobran por su labor y que, por supuesto, y a pesar de los rumores, no se acuesta con ellas. Y es que ahí donde le veis, apariencias aparte, el tipo no tiene un pelo de tonto. Si hemos de fiarnos de las entrevistas, se trata de alguien con el cerebro muy bien puesto y una notable capacidad para darle al pico. Alguien que, trágicamente, se ha visto atrapado en la imagen que él mismo ha creado de "cineasta undeground/indie/amateur jevi-metalero de discurso políticamente incorrecto y maneras golfas". Así lo prueban sendos vídeos altamente patéticos en los que recorre medio borracho los hoteles donde se celebran las convenciones, vuelca alguna silla y deja botellas vacías donde no debe mientras todo el séquito que le sigue lo aplaude y jalea. Muy triste.
De condición total y absolutamente death-metalera, el pasado creativo de Zebub lo apuntala un fanzine dedicado a la música que más le pone, y al que no le iba nada mal en lo suyo, "The Grimoire of Exalted Deeds". Si algo lo hacía destacar por encima de otros, era su tendencia a incomodar a los entrevistados con preguntas comprometidas e incluir mogollón de fotos de chatis en ropa interior o en pelotas. Poco sabía entonces Zebub que tal táctica iba a ser fundamental en sus futuras tareas audiovisuales. Estas tardaron un poco en llegar. No dispone de un pasado cortometrajil ni nada parecido, únicamente cuenta con sendos vídeos en los que se curraba bromas pesadas a modo de un "Jackass" primigenio.
Un día se animó a agarrar una video-cámara común y grabar una comedia titulada "Metalheads". Un pequeño distribuidor la vio, le gustó, la adquirió, la editó y, por lo visto, funcionó lo bastante bien como para que Bill Zebub pusiese en marcha una carrera ultra-prolífica que aún dura.
Acudiendo cierto día a una convención, se encontró con un célebre videoasta dedicado en cuerpo y alma a vender sus obras (por las que Zebub no sentía ninguna simpatía). El tipo le contó que le habían diagnosticado cáncer y que en breve se disponía a pasar por el consiguiente calvario de la respectiva curación. Tiempo después, más delgado, sin pelo y algo debilitado, le anunció que habían logrado detener la terrible enfermedad. Pero eso no fue lo que impresionó a Zebub, lo que de verdad le llamó la atención fue ver que ese tipo, a pesar de su grave dolencia, seguía ahí, al pié del cañón, incansable. Tal actitud inspiró al metalero, que se avergonzó de no aprovechar su buena salud para crear sin reposo. Y aunque Bill Zebub nunca ha dado el nombre del individuo misterioso, tengo mis serias sospechas para creer que se trata de Tim Ritter, pionero cineasta "backyard" con una película editada en España durante los años 80, "Eliminator".
Dicho y hecho, la obra de Bill Zebub se cuenta por decenas y decenas de títulos. Varios al año. Es el paradigma de lo bueno y malo del vídeo, su economía permite crear sin parar... pero claro, ¿a qué precio?. Ahí está el quit de la cuestión.
Lo que define largamente el "cine" de Zebub en cuanto a temática y estilo es su tendencia a la comedia ofensiva y políticamente incorrecta, con especial predilección por atacar a la religión católica (¡condición death/black-metalera obliga!). Así de primeras puede que sí, que algunos de los títulos de su catálogo suenen un poco demasiado zafios y brutos. Ejemplos: "Santa Claus: Serial Rapist" ("Santa Claus: Violador en serie"), "Dickshark" ("Pichaburón"), "Jesus, the Daughter of God" ("Jesús, la hija de Dios"), "Jesus, the Total Douchebag" ("Jesús, el cretino total"), "Rap Sucks" ("El rap apesta"), "Zombiechrist" ("Zombiecristo"), "Frankenstein the Rapist" ("Frankenstein, el violador"), "The Most Offensive Comedy Ever Made" ("La comedia más ofensiva jamás hecha"), "Rape Is a Circle" ("La violación es un círculo"), "Jesus Christ: Serial Rapist" ("Jesucrito: violador en serie") o "The Worst Horror Movie Ever Made" ("La peor película de horror jamás hecha"), de la que llegó a producir un remake "mejorado". O dos. Este fue mi desvirgue con la obra de Zebub. Como era de esperar, el título llamó la atención de los fans del cine de terror, especialmente aquellos interesados en las películas "malas pero divertidas", de ahí que alguien la partiera en dos cachos y la subiera a Youtube. Así es como la consumí. O parte de ella, porque no llegué a terminarla. De entrada me hizo gracia su cutrismo y su desfase, pero poco a poco el exceso de idas de olla "porque sí" terminó saturándome y la dejé sin llegar al final (y es que además Zebub no se contenta con duraciones escuetas, le gusta tirar de dos horas o más, típica característica de aquel que graba en vídeo ignorando el elemento "ritmo interno").
