No había sentido desde el día de su estreno (recuerdo las marquesinas de las paredes de bus anunciando su inminente premiere) el más mínimo interés por la adaptación de “La Isla del Dr. Moreau” para el cine ejecutada en 1996 por John Frankenheimer (según el póster español, pero sin créditos para director alguno según su versión original). De hecho esa falta de interés es la que me ha llevado a día de hoy a ser un completo ignorante en torno a esta película. Yo intuía que era muy mala y sin más. Y quizás lo sea en demasía y no merezca la pena sentarse frente a ella, como bien había decidido hasta el día de hoy. Sin embargo, recientemente he descubierto este documental, “Lost Soul: El viaje maldito de Richard Stanley a la Isla del Dr. Moreau” y, claro, ahora tengo unas ganas locas de verla. Y acabaré haciéndolo algún día. Se trata de uno de esos documentales que cuentan lo desastroso que fue el rodaje de determinada película, y las circunstancias que llevaron a esta a ser una puta mierda. De estos hay muchos y muy interesantes. En este caso, la verdad es que los hechos acontecidos para que “La Isla del Dr. Moreau” fuera lo que es son realmente desternillantes.
No quiero spoilearles mucho el documental, por eso va a ser una reseña cortita, pero si diré que, como en la vida misma, todo el desastre del que nos habla el documental es fruto de tres factores: La incompetencia, los egos desmesurados y el retraso mental.
Porque a pesar de la buena prensa con que se nos presenta al principal artífice de este proyecto, Richard Stanley ( al que jamás había prestado atención), al que tildan poco menos que de futura promesa del cine fantástico, yo le veo como una especie de Tommy Wiseau en potencia, un pobre hombre que pese a su innegable cultura y ciertas dotes para dirigir, se le intuye un cerebro lo que se dice relajado, con una percepción de la realidad un tanto trastocada. No puedo tomarme en serio a un tipo que dice que utilizó la magia negra para llevar a buen puerto su película, ni puedo dejar de mirar, en sus entrevistas, cómo segrega espesa babilla cada vez que habla y cómo esta se va convirtiendo poco a poco en una especie de pasta negruzca… como si fuera un deficiente mental. A parte de esto, hay más factores mostrados en el documental que confirman esta tesis.
Por otro lado, es curioso cómo la gente que producía la película, New Line, ponen a parir a este hombre tildándole de irresponsable e inutil y justificando así que fuera despedido para contratar a John Frankenheimer mientras que los actores, que eran los que trabajaban con Stanley codo a codo, se refieren a él como un tipo extremadamente entusiasta y amable —lo que no es un aval para determinar sus capacidades en cualquier caso—, pero claro, los actores no es que sean tampoco especialmente lúcidos o inteligentes como para detectar algo fuera de lo normal. De hecho los comportamientos de Val Kilmer y Marlon Brando durante el rodaje, tal y como se narra en el documental, confirman de nuevo esto que digo.
Y por supuesto, la incompetencia está presente en todo momento. Richard Stanley, era un pequeño director independiente que sabía comandar pequeñas producciones de 5 o 6 millones de dólares, pero que con una de 30 no sabía ni por donde empezar… pero Frankenheimer, acostumbrado a hacer cine con solvencia, acabó de enmierdar todo este rodaje demostrando ser, si no más, tan inútil como Stanley…
No les cuento más. Solamente les invito a que la vean, merece mucho la pena y es altamente recomendable porque cuenta una historia fascinante sobre unos individuos asimismo fascinantes, y yo no podía dejar de mirar a pantalla mientras se sucedían las entrevistas o las imágenes de archivo.
El docu, por supuesto, tuvo una buena recepción en los distintos festivales y críticas unánimemente buenas, aunque sembró la polémica porque Richard Stanley dice que no todo lo que se cuenta es cierto, y que cosas más gordas que sucedieron se tocan de pasada.
Lo curioso es que Stanley, es también el director de una de esas recientes películas protagonizadas por Nicolas Cage tan en boga últimamente y de la que tanto hablan los asiduos a festivales de cine fantástico, “The Color out of Space”, una adaptación de Lovecraft que, efectivamente, no me interesaba ni lo más mínimo y que gracias a este documental pienso ver, tal vez en programa doble, junto a “La Isla del Dr. Moreau”.
El que firma el documental que les recomiendo se llama David Gregory, es fan de Jess Franco, y además de ser productor de “The Color out of Space” es el director de tropecientosmil documentales sobre cine más o menos jugositos como “The Joe Spinell story”o “Blood & Flesh: The Reel Life & Ghastly Death of Al Adamson”. Este está especialmente bien.
lunes, 29 de noviembre de 2021
domingo, 28 de noviembre de 2021
MIERDCADERÍAS: TERRORÍFICAMENTE MUERMOS
A estas alturas doy por sentado que ya conocen perfectamente nuestra sección de mierdcaderías. Pero por si hay algún atontao entre el respetable, lo resumiré diciendo que en ella nos dedicamos a mostrar aquella clase de merchandising absurdo y extremo que desprende de misterio, dignidad y respetabilidad a nuestros clásicos del cine fantástico (que pal caso, es el que es). Normalmente a la imagen correspondiente le acompaña un texto explicativo... pero lo cierto es que, hoy, creo que no hace ninguna falta. Basta con ver y ENTENDER.
Son cosas como esta las que justifican una sección como "Mierdcaderías".
Son cosas como esta las que justifican una sección como "Mierdcaderías".
sábado, 27 de noviembre de 2021
COP, CON LA LEY O SIN ELLA
Un asesino psicópata anda suelto. Sus víctimas favoritas son mujeres tímidas e inocentes. Un policía tremendamente obsesivo, y casi tan loco como aquel, será quien se dedique en cuerpo y alma a pararle los pies.... aunque para ello tenga que cabrear a todo su departamento.
"Cop, con la ley o sin ella" es un thriller policíaco la mar de solvente. Bastante entretenido, con notables interpretaciones, unas agradecidas dosis de violencia y sexo, una trama que, aunque a priori parece más vista que el tebeo, no se conforma con tirar por derroteros trillados y del todo predecibles. Vamos, una película perfectamente recomendable. Pero, honestamente, no me habría parado a escribir estas letras si no fuese por tres elementos.
El primero es evidente, James Woods. Hoy está de moda odiarle y decir que es una mierda (tras erigirse como fan y defensor de la causa Trump), pero eso no quita que sea un actorazo al que le van como un guante los personajes ambiguos y tremendamente sórdidos, como es el caso. Sería fácil dejarse llevar por comparaciones con "Harry, el sucio". Sí, existen ciertas similitudes. Sin embargo, la gran diferencia es que "Harry Callahan" es un héroe, mientras que el poli al que da vida Woods, no. Es un cabrón. Ni siquiera en plan "Teniente Corrupto". Este es un cabrón sin quererlo, que casi lo hace peor. Y ahí es donde entra el segundo punto a favor del film: su tendencia a lo políticamente incorrecto, sin postmodernismos autoconscientes, ni provocaciones desesperadas por llamar la atención. De modo totalmente transparente. Ayuda que se produjera a finales de los ochenta, por supuesto. Pero, aún así, tiene tela. Especialmente porque el personaje menos "correcto" del pack es, justamente, su protagonista. El poli bueno, que no tiene problema en matar a un sospechoso y, seguidamente, flirtear con la acompañante femenina de aquel, aún en shock. Además, se lleva fatal con su esposa y, en general, gasta un tono misógino de lo más refrescante. No solo él, sino toda la peli. Sin ir más lejos, nos presentan a una poetisa feminista, que pintan como medio demente, reprimida, y justifican su inclinación ideológica porque fue violada siendo adolescente. En un momento dado, Woods quiere ligársela, solo porque le apetece follar, sin más, y le sigue el rollo. Ella habla y habla, cuenta sus trifulcas espirituales, él se agobia, se rasca la oreja, mira el reloj con el rabillo del ojo y se muestra totalmente insensible a lo que la mujer relata. Para rematarlo, el hombre no tiene ningún reparo en lanzar continuas proclamas homofóbicas, con toda naturalidad. Un verdadero gusto, amigos.
Y así llegamos al tercer punto. Que no desvelaré pero que resumiré en que "Cop, con la ley o sin ella" gasta uno de los finales más secos, contundentes, vibrantes y PERFECTOS de la historia del cine. Casi vale la pena ver toda la peli por ese cierre magnífico.
Basada en una novela del célebre escritor James Ellroy (calificada de sádica y violenta), dirige James B. Harris, con pocos títulos en su haber pero una carrera llamativa en funciones de productor, puedes ver su nombre estampado en las primeras películas de Stanley Kubrick, nada menos.
Acompañan a James Woods nombres tan solventes como el gran Charles Durning o una Lesley Ann Warren un pelín menos sobreactuada que de costumbre.
Ya en su época se consideraba "Cop, con la ley o sin ella" una peli diferente al tipo de cine que se hacía entonces. Hoy, directamente, asciende a perro verde.
"Cop, con la ley o sin ella" es un thriller policíaco la mar de solvente. Bastante entretenido, con notables interpretaciones, unas agradecidas dosis de violencia y sexo, una trama que, aunque a priori parece más vista que el tebeo, no se conforma con tirar por derroteros trillados y del todo predecibles. Vamos, una película perfectamente recomendable. Pero, honestamente, no me habría parado a escribir estas letras si no fuese por tres elementos.
El primero es evidente, James Woods. Hoy está de moda odiarle y decir que es una mierda (tras erigirse como fan y defensor de la causa Trump), pero eso no quita que sea un actorazo al que le van como un guante los personajes ambiguos y tremendamente sórdidos, como es el caso. Sería fácil dejarse llevar por comparaciones con "Harry, el sucio". Sí, existen ciertas similitudes. Sin embargo, la gran diferencia es que "Harry Callahan" es un héroe, mientras que el poli al que da vida Woods, no. Es un cabrón. Ni siquiera en plan "Teniente Corrupto". Este es un cabrón sin quererlo, que casi lo hace peor. Y ahí es donde entra el segundo punto a favor del film: su tendencia a lo políticamente incorrecto, sin postmodernismos autoconscientes, ni provocaciones desesperadas por llamar la atención. De modo totalmente transparente. Ayuda que se produjera a finales de los ochenta, por supuesto. Pero, aún así, tiene tela. Especialmente porque el personaje menos "correcto" del pack es, justamente, su protagonista. El poli bueno, que no tiene problema en matar a un sospechoso y, seguidamente, flirtear con la acompañante femenina de aquel, aún en shock. Además, se lleva fatal con su esposa y, en general, gasta un tono misógino de lo más refrescante. No solo él, sino toda la peli. Sin ir más lejos, nos presentan a una poetisa feminista, que pintan como medio demente, reprimida, y justifican su inclinación ideológica porque fue violada siendo adolescente. En un momento dado, Woods quiere ligársela, solo porque le apetece follar, sin más, y le sigue el rollo. Ella habla y habla, cuenta sus trifulcas espirituales, él se agobia, se rasca la oreja, mira el reloj con el rabillo del ojo y se muestra totalmente insensible a lo que la mujer relata. Para rematarlo, el hombre no tiene ningún reparo en lanzar continuas proclamas homofóbicas, con toda naturalidad. Un verdadero gusto, amigos.
Y así llegamos al tercer punto. Que no desvelaré pero que resumiré en que "Cop, con la ley o sin ella" gasta uno de los finales más secos, contundentes, vibrantes y PERFECTOS de la historia del cine. Casi vale la pena ver toda la peli por ese cierre magnífico.
Basada en una novela del célebre escritor James Ellroy (calificada de sádica y violenta), dirige James B. Harris, con pocos títulos en su haber pero una carrera llamativa en funciones de productor, puedes ver su nombre estampado en las primeras películas de Stanley Kubrick, nada menos.
Acompañan a James Woods nombres tan solventes como el gran Charles Durning o una Lesley Ann Warren un pelín menos sobreactuada que de costumbre.
