sábado, 30 de diciembre de 2023

APEX PREDATORS.. O LA TEORÍA DEL CLICKXPLOITATION

Antaño, una vez terminadas de rodar, las películas pasaban por las zarpas del productor, el distribuidor y el exhibidor. Quieras que no, eran sometidas a alguna clase de juicio o escrutinio y, si se consideraba necesario, un severo pulimiento. Legendarios son los remontajes que sufrieron varias obras de Jesús Franco por parte de aquellos que las producían y/o financiaban. Bien, eso se acabó. Las nuevas tecnologías han arrasado con todos los intermediarios. Ahora la película pasa directamente del ordenador del filmmaker a las plataformas. Sin intromisión ajena. Cosa que, en algunos casos se puede considerar una buena noticia pero, en otros, una.... ¿putada para los que luego amoquinarán por consumirlas?. Veámoslo...
El asentamiento del streaming, y la mentada facilidad que otorgan las nuevas herramientas digitales, han dado fondo y forma a un fenómeno prodigado los últimos tiempos: el "clickxploitation", una variación del llamado "cine de explotación" que consiste en, eso, lograr un click, el del botón reproductor. 
Bien, ahora pónganse en la piel de un tipo sin escrúpulos cuya finalidad en la vida, su "raison d'être", consiste en llenar dichas plataformas de productos desalmados con una única misión: ser visionados (es decir, que den dinero) a cualquier precio, importándole un puto pimiento el posible espectador. Y no una o dos veces, cientos. Toda una filmografía creada con esa misma intención. Cantidad en pos de calidad, pero a lo bestia. Ese señor existe y ya habíamos hablado de él por acá unas cuantas veces, Dustin Ferguson.
Probablemente no sea el único, pero sí el más desvergonzado y prolífico, representante de toda una generación de nuevos "cineastas" dedicados a la explotación del click. Un director de ¿cine? nacido en, por y para la era digital. Es decir, graba en vídeo. Tiene presencia en toooodas las plataformas imaginables, así como en cada una de las redes sociales. También dispone de una completa ficha en IMDB. Y todo como parte de un plan, darse a conocer para que la gente, ya sea por interés, pero, sobre todo, morbo/curiosidad, quiera ver una de sus películas.
Durante mucho tiempo Víctor y yo vivimos convencidos que Dustin Ferguson lo que buscaba era figurar, jugar a ser un director de cine antes que a producir algo realmente de valor. De interés. Un mal también muy extendido estos tiempos, y que salpica a muchos de los actuales vídeo-creadores que pululan por la red, incluido este país. Para su especie, lo primordial consiste en sacarse muchas fotos junto a una cámara, correr a inflar una filmografía, dar entrevistas o lograr que le dediquen artículos y poder escribir aquello de "Filmmaker" en su perfil. Pero ahora ya tengo dudas. Creo que lo de Ferguson es incluso más bajo, porque normalmente el "figurador" ama el cine, y le pierde el deseo de formar parte de él. Pero Don Dustin lo utiliza para un fin, generar clicks (no me entiendan mal, es lícito y respetable buscar enriquecerse, solo que, al menos, ponle un poco de empeño, mamón). Y la función de todo el paripé promocional consiste, como decía, en atraer incautos divididos en dos tipos. Por un lado, el espectador ignorante/inocente que no tiene ni idea y únicamente pretende ver una película que le entretenga. Por otro, los fans del cine fantástico y, especialmente, aquellos pintamonas que se auto proclaman devotos de la "serie B" o el cine "trash" sin saber realmente en qué consiste. Virus este que incluso ha infectado a festivales, tal y como certificaba esto que leí hace poco en trágica alusión a una serie de películas amateurs con pretensiones de cine legítimo: "El certamen refleja la buena salud de la que goza actualmente el cine independiente de serie B rodado en España". Usan el término "serie B" como si fuese un género, desproveyéndolo de su genuina condición mercantil e ignorando su desaparición a finales de los años cincuenta. Que algo así lo diga un fan paleto, tiene un pase. Pero que sea todo un festival, es el acabose (claro que, como en el asunto de producir largometrajes, hoy cualquiera puede organizar un evento peliculero -de terror- y, en fin, pasa lo que pasa) Perdonen el arrebato, pero no he podido evitarlo. Decía que ese tipo de "fan idiota" es el 50% del público de un director "clickxploitation". Al primero, al inocente, lo engañas con un cartel espectacular y un título atractivo. Al segundo con alguna referencia a otro film considerado clásico o de culto. También exagerando los elementos delirantes y ridículos de tu subproducto, que ahora se lleva mucho.
Así las cosas, y por si todavía dudan, ahí va una prueba. Hace unas noches, empujado por la vil curiosidad, vi una de las incontables aportaciones al subgénero de tiburones desalmados de Dustin Ferguson, "Apex Predators" (originalmente concebida "Jaws of Los Angeles"). La experiencia fue muy reveladora. Los primeros quince minutos consistían en imágenes submarinas de peces e inevitables escualos nadando alegremente, seguidas de tomas aéreas a base de dron sobrevolando alguna clase de resort paradisíaco. Todo ello a muy alta calidad, bien rodado, fotografiado, etc. Obviamente, se trataba de material de stock, imágenes ajenas listas para adquirir e incorporar a tu peliculita. Sabía de la tendencia de Ferguson a explotar tal recurso, pero esta vez me sorprendió lo mucho que abusaba. Sí, claro, la idea consistía en rellenar minutos de metraje, no lo duden. Pero ahí había algo más. Y entonces lo entendí. 
Se trataba de engañar al espectador, al pobre diablo que le da al click, quien, ante semejante material digno de todo un "National Geographic", tan bello, bien parido y convincente, aguantaría sin presionar el stop, esperando que comenzara la verdadera acción. Para cuando ocurre, el cambio es traumático. De pronto vemos a dos chorbas, realmente desagradables, tomando el sol en top-less, actuando con el culo y vomitando diálogos chuscos repletos de clichés. Grabadas además en un evidente vídeo de baja estofa a base de imágenes tambaleantes sobrexpuestas, quemadas. El contraste con el material previo resulta abismal. Es aquí cuando, seguramente, el espectador se sienta engañado y detenga la "proyección"... pero... ¿ha acumulado ya los suficientes minutos como para generar alguna clase de ganancia? ¿o se trata de dar tiempo a que salten cuantos más anuncios, mejor (ya que la película se ofrece gratuitamente)? Desconozco cómo funciona el streaming, pero no me extrañaría ir bien encaminado. Claro, esto, una sola vez, no da para mucho. Ahora multiplíquenlo por diez.... o veinte.... y en tres, cuatro o cinco plataformas distintas, independientemente de su popularidad. Entonces la cosa cambia.
A partir de ahí, "Apex Predators" se convierte en un auténtico festival de "me importa una puta mierdeismo". Ferguson termina de rellenarla a base de los personajes dando garbeos interminables, charlas eternas, imágenes sin fin de playas y... pocos tiburones. O casi ninguno. Por cierto, uno de los implicados en la estafa es el colega Shawn C. Phillips, auténtico "superstar" del "clickxploitation".
Las jugarretas de Dustin Ferguson no se limitan a lo expuesto. Hay más. Como coger tres películas suyas previas con payaso chungo, recortarlas reduciéndolas a lo esencial, y hacerlas formar parte de una cuarta en plan antología (exactamente la misma estrategia seguida en su día por los productores de "Noche en el tren del terror"). Abusar hasta la náusea del filtro de "película rayada", sin ton, ni son, ni sentido alguno. Grabar secuelas de títulos añejos libres de derechos (caso de "Noche silenciosa... noche sangrienta", por decir una). Y alcanzar duraciones no superiores a los cincuenta minutos. A veces, menos. 
Lo doloroso del caso es que, incluso así, los hay que le dedican reseñas positivas en Letterboxd. Vale, posiblemente peque de ingenuo y sea él, o un amigo suyo, o su puta madre, pero me ofusca pensar que podría ser material genuino.
Cuando descubrí que el primer corto juvenil de Dustin Ferguson fue una secuela del "Scalps" de Fred Olen Ray, me enterneció. Semejante dato debería garantizar que el tipo es un enamorado del cine. Pero, visto lo visto, o nos ha engañado a todos, o algo se torció en el camino. Tal y como lo veo, sus maneras distan mucho de amar lo que factura. Si estuviese en la piel de Fred Olen Ray (la versión "High Tech" del "clickxploitation") me deprimiría saber que fui indirecto creador de semejante monstruo.
La "clickxploitation" -y, sobre todo, Dustin Ferguson- representa el punto más bajo del "exploitation", quedando reducido a su mínima expresión. Lo más elemental y básico. Siempre se ha tratado de un póster chulo y un título llamativo, aunque tras ello había una película lista para consumir. Ahora son esas dos cosas, el click y.... prácticamente NADA. 
Si consideramos que esa ha sido su evolución desde los tiempos del pionero 
Dwain Esper, y añadimos a la ensalada lo rápido y despiadadamente que cada nuevo juguete tecnológico nace y se impone, da canguelo pensar en cómo serán las cosas dentro de, pongamos, diez años.
Por supuesto, no estoy rajando del streaming -como mucho pazguato querrá entender-. Me parece fantástico. El palo va contra los que lo utilizan del modo más fraudulento. Ofreciendo cero a cambio. Un cero sin gracia, ni encanto.