"Human Antfarm" ("Granja de hormigas humana", también conocida como "Antfarm Dickhole", algo así como "Granja de hormigas en el orificio de la picha") cuenta la estúpida historia de un "nerd" que descubre a una colonia de hormigas habitando en el interior de su minga. De esta manera, aprovechará para vengarse de todos aquellos que le han machacado y/o rechazado, sean matones o chicas. Todo ello narrado a base de muchos diálogos, absurdismo a mansalva, música metal de línea dura, una dirección extremadamente plana, la percha colándose muchas veces en el plano y unos efectos especiales cortesía de la tienda de disfraces de la esquina, incluida la polla por la que surgen hormigas de plástico y que en una ocasión es mamada. Debo reconocer que dadas las circunstancias -entre ellas que la vi en versión original a pelo- no fue un suplicio excesivamente doloroso (vale la pena destacar la frase promocional de la carátula, en la que queda evidenciado el "poder" de las convenciones: "La sensación de las convenciones de terror que redefine lo que es una serie B!").
Sin embargo, a poco que consumas, veas y mires con atención, descubres que todo ello resulta de lo más inofensivo. Es la característica doble moral yanki. Por un lado me paso tres pueblos, pero por otro luego me justifico en las entrevistas e incluso al principio de las películas, donde aviso al posible espectador de que lo que verá puede resultarle molesto, pero que no se lo tome muy en serio que es coña. Todo ello adquiere, de tan exagerado y tontuno, un rollo tardo-adolescente de "caca, culo, pedo, pis" capaz de irritar únicamente a los muy paletos y/o fundamentalistas.
Otra de las especialidades de Zebub consiste en incluir a chicas desnudas, o semi-desnudas, de supuesto buen ver. La pesadilla de toda feminazi. Era algo que al principio no podía hacer, contando con amigas que enseñaban tetas falsas y cosas por el estilo, pero a medida que fue ganándose una reputación(cilla) lo convirtió en una constante, consciente de que era ESO lo que realmente animaba las ventas. De hecho, generalmente estas timoratas dosis de erotismo suelen ser puro parche, relleno para llamar a los pajilleros de rigor. No solo es gratuito, es que podrían extirparse todas (o ponerles más ropa a las actrices) y no afectaría ni lo más mínimo a la trama. Es evidente que el verdadero interés del director está en todo lo demás, especialmente el guión, porque estéticamente tira de lo más básico, elemental y poco imaginativo. Zebub comenta que estas chicas cobran por su labor y que, por supuesto, y a pesar de los rumores, no se acuesta con ellas. Y es que ahí donde le veis, apariencias aparte, el tipo no tiene un pelo de tonto. Si hemos de fiarnos de las entrevistas, se trata de alguien con el cerebro muy bien puesto y una notable capacidad para darle al pico. Alguien que, trágicamente, se ha visto atrapado en la imagen que él mismo ha creado de "cineasta undeground/indie/amateur jevi-metalero de discurso políticamente incorrecto y maneras golfas". Así lo prueban sendos vídeos altamente patéticos en los que recorre medio borracho los hoteles donde se celebran las convenciones, vuelca alguna silla y deja botellas vacías donde no debe mientras todo el séquito que le sigue lo aplaude y jalea. Muy triste.
Y es que la "Zebub Crew" no tiene desperdicio. Por un lado tenemos a los alternativos de postín, con sus tattoos, sus piercings, su pelo teñido y su ropa negra. Y por otro, pues a los inadaptados con sobrepeso que, seguramente, no han tocado una teta (de mujer) en su vida. Dice el ex-editor de "Fangoria", Chris Alexander, que Zebub no es feliz porque se ve obligado a complacer a la panda de perdedores que de él únicamente esperan ubres y chistes de pollas. Y algo de eso hay. Lo prueban sendas películas en las que habla de su misma condición con humor pero sin dejar de lamentarse ("Indie Director" y la reciente "Exploitation", en la que incluso se parodia al fan medio que le compra dvds en las convenciones) y, sobre todo, últimamente no puede evitar pseudo-intelectualizar sus propias películas en busca de cierto respeto citando como inspiración a los filósofos griegos y no sé cuantas mamarrachadas más. También ocasionalmente lo ha intentado con temáticas serias y mal rolleras, más propias de esta clase de subprodcutos, a base de violaciones y humillaciones a chicas guapas, como con "Breaking Her Will" ("Rompiendo su voluntad"), aunque no es algo muy habitual.