Ya en su época se consideraba "Cop, con la ley o sin ella" una peli diferente al tipo de cine que se hacía entonces. Hoy, directamente, asciende a perro verde.
viernes, 26 de noviembre de 2021
HEE-MAN: MASTER OF NONE
Al margen de las condiciones exóticas de estas películas, y que muchos de los masters de las mismas se perdieron siendo las copias de VHS españolas de la época, la única constancia audiovisual que justifica su existencia —amén de todos los pósters, fotocromos y fotografías—, poco más se puede decir de las parodias de Redford White (de cuya historia ya dimos buena cuenta en el especial que desde Neon Maniacs Podcast dedicamos a su figura). Son todas malísimas, tercermundistas y con olor a orina. Sin embargo, y en justicia, lo que nos llegó a España es lo mejor de su cosecha, las de “Rambo” y “Rocky”, o la de “Los Intocables de Redford White” —la parodia al film de Brian de Palma, que solo existe en la traducción al castellano de la película— son cojonudas si las comparamos con lo que no nos llegó. Sin ir más lejos, esta “Hee-Man: Master Of None”, el spoof no oficial que Redford White dedica a la línea de juguetes “Masters del Universo” de Mattel. En búsqueda de contenidos para sus películas, White se dio cuenta de que su hijo pequeño jugaba con los dichosos muñequitos y eso fue más que suficiente para comprobar el tirón que en el país tenían los mismos. Para documentarse se vio un par de episodios de la serie de la Filmation de la que toma nota de cómo se transforma el príncipe Adam en He-Man y zumbando. Acto seguido, y en la ejecución de la película, la producción entera se pasa por los huevos la historia, orígenes e idiosincrasia de los juguetes o su serie televisiva.
Esto es una auténtica basura de dimensiones estratosféricas como bien sabía cuando me senté ante la televisión antes de darle al play, con la osadía de tragármela de la única manera existente: En filipino tagalo sin subtítulos ni nada. La comprensión de los diálogos en este caso da un poco lo mismo porque toda la película técnica o artísticamente es insustancial e intrascendente, y tampoco hay mucho que rascar tras consultar las escasas sinopsis que rulan por Internet —y que ayudan a la comprensión de lo que uno está viendo—.
La cosa va de una aldea en algún lugar del tercer mundo donde tenemos, en una mano, a una serie de Masters del Universo comandados por un Skeletor al que resuelven la papeleta poniéndole una careta de lo más cutre que representa media calavera y que debieron comprar en cualquier tienda de disfraces. Al resto de Masters se les pone una especie de armadura fabricada con plástico y papel maché que se basa en los diseños originales de las que usan los muñecos, pero en cutre, en chabacano, y por eso sabemos que son ellos, porque, al no haber presupuesto para más, estos Masters del Universo no llevan el casco que les sirva para ser identificados. Al margen de eso, la película ofrece unos personajes que nada tienen que ver con los de verdad, y se les pone la armadura aleatoriamente, motivo este por el que identificamos en la película a Tri-Klops, pero en realidad este, en lugar del casco de los tres ojos que suele usar en otras adaptaciones, lleva enormes orejas de goma y una cresta (¡). Y así con todos.
En la otra mano tenemos a Redford White dando vida a un tal príncipe Herman que, lejos de vestir como el príncipe Adam de los dibujos animados, lleva puesta una suerte de pieles marrones que lo mismo le servirían para interpretar a Pablo Mármol. Cuando las cosas van mal, saca la espada del poder y se transforma en un He-Man escuálido. El resto de la película es un ir y venir de los personajes haciendo chistes de cocaína y de discapacidad, de homosexualismo —con la refrescante presencia de uno de los habituales secundarios de las películas de White, Roderick Paulate, el Margarito Pirulí de “Rocky Tan-Go”, que siempre hace de maricón— y el típico humor filipino propio de estas películas que siempre deja picueto al espectador. Añadan a eso mucho, mucho combate de espada. Y aquí ya no hay más que rascar.
No obstante, lo realmente reseñable, es que este pedazo de mierda, esta bazofia sin nombre, estrenada única y exclusivamente en cines de todo Filipinas el día de Navidad de 1985, consiguió ser la película más taquillera de ese año, por encima de blockbusters americanos de la época tales como “Regreso al futuro”, “Rocky IV” o “Los Goonies”. Y eso tiene un mérito que te cagas, como no.
Por otro lado, y con la cantidad de elementos para la hilaridad que contiene esta película, ya soy demasiado viejo y he visto la suficiente mierda como para que cualquier cosa desmadrada o improbable me sorprenda. Pero, eso sí, la curiosidad queda saciada tras el visionado.
Dirige Tony Y. Reyes, popular artesano del cine filipino responsable de, entre otras muchas, “Las Locas Aventuras de Batman y Robin”.
Esto es una auténtica basura de dimensiones estratosféricas como bien sabía cuando me senté ante la televisión antes de darle al play, con la osadía de tragármela de la única manera existente: En filipino tagalo sin subtítulos ni nada. La comprensión de los diálogos en este caso da un poco lo mismo porque toda la película técnica o artísticamente es insustancial e intrascendente, y tampoco hay mucho que rascar tras consultar las escasas sinopsis que rulan por Internet —y que ayudan a la comprensión de lo que uno está viendo—.
La cosa va de una aldea en algún lugar del tercer mundo donde tenemos, en una mano, a una serie de Masters del Universo comandados por un Skeletor al que resuelven la papeleta poniéndole una careta de lo más cutre que representa media calavera y que debieron comprar en cualquier tienda de disfraces. Al resto de Masters se les pone una especie de armadura fabricada con plástico y papel maché que se basa en los diseños originales de las que usan los muñecos, pero en cutre, en chabacano, y por eso sabemos que son ellos, porque, al no haber presupuesto para más, estos Masters del Universo no llevan el casco que les sirva para ser identificados. Al margen de eso, la película ofrece unos personajes que nada tienen que ver con los de verdad, y se les pone la armadura aleatoriamente, motivo este por el que identificamos en la película a Tri-Klops, pero en realidad este, en lugar del casco de los tres ojos que suele usar en otras adaptaciones, lleva enormes orejas de goma y una cresta (¡). Y así con todos.
En la otra mano tenemos a Redford White dando vida a un tal príncipe Herman que, lejos de vestir como el príncipe Adam de los dibujos animados, lleva puesta una suerte de pieles marrones que lo mismo le servirían para interpretar a Pablo Mármol. Cuando las cosas van mal, saca la espada del poder y se transforma en un He-Man escuálido. El resto de la película es un ir y venir de los personajes haciendo chistes de cocaína y de discapacidad, de homosexualismo —con la refrescante presencia de uno de los habituales secundarios de las películas de White, Roderick Paulate, el Margarito Pirulí de “Rocky Tan-Go”, que siempre hace de maricón— y el típico humor filipino propio de estas películas que siempre deja picueto al espectador. Añadan a eso mucho, mucho combate de espada. Y aquí ya no hay más que rascar.
No obstante, lo realmente reseñable, es que este pedazo de mierda, esta bazofia sin nombre, estrenada única y exclusivamente en cines de todo Filipinas el día de Navidad de 1985, consiguió ser la película más taquillera de ese año, por encima de blockbusters americanos de la época tales como “Regreso al futuro”, “Rocky IV” o “Los Goonies”. Y eso tiene un mérito que te cagas, como no.
Por otro lado, y con la cantidad de elementos para la hilaridad que contiene esta película, ya soy demasiado viejo y he visto la suficiente mierda como para que cualquier cosa desmadrada o improbable me sorprenda. Pero, eso sí, la curiosidad queda saciada tras el visionado.
Dirige Tony Y. Reyes, popular artesano del cine filipino responsable de, entre otras muchas, “Las Locas Aventuras de Batman y Robin”.
lunes, 22 de noviembre de 2021
LA LUNA DEL LOBO
Daniel Petrie Sr. fue uno de esos artesanos canadienses que hicieron las americas y se buscaron un lugar en Hollywood. De hecho Petrie es el patriarca de un clan de cineastas y ejecutivos de estudio que se han dedicado en cuerpo y alma al cine.
No obstante Daniel Petrie, lejos de tener atisbos autorales, se toma la dirección como un trabajo, se trata de hacer películas al peso y por eso el director desde que emigrara a los estados unidos en los años 50 se siente cómodo en el ámbito televisivo. Así que factura a lo largo de su dilatada carrera tropecientos telefilmes y tropecientos episodios de las más variopintas series. Eso no es óbice para que eventualmente se ponga tras las cámaras en proyectos de mayor enjundia y envergadura, y que incluso se saque de la manga algún que otro clásico ochentero; suyas son películas como “Un paquete con seis”, “Distrito Apache” o “Cocoon: el retorno”, pero su hábitat natural es la televisión. Dentro de este campo ha ganado infinidad de premios aunque no tiene ninguno que sea especialmente relevante como sí lo fueran sus películas para cine, pero, eso sí, Petrie es el inventor de la estructura del telefilme clásico tal y como lo conocemos. Lo suyo es hacer dramas para proyectar después de las noticias como el que fabrica relojes: Automáticamente y dando el resultado esperado.
En ese sentido “La luna del lobo” es el paradigma del telefilm y, por ende, del aburrimiento. Y mi acercamiento al mismo se debe, más que por la carrera de Petrie, por la temática; no deja de ser una película de hombres lobo.
Basada en una novela de Leslie H. Whitten “Moon Of The Wolf”, la cosa va sobre el caso de una mujer degollada que aparece en un condado de Louisiana. Aunque el cuerpo está hecho un estropicio, las autoridades sospechan que el autor de este asesinato haya podido ser uno de los amantes de la interfecta, por lo que se iniciará una investigación que lleva a pensar al Sheriff (y al espectador) que cualquiera puede ser sospechoso. Se barajan hipótesis como que la mujer puede haber sido devorada por perros salvajes, hasta que finalmente descubrimos que el asesino es uno de los implicados en todo este fregado, que se transforma en hombre lobo las noches de luna llena.
Imagínense un telefilme al uso de los años setenta. Un planteamiento inicial y luego todo el rato planos medios de gente haciendo preguntas a otra gente que les responde. Se van dejando pistas justo en el momento en el que la imagen funde a negro para dar paso a la publicidad, y se vuelve al punto donde lo habíamos dejado tras los anuncios. Y así hasta el final. Pues eso es “La luna del lobo”, puro tedio, casi una tortura que es imposible ver entera sin que hagamos escapaditas al smartphone ahora que existe.
Claro que la cosa se anima cuando hace acto de presencia el hombre lobo, de maquillaje somero y que pretende imitar el look clásico del personaje, el de la Universal de los años 40, mientras que viste impecablemente con camisa diplomática y pantalones de pinzas.
La película carece de sangre o elementos escabrosos, pero al menos vemos al lobo traspasando vidrieras, saltando y dando zarpazos como dios manda. Solo que esto ocurre al escaso cuarto de hora de terminar la película. Hasta entonces, un eterno bla, bla, bla de señores y señoras con los 50 ya cumplidos. Únicamente para completitas.
El reparto está lleno de secundarios ya talluditos del cine clásico como puedan ser Royal Dano (“Ghoulies 2”), David Jansen (“Terror Nuclear”), Geoffrey Lewis (“Doble Impacto”), John Davis Chandler (“El fuera de la ley”) o Barbara Rush (“Cuando los mundos chocan”).
“La luna del lobo”, al ser un título televisivo con unos cuantos años de antigüedad, pasó recientemente a engrosar las listas de películas americanas en dominio público, por lo que me extraña bastante que no exista ni una sola edición en DVD de la película en España. Claro que ¿Quién quiere conservar una copia de esto?
No obstante Daniel Petrie, lejos de tener atisbos autorales, se toma la dirección como un trabajo, se trata de hacer películas al peso y por eso el director desde que emigrara a los estados unidos en los años 50 se siente cómodo en el ámbito televisivo. Así que factura a lo largo de su dilatada carrera tropecientos telefilmes y tropecientos episodios de las más variopintas series. Eso no es óbice para que eventualmente se ponga tras las cámaras en proyectos de mayor enjundia y envergadura, y que incluso se saque de la manga algún que otro clásico ochentero; suyas son películas como “Un paquete con seis”, “Distrito Apache” o “Cocoon: el retorno”, pero su hábitat natural es la televisión. Dentro de este campo ha ganado infinidad de premios aunque no tiene ninguno que sea especialmente relevante como sí lo fueran sus películas para cine, pero, eso sí, Petrie es el inventor de la estructura del telefilme clásico tal y como lo conocemos. Lo suyo es hacer dramas para proyectar después de las noticias como el que fabrica relojes: Automáticamente y dando el resultado esperado.
En ese sentido “La luna del lobo” es el paradigma del telefilm y, por ende, del aburrimiento. Y mi acercamiento al mismo se debe, más que por la carrera de Petrie, por la temática; no deja de ser una película de hombres lobo.