viernes, 29 de diciembre de 2023

BLACKBOOK

SFDK, formación compuesta por el emcee Zatu y el DJ y productor Acción Sánchez, es una de las más importantes de la sobrevalorada escena española, con una carrera de más de 25 años en activo. “Blackbook” llega, como suele ser habitual en las trayectorias de los raperos españoles, tras su disco más vendido, el titulado “2005”. Momento dulce propicio para que la compañía (los propios SFDK) produzca  un documental sobre la carrera de estos rappers, que se traduce en una monumental autofelación y descomunal ejercicio de megalomanía. Lo normal.
Esto no obsta para que sea un artefacto promocional condenadamente entretenido. Y es que, sin darse cuenta, y centrándose en declaraciones del grupo, amigos y allegados, “Blackbook” construye, a través de la carrera de SFDK, un retrato fehaciente y entrañable de la época maquetera del hip-hop español, cuando era verdaderamente underground (sin intención de serlo). Y aunque todas aquellas cintas sonaban a tubería, sí que se trataba de un movimiento genuino, con su pequeño mercado de maquetas que se movían mano a mano por toda la piel de toro. Por supuesto, SFDK estuvieron ahí en pleno apogeo, y entre las declaraciones de los protagonistas y el abundante y buen material de archivo del que se dispone a base de fotos y vídeos, se compone una primera hora nada desdeñable, que dejará satisfecho no solo a los seguidores del grupo, si no a cualquier aficionado al rap que estuviera presente en aquellos momentos seminales del  hip-hop español. Pero la nostalgia es muy pilla y sabe disfrazar un producto mediocre de resultón; una vez desaparecen los elementos nostálgicos, el documental se torna machacón y reiterativo, concediendo a SFDK un endiosamiento que, pese a las más de 30.000 copias que se vendieron de sus discos en la época, sin lugar a dudas no se merecen. Y además, me parece de una ausencia total de vergüenza que todas esas alabanzas vengan desde casa. Yo me lo guiso, y luego yo, gustoso, me lo como.
Mientras se va desarrollando la historia, a las fotos, vídeos y declaraciones de los artistas, las acompaña una voz en off  absolutamente crispante: la de El Chojin, que hace las veces de narrador. Y tropieza, se embala, se equivoca… Asimismo, a El Chojín después le ha ido bien en ese campo y los que a día de hoy tengan mejor oído podrán distinguir su voz en diversos spots publicitarios sobre el reciclaje y similares.
Los créditos de la realización se les otorgan a Ernesto Cabeza y Samuel Suarez, de vida audiovisual discreta y sin fichas en ninguna base de datos. Son los dos individuos que suelen dar cobertura a todos los autodocumentales que rueda la compañía. A ellos se les acredita también en “La gira en sucio”, otro documental de SFDK Records para hacerse autobombo, editado de manera muy arcaica (y de ahí, quizás el título que hace referencia a la suciedad), en torno a las grabaciones caseras que hacían los mismos artistas, así como el equipo técnico, durante la gira de su disco de aquél mismo año, "Siempre Fuertes 2". Un pelo cutre.
En resumidas cuentas, y obviando a los fans, “Blackbook” tiene interés por lo que he reseñado anteriormente en torno a los inicios de la banda y, de cualquier modo, se trata de un documental ameno y curioso, e incluso interesante. Dentro de este subgénero de films que documentan la carrera propia, probablemente, de entre los dedicados a los grupos españoles, sea de los mejores. Con permiso de ese ejercicio de megalomanía en los límites de la salud mental que es “Dentro del circulo”, a mayor gloria del último disco de Kase. O.
Como diría Obélix: “Están locos estos raperos”.

lunes, 25 de diciembre de 2023

EL ESPIRITISTA (EXORCISTA III)

Coproducción hispano-portuguesa a mayor gloria de un ya decadente Vicente Parra, despropósito fílmico que hace sonrojar al más avezado, “El espiritista (Exorcista III)”, con voluntad, puede llegar a ser un divertimento de medianoche más que encomiable.
Se trata de un exploit de “El Exorcista” rodado en Lisboa a mediados de los setenta con tres pesetas, cuya principal baza para hacer picar al espectador incauto —argumento semejante aparte— es el parecido que guarda su título original con el de la película de William Friedkin. Por supuesto, el público era tonto pero no tanto, y el número de espectadores que acudió a los cines fue nimio. Además, digo yo que quienes fueran a ver la película atraídos por la presencia de María Kosty, anunciada entre los protagonistas en los afiches, se cagaría en la puta madre del espiritista, porque esta no aparece por ningún sitio… (Yo supongo que, probablemente, sea debido a que el póster estaba diseñado y fabricado desde la primera claqueta de la producción y que la Kosty estuviera en un principio en el proyecto. Seguramente no llegarían a un acuerdo y para cuando ella ya no estaba, los pósteres habían sido hechos… y cambiarlos supondría un gasto extra. Pero a saber).
No contentos sus distribuidores con esta estratagema comercial, años después de su estreno, cuando la película se editó en vídeo durante los primeros años del videoclub, y aprovechando que ya se había estrenado “El Hereje (Exorcista II)”, ni cortos ni perezosos, decidieron poner en la caratula el subtítulo de “Exorcista III”, de muy mala manera y escrito con letraset, con el fin de hacerla pasar por otra secuela de “El Exorcista”. A José Frade le saldría bien aquello con “Tiburón 3”, pero esta no se a cuantos engañaría.
Al margen de toda esta chapuza, la película, como digo, tiene momentos de comedia involuntaria gracias principalmente a la interpretación de Vicente Parra —cuya voz ha sido doblada— quien, muy entregado él, nos ofrece una secuencia de posesión como pocas se han visto en una pantalla. Solo por eso, "El espiritista" merece ser consumida.
Un fotógrafo de moda, bastante pijo, tiene aptitudes de médium. De esta forma, en sus ratos libres se dedica a hacer sesiones de espiritismo para que sus adeptos contacten con sus seres queridos en el más allá. En una de estas, una beatorra va a verle para que le ponga en contacto con su difunto marido. Vicente Parra hace lo suyo y, al contactar, el muerto toma posesión del cuerpo del espiritista, convirtiendo su vida un calvario, ya que se manifiesta cuando le da la gana, le atormenta con maullidos de gato y, además, le da de hostias. El desenlace será de lo más desconcertante.
Una rareza del cine español (y portugués) que, pese al aburrimiento y al bochorno, consigue por otro lado momentos inquietantes —un extraño niño que aparece sin demasiado orden ni concierto al lado de la cama de la viuda protagonista y parece drogado, da bastante canguelo— gracias a una iluminación austera a base de alumbrar solo a los personajes haciendo que el resto del encuadre se vea negro, que consigue, al menos ambientar la historia más que dignamente. Por lo demás, un folletín melodramático que tontea con el erotismo de la era del destape, un poco antes (quizás unos meses) de que naciera la clasificación “S” y este tipo de productos tuvieran su nicho natural en los cines, que como material de derribo, de una manera u otra, por demencial o estúpida, acaba funcionando.
Vicente Parra, con su cabezón, su leve estrabismo y su boca de piñón, es el motor de la película con sus aspavientos y cabriolas, pero además, tenemos en el reparto a gente como Carmen Carrión, Antonio Mayans que aparece casi en calidad de figurante, Fabian Conde o Norma Kastel.
En cuanto a su director, Augusto Fernando, portugués del que no hay más datos que su crédito en esta cinta, jamás volvió a dar señales de vida. Ni aquí, ni en su Portugal natal.

domingo, 24 de diciembre de 2023

UNAS NAVIDADES MARAVILLOSAS CON JOHNNY 5...