"Dolla Morte" vendría a ser algo así como la versión más cafre, mucho más políticamente incorrecta y, sobre todo, mucho más cruda de "Team América: Policía del mundo". Bill Zebub se agencia un puñado de muñecas, muñecos, juguetes y casitas para contar una historia incomprensible sobre la llegada del anticristo a la tierra. Aunque entenderla es lo de menos, de lo que se trata es de encadenar el mayor número posible de ideas perversas, chocantes y altamente provocadoras (sobre todo en lo que respecta a cuestiones religiosas) con el fin de escandalizar a todo aquel que se deje. Zebub tortura, machaca, ridiculiza y humilla sexualmente a mujeres, militares, grandes mandatarios, terroristas y al Papa de Roma. Todo ello acompañado de un porrón de "doom metal" como fondo sonoro. El problema de "Dolla Morte" es el mismo que la película de Trey Parker y Matt Stone pero mucho peor, comienza a dejar de ser divertida tras unos 15 o 20 minutos y se vuelve monótona. Confieso que hubo momentos en los que me cagaba en Zebub y me tentaba apagar el reproductor. Pero luego, justamente por esa demostración de descaro, el "todo vale" y la mala leche aplicada en todos los sentidos (incluida su realización feísta, incompetente, anti-estética, de cámara tambaleante, cromas cerdos, titubeantes zooms y que incluye ocasionalmente la mano del tipo que manipula los muñecos), uno termina empatizando con la puta peli y hasta la disfruta comedidamente. En sendas ocasiones el propio director ha reconocido que se avergüenza un poco de ella.... ¡¡para que él lo diga!!. Como dato extra, comentar que uno de los muchos que ponen voces a los muñecos no es otro que J.T.Petty, reputado cineasta "indie" -de verdad- al que debemos títulos como la cult-movie "Soft for Digging", la secuela videoclubera "Mimic 3: El guardián" o "The Burrowers". Que se liara en semejante jardín obedece a que el mismo año 2006 incluyó a Bill Zebub en el reparto de un falso documental titulado "S&man" interpretándose a sí mismo y que gira, justamente, en torno a las convenciones y a un supuesto cineasta snuff que encuentra ahí el marco ideal para vender sus grabaciones de crímenes reales.
Bill Zebub se muere de ganas de dejar de ser Bill Zebub, pero no puede. O no quiere porque perderá a aquellos que le compran los dvds compulsivamente. Habla siempre orgulloso de que aprovecha su libertad "indecentemente", y hasta en una charla que dio junto a Lloyd "Troma" Kaufman presumía de ello ante el mecenas de la famosa/infame productora de New Jersey, mucho más atado a su audiencia y, probablemente, mucho más frustrado en lo creativo. Pero no me lo trago, y a los hechos arriba expuestos me remito.
Bill Zebub se muere de ganas de dejar de ser Bill Zebub, pero no puede. O no quiere porque perderá a aquellos que le compran los dvds compulsivamente. Habla siempre orgulloso de que aprovecha su libertad "indecentemente", y hasta en una charla que dio junto a Lloyd "Troma" Kaufman presumía de ello ante el mecenas de la famosa/infame productora de New Jersey, mucho más atado a su audiencia y, probablemente, mucho más frustrado en lo creativo. Pero no me lo trago, y a los hechos arriba expuestos me remito.
Hoy por hoy Bill Zebub continúa a tope con su micro-imperio, aunque da la sensación de que ha frenado un poco tanta prolífica actividad. Como dijo alguien por ahí, a medida que pasan los años es más evidente que se ha hecho prisionero de su propia fórmula y parece que, aunque quiera, no puede salirse de ella. Habrá que ver qué ocurrirá cuando Bill Zebub se queme. ¿Será capaz de reinventarse?. O, más difícil todavía, ¿tendrá el valor necesario?. Veremos. O no.
domingo, 4 de febrero de 2018
VICTOR CROWLEY (HATCHET 4)
Siempre digo que el cine de terror empeoró en el momento que los auténticos fans del mismo sustituyeron a los artesanos en la silla del director. Generalmente es una afirmación que sigo considerando válida... aunque hay leves excepciones. Tal vez Adam Green se encuentre entre ellas. No es que su cine sea la repanocha, pero al menos tampoco ofende. Hay amor en lo que hace y cierto distanciamiento, sin llegar a la arrogante superioridad de un Tarantino/Rodriguez.
El año 2006 Green debuta en el campo del horror con "Hatchet", que se anuncia como un regreso a las maneras de la vieja escuela. Eslogan lastrado por un exceso de humor y un gore que de tan exagerado resulta totalmente irreal, características estas nada comunes a ese supuesto terror añejo. No obstante, la peli, que retoma los esquemas del slasher de toda la vida cambiando el tono aséptico general propio de "Scream" y consortes por uno más visceral, y un asesino monstruoso, deforme y todopoderoso como los de antes (no en balde interpretado por Kane Hodder, el "Jason Voorhees" más popular), está simpática y convence. Tanto como para parir una secuela en 2010 y una tercera entrega pasados tres años en la que Green se aleja de su rol como director para escribir y producir ejecutivamente.
Con el tiempo "Hatchet" y su psycho-killer protagonista, Victor Crowley, habían logrado granjearse un mini-culto suficiente como para animar a Adam Green a lanzarse con una cuarta parte superada ya una década desde la original, y estrenarla sin anuncio previo, ni aviso alguno, cosa esta que dado cómo anda el patio está muy bien y se agradece (y cada vez se impone más). En ella, el cineasta retoma el puesto de director/guionista y cambia el título, en lugar de "Hatchet 4" tenemos "Victor Crowley".
No hace ninguna falta haber visto las otras para consumir esta, ya que, primero, te hacen un estupendo resumen al principio y, segundo, esquemáticamente sigue siendo un slasher sin mayores complicaciones. El superviviente de la última masacre es convencido por su agente para volver al pantano donde todo ocurrió junto a un equipo de televisión. Van en un avión privado que se estrellará justo donde no debe. Muy cerca, andan unos chavales que quieren rodar un trailer con el que convencer a posibles inversores de que Victor Crowley es buen tema para un largometraje (estos detalles destinados a los auténticos devotos son los que me molan de Adam Green). A través de un móvil, alguien recitará el conjuro vudú que hará regresar a Crowley de la tumba y emprenderla a hachazos, y lo que haga falta, con todo el reparto, que intentará resistir recluyéndose en los restos del avión.