Basada en una novela de Leslie H. Whitten “Moon Of The Wolf”, la cosa va sobre el caso de una mujer degollada que aparece en un condado de Louisiana. Aunque el cuerpo está hecho un estropicio, las autoridades sospechan que el autor de este asesinato haya podido ser uno de los amantes de la interfecta, por lo que se iniciará una investigación que lleva a pensar al Sheriff (y al espectador) que cualquiera puede ser sospechoso. Se barajan hipótesis como que la mujer puede haber sido devorada por perros salvajes, hasta que finalmente descubrimos que el asesino es uno de los implicados en todo este fregado, que se transforma en hombre lobo las noches de luna llena.
Imagínense un telefilme al uso de los años setenta. Un planteamiento inicial y luego todo el rato planos medios de gente haciendo preguntas a otra gente que les responde. Se van dejando pistas justo en el momento en el que la imagen funde a negro para dar paso a la publicidad, y se vuelve al punto donde lo habíamos dejado tras los anuncios. Y así hasta el final. Pues eso es “La luna del lobo”, puro tedio, casi una tortura que es imposible ver entera sin que hagamos escapaditas al smartphone ahora que existe.
Claro que la cosa se anima cuando hace acto de presencia el hombre lobo, de maquillaje somero y que pretende imitar el look clásico del personaje, el de la Universal de los años 40, mientras que viste impecablemente con camisa diplomática y pantalones de pinzas.
La película carece de sangre o elementos escabrosos, pero al menos vemos al lobo traspasando vidrieras, saltando y dando zarpazos como dios manda. Solo que esto ocurre al escaso cuarto de hora de terminar la película. Hasta entonces, un eterno bla, bla, bla de señores y señoras con los 50 ya cumplidos. Únicamente para completitas.
El reparto está lleno de secundarios ya talluditos del cine clásico como puedan ser Royal Dano (“Ghoulies 2”), David Jansen (“Terror Nuclear”), Geoffrey Lewis (“Doble Impacto”), John Davis Chandler (“El fuera de la ley”) o Barbara Rush (“Cuando los mundos chocan”).
“La luna del lobo”, al ser un título televisivo con unos cuantos años de antigüedad, pasó recientemente a engrosar las listas de películas americanas en dominio público, por lo que me extraña bastante que no exista ni una sola edición en DVD de la película en España. Claro que ¿Quién quiere conservar una copia de esto?
sábado, 20 de noviembre de 2021
HELLITOSIS: THE LEGEND OF STANKMOUTH
Existe en los USA -¿donde sino?- una corriente dentro del mal llamado "cine independiente" -yo lo llamo "cine amateur" porque no veo nada despectivo en tirar de la etiqueta-, concretamente aquel situado en los ámbitos del terror, el fandom y las convenciones, que basa su esencia en imitar las correrías de Lloyd Kaufman y su flamante Troma (junto al siempre olvidado Michael Herz, cuya marcha fue, al parecer, el verdadero detonante de la decadencia de la compañía). Chavales formados con "El vengador Tóxico", "Mutantes en la universidad", "Pegado a ti", "¡Vaya camareras!" o "Viva la juerga" (pertenecientes a la mejor etapa de Troma) y que, en cuanto una video-cámara cayó en sus zarpas, decidieron replicar lo aprendido. Yo los llamo los cachorros de la Troma. Peña como Chris Seaver, Mike C. Hartman, Richard Mogg, Nathan Rumler, Dave Wascavage, Rick Popko + Dan West, James Balsamo, Doug Sakmann, Kevin Strange o Adam Thorn. Algunos, con el tiempo, incluso acabarían currando para Kaufman y cía.
Hay un modo muy sencillo de identificar estas películas. Primero, el formato. Como he puntualizado antes, están paridas en vídeo. Generalmente el de uso doméstico. Segundo, tienden a mezclar terror o fantástico con comedia, una -obviamente- muy gruesa, escatológica y políticamente incorrecta, siempre tirando de delirantes conceptos basados en el caca, culo, pedo, pis. Y, tercero, rara es aquella que no cuenta con un cameo de su gurú, Lloyd Kaufman himself.
Bien, todos esos atributos los encontramos en "Hellitosis: The legend of Stankmouth", que pueden localizar en Amazon Prime como "La leyenda de bocapestosa" con unos agradecidos subtítulos en castellano. Su director, Rob Mulligan (o Robert J. Mulligan III), había colaborado ya con Troma en algún momento, así que encaja muy bien en el grupito arriba mentado. Él y su peli, claro.
"Hellitosis..." cuenta la historia de un par de parejas, + la tipa de la agencia inmobiliaria, que visitan una casita con la idea de adquirirla. Una vez allí, sacan el alcohol y comienzan a ponerse hasta el culo. De mientras, una presencia extraña les observa en la sombra. En cuanto uno de ellos se aparte de la manada, será atacado y exterminado. Si hasta aquí todo parece apuntar que estamos ante un slasher trilladísimo, es el aspecto del atacante lo que rompe con tal sensación. Bien, se trata de un caballero con notable sobrepeso, unos slips blancos como única prenda, el cuerpo rociado de caca y... un culo en lugar de boca por el que se tira pedos continuamente y, de vez en cuando, echa hilillos de mierda. Su especialidad consiste en extraer las vísceras de sus víctimas. Que siempre proceda igual da que pensar si no será un modo de simplificar los efectos especiales. Usando las mismas tripas para todos. En este apartado destaca el pobre infeliz al que se le extraen por la boca con ayuda de un desatascador chorreante de excrementos.
El problema de "Hellitosis..."... bueno, tiene muchísimos toda ella. Pero el más llamativo es que, quitando el "gag" del aspecto y condición del "villano", lo demás es rutina pura. Paseos por la casa buscándose unos a otros. Los crímenes, todos iguales. Diálogos chorras a base de mucho "fuck". Etc. Y, claro, en cuanto el chiste ha dejado de sorprender y ser gracioso, la movida se torna aburrida y monótona. Porque, aunque se suponga comedia, en realidad esta solo la aporta el del culo-boca, y el deseo de ofendernos desesperadamente a base de escatología, el resto es puro slasher de manual. Tengamos en cuenta que la peli dura escasos 74 minutos, reducidos a unos 60 gracias a los insanamente extensos créditos finales (encima, para mostrarnos los mismos nombres una y otra vez). Pues, aún así, se hace muy cuesta arriba.
Entonces, como basurilla curiosa, semi-graciosa y llamativa, vale. Tiene un pase. Pero como todo lo demás... no. Me hizo ilusión localizarla en Amazon Prime y me la vi con mucha voluntad. Pero nada impide que sea... lo que es.
Hay un modo muy sencillo de identificar estas películas. Primero, el formato. Como he puntualizado antes, están paridas en vídeo. Generalmente el de uso doméstico. Segundo, tienden a mezclar terror o fantástico con comedia, una -obviamente- muy gruesa, escatológica y políticamente incorrecta, siempre tirando de delirantes conceptos basados en el caca, culo, pedo, pis. Y, tercero, rara es aquella que no cuenta con un cameo de su gurú, Lloyd Kaufman himself.
Bien, todos esos atributos los encontramos en "Hellitosis: The legend of Stankmouth", que pueden localizar en Amazon Prime como "La leyenda de bocapestosa" con unos agradecidos subtítulos en castellano. Su director, Rob Mulligan (o Robert J. Mulligan III), había colaborado ya con Troma en algún momento, así que encaja muy bien en el grupito arriba mentado. Él y su peli, claro.
"Hellitosis..." cuenta la historia de un par de parejas, + la tipa de la agencia inmobiliaria, que visitan una casita con la idea de adquirirla. Una vez allí, sacan el alcohol y comienzan a ponerse hasta el culo. De mientras, una presencia extraña les observa en la sombra. En cuanto uno de ellos se aparte de la manada, será atacado y exterminado. Si hasta aquí todo parece apuntar que estamos ante un slasher trilladísimo, es el aspecto del atacante lo que rompe con tal sensación. Bien, se trata de un caballero con notable sobrepeso, unos slips blancos como única prenda, el cuerpo rociado de caca y... un culo en lugar de boca por el que se tira pedos continuamente y, de vez en cuando, echa hilillos de mierda. Su especialidad consiste en extraer las vísceras de sus víctimas. Que siempre proceda igual da que pensar si no será un modo de simplificar los efectos especiales. Usando las mismas tripas para todos. En este apartado destaca el pobre infeliz al que se le extraen por la boca con ayuda de un desatascador chorreante de excrementos.
El problema de "Hellitosis..."... bueno, tiene muchísimos toda ella. Pero el más llamativo es que, quitando el "gag" del aspecto y condición del "villano", lo demás es rutina pura. Paseos por la casa buscándose unos a otros. Los crímenes, todos iguales. Diálogos chorras a base de mucho "fuck". Etc. Y, claro, en cuanto el chiste ha dejado de sorprender y ser gracioso, la movida se torna aburrida y monótona. Porque, aunque se suponga comedia, en realidad esta solo la aporta el del culo-boca, y el deseo de ofendernos desesperadamente a base de escatología, el resto es puro slasher de manual. Tengamos en cuenta que la peli dura escasos 74 minutos, reducidos a unos 60 gracias a los insanamente extensos créditos finales (encima, para mostrarnos los mismos nombres una y otra vez). Pues, aún así, se hace muy cuesta arriba.
Entonces, como basurilla curiosa, semi-graciosa y llamativa, vale. Tiene un pase. Pero como todo lo demás... no. Me hizo ilusión localizarla en Amazon Prime y me la vi con mucha voluntad. Pero nada impide que sea... lo que es.
viernes, 19 de noviembre de 2021
LE SADIQUE AUX DENTS ROUGES
Absolutamente loca y desquiciada (los modernos le acuñarían el apelativo de “psicotrónica”), “Le sadique aux dents rouges” (El sádico con dientes rojos) es un producto zetoso y setentero con ramalazos de cine de arte y ensayo realizado por el director Belga Jean- Louis Van Belle.
La cosa va de un individuo que ha salido de una especie de clínica mental en la que ha estado ingresado porque está convencido de ser un vampiro. Curado de esta enajenación, pronto va a visitar médicos y toda suerte de profesionales de la salud que le dicen que, respecto a lo de ser un vampiro, algo de cierto haya en todo ello. Pronto será mordido por un individuo de aspecto enjuto y, ya sí, este hombre comenzará a asesinar jovencitas. Lo único que, para morder, como no tiene una dentadura vampírica al uso, utilizará una de artículo de broma que compra en una tienda. Se compra los dientes y acto seguido morderá a la dependienta con ellos puestos, causándole la muerte. Todo ello servido con una estética franchute a la Eurociné que tira de espaldas y con toquecitos artísticos y vanguardistas en los que todo vale, como insertar fragmentos de viejas películas en blanco y negro —en una película en color—, como parte de la acción; es decir, en una escena en la que a nuestro vampiro le operan los ojos, los primeros planos de la operación pertenecen a viejas películas documentales en blanco y negro, que no casan con el material filmado voluntariamente.
También hay mucho pitorreo y mucho humor, y unos actores que interpretan sus papeles con una extraña teatralidad.
El caso es que, por lo visto y según los expertos (a esta película se le rinde culto en la página de Narnaland y flipan pepinillos con ella), el estilo habitual del tal Van Belle dista mucho del empleado en esta película, pero su producción está envuelta en un halo de misterio puesto que no se explica que un director con un estilo tan acusado como el de Van Belle, que filma básicamente neo noirs y cine erótico a la europea, se sacara de la manga una película tan chunga y gilipollesca como esta. Especulan así, pues, los entendidos, con que lo más probable es que esto se tratara de un encargo de algún tipo y que Van Belle se quitara de encima la película en tres patadas, cobrara su minuta y adiós muy buenas. Sin embargo esto no son más que conjeturas porque no hay dato alguno que corrobore ni esa tesis, ni que estemos ante un proyecto propio del cineasta.
Como fuera, la película de apenas hora y veinte, es una ponzoña un tanto disfrutable, no es aburrida del todo, tiene propuestas estilísticas que a mí me han parecido aciertos (como lo de reciclar viejas películas, sin ir más lejos) e, indefectiblemente, hay momentos descacharrantes, como todos esos en los que el protagonista muestra sus dientes de pega antes de morder a alguna incauta. Y sin más.
Para ver y saciar la curiosidad, y dentro de este tipo de visionados, esta es de las que le deja a uno un sabor de boca menos rancio que de costumbre. Pero sin aspavientos ¡por favor!