Pues ya habíamos perdido la costumbre de felicitarles la Navidad... pero, tras localizar -extraviado entre las páginas de mis queridas revistas francesas- el artefacto que ven justo debajo, perteneciente a la época que se estrenó la respectiva película y tocaba promocionarla, pues me dije "Enga! hagámoslo". Así que, sí, desde AVT les deseamos unas felices fiestas.

sábado, 23 de diciembre de 2023

LA FLAUTA DE LOS PITUFOS

Las creaciones de Peyo me tenían embelesado siendo crío. Disfrutaba de un montonazo de ellas en formato figurita, leía los tebeos (sufrí el trauma de perder uno cuando dos gitanillos me lo mangaron), vi la serie de dibujos durante su emisión, compraba el foiegras Apis porque regalaban pegatas con los bichos azules y, por supuesto, consumí "La flauta de los pitufos" en la gran pantalla. Justamente, el comic que la inspiró cayó en medio de la colección tebeística regular, así pues me sorprendió encontrarme a los pitufos como personajes secundarios y, sobre todo, físicamente tan distintos. Eran larguiruchos, más delgados. Y no habitaban un bosque verde y frondoso, más bien algo seco y semi-desértico. Claro, aquel era su debut. El consiguiente éxito provocó que, en el proceso, sus formas y, en general, su universo fuese suavizado, "rechoncheado", haciéndolo más bonito de cara al personal, otorgándole a cada pitufo una personalidad bien marcada, cosa ausente en "La flauta de los pitufos" formato papel. Y, así, cuando decidieron hacer la respectiva adaptación animada, se decantaron por aquellos. Es decir, los del film son los pitufos posteriores, no los originales. Van más en consonancia con lo que ya conocíamos entonces, las respectivas gracietas, el pitufo gafitas siendo brutalmente agredido, el perezoso, el fortachón, la cancioncita, el bosque repleto de hermosas flores, etc. Normal. El resto se mantiene ajustadamente fiel a las viñetas, con algunos leves cambios suponemos justificados por el formato, y la pérdida de detallismo en los dibujos.
Así pues, la cosa va de una flauta que, accidentalmente, cae en manos del simpático Pirluit, quien al tocarla ve como la gente baila contra su voluntad, hasta el desmayo. Un ladrón se entera de su existencia y la manga con el fin de dejar inconscientes a posibles víctimas para sustraerles los dineros. Pirluit y su amigo Johan recurren a un mago, quien les dice que la flauta fue fabricada por los pitufos y solo ellos pueden ayudar. Así que los manda para allá en una inquietante y extraña sesión de hipnosis extra-corporal. Se harán amigos de los seres azules, que les fabricarán otra flauta y contribuirán a localizar la original y neutralizar al malo.
Pues a lo tonto, resulta que "La flauta de los pitufos", the movie, es una cosilla de agradecidos 70 minutos la mar de agradable y amena. Sus técnicas algo toscas y crudas, aunque decentes, devienen todo un regalo para estos ojos agotados de tanto CGI, tanta computadora y fría perfección. La historia flojea un pelo justo tras el segmento protagonizado por los pitufos, pero el desenlace llega antes de que se torne insoportable y, sí, disfrutas lo justo y necesario, aunque seas un señor de mediana edad con canas hasta en los pelos del culo. Claro que mi pasado intensamente pitufista habrá contribuido. Sin embargo, a diferencia de lo que me ocurre cuando escucho canciones del padre Abraham, aquí no sentí ni gota de nostalgia. Simplemente, lo pitufé bien.

viernes, 22 de diciembre de 2023

SANTA CLAUS

Probablemente “Santa Claus” sea la película más popular y querida de René Cardona padre, un film navideño que supuso un éxito de taquilla en México donde fue proyectada en salas durante años y comprada por productores americanos —más concretamente, por K. Gordon Murray— para alterarle el metraje, pegarle algún que otro corte y estrenarla en cines yankis allá por 1960. Es muy curioso porque, mientras que en México la película recibe un tratamiento de clásico patrio incuestionable, en los USA, más condescendientes, la tienen por una de las peores películas de la historia, cómo no. Es por eso que se le rinden cierto culto, y más desde que la gente de "Mistery Science Theater 3000" la descubrió para los suyos y se pitorreó de ella. Mientras, por otro lado, recibía un premio de cine familiar en un festival de cine de San Francisco.
Asimismo, historiadores y estudiosos del cine de Cardona destacan este “Santa Claus” como una de las más extrañas películas rodadas sobre el personaje, no solo por el diseño de producción (Santa vive en una especie de palacio en medio del espacio), sino también por tratarse de una película que, pese a la marcada paleta de colores de la que hace gala su technicolor, era un pelín siniestra, y combinaba un tema absolutamente infantil, como es Santa Claus, con elementos propios del cine de terror, género este en el que más adelante se especializarían todas las películas que, al igual que esta, se diseñaban y filmaban en los estudios "Churubusco". Obviamente, no la vean buscando terror, porque aunque sí es cierto que es un poco oscurilla, al final se trata de unas pinceladitas muy ingenuas y naíf.
El argumento es, cuando menos, curioso. Santa Claus se prepara para realizar su trabajo en Navidades, ayudado por una serie de niños de todo el mundo (en una secuencia eterna en la que se nos presenta a cada grupo de críos según su correspondiente estereotipo. Imagínense pues, como retrata a los africanos…), cuando, desde el infierno, Lucifer envía a uno de sus demonios con el fin de destruir la Navidad. Y ya de paso, si se tercia, matar a Santa Claus. Para ello irá convenciendo a los niños de que hagan el mal durante esas fechas. Por suerte, Santa es colega del mago Merlín, que con unos polvos mágicos le ayudará a poner todo de nuevo en su sitio, y acabar de una vez por todas con ese satanismo caprichoso y dañino. Lo conseguirá, pero por el camino las pasará putas.
Lo cierto es que, si obviamos un par de secuencias muy largas y aburridas, la película, rancia, añeja, de mensajes dudosos y extraños, se deja ver perfectamente. Porque al final es tan rara y perturbadora que uno no puede dejar de mirar lo que sucede en pantalla, máxime si se tiene el placer de ver la copia que yo vi. Y es que resulta que, para cuando esta película se comercializó en DVD ya en la década de 2000, el negativo del que extrajeron el master para transferir a vídeo estaba ya muy deteriorado y apenas se distinguían los colores. Así que, lejos de restaurarla por la vía básica y elemental, se optó por colorear ese negativo de manera digital, con unos tonos absolutamente vivos y de videojuego. En consecuencia, tenemos una copia rara y marciana que, lejos de estar restaurada, está estropeada, dando la sensación de que estamos viendo una película de dibujos animados a partir de imagen real. El resultado de esto la convierte en una cosa más loca de lo que ya de por sí es y, por momentos, produce dolor de cabeza, sin embargo desconozco ninguna otra película que haya sido alterada de esta manera, por lo que la insensatez al hacer esto, torna esta versión, directamente, en un aborto fílmico.
Por supuesto, “Santa Claus” en el terreno actoral tiene alma de superproducción. El niño que acompaña a Claus en sus cosas no es otro que Cesáreo Quesadas “Pulgarcito”. El chaval, chaparro de tamaño, protagonizó la versión made in Cardona del cuento de Perrault “Pulgarcito” y a partir de ahí ya empezó a llamarse al niño como al personaje, llegando a ser este su nombre artístico. El muchacho funcionó como un tiro en el cine, hasta que se hizo adolescente y le cambió la voz, pero durante el periplo llegó a venir a España para intervenir junto a Marisol en “Ha llegado un Ángel”. José Elías Moreno, fue un actor clásico mexicano, pero se hizo terriblemente popular y querido precisamente por dar vida a Santa en esta producción, y luego tenemos a toda suerte de personalidades habituales en el cine mexicano de la época, que no dejan de llamarme la atención porque hacen acompañar a sus nombres, en los créditos, con sus respectivos motes. Entonces, igual que nosotros tenemos a José Sazatornil “Saza”, “Santa Claus” tiene, además de Cesáreo Quesadas “Pulgarcito”, a José Luis Agirre “Trotsky” como ese malvado demonio que tienta a los niños, y Armando Arriola “Arriolita” como el mago Merlín.
Si creen que ya lo han visto todo en cine navideño, comprobarán como este “Santa Claus” les sorprende. Está relativamente fácil de conseguir, así que, si gustan…
Y ¡Que pasen muy felices fiestas!