Como suele pasar con todas las películas de la saga, esta arranca muy bien, de modo harto interesante y entretenido, pero en cuanto se planta en la parte puramente slasher, la cosa comienza a tambalearse. A veces más, a veces menos. En "Victor Crowley" ese tambaleo es soportable, el ritmo flojea pero no decae, y el conjunto se lleva bastante bien. La parte de comedia es especialmente visible en el primer tramo, donde llegué a reírme a carcajadas con el modo en que el piloto del avión se comunica con los pasajeros. Y, por supuesto, tampoco falta el gore, tan extremo como gran guiñolesco, hay muertes realmente brutas que contrastan con otras menos gráficas. Es irónico que, teniendo en cuenta toda la sangre que presencié durante el visionado, el único fallecimiento que de verdad me afectó, por su dureza y realismo, es uno sin gota de hemoglobina, pero sí mucha agua.
Otro de los aspectos comunes de la saga son los cameos o los pequeños papeles reservados para "viejas glorias" asociadas a los clásicos modernos del cine fantástico. Dada la inmensa galería que en ese sentido sumaban los castings de los tres primeros "Hatchet", para esta ocasión había menos donde rascar, pero algo hay: Felissa Rose de "Sleepaway Camp", la scream queen Tiffany Shepis y Tyler Mane (el "Michael Myers" de Rob Zombie) son los más evidentes. Cameo también para el propio Green y su querido perro.
El cortante final es cojonudo, así como la canión de "Ignitor" que suena durante los créditos.
"Victor Crowley" está dedicada a Wes Craven y George A. Romero. Bonito gesto de cuya sinceridad no dudo viniendo de quien viene.
El año 2006 Green debuta en el campo del horror con "Hatchet", que se anuncia como un regreso a las maneras de la vieja escuela. Eslogan lastrado por un exceso de humor y un gore que de tan exagerado resulta totalmente irreal, características estas nada comunes a ese supuesto terror añejo. No obstante, la peli, que retoma los esquemas del slasher de toda la vida cambiando el tono aséptico general propio de "Scream" y consortes por uno más visceral, y un asesino monstruoso, deforme y todopoderoso como los de antes (no en balde interpretado por Kane Hodder, el "Jason Voorhees" más popular), está simpática y convence. Tanto como para parir una secuela en 2010 y una tercera entrega pasados tres años en la que Green se aleja de su rol como director para escribir y producir ejecutivamente.
Con el tiempo "Hatchet" y su psycho-killer protagonista, Victor Crowley, habían logrado granjearse un mini-culto suficiente como para animar a Adam Green a lanzarse con una cuarta parte superada ya una década desde la original, y estrenarla sin anuncio previo, ni aviso alguno, cosa esta que dado cómo anda el patio está muy bien y se agradece (y cada vez se impone más). En ella, el cineasta retoma el puesto de director/guionista y cambia el título, en lugar de "Hatchet 4" tenemos "Victor Crowley".
No hace ninguna falta haber visto las otras para consumir esta, ya que, primero, te hacen un estupendo resumen al principio y, segundo, esquemáticamente sigue siendo un slasher sin mayores complicaciones. El superviviente de la última masacre es convencido por su agente para volver al pantano donde todo ocurrió junto a un equipo de televisión. Van en un avión privado que se estrellará justo donde no debe. Muy cerca, andan unos chavales que quieren rodar un trailer con el que convencer a posibles inversores de que Victor Crowley es buen tema para un largometraje (estos detalles destinados a los auténticos devotos son los que me molan de Adam Green). A través de un móvil, alguien recitará el conjuro vudú que hará regresar a Crowley de la tumba y emprenderla a hachazos, y lo que haga falta, con todo el reparto, que intentará resistir recluyéndose en los restos del avión.
Como suele pasar con todas las películas de la saga, esta arranca muy bien, de modo harto interesante y entretenido, pero en cuanto se planta en la parte puramente slasher, la cosa comienza a tambalearse. A veces más, a veces menos. En "Victor Crowley" ese tambaleo es soportable, el ritmo flojea pero no decae, y el conjunto se lleva bastante bien. La parte de comedia es especialmente visible en el primer tramo, donde llegué a reírme a carcajadas con el modo en que el piloto del avión se comunica con los pasajeros. Y, por supuesto, tampoco falta el gore, tan extremo como gran guiñolesco, hay muertes realmente brutas que contrastan con otras menos gráficas. Es irónico que, teniendo en cuenta toda la sangre que presencié durante el visionado, el único fallecimiento que de verdad me afectó, por su dureza y realismo, es uno sin gota de hemoglobina, pero sí mucha agua.
Otro de los aspectos comunes de la saga son los cameos o los pequeños papeles reservados para "viejas glorias" asociadas a los clásicos modernos del cine fantástico. Dada la inmensa galería que en ese sentido sumaban los castings de los tres primeros "Hatchet", para esta ocasión había menos donde rascar, pero algo hay: Felissa Rose de "Sleepaway Camp", la scream queen Tiffany Shepis y Tyler Mane (el "Michael Myers" de Rob Zombie) son los más evidentes. Cameo también para el propio Green y su querido perro.