La cosa va de un individuo que ha salido de una especie de clínica mental en la que ha estado ingresado porque está convencido de ser un vampiro. Curado de esta enajenación, pronto va a visitar médicos y toda suerte de profesionales de la salud que le dicen que, respecto a lo de ser un vampiro, algo de cierto haya en todo ello. Pronto será mordido por un individuo de aspecto enjuto y, ya sí, este hombre comenzará a asesinar jovencitas. Lo único que, para morder, como no tiene una dentadura vampírica al uso, utilizará una de artículo de broma que compra en una tienda. Se compra los dientes y acto seguido morderá a la dependienta con ellos puestos, causándole la muerte. Todo ello servido con una estética franchute a la Eurociné que tira de espaldas y con toquecitos artísticos y vanguardistas en los que todo vale, como insertar fragmentos de viejas películas en blanco y negro —en una película en color—, como parte de la acción; es decir, en una escena en la que a nuestro vampiro le operan los ojos, los primeros planos de la operación pertenecen a viejas películas documentales en blanco y negro, que no casan con el material filmado voluntariamente.
También hay mucho pitorreo y mucho humor, y unos actores que interpretan sus papeles con una extraña teatralidad.
El caso es que, por lo visto y según los expertos (a esta película se le rinde culto en la página de Narnaland y flipan pepinillos con ella), el estilo habitual del tal Van Belle dista mucho del empleado en esta película, pero su producción está envuelta en un halo de misterio puesto que no se explica que un director con un estilo tan acusado como el de Van Belle, que filma básicamente neo noirs y cine erótico a la europea, se sacara de la manga una película tan chunga y gilipollesca como esta. Especulan así, pues, los entendidos, con que lo más probable es que esto se tratara de un encargo de algún tipo y que Van Belle se quitara de encima la película en tres patadas, cobrara su minuta y adiós muy buenas. Sin embargo esto no son más que conjeturas porque no hay dato alguno que corrobore ni esa tesis, ni que estemos ante un proyecto propio del cineasta.
Como fuera, la película de apenas hora y veinte, es una ponzoña un tanto disfrutable, no es aburrida del todo, tiene propuestas estilísticas que a mí me han parecido aciertos (como lo de reciclar viejas películas, sin ir más lejos) e, indefectiblemente, hay momentos descacharrantes, como todos esos en los que el protagonista muestra sus dientes de pega antes de morder a alguna incauta. Y sin más.
Para ver y saciar la curiosidad, y dentro de este tipo de visionados, esta es de las que le deja a uno un sabor de boca menos rancio que de costumbre. Pero sin aspavientos ¡por favor!
miércoles, 17 de noviembre de 2021
EL OTRO BAÚL DE TÍO VICENTE 2
Seguimos revisando y escaneando las páginas de la revista "Casablanca". Esta semana la cosa se ha saldado de la siguiente manera...
El desganado anuncio del rodaje del tercer "Superman". Fíjense que citan como villano de la historia a Richard Pryor que, en parte sí, pero a estas alturas todos sabemos que no del todo.
El desganado anuncio del rodaje del tercer "Superman". Fíjense que citan como villano de la historia a Richard Pryor que, en parte sí, pero a estas alturas todos sabemos que no del todo.
Una crítica, tirando a previsiblemente mala -aunque no sangrante- de "Historia Macabra". Destacar la siguiente curiosa frase: "Son esas cosas que no se entienden del cine comercial actual, costoso y mecánico". Para leer, tecla Ctrl + botón izquierdo del ratón.
Y, finalmente, mi escaneo favorito (extraído de un ejemplar de Febrero del 83). Una entrevista a ese cáncer para el cine patrio que fue Pilar Miró -por cruelmente irónico que suene- en la que no puede evitar vomitar la rabia que sentía (y la envidia, como dice Víctor) por Mariano Ozores y su obra. La cabrona hizo todo lo posible por eliminarlo (y, de paso, el resto de cine popular que se facturaba por acá). Y lo consiguió... pero solo por un tiempo. Al final, los productos de género recuperaron su lugar en la cinematografía patria, y aunque sean detestables en un 99%, los preferimos al tipo de mierdotes que Doña Miró pretendía imponernos como Belmondo imponía su ley, es decir, a sangre y fuego.
Griten todos al unísono: ¡Graaaaacias ooootra veeeez tío Vicenteeee!
lunes, 15 de noviembre de 2021
MISTER T. ES LA JUSTICIA
En los tiempos del videoclub era común, cuando un actor se hacía verdaderamente famoso, editar en vídeo viejas películas de este a las que incluso se les llegaba a cambiar el título con el fin de lanzarlas como si se tratara de nuevas películas del susodicho. Esta práctica fraudulenta se estilaba mucho. Lo otro que también se hacía era editarse el episodio piloto de cualquier serie aún inédita en nuestro país, que por norma general solía durar más de una hora, y se lanzaba como si de una película se tratase. El engaño duraba lo que tardarse esa serie en emitirse en televisión, y los usuarios descubrían que aquello que alquilaron meses atrás no era más que el piloto de aquella serie que pronto se convertiría en un éxito de audiencia. Los pilotos de “El gran héroe americano” o “El coche fantástico”, se editaron así en España —por no hablar de los que llegaron a ser estrenados en cine—.
Por otro lado, también se editarían series de televisión en vídeo. Cuando se trataba de dibujos animados se respetaba más el formato serie. Por ejemplo, la de “Masters del Universo” según la Filmation, que jamás fue programada en televisión como dios manda, vio su primera temporada doblada al castellano en cintas que incluían dos capítulos, y así hasta llegar a las 26 cintas (52 episodios) (ver). Y al tratarse un producto destinado al poco exigente público infantil, no había por qué camuflar en modo alguno que se trataba de una serie.
En aquellos años, también, y gracias por supuesto a la serie “El Equipo A” —que igualmente vería su episodio piloto editado en vídeo bajo el título de “El Equipo A en acción contra la mafia”— Mr. T se convertiría en uno de los personajes más populares del mundo. Y como era un personaje televiso, telefilme que rodaba, telefilme que se editaba en vídeo en nuestro país como sucedería con “El hombre más fuerte del mundo”. Sin embargo, si no había películas que editar servía cualquier cosa. Es por esto que esta “Mister T. es la justicia”, en realidad son cuatro episodios unidos uno detrás de otro de una serie de televisión que aun estaba por emitirse en la tele española titulada “T and T”. Sabemos que se trata de capítulos unidos porque, aunque en montaje se deshacen de las cabeceras de cada capítulo, no se eliminan los créditos que hay superpuestos en pantalla con el episodio ya iniciado, o el título del mismo que, además, es pronunciado en off por una voz masculina. Por si esa fuera poca chapuza, los elegidos para confeccionar este “largo” son capítulos sueltos que no van correlativos ni en orden, y el primero de la serie sería el que va en penúltimo lugar en este montaje.
Este “Mister T. es la justicia” no sería el único caso. Un tiempo más tarde se editó otra cinta camuflada de película titulada “Linea de acción”, de una distribuidora totalmente distinta, pero que obraba exactamente igual con otros capítulos sueltos de la misa serie. Así, el videoclub se inundaba de nuevas películas de Mr. T.
Mas allá de esto, la serie, emitida finalmente en los albores de 1989 en la segunda cadena de Televisión Española, es una producción canadiense que servía para que, una vez finalizada “El Equipo A”, Mr.T siguiera teniendo un contacto directo con su público y “T and T” era un vehículo para eso. Una serie repetitiva, aburrida y cutre, que con una estructura similar a la de “El Equipo A” contaba la historia de un boxeador que, buscándose la vida en las calles, es detenido por un crimen que no cometió. La abogada Amy Taler consigue demostrar su inocencia y, en adelante, el boxeador se convertirá en una suerte de investigador privado que resolverá junto a ella casos en los que al final, indefectiblemente, Mr.T tiene que liarse a hostias con los malos. Todos los capítulos son iguales; investigan el caso, lo desarrollan con violencia y finalmente lo resuelven. Se trata de una serie tan mala que en Canadá y Estados Unidos fue viendo como descendía su audiencia temporada a temporada hasta que fue finiquitada en la tercera, y en España, donde se emitió completa, a día de hoy no la recuerda casi nadie a pesar del artefacto nostálgico que supone en sí mismo Mr. T.
Ver entera la hora y veinte que dura la cinta “Mister T. es la justicia” ha sido un auténtico suplicio. Pero que estupendo es que exista.
Por cierto, la ilustración que luce la carátula, y que también es utilizada en los títulos de crédito prefabricados por la distribuidora es, no obstante, una absoluta maravilla que no muestra nada de lo que vemos en el metraje, pero que justifica totalmente la existencia de este producto.
Por otro lado, también se editarían series de televisión en vídeo. Cuando se trataba de dibujos animados se respetaba más el formato serie. Por ejemplo, la de “Masters del Universo” según la Filmation, que jamás fue programada en televisión como dios manda, vio su primera temporada doblada al castellano en cintas que incluían dos capítulos, y así hasta llegar a las 26 cintas (52 episodios) (ver). Y al tratarse un producto destinado al poco exigente público infantil, no había por qué camuflar en modo alguno que se trataba de una serie.
En aquellos años, también, y gracias por supuesto a la serie “El Equipo A” —que igualmente vería su episodio piloto editado en vídeo bajo el título de “El Equipo A en acción contra la mafia”— Mr. T se convertiría en uno de los personajes más populares del mundo. Y como era un personaje televiso, telefilme que rodaba, telefilme que se editaba en vídeo en nuestro país como sucedería con “El hombre más fuerte del mundo”. Sin embargo, si no había películas que editar servía cualquier cosa. Es por esto que esta “Mister T. es la justicia”, en realidad son cuatro episodios unidos uno detrás de otro de una serie de televisión que aun estaba por emitirse en la tele española titulada “T and T”. Sabemos que se trata de capítulos unidos porque, aunque en montaje se deshacen de las cabeceras de cada capítulo, no se eliminan los créditos que hay superpuestos en pantalla con el episodio ya iniciado, o el título del mismo que, además, es pronunciado en off por una voz masculina. Por si esa fuera poca chapuza, los elegidos para confeccionar este “largo” son capítulos sueltos que no van correlativos ni en orden, y el primero de la serie sería el que va en penúltimo lugar en este montaje.
Este “Mister T. es la justicia” no sería el único caso. Un tiempo más tarde se editó otra cinta camuflada de película titulada “Linea de acción”, de una distribuidora totalmente distinta, pero que obraba exactamente igual con otros capítulos sueltos de la misa serie. Así, el videoclub se inundaba de nuevas películas de Mr. T.
Mas allá de esto, la serie, emitida finalmente en los albores de 1989 en la segunda cadena de Televisión Española, es una producción canadiense que servía para que, una vez finalizada “El Equipo A”, Mr.T siguiera teniendo un contacto directo con su público y “T and T” era un vehículo para eso. Una serie repetitiva, aburrida y cutre, que con una estructura similar a la de “El Equipo A” contaba la historia de un boxeador que, buscándose la vida en las calles, es detenido por un crimen que no cometió. La abogada Amy Taler consigue demostrar su inocencia y, en adelante, el boxeador se convertirá en una suerte de investigador privado que resolverá junto a ella casos en los que al final, indefectiblemente, Mr.T tiene que liarse a hostias con los malos. Todos los capítulos son iguales; investigan el caso, lo desarrollan con violencia y finalmente lo resuelven. Se trata de una serie tan mala que en Canadá y Estados Unidos fue viendo como descendía su audiencia temporada a temporada hasta que fue finiquitada en la tercera, y en España, donde se emitió completa, a día de hoy no la recuerda casi nadie a pesar del artefacto nostálgico que supone en sí mismo Mr. T.
Ver entera la hora y veinte que dura la cinta “Mister T. es la justicia” ha sido un auténtico suplicio. Pero que estupendo es que exista.