lunes, 18 de diciembre de 2023

TRES SUECAS PARA TRES RODRIGUEZ

“Tres suecas para tres Rodríguez”, producción de Rafael Vázquez Fajardo, con guion del propio productor para ser llevado a la pantalla por Pedro Lazaga, ya desde su título sería una muestra palpable de lo que en términos generales se conoce como “españolada”. Es puro cine comercial y de evasión sin mayor pretensión que la de hacer que el espectador pase por taquilla y que, ya que está, obtenga una hora y media de risas.
Así, lo que tenemos es una colección de clichés y tópicos —a saber: Benidorm, suecas, Rodríguez, destape...— que serían signos identificativos de nuestro cine de comedia durante la década de los setenta, signos que en realidad sólo vislumbraríamos en media docena de títulos a los sumo, y que no representan en absoluto toda la “españolada” producida aquellos años, pero que a nivel popular prevalecen, hasta tal punto que parece que nuestra comedia de la época solo trataba de españoles tras las suecas. Pero “Tres suecas para tres Rodríguez” es la quintaesencia de todo eso. Y, sí, va de tres españoles que se ligan a tres suecas.
Concebida al servicio de Tony Leblanc, se trata de una película decadente que, si bien no pone fin al género, sí nos muestra el descenso de calidad tanto artística como técnica de la triada formada por Leblanc, Antonio Ozores y Pedro Lazaga, que dieciséis años atrás facturaron aquella obra maestra que es “Los tramposos”, y de la que “Tres suecas para tres Rodríguez” no es ni su sombra; si aquella estaba rodada con un cuidado exquisito, esta lo está a toda prisa y dando la sensación de que lo que primaba era sacar el máximo de trabajo en cada jornada. También es cierto que Tony Leblanc, galán cómico en la pasada década, quizá en 1975 ya no contaba con el beneplácito de todo el público como años atrás, y se tradujo en taquilla con un número bastante inferior de espectadores con respecto a sus títulos más celebrados. La película sobrepasaba el medio millón de espectadores. Puede que ahora pudiéramos calificar esa cifra de exitosa, pero para los parámetros de la taquilla de 1975, era más bien poca cosa.
Del mismo modo se nos presenta a un Tony Leblanc claramente desgastado, envejecido, con peluca y cuya interpretación está bastante lejos de lo que fue capaz años atrás, interpretando su papel mecánicamente y sin emplearse a fondo. Aún así, es capaz de sacar en el espectador más de una carcajada, porque tanto Tony como la película sí que funcionan, paradójicamente, a niveles humorísticos.
Asimismo “Tres suecas para tres Rodríguez” supone un título significativo dentro de la filmografía de Leblanc por tratarse de la última en la que intervendría tras decidir retirarse de los platós por problemas de salud que acarreaba desde tiempo atrás, al margen del aparatoso accidente de tráfico sufrido en 1983, que le dejaría inválido y acabaría de apartarle del todo de los escenarios, hasta que en 1997, diecisiete años después de ponerse frente a la cámara por última vez para la película que nos ocupa, fue rescatado para la gran pantalla, no sin esfuerzo, por un obstinado Santiago Segura. Sin embargo, a partir de aquí, recuperado milagrosamente de su invalidez, retomaría una carrera como actor en roles secundarios, ya fuera en la célebre saga de Segura, ya fuera en la serie de televisión “Cuéntame como pasó”. “Tres suecas para tres Rodríguez” sería el último protagónico en su carrera y la finalización de la etapa genuina del actor, en calidad de estrella, que comprende desde bien entrados los años 40 hasta la fecha de estreno de esta película.
Por lo demás estamos ante una obra menor del cine español, un título más entre los menos destacables de la filmografía del director Pedro Lazaga y, a rasgos generales, una funcional y tontorrona comedieta veraniega a la que es absurdo pedirle más de lo que nos ofrece; mucho descerebre, humor histriónico, algo de carne femenina —algo de masculina también— y el buen hacer de veteranos de la escena como Rafael Alonso, Florinda Chico, Antonio Ozores o Laly Soldevilla entre otros, que acompañan a Tony Leblanc en lo que, por los pelos, no se convirtió en su canto de cisne.
Para echar una sobremesa sobra, alcanza y, al final, incluso celebramos.

sábado, 16 de diciembre de 2023

AEROPUERTO 78, VUELO SUPERSÓNICO

Siguiendo el orden natural de las cosas, el exitazo en los setenta de la saga "Aeropuerto" desencadenó la inevitable ristra de imitaciones, entre ellas telefilms, el "exploit" italiano de rigor y, cómo no, la parodia oficial. Fíjense que es un camino que se repite a lo largo de la historia del cine. Ya sea la fiebre "slasher", ya sea la superheróica.
Precisamente, mi vetusto y atrofiado cerebro recordaba una escena en la que un avión de color rojiblanco alcanzaba la estratosfera. Estaba convencido que lo había visto en una pantalla de cine, tanto como que no era ninguno de los títulos gordos de la franquicia "Aeropuerto". Deduje que sería el italiano, porque según mis datos, los efectos especiales eran un poco chapuzas. Así, me agencié "Concorde Affair", dirigida nada menos que por Ruggero Deodato. Obviamente, tratándose del subproducto que se trataba, la acción catastrofista del avión enfrentado a sendos problemas se reducía, básicamente, al tramo final. ¿El resto? pues lo habitual en estas lides made in Italy, una trama desarrollada en tierra firme y, a poder ser, un país tercermundista, por aquello de abaratar. Resumiendo: No era la que buscaba. Entonces ¿cuál, maldita sea, cuál? Finalmente, y tras someter mis meninges al grado máximo, hallé la respuesta: "Aeropuerto 78, vuelo supersónico" ("SST: Death Flight" en v.o.). Al instante reconocí el avión rojiblanco y grité entusiasmado "¡¡Esta es!!" Curiosamente se trataba de una producción norteamericana para la caja lerda. Ahora solo faltaba reverla.
Asistimos al primer vuelo comercial de un super avión. El futuro de la compañía depende de que todo vaya como la seda. Lástima que no cuenten con la presencia de un jefe técnico amargado y lleno de manías dispuesto a sabotear el asunto. Tampoco como para matar a nadie, solo pretende que el bicho de media vuelta y quede fatal de cara a los medios (más que nada porque él mismo forma parte de la tripulación) Sin embargo, el piloto se toma el aviso a chufla y decide seguir... hasta que, ¡catapum! se produce una explosión en la parte baja del avión. ¿Problemas? pues esperen, porque resulta que entre la carga hay una serie de virus experimentales, la gripe del Senegal, nada menos. El petardo los liberará y hará que, no solo el personal comience a enfermar, también impidan al parato aterrizar en cualquiera de los muchos aeropuertos disponibles.
Pues al final ha resultado que, contra todo pronóstico, la película no está ni tan mal. Lo más flojo son, sí, los efectos especiales (de hecho, el accidentado aterrizaje de emergencia ni lo vemos, pasamos directamente a sus consecuencias. Y eso, en una película de semejante subgénero, suena bastante ruin). Pero, por lo demás, gasta un ritmo notable, va a piñón desde buen principio, entretiene bastante y uno se puede deleitar viendo la notoria galería de rostros, casi todos televisivos, que van cruzando frente a sus ojos (encarnando, además, a personajes no especialmente repugnantes, algunos incluso se marcan diálogos bien escritos), gente como Lorne Greene, Doug McClure, Burgess Meredith (¿qué clase de nombre es Burgess?), Brock Peters, Susan Strasberg y un ultra-jovencito Billy Crystal como azafato. Aunque el más llamativo en este caso es Peter Graves, que dos años después interpretaría al piloto de risa en "Aterriza como puedas", la maravillosa parodia oficial a la que aludía.
El director, David Lowell Rich, ya había rodado otro telefilm de aviones en apuros unos años antes, solo que en plan de terror -tampoco demasiado mala- "The Horror at 37, 000 Feet". Tanto avión y tanta mandanga le valieron para que, finalmente, en 1979 fuese fichado como máximo responsable de la última entrega de, esta vez sí, la genuina franquicia, concretamente "Aeropuerto '80". Sin embargo, el consiguiente fracaso crítico y comercial le devolvió a la televisión, de donde prácticamente ya no se movió hasta su muerte en 2001.
Decía al inicio de la reseña que recordaba haber visto "Aeropuerto 78, vuelo supersónico" en una gran pantalla... ¿siendo un telefilm? Evidentemente, y como ha pasado antes con, por ejemplo, las series setenteras de "Spider-man" o "La Masa", en Europa se estrenó en salas, además con un simpático aliciente extra, el desnudo de la actriz y modelo erótica Misty Rowe, dando vida a una rubia tonta, pero tontísima. Material este que los yankis no pudieron apreciar en su día. Les dejo una imagen promocional del film con la moza... eso sí, tapadita para la ocasión.