El cortante final es cojonudo, así como la canión de "Ignitor" que suena durante los créditos.
"Victor Crowley" está dedicada a Wes Craven y George A. Romero. Bonito gesto de cuya sinceridad no dudo viniendo de quien viene.
viernes, 2 de febrero de 2018
THE CLOWN
Fechada en 2012, obviamente “The Clown” no es ni mucho menos
una de tantas consecuencias de la nueva adaptación para la gran pantalla de
“It”. Sin embargo, si que llega a los estantes de nuestras tiendas en un
momento que no puede ser más oportuno, y es que gracias a la nueva adaptación
de la novela de Stephen King, todo lo
que huela a payaso es susceptible de ser explotado. Ergo, “The Clown” llega
justo en el momento en el que también lo han hecho “Clowntergeist” o “Clown
Town”. Lo que la diferencia de estas, al margen de no ser una consecuencia
directa de “It”, es que se trata de una buena película.
Durante la fiesta de cumpleaños de un niño, el payaso que su
familia tiene contratado para animar el cotarro no aparece por allí, por lo que
el padre del niño, agente inmobiliario, decide acudir a la fiesta vestido de
payaso. Como no encuentra un traje convincente, abre un baúl que tiene en la
casa que intenta vender, y mira tú por dónde, tiene un disfraz de payaso
perteneciente a otra época. Se lo pone, y se presenta en a fiesta de cumpleaños
de su hijo marcándose un tanto. El problema viene cuando tratando de quitarse
el traje, la peluca y la nariz, ve que no puede, ya que estos complementos
están fuertemente adheridos a su cuerpo. En un intento por quitarse la nariz,
incluso llega a arrancarse parte de la suya propia.
Como no hay manera de quitarse el disfraz, contacta con
alguien que conocía al anterior inquilino, descubriendo por mediación de este,
que el disfraz de payaso no es tal cosa, sino la piel de un demonio que poco a
poco se va fundiendo con él. La única solución es suicidarse.
Mientras la mujer de nuestro protagonista y el conocedor del
disfraz, toda una suerte de Van Helsing mata-payasos, intentan solucionar este
problema, el payaso se llevará por delante tanto niño como se cruce en su
camino… porque las víctimas de esta película, que son despedazadas
violentamente, son únicamente niños.
No está nada mal este “The Clown”, una película con payaso
malo que huye de estereotipos y clichés, dando a una simple película de
mata-mata, unas componentes de corte fantástico —y demoníaco— que la sitúan
bastante por encima de otras películas tan pequeñas como esta de similar
calado. Y sobretodo, está condenadamente entretenida. No es gratuíto; Eli Roth,
que produce la cinta, tuvo el suficiente buen ojo para darle esta película a
uno de los nuevos genios de Hollywood, —junto con Damien Chazelle y Ryan Clooger—, Jon Watts, director de “Coche Policial” y de “Spider- Man Homecoming”. “The Clown”
sería su primera película profesional tras esa fan movie con la que consiguió
llamar la atención que fue “Our Robocop Remake”.
Sin embargo, ha tenido que pasar la fiebre de “Spider-Man
Homecoming” para que esta peliculita que tuvo un estreno en salas reducido y
una corta vida en el circuito de “video on demand”, sea relanzada en DVD y
Blu-Ray, teniendo en cuenta que su director está hoy en día de actualidad.
Con bastante y buen gore, Watts nos pestañea cuando declara
que para la composición de muchos de los planos de “The Clown”, se inspiró
absolutamente en los tiros de cámara y maneras de filmarlos de “Posesión Infernal”, una de sus películas favoritas. Paradójicamente, y al igual que Sam Raimi, acabaría en los grandes estudios dirigiendo una de las mejores películas
de Spider-Man.
Como curiosidad decir, que el poster que ilustra esta
entrada, fue censurado en Italia porque a los distribuidores de la película en
dicho país, les parecía en exceso terrorífico… la madre que los parió a los
italianos.
En definitiva, sin llegar a tirar cohetes ni rasgarnos las
vestiduras, la verdad es que se trata de una película que está verdaderamente
bien y que se explica por qué Jon Watts a acabado donde a acabado.
jueves, 1 de febrero de 2018
PALOS PUNTIAGUDOS
Cualquier banda de rock que para bautizarse tome prestada una palabra, o dos, de un gag de los Monty Python merece todos mis respetos. Es el caso de los "Pointed Sticks", lo que traducido al castellano sería "Palos Puntiagudos" y pertenece al sketch en el que John Clesee da una clase de defensa personal a unos cadetes donde vale como arma hasta un plátano. Es Eric Idle quien esputa el mentado término.
Los "Pointed Sticks" son una relativamente oscura banda Canadiense nacida por ahí 1978 cuando el boom del punk rock comenzaba a declinar, pero aún estaba caliente. No hay duda de que su sonido bebe de esa fuente, pero los "Pointed" suenan más melódicos que otra cosa. En realidad encajarían mejor en el llamado power pop (o punk pop, aunque el sonido "a lá Fat Wreck" que se entiende hoy por punk pop es altamente odioso). Sin embargo sus dos "hits" son, por velocidad y dinamismo, genuino punk rock. Hablo de "Out of luck" y "Somebody´s Mom", dos pildorazos de pura energía pegajosa, pogebale y perfectamente coreable. Un par de auténticas joyas.