Por cierto, la ilustración que luce la carátula, y que también es utilizada en los títulos de crédito prefabricados por la distribuidora es, no obstante, una absoluta maravilla que no muestra nada de lo que vemos en el metraje, pero que justifica totalmente la existencia de este producto.
sábado, 13 de noviembre de 2021
DER TODESENGEL / ANGEL OF DEATH: FUCK OR DIE
Algunos recordamos lo dolorosa y profundamente que el llamado ultra-gore alemán nos dio por el ojete ahí en los noventa. No entendíamos cómo productos tan infames en su mayoría -especialmente los de Andreas Schnaas, el Covid-19 del cine- podían despertar semejantes pasiones y hasta alcanzar ventas considerables -para lo que eran, por supuesto-, aunque intuíamos sin demasiado esfuerzo que se trataba únicamente del gore. El gore por el gore, importando un pimiento todo lo demás. Una tendencia que fue febrilmente común entre el aborregado y hostiable fandom de aquellos tiempos. Entonces, como toda irritante moda, la tontería pasó. Se fue por el desagüe, y con ella la mayoría de los oportunistas de rigor. Sin embargo, para bien o para mal, dejó huella. Sobre todo en su tierra, y transcurridos unos años surgieron un puñadito -tampoco muchos- de tipejos dispuestos a mantener la llama bien viva. Aunque, en la mayoría de casos, el plumero era tan evidente en su condición exploiter como para mezclar todo aquel ultra-gore con el otro gore, el porno. De entre el mogollón destacó Andreas Bethmann. Y no lo digo por ese peinado estilo yunque tan impresionante que lucía, sino porque es el que hizo más ruido... con permiso del hijoputa de Marian Dora y sus jodidísimas películas. Pero esa es una historia un pelo distinta, cuyas pretensiones artísticas la apartan de lo que era común en el mundillo: hacer basura de género totalmente explotativa destinada al pajero medio.
Otra diferencia notoria con respecto a la obra de Dora, es que esta resultaba genuinamente perturbadora y traumática porque, nos guste o no, estaba muy bien facturada. Había algo de talento en sus horribles imágenes. Mientras que Bethmann y sus iguales eran unos... bueno, unos negados. Sus películas, todas grabadas en vídeo, por supuesto, denotan un amateurismo que quema los ojos. No tanto en lo técnico que, sin llegar a ser brillante, cumple con unos mínimos. Me refiero más bien al resto. El modo de narrar, los temibles diálogos, lo elemental de las tramas o los patéticos actores. Una de las cosas que más sorprenden de Andreas Bethmann y su "cine" es que todos los hombres que asoman en él, o casi todos, tienen una pinta de poligoneros machaca-cráneos que espanta. ¿Es así el fandom medio Alemán? Porque lo flipas. Y es que Andreas era un genuino fanático. No solo hacía sus películas y distribuía las de otros con su sello "X-Rated Kult Video", también publicaba dos revistas afines ("X-Rated" y "Art of Horror") y se declaraba incondicional de señores como Aristide Massaccesi, Jess Franco y el euro-trash al completo, tanto como para dedicarles sendos libros con títulos como "Jess Franco Chronicles" o "Porno Holocaust, die Filme des Joe D'Amato".
Para hacernos una idea visual de todo el pifostio, nada como echar un ojo a uno de sus "hits", este "Der Todesengel" de 1998, graciosamente titulado en inglés "Angel of Death: Fuck or Die" (es decir, "Ángel de la muerte: Folla o muere") y que, ya lo adelanto, tuvo secuela en el 2007. Se trata de un "rape and revenge" pasado por el pervertido filtro del porno-gore germano. Existe una versión mucho más extensa (de dos horas y pico) que la que he visto. Suponía que contendría material estrictamente pornográfico (ya que en la reseñada todo es muy "soft"), pero al parecer no es así. Tampoco he logrado descifrar cual es la diferencia exacta. Sin embargo, celebro haber topado con un "Der Todesengel" de 90 minutos, porque uno con mayor minutaje puede ser parecido a meter la punta del nabo en una licuadora.
En cualquier caso, la movida va de una modelo fotográfica que, de camino a una sesión, es asaltada por dos tipos repulsivos que se dedican a buscar chicas para explotar sexualmente, matar mucho y entonar interminables diálogos "tarantinianos" sin gracejo. Estos la violan y, por alguna razón inexplicable (la peli está repletita de ellas), la dejan viva. Las consecuencias de tan magra experiencia harán de nuestra protagonista una justiciera psicópata que no solo saldrá a la caza de sus agresores, también se cepillará a cualquier barón o hembra con intenciones carnales que se le cruce por el camino.
Andreas Bethmann (quien, by the way, interpreta al fotógrafo de la policía) pretende ofendernos, dejarnos en shock a base de ultra-violencia hiper-gratuita, personajes amorales y sexo enfermizo, pero no lo consigue. Y no lo consigue porque todo en esta peli es risiblemente acartonado, mal ejecutado y está a años luz del realismo. Que la prota le corte la cabeza a un tipo y la use para frotarse el coño nos deja fríos, porque aunque aquella no está especialmente mal moldeada, se nota de pega. Que reciba sangrantes latigazos por parte una dominatrix, tampoco nos dice nada, porque son graciosamente contenidos. Y así con todo. Aunque yo creo que el culmen son los actores y, sobre todo, las actrices. Sin ir más lejos, la protagonista es de una nulidad que espanta, casi tanto como esas horribles tetas de goma. Mucho mejor es la segundona Katharina Herm, por talento, belleza y ubres. Lástima que haya hecho tan poca cosa. Y ya que estamos con el personal, mentar la presencia de Timo Rose, otro "pope" del ultra-gore post noventero en funciones de director y cuyo nombre, como pueden deducir, no solo entra de lleno en nuestra lista de nombres graciosos, también mola porque no puede ser más HONESTO respecto a la calidad de sus obras.
No obstante, y a pesar de mi aparente linchamiento tecleado, lo cierto es que Bethmann me cae en gracia. Supongo que es algo que no puedo evitar cuando me las veo con otro infeliz dispuesto a plasmar sus fantasías cámara de vídeo mediante (sobre todo si es extranjero). Y me encanta que sea tan jodidamente políticamente incorrecto. Adoro imaginar que las feministas le cogerían por los huevos y clavarían en un palo puntiagudo. De hecho, suya es la paternidad de una película cuya caratula me parece fascinante por lo ofensiva que resulta (no a mi, pero sí para determinados círculos). La dejo cerca y se hacen una idea. Obviamente he tenido que censurarla (ya saben, blogger y sus tonterías), pero si buscan bien por la red, pueden localizarla íntegra. Maravilloso.
Por desgracia, nada dura eternamente. Alcanzados mediados de los dosmildiez, el bueno de Andreas confesó estar ya un poco harto de tanta sordidez y suciedad, e intentó facturar una película que resultara algo más aceptable para el "media". Ni que fuese por técnica, estética o narrativa (la movida iba de casa encantada y el gore era escaso). Sin embargo, no salió del todo bien. Sus fieles la encontraron demasiado "light" y al resto le importó tres cojones. Así que, en 2014, regresó a "terreno conocido". Y, desde entonces, no se sabe nada del Bethmann "direktor", aunque sí ha producido algunos vídeos con entrevistas a peña de la farándula.
Otra diferencia notoria con respecto a la obra de Dora, es que esta resultaba genuinamente perturbadora y traumática porque, nos guste o no, estaba muy bien facturada. Había algo de talento en sus horribles imágenes. Mientras que Bethmann y sus iguales eran unos... bueno, unos negados. Sus películas, todas grabadas en vídeo, por supuesto, denotan un amateurismo que quema los ojos. No tanto en lo técnico que, sin llegar a ser brillante, cumple con unos mínimos. Me refiero más bien al resto. El modo de narrar, los temibles diálogos, lo elemental de las tramas o los patéticos actores. Una de las cosas que más sorprenden de Andreas Bethmann y su "cine" es que todos los hombres que asoman en él, o casi todos, tienen una pinta de poligoneros machaca-cráneos que espanta. ¿Es así el fandom medio Alemán? Porque lo flipas. Y es que Andreas era un genuino fanático. No solo hacía sus películas y distribuía las de otros con su sello "X-Rated Kult Video", también publicaba dos revistas afines ("X-Rated" y "Art of Horror") y se declaraba incondicional de señores como Aristide Massaccesi, Jess Franco y el euro-trash al completo, tanto como para dedicarles sendos libros con títulos como "Jess Franco Chronicles" o "Porno Holocaust, die Filme des Joe D'Amato".
Para hacernos una idea visual de todo el pifostio, nada como echar un ojo a uno de sus "hits", este "Der Todesengel" de 1998, graciosamente titulado en inglés "Angel of Death: Fuck or Die" (es decir, "Ángel de la muerte: Folla o muere") y que, ya lo adelanto, tuvo secuela en el 2007. Se trata de un "rape and revenge" pasado por el pervertido filtro del porno-gore germano. Existe una versión mucho más extensa (de dos horas y pico) que la que he visto. Suponía que contendría material estrictamente pornográfico (ya que en la reseñada todo es muy "soft"), pero al parecer no es así. Tampoco he logrado descifrar cual es la diferencia exacta. Sin embargo, celebro haber topado con un "Der Todesengel" de 90 minutos, porque uno con mayor minutaje puede ser parecido a meter la punta del nabo en una licuadora.
En cualquier caso, la movida va de una modelo fotográfica que, de camino a una sesión, es asaltada por dos tipos repulsivos que se dedican a buscar chicas para explotar sexualmente, matar mucho y entonar interminables diálogos "tarantinianos" sin gracejo. Estos la violan y, por alguna razón inexplicable (la peli está repletita de ellas), la dejan viva. Las consecuencias de tan magra experiencia harán de nuestra protagonista una justiciera psicópata que no solo saldrá a la caza de sus agresores, también se cepillará a cualquier barón o hembra con intenciones carnales que se le cruce por el camino.
Andreas Bethmann (quien, by the way, interpreta al fotógrafo de la policía) pretende ofendernos, dejarnos en shock a base de ultra-violencia hiper-gratuita, personajes amorales y sexo enfermizo, pero no lo consigue. Y no lo consigue porque todo en esta peli es risiblemente acartonado, mal ejecutado y está a años luz del realismo. Que la prota le corte la cabeza a un tipo y la use para frotarse el coño nos deja fríos, porque aunque aquella no está especialmente mal moldeada, se nota de pega. Que reciba sangrantes latigazos por parte una dominatrix, tampoco nos dice nada, porque son graciosamente contenidos. Y así con todo. Aunque yo creo que el culmen son los actores y, sobre todo, las actrices. Sin ir más lejos, la protagonista es de una nulidad que espanta, casi tanto como esas horribles tetas de goma. Mucho mejor es la segundona Katharina Herm, por talento, belleza y ubres. Lástima que haya hecho tan poca cosa. Y ya que estamos con el personal, mentar la presencia de Timo Rose, otro "pope" del ultra-gore post noventero en funciones de director y cuyo nombre, como pueden deducir, no solo entra de lleno en nuestra lista de nombres graciosos, también mola porque no puede ser más HONESTO respecto a la calidad de sus obras.
No obstante, y a pesar de mi aparente linchamiento tecleado, lo cierto es que Bethmann me cae en gracia. Supongo que es algo que no puedo evitar cuando me las veo con otro infeliz dispuesto a plasmar sus fantasías cámara de vídeo mediante (sobre todo si es extranjero). Y me encanta que sea tan jodidamente políticamente incorrecto. Adoro imaginar que las feministas le cogerían por los huevos y clavarían en un palo puntiagudo. De hecho, suya es la paternidad de una película cuya caratula me parece fascinante por lo ofensiva que resulta (no a mi, pero sí para determinados círculos). La dejo cerca y se hacen una idea. Obviamente he tenido que censurarla (ya saben, blogger y sus tonterías), pero si buscan bien por la red, pueden localizarla íntegra. Maravilloso.
Por desgracia, nada dura eternamente. Alcanzados mediados de los dosmildiez, el bueno de Andreas confesó estar ya un poco harto de tanta sordidez y suciedad, e intentó facturar una película que resultara algo más aceptable para el "media". Ni que fuese por técnica, estética o narrativa (la movida iba de casa encantada y el gore era escaso). Sin embargo, no salió del todo bien. Sus fieles la encontraron demasiado "light" y al resto le importó tres cojones. Así que, en 2014, regresó a "terreno conocido". Y, desde entonces, no se sabe nada del Bethmann "direktor", aunque sí ha producido algunos vídeos con entrevistas a peña de la farándula.
viernes, 12 de noviembre de 2021
LAS FANTASÍAS DE CUNY
Con el pepinazo que supuso “E.T. El Extraterrestre” todavía caliente en el imaginario popular, y con el niño prodigio del cine español Lolo García a punto de convertirse en un señor de 40 años —en realidad cumplía 11—, la productora de Miguel Ángel Gil, Impala, deprisa y corriendo confecciona una película a la medida del niño que encandiló a media España con “La Guerra de papá” y “Tobi”, que a su vez es el enésimo exploit del clásico de Spielberg. Para darle además un toquecito ibérico, que mejor que ambientar todo en un entorno musical con un intérprete de canción ligera —interpretado por Manuel Tejada y con la voz de Francisco— , que con canciones escritas ex profeso para la película, ameniza los tempos muertos de la misma con unas tonadillas insoportables destinadas a un público adulto, en lo que a priori se supone es una cinta infantil.