viernes, 15 de diciembre de 2023

EL PAYASO ASESINO

Tosca, de estética televisiva y procedencia canadiense, “El payaso asesino” es un film al que, de un tiempo a esta parte, se le ha concedido cierto culto por dos motivos prácticamente ajenos a la película: el primero, que dentro de su reparto principal cuenta con un papel de importancia para un jovencito y orondo John Candy. El segundo ¿se lo imaginan? Sí, es una de las favoritas de Tarantino. Pero salvo por esos dos detalles que repercuten lo justo en la película, “El payaso asesino” es un folletín perfecto para ponerse después de comer, darle al play y echarse una enorme siesta.
Tenemos a una serie de ricachos que discuten por temas bursátiles e inmobiliarios y, durante una noche de Halloween, cuatro de ellos deciden gastarle una broma a una pareja de inversores, secuestrándoles disfrazados de payaso, con el fin de convencerles de que no hagan cierta venta de tierras. Pero, la cosa se irá de las manos, y lo que empezó como una broma, acaba convirtiéndose en un secuestro en toda regla, donde se utiliza la tortura, la violencia y el asesinato.
John Candy vendría a ser una de las víctimas y, además de demostrar con el tiempo que sería un buen actor —porque aquí está espantoso—, su labor, pese a tratarse de una película seria hasta el pasmo, vendría a ser la de gordito gracioso que hace chistes de sobrepeso y come donuts.
Verdaderamente, es un aburrimiento bastante soporífero sin nada especial más allá de la presencia de Candy.
Asimismo, al tratarse de una película muy de tercera, en los USA recibió un trato de los más rastrero a la hora de ser distribuida en VHS años después de su estreno en Canadá, ya que titulándose “The clown murders”, y aprovechando el tirón que el cine de terror tiene comercialmente, las carátulas de las ediciones videográficas nos la mostraban como si se tratara de un slasher, o bien, una consecuencia de “It”. Nada más lejos de todo eso, es sencillamente un thriller ramplón con muy poquitos elementos sórdidos. También es recurrente en esas ediciones de vídeo el destacar, por encima del resto del reparto, la presencia de Candy.
A nuestro país la película llegó directa a vídeo y, si bien no se explotó como si se tratara de una de terror, su carátula es también fraudulenta. De ese modo, se tituló “El payaso asesino” y se nos muestra a uno portando una recortada. Por supuesto, no solo nos da una idea equivocada de lo que puede ir la cosa (aunque se acerca más que las carátulas de las ediciones yankees), sino que, además, esa imagen no se de que película será, pero desde luego nada tiene que ver con “El payaso asesino”, en la que al final el hecho de que los secuestradores se disfracen como tales se queda en una mera anécdota.
Martyn Burke, el director , aunque no tiene un gran número de títulos en su filmografía, tampoco es ningún pamplinas: con “El payaso asesino” debutaba para la gran pantalla, pero, a lo largo de su carrera dirigió cosas con tanto relumbrón como puedan ser el telefilme “Piratas de Silicon Valley” o una del Sylvester Stallone de las horas bajas con  “El protector”.

miércoles, 13 de diciembre de 2023

MINUTOS MUSICALES 18: THE MACC LADS

Los "Macc Lads" son una de las bandas más divertidas, atípicas, singulares e inclasificables del punk británico de los ochenta. A la manera de unos "Toy Dolls" más mal lechados (no en balde, los descubrí gracias a estos -quienes recomendaban su escucha en la contraportada de un vinilo-). Gastaban un aspecto parecido al de los "Ramones", aunque menos "cool" (chupas, medio greñas... pero más grasa). A lo largo de su década y pico de actividad, se mantuvieron fieles a una fórmula, incluidas las portadas de sus discos, con las mismas tipografías, los mismos diseños y las mismas caricaturas representándoles. No encajaban en el punk crestudo estridente nihilista, tampoco en el Oi! y mucho menos el rollo politizado. Cuesta mogollón encontrarles un equivalente sonoro. Podían ser cafres, rockeros y melódicos. Dinámicos, pero no ultra-veloces. Únicos. Una genuina banda de culto.
Sin embargo, lo que realmente les identificaba eran sus letras. Su actitud ultra gamberra y brutalmente políticamente incorrecta. Salvajemente machistas. Desquiciadamente homofóbicos (George Michael era uno de sus blancos predilectos) Razonablemente racistas. Incansablemente escatológicos. Pero siempre, y digo SIEMPRE, a través del humor, en grandes cantidades. Y, aunque pudiera no parecerlo a simple vista, uno socarronamente inteligente. Aún así, fueron muy vetados a lo largo de sus años de actividad y resulta una misión casi imposible verles compartir escenario con otros grupos del ramo. Básicamente eran apestados... pero unos jodidamente divertidos. Todos sus vinilos llevaban en la portada una advertencia (antes de que fuese común proceder), del palo "contiene material de naturaleza explícita y no debe venderse a menores". Con el tiempo hasta terminarían sacándole punta a eso, como cuando lo cambiaron a "contiene palabras más gruesas que trasero" o mi favorito: "Prohibida su venta a menores e ingenieros" ¡¿?!
Llegados los noventa, echan el cierre. Muy dignamente. Sin traicionarse. Sin aspirar a sonar mejores, más comerciales, más asequibles. Vivieron y murieron siendo los "Macc Lads", y eso hay que respetarlo.... hasta que, desgraciadamente, decidieron regresar. Fue una auténtica lástima, porque cuando el "boom" "Green Day" trajo de vuelta a la gran mayoría de bandas punk del planeta ya retiradas, ellos no picaron. Lo hicieron después. Y, además mal, asegurando que no cantarían ninguno de sus clásicos, solo harían versiones de bandas favoritas. Claro, se puede entender perfectamente que, con los tiempos que corren, pretendan evitar meterse en follones... pero ello se contradice totalmente con sus actitudes y lo que se supone representan. Creo que la reacción de los devotos les convenció para cambiar de opinión. Vamos, que en vivo siguen tocando sus viejos y polémicos temas. Sin que, de momento, haya pasado nada. De hecho, ya saben como son estas cosas, hoy día existen medios generalistas que les reivindican, calificándolos de "incomprendidos" o "brillantes satirizadores de la sociedad británica". En fin. Lo que sí parece que no harán es vomitar material nuevo, y me parece bien.
No obstante, algo de su mítica se ha perdido. Molaban más cuando eran aquel secreto de perfecta y coherente trayectoria que se resistía a subirse de nuevo a los escenarios para dar lástima (tocando incluso en actos benéficos).
A la hora de decantarse por algunas de sus canciones, cuesta bastante. Son muchas las que merecen una escucha. Pero, haciendo un esfuerzo, podría ceñirme a dos de sus discos. Los mejores que produjeron a lo largo de su carrera, "Bitter, Fit Crack" y el último, "Alehouse Rock" (con mención especial para "An orifice and a genital") De ahí es de donde procede el material que les dejo a continuación.

"Julie the schooly" es el paradigma de la filosofía "Macc Lad", además confeccionada en su mejor momento. Una refrescante, vitamínica y pegadiza tonadilla en torno a una escolapia no tan inocente como parece. Puro "pervertidismo" de manual, marca de la casa. Si tuviese que elegir UNA SOLA composición de los "Macc Lads", sería esta.


"Knock Knock" es otro tema cafre, divertido y coreable como él solo. Perfecto para canturrear con los colegas (los "lads") en un pub tras ingerir más pintas de lo sanamente recomendable. Todo él se construye en torno a juegos de palabras muy coñeros que, obvio, se pierden si no dominas el inglés. Ya saben, "Toc toc", "¿Quién es?", "Mirra", "¿qué Mirra?", "Mi rabo en tu boca". Imaginen las posibilidades en manos de los "Macc Lads". Por lo pronto, incorpora constantes alusiones a una "gang bang" y sus participantes.

Adoro "Back On The Pies Again", ya no solo porque sea una canción de regusto country super animada (que también, ¿les había dicho que me agrada el country?), además me flipa que el cantante, Muttley, proceda a la vez que va comiendo tarta, con el respectivo graciosísimo efecto que ello provoca.

