La autobiografía oficial de Antonio Ozores, que ya data de
hace 22 años, es esta “El anticiclón de los Ozores” cuyo título hace presagiar
que lo que nos encontraremos dentro del libro es mejor de lo que es en
realidad. Y es que el título, es estupendo.
Ozores por aquellos años, poco dado a hacer literatura, y
consciente de que una potente editorial le ha encargado que escriba sus
memorias, hace caso a los consejos de Alfonso Ussia quien le recomienda que el
libro no llegue a las 300 páginas, que no aburra al lector y que haga capítulos
cortitos, ya que según este, el lector suele leer en la cama y con capítulos
largos tendrá que usar un marcador y dejar el capítulo a medias, mientras que
de esta manera, se leerá un capítulo antes de dormir, y al día siguiente
comenzará otro capítulo completo. Y a esos consejos se aferra el que fue uno de
nuestros actores cómicos más queridos y entrañables.
Entonces, “El anticiclón de los Ozores” más que unas
memorias es una consecución de pasajes cortos y anécdotas que ni van
cronológicamente, ni llevan un orden ni un concierto, que le sirven a Ozores
para contarnos batallitas, filosofar un poquito, baratamente y, en definitiva,
para ofrecernos un libro del todo intrascendente. A ver, no se trata de un
libro malo. De hecho Ozores escribía de una forma muy fluida y amena, tiene lucidez
para ir haciendo gags, y todo lo que nos cuenta es interesante y entretenido,
máxime, cuando toda su infancia y adolescencia, sus años de guerra y
postguerra, pasan por las páginas de ese libro de cuclillas y de pasada, en su
afán de no aburrir a los que estamos leyendo. Ozores tiene tendencia a caer
bien, así que disfrutamos con todo lo que nos cuenta… pero nos sabe a poco. Nos
quedamos con las ganas de unas memorias un poco más ortodoxas.
Y es que quizás, escribir memorias no sea el fuerte de un
personaje tan surrealista como Antonio Ozores, porque lo cierto es que ha
escrito el mismo libro tres veces. Años después de este, con “La profesión más
antigua del mundo”, hizo exactamente lo mismo pero en pasajes más cortos si
cabe, y ya en sus últimos años de vida, abrazado al lindo concepto de la
autoedición, escribe “Antonio Ozores, su autobiografía”, que es exactamente lo
mismo que los dos libros anteriores. Nada que objetar salvo por el hecho de que
en los tres se repite.
Por eso es una pena que no se hayan editado unas memorias
más al uso de uno de los pocos actores enloquecidos, raros, divertidos y
dantescos que ha dado la filmografía patria, aunque claro, unas memorias al uso
puede que no fueran tan “ozorianas” como en el fondo es este “El anticiclón de
los Ozores”, que salvo porque se queda corto es un libro de lo más disfrutable
y, sobre todo, el mejor de cuantos libros autobiográficos escribió.