Un niño llamado Cuny que se encuentra muy solo debido a que su mamá falleció, y su papá es un crooner de éxito que incluso hace giras por Estados Unidos, una noche recibe la visita de una nave espacial en la terraza de su casa. De esa nave saldrá una niña extraterrestre de la que se hace muy amigo y con la que luego coincidirá en clase.
Cuando le cuenta esta aventura a su padre y a su mejor amigo, “El Probe”, (un niño probeta repelente hasta la extenuación), lógicamente no le creen, piensan que es un chaval muy fantasioso. Cuny poco a poco se va enamorando de la niña y cuando esta se tiene que ir a su planeta, Cuny enfermará. El crooner, investigando, descubre que la niña de la que su hijo se ha hecho amigo y que asegura que viene de las estrellas, es en realidad una niña que murió tiempo atrás, y que Cuny se ha estado relacionando con su espíritu.
“Las fantasías de Cuny” es una muestra de la decadencia de, por un lado, el cine infantil que ya comenzaba a dar sus últimos coletazos en nuestro país y, por otro, Lolo García que a estas alturas de su carrera ya ha perdido la gracia y frescura de cuando era un bebé y le quedan dos telediarios para abandonar el mundo del cine y dedicarse a sus estudios, convirtiéndose con el tiempo en un gran economista alejado de la farándula. Esta película no podía funcionar de ninguna de las maneras. Pero, aunque en un principio la cosa sea poco atractiva para aquel 1984, no sería de recibo un boca a oreja, porque la película es un folletín melodramático largo y aburrido que provoca el desasosiego del espectador más joven y las ganas de suicidarse del adulto, traduciéndose todo esto en un número de espectadores paupérrimo, apenas 108.000, que pasaron por taquilla la semana de su estreno. Además, todo lo referente al extraterrestrismo de la niña, lo de que falleció tiempo atrás y todas esas vainas, son verdaderamente inquietantes. Me recuerdo viéndola de niño en el cine, y no comprendiendo un carajo y sufriendo mal rollo.
Un par de efectos especiales para la nave espacial más o menos resultones y alguna escena de acción rodada al estilo chorizo western que el director practicó durante años, no compensan los eternos, insustanciales y absurdos diálogos de los que se compone el grueso de la película, máxime cuando, al no haber sonido directo en aquella época, los dos niños protagonistas están doblados por la misma actriz de doblaje, Matilde Vilariño, fallecida este año.
Un auténtico tostón cuyo reciente visionado confirmó las sospechas que tenía de que, ni tan siquiera cuando era niño, gustándome como me gustaban las películas de Lolo García, este bodrio logró convencerme.
Acompañan en el reparto a Lolo García y Manolo Tejada, una Isabel Luque un tanto envejecida e irreconocible, que lejos de mostrar cacha como hacía en las películas de Ozores, aquí casi parece una mojigata.
Dirige la cosa Joaquín Romero Marchent, que tuvo tiempos mejores en el pasado con sus westerns (tampoco demasiado mejores) y que firma con esta su última película para la gran pantalla. Regresaría a la dirección de manera eventual en los 90 para hacerse cargo de la secuela de “Curro Jiménez” para la televisión.
Un niño llamado Cuny que se encuentra muy solo debido a que su mamá falleció, y su papá es un crooner de éxito que incluso hace giras por Estados Unidos, una noche recibe la visita de una nave espacial en la terraza de su casa. De esa nave saldrá una niña extraterrestre de la que se hace muy amigo y con la que luego coincidirá en clase.
Cuando le cuenta esta aventura a su padre y a su mejor amigo, “El Probe”, (un niño probeta repelente hasta la extenuación), lógicamente no le creen, piensan que es un chaval muy fantasioso. Cuny poco a poco se va enamorando de la niña y cuando esta se tiene que ir a su planeta, Cuny enfermará. El crooner, investigando, descubre que la niña de la que su hijo se ha hecho amigo y que asegura que viene de las estrellas, es en realidad una niña que murió tiempo atrás, y que Cuny se ha estado relacionando con su espíritu.
“Las fantasías de Cuny” es una muestra de la decadencia de, por un lado, el cine infantil que ya comenzaba a dar sus últimos coletazos en nuestro país y, por otro, Lolo García que a estas alturas de su carrera ya ha perdido la gracia y frescura de cuando era un bebé y le quedan dos telediarios para abandonar el mundo del cine y dedicarse a sus estudios, convirtiéndose con el tiempo en un gran economista alejado de la farándula. Esta película no podía funcionar de ninguna de las maneras. Pero, aunque en un principio la cosa sea poco atractiva para aquel 1984, no sería de recibo un boca a oreja, porque la película es un folletín melodramático largo y aburrido que provoca el desasosiego del espectador más joven y las ganas de suicidarse del adulto, traduciéndose todo esto en un número de espectadores paupérrimo, apenas 108.000, que pasaron por taquilla la semana de su estreno. Además, todo lo referente al extraterrestrismo de la niña, lo de que falleció tiempo atrás y todas esas vainas, son verdaderamente inquietantes. Me recuerdo viéndola de niño en el cine, y no comprendiendo un carajo y sufriendo mal rollo.
Un par de efectos especiales para la nave espacial más o menos resultones y alguna escena de acción rodada al estilo chorizo western que el director practicó durante años, no compensan los eternos, insustanciales y absurdos diálogos de los que se compone el grueso de la película, máxime cuando, al no haber sonido directo en aquella época, los dos niños protagonistas están doblados por la misma actriz de doblaje, Matilde Vilariño, fallecida este año.
Un auténtico tostón cuyo reciente visionado confirmó las sospechas que tenía de que, ni tan siquiera cuando era niño, gustándome como me gustaban las películas de Lolo García, este bodrio logró convencerme.
Acompañan en el reparto a Lolo García y Manolo Tejada, una Isabel Luque un tanto envejecida e irreconocible, que lejos de mostrar cacha como hacía en las películas de Ozores, aquí casi parece una mojigata.
Dirige la cosa Joaquín Romero Marchent, que tuvo tiempos mejores en el pasado con sus westerns (tampoco demasiado mejores) y que firma con esta su última película para la gran pantalla. Regresaría a la dirección de manera eventual en los 90 para hacerse cargo de la secuela de “Curro Jiménez” para la televisión.
jueves, 11 de noviembre de 2021
MIS PELÍCULAS MISTERIOSAS (Y SUS RESOLUCIONES)
Adoro el reto de descubrir películas misteriosas. Alguien te comenta que hace muchos años vio una en la tele, o en vídeo, que le impactó por aquello o lo otro, pero no recuerda cómo se titulaba. Si dispone del nombre de alguno de los implicados, no habrá problema en localizarla, especialmente hoy día, con la de info que tenemos a mano. Pero cuando todo lo que su cerebro retiene se limita a imágenes, entonces la movida se torna más complicada y, por ende, apasionante. En mi caso, puede llegar a resultar casi una obsesión el intentar descubrirlas. Por lo general, y gracias a la inmensa cantidad de mierda que han deglutido mis cansados ojos, lo consigo. Pero también hay casos en los que he sido incapaz. Siempre tengo la excusa de que mezclen dos o tres películas distintas, que suele pasar, lo que añade más complicación al juego. Pero a veces es, simplemente, porque no tengo ni puta idea.
Y aquí incluyo MIS propias películas misteriosas de las que conozco una escena, un dato concreto, pero a las que no puedo poner título. Obviamente se remontan a mi tierna infancia. A cuando el cine de terror me daba auténtico pavor y me escondía tras una puerta para no ver -pero sí escuchar- los sonidos esputados por el televisor. Al día siguiente, mis hermanos mayores comentaban lo visionado y, así, me enteraba de algunas de las escenas más terroríficas que imaginaba casi peores de cómo debían ser en realidad.
En aquellos tiempos Narciso Ibáñez Serrador llevaba las riendas de "Mis terrores favoritos", donde programaba películas ajenas a las que introducía con indiscutible gracejo (y tomando prestado mucho, tal vez demasiado, de "Alfred Hitchcock Presenta"). Esas eran las que veía el resto de mi familia y luego, con la salida del sol, destripaban.
Como aquella en la que -según mi hermano mediano- un joven enamorado le decía a su acompañante que si no le quería, se arrancaría los ojos. Ella, bromeando, le comunicaba que el sentimiento no era mutuo. ¿Y qué hacía él? Cumplir con la promesa. Extraerse los glóbulos oculares. Vale, reconozco que no estoy cien por cien seguro si el origen de este material es del todo fiable. Podría ser un delirio de mi hermano. Y tampoco de si fue emitido por Chicho. Pero ahí queda el dato que, por cierto, es una gran idea. De no existir, alguien debería materializarla.
(RESOLUCIÓN: A veces la vida es un puro misterio. Resulta que hoy, un día después de publicar esta entrada, aparece para descargar en una web que visito diariamente la película "La campana del infierno". Había oído hablar mucho de ella pero sin llegar a verla, así que le doy al download. Luego al play. Y ¿qué me encuentro? Pues esa misma justa escena, la del tipo que se arranca los ojos al conocer que el blanco de sus intereses amorosos no le corresponde. Más o menos. ¡Alucinante!. Da escalofríos esta coincidencia en el tiempo. Sea como fuere, me congratula haber resuelto uno de los enigmas y confirmar que no era un delirio de mi hermano mediano. ¡Ah! y la peli no está mal)
Ocasionalmente los comentarios ocurrían "in situ", mientras se emitía la película, y estos, que yo escuchaba acongojado tras la protectora puerta, disparaban mi imaginación. En ese apartado cabe la ocasión en la que uno de mis hermanos señaló que en la escena en aquel momento emitida contemplaban una cruz con su señor barbudo de taparrabos colgando de una pared, al fondo del plano pasando inadvertida, pero en versión invertida. Del revés. Me parece recordar que la cosa iba de casa encantada y por eso sospechaba de "La leyenda de la mansión del infierno". Me la agencié, la volví a ver hace escasos días (es una peli que nunca me ha dicho gran cosa) y no, no localicé la dichosa cruz.
Lo cierto es que, tras informarme en Wikipedo, tuve acceso al listado de todas las películas programadas por Don Serrador, y hay unas pocas que nunca he llegado a ver, básicamente por falta de interés. Podrían contener algunas de esas escenas aunque, ciertamente, no tiene pinta. Igualmente dejo la lista: "Juegos", "Suspense", "39 escalones" y "Un grito en la niebla" (en este grupo también estaba "La campana del infierno" pero, como habrán leído antes, ese enigma ya ha sido solventado. Aunque merece la pena señalar que, cuando la puse a descargar, no recordaba que pertenecía a esta lista).
Los siguientes ejemplos son de cosecha propia. Es decir, vi el material, pero no puedo situarlo. En ambos casos se trata de fragmentos emitidos como parte de un reportaje o un avance. No hablamos de la película completa ya que, como decía, en aquellos tiempos evitaba el cine de terror como la peste.
El primero de ellos es una secuencia en la que una mujer recorre desesperada su apartamento mientras oye/oímos el escalofriante llanto de un bebé. Parece ser que lo busca. Entonces, llega a la cocina, se detiene ante un armario, lo abre y de este cae.... a ver... mi cerebro retiene algo así como un objeto -que podría ser el mismo bebé- envuelto en llamas... o mejor, en lava incandescente. Y eso es todo. No hay más datos. Parecerá una tontería, pero es un material que lleva décadas repitiéndose en mi cerebrito y daría una pierna por identificarlo.
El que hace dos es el trailer de una película que no llevaba imágenes porque, decía un rótulo, eran demasiado terroríficas para mostrarse. Tremendo, ¿no?. Semejante chuche motivó que los días siguientes mis colegas de clase y yo debatiéramos sobre la interfecta. Creo recordar que alguien mentó una escena de una mujer en una bañera, de cómo una serpiente se metía en el agua y, seguidamente, en sus adentros a través de la vagina. Nuevamente podría estar mezclando informaciones, ideas abstractas (algo parecido hay en "Vinieron de dentro de...", aunque sea un gusano mutante y no una serpiente). Han pasado muchísimos años. No puedo confirmar nada. Pero, una vez más, ahí vomito la materia.
Cerramos el texto con una película que no era de terror, vi entera, puedo casi asegurar que fue una mañana en el programa de divulgación juvenil "Pista Libre", juraría que de procedencia germana (o por ahí) y que si recuerdo parcialmente no es por el acojone, o nada parecido, más bien se trata de una excitación sexual pre-púber (o directamente púber).