"Frogbashing" destaca, además de porque compositivamente chorrea buen humor y ritmo desbocado, muy pegadizo, por su mala uva. El título podría traducirse como "Aplastandoranas". Y no, no se refiere exactamente al animal, más bien al modo poco amable y vejatorio con el que los ingleses se refieren a los franceses. Así pues, "Frogbashing" vendría a ser un tema anti-gabachos, con todas las de la ley. Se habla de darles una paliza y se sueltan afirmaciones tipo "todas las francesas tienen bigote"... pero al modo "Macc Lads", es decir, jodidamente divertido.
Como nota curiosa, mentar la canción "Torremolinos", donde los "Lads" hablan de su viaje a España y, en general, no se ceban demasiado... aunque en un momento de la letra se hace mención a un "italiano grasiento". Tienen otra titulada "Germans" sobre la que he preferido evitar indagar. Eso de las relaciones internacionales no era lo suyo, desde luego...

lunes, 11 de diciembre de 2023

TAMARÁN, HIP HOP GRANCANARIO

Documental amateur con intención de dar a conocer una escena que, debido a su gran aislamiento, es la gran desconocida del panorama patrio: El hip-hop practicado en Gran Canaria, otorgándole un mayor protagonismo al rap y al graffiti.
En realidad, la escena insular no dista mucho de la de la península; influencia nula de los clásicos o de la golden era estadounidense, mucho rapero despistado y personalidades cliché con tendencia al perroflautismo. En esto último, puede que hasta destaque.
El documental, que vio la luz en 2010, comienza con un rótulo advirtiendo que las imágenes tomadas pertenecen al 2009 y que, hasta el momento del lanzamiento, puede que la escena haya cambiado un poco (!!!). Después, vemos a uno de los emcees locales diciendo que en la isla hay un gran nivel de rap, sobre todo si lo comparamos con el de la península. Sin embargo, mientras escuchamos las declaraciones del resto de los entrevistados, descubrimos, como si de un martilleo constante se tratara, temas de raperos locales que no son más que malos émulos del rap que se hace en la península. Al fin y al cabo, son los grupos con los que se han formado, predominando en el arsenal de canciones las versiones explotation de Falsalarma, Kase.O, SFDK y, sobre todo, Toteking. Se detecta mucha influencia sevillana.
Más interesantes resultan algunas de las piezas de graffiti mostradas, de innegable calidad, pero emponzoñadas por los comentarios cliché de los escritores que las ejecutan, en una actitud idéntica a la de los raperos.
En definitiva, y durante dos horas, lo que vemos es un desfile de chavales quejándose, lloriqueando, maldiciendo y excusando un más que marcado complejo de inferioridad con el hecho de vivir aislados en Canarias. Al final, a esta escena le pasa lo mismo que al resto de escenas autóctonas, no destacan o no salen a la palestra, no por vivir en un determinado lugar, sino por una acusada falta de talento de la que estos rappers no son conscientes.
Todo negativo, todo desesperanzador, todo es culpa de los otros (y no de ellos).
Asimismo, llama la atención otro rotulo dentro del rodillo final que dice: “Dedicado a las críticas sin previo conocimiento”, como si el no conocer las circunstancias, esfuerzo o dificultades para ejecutar una obra, invalidaran toda opinión al respecto. O como si la obra en sí misma tuviera más valor por el hecho de que, al que la ha realizado, le ha costado un imperio llevarla a cabo. Que sea buena no cuenta.
Dirige el documental Adrián León Arocha, quien, tras realizar sus cortos y con tan solo 16 años de edad, se atreve con este documental al que, formal y técnicamente, solo se le puede reprochar su excesiva duración y una falta total y absoluta de tempo. Por lo demás, cuenta con las virtudes y carencias propias de un producto amateur, por lo que, en ese sentido, hay que reconocerle al chaval que le ha echado ganas. Y ¡qué demonios! no lo ha hecho mal del todo. Otra cosa es que el espectador comulgue o no con las declaraciones vertidas por esos raperos.
En consecuencia, y por su carácter local, fue proyectado en un par de festivales también locales.
Después, León Arocha viajó a Madrid a estudiar cine y desarrolló la web serie “Norte, Sur, Este, Oeste”, que ahonda en el mundo de la música urbana en Gran Canaria.
Por curiosidad, se puede pegar un visionado a “Tamarán, Hip-Hop en Gran Canaria”, más que nada para conocer algo de una escena que en pleno 2024 ya estará desfasada, máxime con la evolución que en sí ha pegado el rap a nivel general durante estos últimos 10 años, y teniendo en cuenta que este documental tiene ya 14.
Ahora bien; la conclusión que saco tras verlo es que, si ya me importa un pimiento la escena del rap peninsular, imaginaos la de Canarias…

sábado, 9 de diciembre de 2023

GALAXY INVADER

Continuamos anclados en 1985. No estaba planeado, de verdad. Solo que esta vez descendemos unos cuantos peldaños -de calidad- para hablar de la cuarta película del legendario -probablemente por los motivos equivocados- Don Dohler, al que hemos tratado largamente en este blog y comentado otros pecadillos de juevntú como "Alien Factor" o "Blood Massacre". En "Galaxy Invader" reincide con el tema marcianos belicosos, aunque el título sea un poco engañoso. Aquí no hay ningún invasor de ninguna galaxia, solo un tipo oculto dentro de un feo y aparatoso disfraz, con los movimientos enormemente limitados, y la suficiente mala pata de aterrizar en medio de la Norteamérica profunda, repleta de unos muy poco convincentes "rednecks" comandados por un terrible padre alcohólico y mal tratador encabezonado en cazarlo vivo y sacar tajada de su venta. Lo llegan a atrapar absurdamente, tras un tiroteo que es una de las pocas cosas potables del largometraje, y lo encierran en un garaje. Pero por ahí pululan un par de genuinos fans de los Ovnis dispuestos a liberarle. El invasor galáctico no es tan tonto y, además de hacerse amigo de ellos, los defiende cuando los paletos quieren cargárselos por entrometidos. Y, en fin, la cosa se va complicando -todo lo que pueden complicarse este tipo de productos- hasta un desenlace entre ingenioso y patético.
Nada nuevo bajo el sol. Don Dohler (y el resto de su familia, a tenor de lo que podemos leer en los títulos de crédito) despliega todo su escaso talento, echando mano de un puñado de actores bastante limitados (destacando entre el pack su colega, muso y ex-fanzinero George Stover, difícilmente creíble como hijo del paleto borracho) y se curra lo que, en esencia, es una película amateur. Ya lo dije en su día respecto a "Alien Factor", pero lo repito: "Galaxy Invader" estaría hoy parida en vídeo y colgada en Prime o Filmin, pero entonces aún podía usarse una cámara de 16 mm y darle algo más de lustre. Nada, puro espejismo. Todo el cine de Dohler era casero hasta las trancas. Y, de hecho, cuando se le acabó el montante para comprar celuloide, recurrió al formato magnetoscópico como el resto de sus tocayos.
Que sí, que es un coñazo tremendo, aburridísimo, solo se salva por los momentos de comedia involuntaria (esos puñetazos o esas bofetadas ejecutadas con extremo cuidado) y el absurdo de todo ello, generoso en incongruencias narrativas, pero eso ya lo sabía antes de darle al botón de reproducir, así que no vale quejarse.

A modo complementario, les dejo con el siguiente y delicioso escaneo de, cómo no, las páginas de un "Mad Movies" Efectivamente, son George Stover y el marciano titular, breves instantes previos a un feo encontronazo...

viernes, 8 de diciembre de 2023

EL MESÓN DEL GITANO

“El mesón del gitano”, segunda película para lucimiento de Peret, es la peor de las cinco que protagonizó y un ejemplo claro de lo que representaba el rumbero para según que sectores del público: un reclamo “typical spanish” para atraer a los guiris. Un producto genuinamente rancio y de pandereta.  No la salva ni Saza (que curiosamente, estuvo presente en todas las películas de Peret).
En esta ocasión, tenemos a Peret que regenta un mesón que va muy bien porque su compinche Fidel (Saza), es un guía turístico que acaba todas sus rutas allí. Peret, además de tocar la guitarra y cantar, siempre se las ingenia para ligar con alguna ingenua extranjera, poniendo como excusa que la va a llevar a Aranjuez.
La cosa va tan bien, que en un momento dado decide renovar el local, por lo que contratará a una decoradora. El asunto se complica porque, a medida que el negocio funciona, y él se va convirtiendo en un cantante popular, se enamorará perdidamente de la decoradora. Pero la familia de esta se opone rotundamente a que la chica se relacione con un tabernero gitano.
El argumento, poco interesante, nimio, no es más que una excusa para que Peret se eche unos cantes. Ya se que en principio esa es la idea de la existencia de las películas de Peret, pero, por ejemplo, Mariano Ozores en sus incursiones en la dirección de algunas de estas, hacía todo lo posible por darle prioridad al guion y la comicidad, metiendo pocas canciones, situándolas en segundo plano. Amén de darle un agradable toque de modernidad tanto a las películas como al propio Peret.
Sin embargo los números musicales en “El mesón del gitano” por momentos se tornan exasperantes, llegando al borde de lo insoportable en una escena de casi diez minutos, ambientada en el rastro de Madrid en el que una niña pequeña —en la vida real, una familiar de Peret— se pica con este cantando y bailando. Entre que la niña es repelente, y que la escena no termina nunca, uno se ve tentado a darle de facto al stop.
Nada de esto resulta extraño si tenemos en cuenta que tras la dirección se encuentra Antonio Román, director del régimen que, además, participó junto a José Luis Sáenz de Heredia y el propio Franco en la elaboración del guión de “Raza”. De ahí la ranciedad de este producto de Peret, en el que es non grato para la burguesía no solo por gitano, sino también por tabernero.
Como Román le daba a la propaganda que daba gusto, después de la guerra, no tenía problemas a la hora de financiar sus películas ni de recibir premios, así que rodó cosas muy del agrado del fascio como pudieran ser los clásicos “Los últimos de Filipinas” o “La fierecilla domada”. “El mesón del gitano” sería la película que pondría fin a su filmografía.
Junto a Peret en el reparto, además del habitual Saza, tenemos a Eduardo Fajardo, Margot Cottens o José María Tasso y su puto flequillo de los cojones.
Muy mala.