Justamente, gracias a estas supe de su existencia, lo que no tendría nada de raro si no fuese por el cómo. Una anécdota la mar de bonita y que adoro rememorar.
Situémonos a mediados de los 90, cuando andaba yo a tope con el punk tras un primer intento infructuoso justo una década antes. En aquellos entonces consumía casi cualquier cosa que tuviese que ver con el tema, de ahí que decidiera alquilar la película "Caído del cielo / Out of Blue" tras leer no sé dónde que narraba la historia de una chavala ansiosa por formar parte del punk tras sentirse marginada entre los suyos. La peli venía firmada, y co-protagonizada, por Dennis Hopper, y no dudaba que sería un poco chapas, pero la localicé en mi video-club habitual y la vi. Efectivamente me pareció un rollete, y no me gustó lo que era moneda común en casi todas las pelis sobre/con punk/s, retratar la movida como algo esencialmente negativo. Sin embargo, hubo una cosa que me atrapó. Y mucho. La inevitable escena en la que la protagonista acude a un concierto. Aluciné con las dos canciones que tocaba la banda del escenario, que justamente eran -una versión acortada de- "Out of luck" y "Somebody´s Mom". Quedé tan prendado que corrí a juntar mis dos vídeos y copiarme aquel material. Esa escena concreta. Solo había un problema, el nombre del combo en cuestión no salía por ningún lado, ni siquiera al final de los títulos de crédito. ¡¡Demonios!!.
Actualización (25-02-2021): Revisada recientemente, pude corroborar que sí, el nombre sale, un poco a escondidas, pero sale. No entiendo por qué cojones no me di cuenta entonces (¿la mala calidad de la copia, tal vez?). De paso, comentar que también se menciona a "Teenage Head" y "The Subhumans" (los Canadienses). En cuanto a la peli, puede que vista ahora la considere algo más interesante... pero tampoco es como para echar cohetes. Y, sí, la imagen que da del punk sigue siendo negativa e inevitablemente salpicada por ideas propias del cine mainstream.
Pasó algo de tiempo. Puntualmente rememoraba aquel sonido revisando el material de la cinta VHS, pero era casi imposible saber más al respecto. En esa época tenía un amigo nuevo con más o menos gustos afines y solía prestarme cintas. Cierto día puse en el radio-casete una. Era un punk melódico muy de finales de los 70 bastante chulo. De pronto, ¡arrea!, ahí estaba "Somebody´s Mom". ¡¡No es posible!!. ¿Había dado con la misteriosa banda?. Escuchar "Out of luck" me lo acabó de confirmar. ¡Eran ellos!, ¿y cómo se llamaban?. Pues como ponía escrito en la respectiva pegata: "The Pointed Sticks".
Me volví adicto a la cinta que llevaba siempre en el walkman. Cierto que las dos canciones que sonaban en la película eran básicamente lo mejor de su repertorio, pero el resto estaba a la altura. Y así tiré durante largo tiempo, hasta que apareció internet. Busqué en el emule y di con un disco recopilatorio llamado "Part of the noise". Era el mismo material del casete, solo que ahora ya podía escucharlo en el mp3. Y procedí.
Este es un culebrón con varios saltos temporales de longitud considerable, porque mi relación con los "palos puntiagudos" ha sido así hasta la llegada de las redes sociales y "Spotify". Justamente, fue hurgando ahí que me acordé de ellos, tecleé su nombre y cuál fue mi sorpresa al encontrarme con, no solo un par de trabajos clásicos, también discos nuevos. ¡¿Mande?!. Sí amiguitos, los "Pointed" habían resurgido del retiro dispuestos a seguir rockeando. Y yo con estos pelos.
Pero antes de llegar a esa parte, demos un leve repaso en plan "revista oficiosa" a la trayectoria del grupo (cortesía de "Wikipedo", por supuesto).
Los "Pointed Sticks" fueron la primera (¿y única?) banda Canadiense fichada por el seminal sello británico "Stiff Records", cantera de muchas y míticas punk-bands. Sin embargo se encontraba en plena movida financiera y el LP resultante, "Perfect Youth", nunca vio la luz (ese es también el título de mi tercera canción favorita de los muchachos). Estamos en 1980. Naturalmente un palo de tales dimensiones desanimó por completo al combo que, poco a poco, fueron perdiendo el contacto entre ellos hasta que "Pointed Sticks" desapareció del mapa.