(NOTA: Este misterio ha sido resuelto. Más explicaciones después del párrafo siguiente)
La movida iba sobre un grupo de amigos adolescentes. El protagonista estaba impedido y se pasaba la peli en una silla de ruedas. En un momento dado, paseando en piña por el monte, dice que tiene pis y que han de ayudarle a orinar. Todos sus colegas le miran con asco y no mueven un dedo. Sin embargo, la chica de la película se aproxima al discapacitado, le abre la bragueta, le saca la chorrilla ante el asombro de los demás y presenciamos un primerísimo primer plano de esta, arrugada y torcida, echando el líquido. En fin. Confieso que sentí un escalofrío recorrer la espalda. Y no por verle la minga al pobre impedido, sino por la interferencia femenina. Hablamos de un título con cara y ojos. Nada imaginario. Solo que, ciertamente, buscar en Google con esos datos es harto jodido.
(RESOLUCIÓN: Gracias a un amable lector ocasional he podido saber que se trataba del tele film -efectivamente germano- "Los cocodrilos del barrio" de 1977, perteneciente a una franquicia que narra las aventuras de un grupo de chavales (como nuestro "Verano Azul" pero a las maneras de allí). Pueden localizarla en youtube y ser testigos de la "famosa escena" en el minuto 39.35 Eso sí, me ha fallado la memoria porque no existe ese primerísimo primer plano. Por lo visto esta saga es tan popular en Alemania que a finales de los 2000 se curraron una serie de remakes... donde volvemos a ver el momento pipí -aunque bastante más suavizado-. ¡¡¡Otro misterio menos!!!)
(RESOLUCIÓN: Gracias a un amable lector ocasional he podido saber que se trataba del tele film -efectivamente germano- "Los cocodrilos del barrio" de 1977, perteneciente a una franquicia que narra las aventuras de un grupo de chavales (como nuestro "Verano Azul" pero a las maneras de allí). Pueden localizarla en youtube y ser testigos de la "famosa escena" en el minuto 39.35 Eso sí, me ha fallado la memoria porque no existe ese primerísimo primer plano. Por lo visto esta saga es tan popular en Alemania que a finales de los 2000 se curraron una serie de remakes... donde volvemos a ver el momento pipí -aunque bastante más suavizado-. ¡¡¡Otro misterio menos!!!)
Estas son mis películas misteriosas. Me encantaría poder ponerles título para buscarlas y verlas. Pero ¿lo conseguiré algún día? Y, de ser así, ¿me arrepentiré de haberlo hecho? Tal vez funcionen mejor como un borroso y enigmático recuerdo. Quien sabe.
Si alguno de ustedes puede obrar el milagro, disponen de nuestro e-mail de contacto en la columna de su izquierda.
¡Gracias!
miércoles, 10 de noviembre de 2021
GALERÍA DE ESCANEOS BONITOS 2 (MARICONADAS VARIAS)
Imágenes extraídas de las fermosas páginas de "Mad Movies", "L´Ecran Fantastique" y otras revistas franchutes que me alegraron la adolescencia por ahí los años 80/90....
Cuando la famosa película de George Lucas sobre "Howard, el pato"
solo era un proyecto en ciernes, "Mad Movies" dedicó un reportaje
al personaje. Para ilustrarlo, echaron mano de la imagen arriba
expuesta, un "Howard" hecho como de gomaespuma
que, ya desde el minuto cero, me encandiló. Me fascinó.
Y nunca jamás dejó de hacerlo.
solo era un proyecto en ciernes, "Mad Movies" dedicó un reportaje
al personaje. Para ilustrarlo, echaron mano de la imagen arriba
expuesta, un "Howard" hecho como de gomaespuma
que, ya desde el minuto cero, me encandiló. Me fascinó.
Y nunca jamás dejó de hacerlo.
Cuando vi esta curiosa foto de tan extraño Drácula y leí -como pude- que
era una producción Noruega entre el humor y el terror, originalmente
titulada "Noe helt annet" -"Something Else" para el mercado de
habla inglesa-, y dirigida por Morten Kolstad, jamás imaginé que
llegaría a nuestras tierras, rebautizada muy lógicamente "Algo diferente"
(con el añadido de "Un vampiro que te matará de risa") por las gentes
de "Kalender Video". Si buscan, reconocerán la simpática
era una producción Noruega entre el humor y el terror, originalmente
titulada "Noe helt annet" -"Something Else" para el mercado de
habla inglesa-, y dirigida por Morten Kolstad, jamás imaginé que
llegaría a nuestras tierras, rebautizada muy lógicamente "Algo diferente"
(con el añadido de "Un vampiro que te matará de risa") por las gentes
de "Kalender Video". Si buscan, reconocerán la simpática
caratula. Nunca la vi. Tal vez ya iría siendo hora (sobre
todo desde que sé que solo dura 75 maravillosos minutos).
todo desde que sé que solo dura 75 maravillosos minutos).
De "El Oráculo" de Roberta Findlay ya he hablado más veces.
Y siempre cuento cómo la descubrí en el "Sonimag" de su año.
Pero, curiosamente, nunca fue en este blog. Así que, si quieren conocer
más, tendrán que indagar. Mientras, les dejo la bonita
imagen del cadáver viviente -mejor diría flotante- que rula por
este clásico del "trash" más doliente y pestilente.
Y siempre cuento cómo la descubrí en el "Sonimag" de su año.
Pero, curiosamente, nunca fue en este blog. Así que, si quieren conocer
más, tendrán que indagar. Mientras, les dejo la bonita
imagen del cadáver viviente -mejor diría flotante- que rula por
este clásico del "trash" más doliente y pestilente.
"To die for" ("Besos de sangre" en las Españas, según la reconocible
edición de "Panorama Pictures") es una película de vampiros
del año 1988, dirigida por Deran Sarafian, de cuando hacía mierdecillas, lejos
aún de su integración en cierto mainstream. No la he visto, ni
la veré. Entre otras cosas porque nunca me
han gustado los chupasangre. Pero la imagen está chula.
edición de "Panorama Pictures") es una película de vampiros
del año 1988, dirigida por Deran Sarafian, de cuando hacía mierdecillas, lejos
aún de su integración en cierto mainstream. No la he visto, ni
la veré. Entre otras cosas porque nunca me
han gustado los chupasangre. Pero la imagen está chula.
Y para imágenes chulas, la arriba expuesta. No es ninguna peli
ni nada parecido, solo un puñetero anuncio de "Spring Gum", pero
el zombie que el fenecido genio francés Benoît Lestang fabricó
para la ocasión, mola un rato. Decir que dicha publi contaba
con otra dos versiones en las que aparecían un alien
y un robot, todos con el mismo delicioso look gran guiñolesco.
lunes, 8 de noviembre de 2021
HAROLD Y MAUDE
Película seminal del new Hollywood realizada por uno de los directores más representativos de la época, Hal Ashby. Se trata de uno de esos solventes directores que mueren con la década, pero que deja, con el puñado de películas que realizó, una impronta y un estilo muy reconocibles. “Harold y Maude” es, además, un perfecto ejemplo de película de culto, un film cuyo destino era fracasar —su guion no gustaba ni al estudio que le dio luz verde— y a la que el tiempo ha dejado indudablemente en su lugar, siendo hoy en día una de las películas más respetadas de la época, una de esas de las que tanto les gusta hablar a plumillas y culturetas varios, y adoradores de libros de esos de “1001 películas que tienes que ver antes de morir”.
Al margen de su estatus dentro de la cinefilia, “Harold y Maude” es una película divertida, negrísima y valiente, una suerte de comedia romántica que se atreve con una relación sentimental imposible y que se posiciona al lado de los marginados, aquellos que no encajan en la sociedad simplemente porque lo establecido les amarga la existencia y tan solo pretenden vivir tranquilos, que es lo que desean en esencia los protagonistas de la peli.
Cuenta la historia de un adolescente de 16 años, Harold, de buena familia, que obsesionado con la muerte, encuentra en el asistir a entierros su más preciado hobby a la vez que, para que le dejen en paz, suele fingir elaborados y aparatosos suicidios que le costarán visitas al psiquiatra que no servirán más que para hacerle perder el tiempo.
En una de sus frecuentes visitas al cementerio, se encontrará con una anciana de 79 años, Maude, que también visita funerales como opción de ocio, y disfruta de ellos comiendo manzanas como el que come palomitas en el cine.
Mientras la madre de Harold le prepara citas a través de agencias matrimoniales, este se topará más veces con la anciana y descubrirá que, a parte de la obsesión por la muerte, son muchas las cosas en común que tiene con ella. Además está chiflada abuelilla roba coches y conduce temerariamente por la carretera. Comenzarán a verse habitualmente y se sucederán las situaciones disparatadas, hasta que, en un momento dado, surge el amor entre ambos, cosa que se verá mal en el círculo social del muchacho, y cosa que, a nuestra pareja, se la trae muy floja.
Con dos cojones. Estamos ante una historia de amor entre un menor de edad y una anciana al borde de la muerte, además de mostrarnos la película esta relación de forma tan honesta que el espectador, lejos de repugnarle semejante aberración, comprende los motivos por los que el muchacho y la anciana se han enamorado y empatiza con ellos. Normal, por otro lado, que los estudios no estuvieran muy entusiasmados con este guion y, en general, la película sufriera rechazo, más en 1971 que esta premisa resultaría más controvertida que vista con los ojos de hoy, que nos parece sin duda mucho más ingenua. De hecho, Ashby sudó la gota gorda cuando trató de filmar una escena de sexo entre el adolescente y la vieja, a la cual el estudio se opuso completamente. Como fuera, lo cierto es que “Harold y Maude” es una estupenda comedia negra, con ese tempo y esa tranquilidad de las películas del Hollywood de los 70 que, 50 años después de su concepción, hace que se disfrute mucho más que cualquier película facturada en nuestros tiempos. Al menos a los que ya sobrepasamos cierta edad.
Escrita por Colin Higgins, que luego dirigiría “Juego peligroso”, “Cómo eliminar a su jefe” y “La casa más divertida de Texas” como un complemento para su tesis doctoral, lo estudios rechazaron que este la dirigiera debido a su inexperiencia en la dirección de películas, así que el proyecto pasó a manos de Ashby cuya afición a las drogas psicotrópicas le habían valido una mala fama dentro de Paramount, que le adjudicó la dirección de la película porque, a pesar de tratarse de un proyecto al que habían dado luz verde, en realidad querían quitárselo de encima. Se lo dieron a Ahsby, y a otra cosa mariposa. Tampoco depositaron mucha confianza en el rendimiento de la cinta. Y así fue, porque cuando se estrenó, no solo recibió críticas negativas, sino que había pasado totalmente desapercibida. Sin embargo, poco a poco, el boca a boca hizo que, de vez en cuando, la gente fuera más numerosa en las salas en las que se proyectaba, por lo que los cines la fueron manteniendo.
12 años después de su estreno, en 1983, un buen día la protagonista de la película, Ruth Gordon, a la que ya le quedaban tres telediarios porque contaba con 86 años de edad, recibió un cheque por 50.000 dólares en concepto de royalties por su intervención en esta película de la que ya ella ni se acordaba. Pensó que podía tratarse de una broma y a punto estuvo de tirar el cheque, sin embargo, pronto se dio cuenta de que no, que esos emolumentos eran los que le correspondían por aquella película que protagonizó años atrás y fracasó en taquilla. Resulta que “Harold y Maude” poco a poco había encontrado su público natural en sesiones golfas y cineclubes y se había mantenido en cartel una buena ristra de años, ahora sí, haciendo algo de dinero, por lo que en 1983, ya había generado beneficios a largo plazo. La película se convirtió en pieza de culto por sí sola, sin necesidad del pábulo del estudio.
A día de hoy, como ya digo, es una de las imprescindibles del público cultureta, una película prestigiosa y a tener en cuenta, pero, como buen título de culto que al final es, popularmente tampoco es que se la reivindique mucho o que se la recuerde tanto como los clásicos del nuevo Hollywood que todos conocemos, pero yo creo que, sin duda, merece la pena acercarse a ella, porque se trata de una buena película con un sutil humor negro que mantiene al espectador entretenido e interesado todo el tiempo.