miércoles, 6 de diciembre de 2023

MINUTOS MUSICALES 17: CAÑA Y PANFLETISMO 2

Ya comenté en la primera dosis de "Caña y Panfletismo" lo cansinas que me resultan las bandas dedicadas a tratar temas político-sociales, gastando energía y tiempo en denunciar movidas que nunca jamás cambiarán, ni han cambiado desde que surgieron todas ellas. Al fin y al cabo, sueltan la matraca con unos sonidos imposibles de vender a alguien que no sea devoto y, por tanto, ya convencido de antemano que el mensaje es el correcto. Pero dejando esto de lado, y centrándonos en la música, muchas de ellas son sanamente entretenidas, exactamente como las tres que siguen...

"Flux of pink indians" pertenecían al colectivo "Crass" y su rollo neo-punk, semi-hippie, seudo-experimental. Sin embargo, sonaban lo suficientemente acelerados y gorrinos como para gustar también a punks del "otro lado", consumidores de "Exploited" o "GBH". Al menos así fue con sus dos primeras grabaciones, porque luego, sí, perdieron el pedal. Justo, la canción que les traigo forma parte de ese material, y es la mejor de sus composiciones. También podría recomendarles tonadillas como "Some of us scream, some of us shout" y "Tube Disaster", pero ninguna llega a las excelencias sonoras, energéticas y confrontativas de "Progress", perteneciente al lp "Strive To Survive Causing Least Suffering Possible".


Si me pilla el día bueno, soy capaz de disfrutar con hardcore-punk burraco llegado desde Japón. Estos amarillos tarados tienden a llevarlo todo a los extremos. Los sonidos, las estéticas, las esencias... y "Warhead" son el paradigma de lo suyo. Guitarras estridentes, muro de ruido listo para reventarte los sesos, voz chillona y muy cabreada, crestas de colores, chupas claveteadas... en fin, el pack completo que encaja a la perfección con lo que un profano esperaría/temería de un combo capaz de generar una canción tan deliciosamente brutal como "Cry of truth" que, además, da nombre al mismo EP de debut de la banda, muy recomendable en su totalidad.


A principios de los noventa, la rama más políticamente correcta del punk/hardcore (aquellos a los que llamábamos con desprecio pc-punks) se radicalizaron, pasando de un "No bebo ni tomo drogas, pero respeto a los actúan distinto" a un "No bebo ni tomo drogas, y gustosamente le soltaría un guantazo a los que actúan distinto". Para ello se inventaron una de las tantísimas etiquetas que tanto les gustaba sacarse de la manga a toda esta peña: hardline. Dentro de semejante grupo destacan con honores la banda de fascinante -por demente- nombre, "Vegan Reich" y los belgas "Nations on fire". Justo, "Strike the match" fue su primer disco. Y uno muy bueno, la verdad. De los nosecuantos cortes que contiene, recomendables de principio a fin, destacaría "New hope for a dead scene" (también conocida como "More hope (for a living scene)" ¿?), el típico rollo de hermandad entre todos, respeto a las féminas y bla, bla. No es tan cafre y elemental como, por ejemplo, "The Line", pero está un rato chulo...

lunes, 4 de diciembre de 2023

REVOLVER

“Revolver” es una cosa marciana. Tanto como para justificar el visionado. Y es que tras esa apariencia de "serie B" de acción, en realidad se esconde un telefilm de lujo cuya máxima prioridad es promocionar lo catalán. Les explico: “Revolver” es un producto televisivo co-producido entre Columbia Pictures y la televisión autonómica de Cataluña (TV3), concebido de cara a las olimpiadas del 92, por lo que al final se trata de una especie de panfleto turístico de Barcelona. Muy curioso.
Además de estar protagonizada por un Robert Urich, que ya en 1992 no tenía especial tirón comercial, el argumento casi parece de exploit destinado a cines de barrio y auto-cines de los 70, sin que, por otro lado, haya una gota de postmodernismo o intención alguna de homenajear ningún género.
Cuenta la historia de un agente del FBI (¡de ascendencia catalana!) con una trayectoria ya larga, que en una misión especial en Los Angeles acaba disparando y, por ende, asesinando a un niño pequeño. Este hecho le deja lo suficientemente traumatizado como para decidir retirarse. Pero es convencido por su jefe para que antes de hacerlo, aborde una nueva misión. El agente acepta y, en consecuencia, recibe un mal disparo que le deja paralítico. Esto no es óbice para que, silla de ruedas mediante, viaje hasta Barcelona para dar con quienes le han dejado imposibilitado de por vida y eliminarlos… eso sí, con la autonomía que le proporciona la silla de ruedas. Entonces pues, tenemos una película en la que Robert Urich pega muchos tiros sobre ruedas, habla mucho con todo el mundo y tiene encuentros con catalanes de pro como puedan ser Jordi Mollá —en uno de sus primeros papeles—, Assumpta Serna o Ariadna Gil, que se defienden en inglés en pantalla como buenamente pueden, y ponen cara de no saber muy bien lo que están haciendo en ningún momento. Mollá, sin embargo, está bastante suelto con el inglés (y por eso su carrera actoral está ahora en USA y no en Cataluña).
Los familiares del personaje de Robert Urich hacen especial hincapié en que no olvide su procedencia catalana, como si quisieran hacer ver al espectador la importancia de dicha condición, cuando en realidad es solo una excusa para justificar que la película está rodada en Barcelona. Incluso cuando la trama se ambienta en Los Angeles, es también Barcelona, salvo por un par de secuencias.
Pero ¿Por qué este interés en lo barcelonés en esta película? Fácil: se estrenó en Abril de 1992 a nivel internacional, justo a tres meses de los Juegos Olímpicos celebrados en la ciudad. Así, servía para mostrarle al mundo la moderna Barcelona donde se iba a celebrar el evento, su cosmopolitismo y que, de esta manera, al público le entraran ganas de visitarla.
Si los Juegos Olímpicos se celebrasen hoy y la televisión catalana quisiera hacer un film promocional de la ciudad de Barcelona, lo más probable es que hubieran producido una cosa de Woody Allen o una de Isabel Coixet, pero, en 1992, la conciencia general era que para promocionar la ciudad había que hacer una de tiros ¡Y nada menos que con Robert Urich!
“Revolver” empieza fuerte, con una secuencia de acción noventera que hace intuir que tal vez la película al menos esté entretenida, pero según va avanzando la trama, se impone el diálogo y el aburrimiento, haciendo perder el interés al espectador por lo menos hasta que empezamos a ver lugares reconocibles de Barcelona o a los actores españoles que van apareciendo con cuenta gotas. Mollá y la Gil hoy están más vistos que el tebeo, pero en 1992 en realidad no eran más que actores novatos, por lo que, en su momento, sus presencias tampoco dirían nada a los espectadores.
En definitiva, es un poco rollo, pero lo suficientemente curiosa para que la veamos con el justo interés.
Por su parte, el director Gary Nelson tiene una dilatada carrera en la que destaca la realización de telefilmes y series de televisión (suyos son algunos capítulos de “Superagente 86” o “Kojack”), si bien en los setenta se puso a dirigir cine para Disney dando títulos clásicos como puedan ser “Viernes loco” o, sobre todo, “El abismo negro”, así como co-dirigió, sin acreditar, “Halcones de la noche” de Stallone. Seguida de la infame "Quatermian y la ciudad perdida del oro". Después, se volvió a su zona de confort, la televisión.
Curioso lapsus este de “Revolver”.