En 1995 se publicó la recopilación de la que hablaba antes, "Part of the noise". Y una década después ve la luz el LP perdido, cortesía de "Sudden Death", sello que regenta nada menos que Joey Keithley/Shithead, frontman de los míticos "D.O.A." que también son Canadienses y muy colegas de los "Pointed" (habiendo tocado juntos en alguna ocasión a pesar de la diferente intensidad de sus sonidos). De igual manera, "Sudden Death" edita al año siguiente una recopilación de singles y rarezas titulado "Waiting for the real thing" (donde "Out of luck" y "Somebody´s Mom" suenan mejor que nunca). Por lo visto este material se vendería bien en Japón, donde tira mucho el punk melódico y saltarín (allí también funcionan guapamente peña como "The Carpettes", que guardan ciertos parecidos sonoros con los "Pointed Sticks"), y en 2006 el combo parte para allá, llevándose la sorpresa de su vida ante el notable éxito obtenido. Animados, se fueron juntando y rejuntando esporádicamente hasta que pasó lo inevitable, en 2009 graban un nuevo LP, "Three Lefts Make A Right". ¿Y qué tal?. Hombre, pues lógicamente el sonido se relaja un pelín. El pop gana terreno al punk y cuenta con algunos temazos muy dignos. De hecho, si hablamos concretamente de "All Night" estamos, simple y llanamente, ante una auténtica delicia que en un mundo justo sería un total y absoluto "hit" a nivel masivo. Vamos, que el disco está chulo y se disfruta. Contentos con esta dinámica, en 2015 lanzan otro LP de título evidente: "Pointed Sticks". Aunque el sonido se sigue pareciendo a "Three Lefts Make A Right", y tiene algunas canciones bien majas y agradables, también se cascan de esas que te saltas cuando lo estás escuchando. Pero hace gala de algo afín a todas las composiciones de los "Pointed", y es que muchas de sus melodías, incluso las que en principio te parecían del montón, se te quedan impresas a fuego en la mente y te van absorbiendo poco a poco, hasta que un día, casi sin darte cuenta, comienzas a tararearlas obsesivamente. No obstante, y tal cual ocurre con casi cualquier grupo del mundo, como el primer disco, ninguno.
Actualmente los "Pointed Sticks" gozan más que nunca de lo que hacen porque, según declaraban en una reciente entrevista, se trata de un auténtico hobby sin presiones de ninguna clase. Cada uno de sus miembros, ya con pinta de señores respetables, más arrugas y menos pelo (sobre todo en el caso del cantante, que no lo lleva nada bien disimulándolo con un sombrerito), curran en otras movidas (sin alejarse mucho de su pasión). Uno es profe de música, el otro se encarga del merchandising en macro-conciertos, etc, etc. Van tirando. Y la banda es aquella cosilla con la que disfrutan juntos cuando hay tiempo libre. Y eso es hermoso.
Como guinda, dos canciones de su más reciente repertorio:
Los "Pointed Sticks" son una relativamente oscura banda Canadiense nacida por ahí 1978 cuando el boom del punk rock comenzaba a declinar, pero aún estaba caliente. No hay duda de que su sonido bebe de esa fuente, pero los "Pointed" suenan más melódicos que otra cosa. En realidad encajarían mejor en el llamado power pop (o punk pop, aunque el sonido "a lá Fat Wreck" que se entiende hoy por punk pop es altamente odioso). Sin embargo sus dos "hits" son, por velocidad y dinamismo, genuino punk rock. Hablo de "Out of luck" y "Somebody´s Mom", dos pildorazos de pura energía pegajosa, pogebale y perfectamente coreable. Un par de auténticas joyas.
Justamente, gracias a estas supe de su existencia, lo que no tendría nada de raro si no fuese por el cómo. Una anécdota la mar de bonita y que adoro rememorar.
Situémonos a mediados de los 90, cuando andaba yo a tope con el punk tras un primer intento infructuoso justo una década antes. En aquellos entonces consumía casi cualquier cosa que tuviese que ver con el tema, de ahí que decidiera alquilar la película "Caído del cielo / Out of Blue" tras leer no sé dónde que narraba la historia de una chavala ansiosa por formar parte del punk tras sentirse marginada entre los suyos. La peli venía firmada, y co-protagonizada, por Dennis Hopper, y no dudaba que sería un poco chapas, pero la localicé en mi video-club habitual y la vi. Efectivamente me pareció un rollete, y no me gustó lo que era moneda común en casi todas las pelis sobre/con punk/s, retratar la movida como algo esencialmente negativo. Sin embargo, hubo una cosa que me atrapó. Y mucho. La inevitable escena en la que la protagonista acude a un concierto. Aluciné con las dos canciones que tocaba la banda del escenario, que justamente eran -una versión acortada de- "Out of luck" y "Somebody´s Mom". Quedé tan prendado que corrí a juntar mis dos vídeos y copiarme aquel material. Esa escena concreta. Solo había un problema, el nombre del combo en cuestión no salía por ningún lado, ni siquiera al final de los títulos de crédito. ¡¡Demonios!!.
Actualización (25-02-2021): Revisada recientemente, pude corroborar que sí, el nombre sale, un poco a escondidas, pero sale. No entiendo por qué cojones no me di cuenta entonces (¿la mala calidad de la copia, tal vez?). De paso, comentar que también se menciona a "Teenage Head" y "The Subhumans" (los Canadienses). En cuanto a la peli, puede que vista ahora la considere algo más interesante... pero tampoco es como para echar cohetes. Y, sí, la imagen que da del punk sigue siendo negativa e inevitablemente salpicada por ideas propias del cine mainstream.
