Sin embargo, que quieren que les diga, me ha resultado harto
entretenida, divertida y dotada de un ritmo que para sí quisieran muchas
películas de mayor presupuesto.
La cosa sigue sin variar un ápice con respecto a su primera
parte; intentar un émulo de Freddy Kruegger que haga las delicias a los
aficionados al fantástico. Para ello, y al igual que la franquicia de Elm
Street, se le añade más humor al asunto, así como se incluyen llamativas y
artesanales muertes cargadas de gore, látex y jarabe de arce, que son muy de
agradecer. También, como el presupuesto es ínfimo, para no gastarlo en sesiones
de maquillaje, el Djin, en esta ocasión, aparecerá con forma humana casi toda
la película, reduciéndose su presencia como monstruo a un par de escenas, y
otras tantas directamente aprovechadas de la primera parte. También es muy
posible que su protagonista, Andrew Divoff, no quisiera aparecer todo el tiempo
bajo el aspecto del Djin y por contrato sea que le vemos el careto. Como fuere,
en las posteriores secuelas (que ya iré comentando) Divoff pernocta en casa,
sin pasarse por clase. Vamos, que “Wishhmaster 2” sería la última vez que le
veríamos dando vida al Djin. Por cierto, es asombroso el parecido que tiene
este hombre con Julio Iglesias de jovencito.
La estructura argumental de la película es similar a la de
la primera parte; una muchacha es herida durante un atraco a un museo, y no
muere gracias a que por allí hay una extraña piedra preciosa. Dentro de ella
está el Djin, que en su afán de recolectar almas, ofrece a sus víctimas un
deseo, que una vez concedido, este interpretará como le de la gana,
aprovechándose de las malas formulaciones y haciendo que todas estas peticiones
acaben como el rosario de la aurora, y bañados en sangre en el mejor de los
casos. Amén de un caso concreto de un preso que le pide que “Se joda” su
abogado, por lo que el leguleyo acabará dándose la vuelta de cintura para
abajo, doblándose y dándose por culo a sí mismo. Un gag muy curioso.
Su afan por hacer el mal le llevará a la cárcel, donde hace
ostentación de su poder, mientras se las ingenia para dar con la muchacha que
le ha devuelto a la vida, y que, otra vez, como si de “Pesadilla en Elm Street”
se tratase, tiene sueños con él durante toda la película.
Pues qué quieren que les diga, la película es lo que es, y
es bien maja.
Curiosamente, con un equipo técnico compuesto de currelas
del cine, el diseño de producción corre a cargo de Alfred Sole, chico para todo
de la Serie B Americana, que lo mismo te sirve para un roto que para un
descosido. Suyas como director serían películas con cierto culto como “El
Rostro de la Muerte” o “Pandemonium, Desmadre en las Aulas”, extraña “Screwball
Comedy” de siniestra apariencia.
Por otro lado, el director sería el pobrecillo de Jack Sholder, por siempre conocido por ser el dire de “Pesadilla en Elm Street 2: La
Venganza de Freddy”, paradójicamente, que unas veces atina (“Hidden: LoOculto”), otras mete el cuezo hasta el fondo (“Renegados”) y otras, le quitan
el material filmado y cualquier manazas lo monta como le salga de los cojones
(“Arachnid”).
Como fuere, la verdad es que “Wishmaster 2” es una muestra
de la más genuina Serie B de finales del siglo pasado y primeros del actual, y,
que quieren que les diga, a mí me ha dejado con un buen sabor de boca, y con
ganas de más.