sábado, 2 de diciembre de 2023

VOLUNTARIOS

Y seguimos en 1985 -con respecto a mi reseña precedente-, el año mágico, cuando Hollywood más joyas produjo, sobre todo a nivel "blockbuster". Muchas de ellas han dejado una profunda huella en la historia de la cultura popular. Por eso extraña tanto que no sea el caso de "Voluntarios". Vamos a ver, una comedia de cuando Tom Hanks era sinónimo de la vertiente más gamberra de la misma, acompañado por otro grande, John Candy, y dirigidos ambos por Nicholas Meyer, el responsable de "Los pasajeros del tiempo" y revitalizador de la franquicia "Star Trek". ¿Por qué hoy nadie se acuerda de "Voluntarios"?, ¿por qué nadie la reivindica?
En ella, Hanks da vida a un personaje que actualmente no haría ni recibiendo un chute por la vena y del que, seguramente, reniega: niño rico, jugador, putero y vividor que se folla todo lo que quiere, fuma dronga y le importa una mierda el resto del planeta. El clásico estudiante universitario arrogante, con una doble vida de triunfador en negocios más o menos turbios, inevitable en la década. El caso es que queda endeudado con la mafia y, tras recibir una negativa de su poderoso padre al pedirle ayuda, se hace pasar por otro y termina enrolado en el cuerpo de voluntarios, directo a Tailandia, para construir un puente que beneficiará al pueblo pobre de rigor. Obviamente, una vez en el fregao, surgirán mil movidas (como enfrentarse a un grupo guerrillero comunista y a un contrabandista) y Tom Hanks, pues bueno, aprenderá la lección, se volverá humilde, dejará el egoísmo bajo el felpudo, enamorará a la chica que le odia, etc, etc..... el cuento moral que, aunque no se lo crean, todavía no he terminado de ver. He hecho una pausa para picar algo, escribir esto y ahora sigo, pero seguro que he acertado de lleno. Les cuento en el siguiente párrafo.
Al final la cosa no ha sido tan babosa como me temía. Es decir, sí, tenía yo razón, pero el "modus operandi" es menos evidente, menos "in your face", más propio de la década -gracias a dios, supongo que por eso es todo lo especial que es- a lo que hay que añadir unas notables dosis de aventura exótica que va pillando forma a medida que la trama avanza. En fin, era la época también, ¿no?, Indiana Jones y tal y pascual. Se agradece, porque desde luego el elemento comedia queda lejos de rular. No te ríes nada, salvo por unos puntuales e inesperados toques más propios de una "spoof movie", esos sí me han molado (siempre me pareció que Nicholas Meyer era un tipo muy serio, y esta sería la prueba) También es novedoso que, pal caso, John Candy se aleja de su habitual registro de pesao de buen corazón para ser, directamente, un gilipollas. Algo es algo. Pero no... "Voluntarios" no funciona, es bastante mala, así pues, enigma resuelto (es decir, ya sabemos por qué no dejó huella en su día).
Completan el reparto Rita Wilson, Gede Watanabe y Tim Thomerson (no confundir con Tim Matheson) Menuda carrera extraña y curiosa que tuvo este hombre, ahí moviéndose alegremente entre películas mainstream, subproductos chusqueros y la que era su verdadera especialidad, el "stand-up".
El argumento -que no el guion- es cosa de Keith Critchlow, quien cuatro años después firmaría el libreto de "Ánimas"

viernes, 1 de diciembre de 2023

SI FULANO FUESE MENGANO

Quinta y última película para lucimiento de Peret, que se despide del cine hasta su recuperación en los 90 con papeles serios y secundarios. Del mismo modo, a finales de la década de los 70 abandonaría el mundo de la música, que tanto dinero y fama le había reportado, para dedicarse a dar la palabra del evangelio como pastor, labor que ya no abandonaría hasta mediados de los 90, cuando volvería a la música con mucha más fuerza.
"Si Fulano fuese Mengano" fue un encargo para Mariano Ozores. Este, lejos de hacer un film cuyo argumento sirviera de excusa para presentar las inevitables canciones, hace lo contrario; desarrolla una trama cómica muy a la Ozores, e integra cuatro temas de Peret, que es lo mínimo que se le pide en la película, dando pie a un vodevil propio de su estilo. Queda así la parte musical reducida a la mínima expresión.
La verdad que esta es una película estupenda.
Tenemos a un tipo rico y acaudalado, Raúl, un juerguista que allá por donde va la caga, deja deudas o problemas de cuernos y, en consecuencia, tiene unas cuantas amenazas de muerte y/o secuestro. Por otro lado, tenemos a un obrero de la construcción, Miguel,  bueno y honesto, que posee la particularidad de que es exactamente igual que Raúl.
Cuando Raúl sospecha que hay varios frentes que pretenden asesinarle, deja en manos de su secretario, Evaristo Rebollo, el contratar al tal Miguel para que, por una suculenta suma de dinero, se haga pasar por él los siguientes quince días. Su idea es que maten a este pobre desgraciado en su lugar y, después, irse a vivir la vida a Brasil. Miguel aceptará la oferta y se tirará la película entera esquivando intentos de asesinato y procurando enmarañar los desaguisados que Raúl ha dejado por la vida.
Lo bueno de “Si Fulano fuese Mengano” es que, más que una película de Peret, es una de Mariano Ozores. Si suprimimos las cuatro canciones del músico, y en su lugar hacemos protagonizar la película a, por ejemplo, Fernando Esteso, será exactamente la misma y no se resentirá en el resultado. No obstante, la elección de Peret termina siendo muy acertada, porque al margen de lo que su música nos parezca, no tenía frente a las cámaras el carisma de Manolo Escobar, pero casi, y aunque aparece doblado, lo cierto es que como actor funciona bien y se complementa a la perfección con sus partenaires (y verdaderos protagonistas velados de la película) que son José Luis López Vázquez, Antonio Ozores o, esplendido —y, no sabemos por qué, también doblado— José Sazatornil “Saza”. De hecho, en los ochenta, cuando el film se lanzó en vídeo de alquiler, y Peret había pasado a un segundo plano al abandonar su carrera musical, la carátula con la que apareció le posicionaba en tercer lugar, atribuyendo total protagonismo a López Vazquez que, en justicia, lo era.
Además, una de las secuencias más graciosas de todo el cine de Ozores se encuentra en esta película y prescinde de la presencia de Peret. Es aquella en la que el personaje de Saza, padre de la joven a la que Raúl ha dejado embarazada, cree que Evaristo Rebollo (López Vázquez) es el seductor de su hija y, en consecuencia, pide responsabilidades al interfecto. Y le insulta, le zarandea, le atiza y humilla. Ese diálogo no solo es desternillante, sino que todo el acting deja claro cuan grandes eran nuestros actores de aquella época. Saza particularmente.
Asimismo, casi se nos malogran López Vázquez, Antonio Ozores y Peret. Contaba el rumbero en sus memorias que tenían que rodar una escena en la que van en un coche de rally. La producción compró a tal efecto uno en un desguace, sin asegurarse antes de su buen funcionamiento, así que colocaron la cámara sobre el capó mirando al interior  y lanzaron a los tres actores a la carretera en una escena en la que el vehículo, conducido por Peret, no tiene frenos. A la voz de acción, el cantante arrancó el coche y salió a conducir, con tan mala suerte que el automóvil tampoco tenía frenos en la vida real. Pero como en la escena el diálogo de Peret hacía referencia a esa misma inconveniencia, el cantante exclamó: “¡Que esto no tiene frenos, pero de verdad!”, el equipo pensó que formaba parte de su actuación y nadie hizo caso, por lo que los tres actores pasaron un mal rato hasta que Peret, conductor experimentado, encontró la manera de detener el auto justo antes de estrellarse contra una fachada.
Salieron ilesos, pero Peret montó un gran pollo a producción y ese día ya no se rodó más. El propio Mariano Ozores tuvo que ir a su camerino a tranquilizarlo y pedirle disculpas.
Al margen de la anécdota, “Si Fulano fuese Mengano” resulta una película fresca y divertida, una comedia de enredo loca de Ozores que, incluso a día de hoy, sigue manteniendo el tipo, y si bien puede que estéticamente se haya quedado añeja, a nivel risas las obras de Ozores siguen funcionando como un tiro. No hay nada más gracioso que ver a López Vázquez, Antonio Ozores o Saza en su salsa y pasándoselo francamente bien con sus tontunas.
El reparto, por supuesto, como solía ser habitual en cualquier película de la época, lo componen, además de los astros ya mencionados, otros del calado de Florinda Chico, Pepe Rubio, Gracita Morales, Helga Line, María Kosty o la televisiva Marisa Medina.
Un divertimento sin par. Además, las canciones son pocas y apenas molestan.