Pasó algo de tiempo. Puntualmente rememoraba aquel sonido revisando el material de la cinta VHS, pero era casi imposible saber más al respecto. En esa época tenía un amigo nuevo con más o menos gustos afines y solía prestarme cintas. Cierto día puse en el radio-casete una. Era un punk melódico muy de finales de los 70 bastante chulo. De pronto, ¡arrea!, ahí estaba "Somebody´s Mom". ¡¡No es posible!!. ¿Había dado con la misteriosa banda?. Escuchar "Out of luck" me lo acabó de confirmar. ¡Eran ellos!, ¿y cómo se llamaban?. Pues como ponía escrito en la respectiva pegata: "The Pointed Sticks".
Me volví adicto a la cinta que llevaba siempre en el walkman. Cierto que las dos canciones que sonaban en la película eran básicamente lo mejor de su repertorio, pero el resto estaba a la altura. Y así tiré durante largo tiempo, hasta que apareció internet. Busqué en el emule y di con un disco recopilatorio llamado "Part of the noise". Era el mismo material del casete, solo que ahora ya podía escucharlo en el mp3. Y procedí.
Este es un culebrón con varios saltos temporales de longitud considerable, porque mi relación con los "palos puntiagudos" ha sido así hasta la llegada de las redes sociales y "Spotify". Justamente, fue hurgando ahí que me acordé de ellos, tecleé su nombre y cuál fue mi sorpresa al encontrarme con, no solo un par de trabajos clásicos, también discos nuevos. ¡¿Mande?!. Sí amiguitos, los "Pointed" habían resurgido del retiro dispuestos a seguir rockeando. Y yo con estos pelos.
Pero antes de llegar a esa parte, demos un leve repaso en plan "revista oficiosa" a la trayectoria del grupo (cortesía de "Wikipedo", por supuesto).
Los "Pointed Sticks" fueron la primera (¿y única?) banda Canadiense fichada por el seminal sello británico "Stiff Records", cantera de muchas y míticas punk-bands. Sin embargo se encontraba en plena movida financiera y el LP resultante, "Perfect Youth", nunca vio la luz (ese es también el título de mi tercera canción favorita de los muchachos). Estamos en 1980. Naturalmente un palo de tales dimensiones desanimó por completo al combo que, poco a poco, fueron perdiendo el contacto entre ellos hasta que "Pointed Sticks" desapareció del mapa.
En 1995 se publicó la recopilación de la que hablaba antes, "Part of the noise". Y una década después ve la luz el LP perdido, cortesía de "Sudden Death", sello que regenta nada menos que Joey Keithley/Shithead, frontman de los míticos "D.O.A." que también son Canadienses y muy colegas de los "Pointed" (habiendo tocado juntos en alguna ocasión a pesar de la diferente intensidad de sus sonidos). De igual manera, "Sudden Death" edita al año siguiente una recopilación de singles y rarezas titulado "Waiting for the real thing" (donde "Out of luck" y "Somebody´s Mom" suenan mejor que nunca). Por lo visto este material se vendería bien en Japón, donde tira mucho el punk melódico y saltarín (allí también funcionan guapamente peña como "The Carpettes", que guardan ciertos parecidos sonoros con los "Pointed Sticks"), y en 2006 el combo parte para allá, llevándose la sorpresa de su vida ante el notable éxito obtenido. Animados, se fueron juntando y rejuntando esporádicamente hasta que pasó lo inevitable, en 2009 graban un nuevo LP, "Three Lefts Make A Right". ¿Y qué tal?. Hombre, pues lógicamente el sonido se relaja un pelín. El pop gana terreno al punk y cuenta con algunos temazos muy dignos. De hecho, si hablamos concretamente de "All Night" estamos, simple y llanamente, ante una auténtica delicia que en un mundo justo sería un total y absoluto "hit" a nivel masivo. Vamos, que el disco está chulo y se disfruta. Contentos con esta dinámica, en 2015 lanzan otro LP de título evidente: "Pointed Sticks". Aunque el sonido se sigue pareciendo a "Three Lefts Make A Right", y tiene algunas canciones bien majas y agradables, también se cascan de esas que te saltas cuando lo estás escuchando. Pero hace gala de algo afín a todas las composiciones de los "Pointed", y es que muchas de sus melodías, incluso las que en principio te parecían del montón, se te quedan impresas a fuego en la mente y te van absorbiendo poco a poco, hasta que un día, casi sin darte cuenta, comienzas a tararearlas obsesivamente. No obstante, y tal cual ocurre con casi cualquier grupo del mundo, como el primer disco, ninguno.
Actualmente los "Pointed Sticks" gozan más que nunca de lo que hacen porque, según declaraban en una reciente entrevista, se trata de un auténtico hobby sin presiones de ninguna clase. Cada uno de sus miembros, ya con pinta de señores respetables, más arrugas y menos pelo (sobre todo en el caso del cantante, que no lo lleva nada bien disimulándolo con un sombrerito), curran en otras movidas (sin alejarse mucho de su pasión). Uno es profe de música, el otro se encarga del merchandising en macro-conciertos, etc, etc. Van tirando. Y la banda es aquella cosilla con la que disfrutan juntos cuando hay tiempo libre. Y eso es hermoso.
Como guinda, dos canciones de su más reciente repertorio:
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