En cuanto a sus protagonistas, Ruth Gordon, la señora que interpreta a Maude, provenía del Hollywood clásico y, a la vejez viruelas, se llevó el Oscar como mejor actriz secundaria por “La semilla del diablo”, mientras que Bud Cort, con esa inquietante cara de desequilibrado de la que hace gala y que ya tenía 23 años cuando hizo la película, era un actor fetiche de Robert Altman que anduvo con sumo cuidado a la hora de elegir sus papeles para no encasillarse tras “Harold y Maude”, sin embargo, no tuvo ningún éxito y su carrera posterior no fue para nada relevante; al igual que la película por la que es popular se convirtió en una presencia de culto y, a partir de ahí, sus siguientes intervenciones fueron en calidad de actor raro, misterioso y desperado, por lo que pudimos verle en “Hysterical”, "Bates Motel", “Dogma” o “Aquatic Life”, entre muchas otras.
En cuanto a Hal Ashby, es un director del que se ha escrito mucho en contraste a la cantidad de películas que realizó, obviamente es un nombre intrínseco al movimiento cinematográfico al que pertenece y, antes de desaparecer entre mierdas insustanciales en los 80, dirigió otros clásicos estupendos como puedan ser “El último deber”, con Jack Nicholson como marinero que se va de putas, “Shampoo”, con Warren Beaty follándose a todas las clientas de una peluquería o “Bienvenido Mr. Chance”, que devolvió la dignidad a Peter Sellers dando vida a un jardinero deficiente mental.
No podemos dejar de mencionar la banda sonora con canciones de Cat Stevens, que en cierto modo marcan el ritmo de la acción, y que tiene más fans que la propia película. A mí su música no me dice nada. Por cierto, que Stevens aparece en un cameo, con una barba larga repugnante y llena de ácaros bastante desagradable.
Al margen de su estatus dentro de la cinefilia, “Harold y Maude” es una película divertida, negrísima y valiente, una suerte de comedia romántica que se atreve con una relación sentimental imposible y que se posiciona al lado de los marginados, aquellos que no encajan en la sociedad simplemente porque lo establecido les amarga la existencia y tan solo pretenden vivir tranquilos, que es lo que desean en esencia los protagonistas de la peli.
Cuenta la historia de un adolescente de 16 años, Harold, de buena familia, que obsesionado con la muerte, encuentra en el asistir a entierros su más preciado hobby a la vez que, para que le dejen en paz, suele fingir elaborados y aparatosos suicidios que le costarán visitas al psiquiatra que no servirán más que para hacerle perder el tiempo.
En una de sus frecuentes visitas al cementerio, se encontrará con una anciana de 79 años, Maude, que también visita funerales como opción de ocio, y disfruta de ellos comiendo manzanas como el que come palomitas en el cine.
Mientras la madre de Harold le prepara citas a través de agencias matrimoniales, este se topará más veces con la anciana y descubrirá que, a parte de la obsesión por la muerte, son muchas las cosas en común que tiene con ella. Además está chiflada abuelilla roba coches y conduce temerariamente por la carretera. Comenzarán a verse habitualmente y se sucederán las situaciones disparatadas, hasta que, en un momento dado, surge el amor entre ambos, cosa que se verá mal en el círculo social del muchacho, y cosa que, a nuestra pareja, se la trae muy floja.
Con dos cojones. Estamos ante una historia de amor entre un menor de edad y una anciana al borde de la muerte, además de mostrarnos la película esta relación de forma tan honesta que el espectador, lejos de repugnarle semejante aberración, comprende los motivos por los que el muchacho y la anciana se han enamorado y empatiza con ellos. Normal, por otro lado, que los estudios no estuvieran muy entusiasmados con este guion y, en general, la película sufriera rechazo, más en 1971 que esta premisa resultaría más controvertida que vista con los ojos de hoy, que nos parece sin duda mucho más ingenua. De hecho, Ashby sudó la gota gorda cuando trató de filmar una escena de sexo entre el adolescente y la vieja, a la cual el estudio se opuso completamente. Como fuera, lo cierto es que “Harold y Maude” es una estupenda comedia negra, con ese tempo y esa tranquilidad de las películas del Hollywood de los 70 que, 50 años después de su concepción, hace que se disfrute mucho más que cualquier película facturada en nuestros tiempos. Al menos a los que ya sobrepasamos cierta edad.
Escrita por Colin Higgins, que luego dirigiría “Juego peligroso”, “Cómo eliminar a su jefe” y “La casa más divertida de Texas” como un complemento para su tesis doctoral, lo estudios rechazaron que este la dirigiera debido a su inexperiencia en la dirección de películas, así que el proyecto pasó a manos de Ashby cuya afición a las drogas psicotrópicas le habían valido una mala fama dentro de Paramount, que le adjudicó la dirección de la película porque, a pesar de tratarse de un proyecto al que habían dado luz verde, en realidad querían quitárselo de encima. Se lo dieron a Ahsby, y a otra cosa mariposa. Tampoco depositaron mucha confianza en el rendimiento de la cinta. Y así fue, porque cuando se estrenó, no solo recibió críticas negativas, sino que había pasado totalmente desapercibida. Sin embargo, poco a poco, el boca a boca hizo que, de vez en cuando, la gente fuera más numerosa en las salas en las que se proyectaba, por lo que los cines la fueron manteniendo.
12 años después de su estreno, en 1983, un buen día la protagonista de la película, Ruth Gordon, a la que ya le quedaban tres telediarios porque contaba con 86 años de edad, recibió un cheque por 50.000 dólares en concepto de royalties por su intervención en esta película de la que ya ella ni se acordaba. Pensó que podía tratarse de una broma y a punto estuvo de tirar el cheque, sin embargo, pronto se dio cuenta de que no, que esos emolumentos eran los que le correspondían por aquella película que protagonizó años atrás y fracasó en taquilla. Resulta que “Harold y Maude” poco a poco había encontrado su público natural en sesiones golfas y cineclubes y se había mantenido en cartel una buena ristra de años, ahora sí, haciendo algo de dinero, por lo que en 1983, ya había generado beneficios a largo plazo. La película se convirtió en pieza de culto por sí sola, sin necesidad del pábulo del estudio.
A día de hoy, como ya digo, es una de las imprescindibles del público cultureta, una película prestigiosa y a tener en cuenta, pero, como buen título de culto que al final es, popularmente tampoco es que se la reivindique mucho o que se la recuerde tanto como los clásicos del nuevo Hollywood que todos conocemos, pero yo creo que, sin duda, merece la pena acercarse a ella, porque se trata de una buena película con un sutil humor negro que mantiene al espectador entretenido e interesado todo el tiempo.
En cuanto a sus protagonistas, Ruth Gordon, la señora que interpreta a Maude, provenía del Hollywood clásico y, a la vejez viruelas, se llevó el Oscar como mejor actriz secundaria por “La semilla del diablo”, mientras que Bud Cort, con esa inquietante cara de desequilibrado de la que hace gala y que ya tenía 23 años cuando hizo la película, era un actor fetiche de Robert Altman que anduvo con sumo cuidado a la hora de elegir sus papeles para no encasillarse tras “Harold y Maude”, sin embargo, no tuvo ningún éxito y su carrera posterior no fue para nada relevante; al igual que la película por la que es popular se convirtió en una presencia de culto y, a partir de ahí, sus siguientes intervenciones fueron en calidad de actor raro, misterioso y desperado, por lo que pudimos verle en “Hysterical”, "Bates Motel", “Dogma” o “Aquatic Life”, entre muchas otras.
En cuanto a Hal Ashby, es un director del que se ha escrito mucho en contraste a la cantidad de películas que realizó, obviamente es un nombre intrínseco al movimiento cinematográfico al que pertenece y, antes de desaparecer entre mierdas insustanciales en los 80, dirigió otros clásicos estupendos como puedan ser “El último deber”, con Jack Nicholson como marinero que se va de putas, “Shampoo”, con Warren Beaty follándose a todas las clientas de una peluquería o “Bienvenido Mr. Chance”, que devolvió la dignidad a Peter Sellers dando vida a un jardinero deficiente mental.
No podemos dejar de mencionar la banda sonora con canciones de Cat Stevens, que en cierto modo marcan el ritmo de la acción, y que tiene más fans que la propia película. A mí su música no me dice nada. Por cierto, que Stevens aparece en un cameo, con una barba larga repugnante y llena de ácaros bastante desagradable.
sábado, 6 de noviembre de 2021
13 FANBOY
Un super-fan de la franquicia "Viernes 13" al completo (y "La noche de Halloween") acosa a las actrices de aquella(s) y luego las asesina.
Leído así, "13 Fanboy" suena a thriller trillado. A peli de terror del montonazo. Y eso es exactamente lo que sería -a lo que contribuye cierto sopor, su extensa duración y el aire cutrilongo que gasta- si no fuese por una serie de características que la hacen destacar, todas situadas tras la cámara.
Resulta que "13 Fanboy" viene co-escrita y dirigida por Deborah Voorhees. Sí, niños, la tremenda pechugona que se dejaba asesinar por "Jason Voorhees" (lo del apellido es una graciosa coincidencia) en el quinto "Viernes 13". No nos vamos a engañar a estas alturas. Todos la recordamos y valoramos por... bueno, no por su talento interpretativo, precisamente. Eso es así, jorobe a quien jorobe (y a ella la que más, seguramente). Tras ese papel, y verse encasillada en roles de prostituta y demás, dejó la interpretación y se puso a dirigir comedias "indies" sentimentaloides. Hasta que estalló el fenómeno fan y pasó a formar parte del personal habitual en las convenciones de cine de terror. Allí entabló amistad con otros supervivientes de la saga sedientos de trabajo y, un día, decidió reunirlos a todos en una película. No podía ser otra comedia sentimental de espíritu "indie" porque eso no querría verlo ni el tato. Así que tiró por lo obvio, una de terror. Concretamente, un slasher. Y en formato meta-cine. No creo que a Deborah le guste mucho el género, pero dado su currículum (y el de sus colegas) era la opción más lógica si quería que los fanes aportaran dineros mediante crowdfunding, y así es como fue.
La verdad, no sé qué careto se les quedará cuando vean la peli terminada. No porque sea mala o buena... eso da igual, le pondrán tanta voluntad que les encantaría aunque fuese el mayor ñordo del siglo. Es porque ellos, los fans, no salen demasiado bien parados.
Por ejemplo, en una escena una de las actrices del cuarto "Viernes 13" hace fotos artísticas semi-góticas a una modelo medio desnuda cubierta de sangre. "¿Quién quiere ver esta clase de fotos?" pregunta la ingenua moza, a lo que la otra responde con desdén "Los fans del cine de terror". Corey Feldman, el famoso Tommy Jarvis jovenzuelo, no hace de sí mismo, sino de un fan. Uno con cierto retraso mental, salido como una mona, cuya máxima en la vida es poder ver a sus actrices favoritas en tetas.
Es cierto que este drama tiene una base más o menos real. Precisamente, la protagonista del primer "Viernes 13" sufrió acoso en su época. Así que sí, hay tarados de esos por el mundo. Y, cojones, no voy a ser yo quien defienda a los fanes del terror -aunque pertenezca a la especie-, pues es un mundillo repleto de retrasados mentales, vírgenes desesperados por meterla en un agujero y algún demente que goza con vídeos de violencia genuina... pero, en fin, no creo que se pueda generalizar. Ni siquiera en ese caso. Y, además, está un poco "feo", porque Deborah y sus colegas, a fin de cuentas, viven de toda esta peña. De cobrarles dineros por hacerse una jodida foto con ellos, cosa que me parece lamentable.
No es la primera vez que vemos algo así. Wes Craven pintó a los devotos del terror como gorilas descerebrados en "Scream 2". Y las "scream queens" de la "serie B/Z" al completo, con ayuda de Charles Band, se marcaron un tanto parecido en una cosucha titulada "Trophy Heads".
¡Eh! Tiene máximo sentido. Piénsenlo: estos actores/filmeiquers han quedado atrapados en el cine de terror -un género que tampoco es que sea del agrado de todos- por culpa de sus adoradores. Les obligan a viajar al pasado continuamente, a lo que hicieron hace 40 años, sin dejarles evolucionar. O cambiar de registro. Incluso tienen que vestirse con las ropas del personaje que interpretaran entonces o soltar sus chascarrillos. El mismo Kane Hodder, es decir, el "Jason" más célebre, se marca un discurso en "13 Fanboy" quejándose de que no le dan papeles por haber interpretado a un asesino y, luego, demostrando que es "de carne y hueso" dando la turra entre lágrimas sobre lo mucho que quiere a su señora y sus retoños. Todos los actores salidos de "Viernes 13" se encabezonan en demostrar su condición de gente normalísima con aburridas vidas en las que pierden el culo por sus asquerosos niños y/o nietos.
Sin embargo, Deborah Voorhees se guarda un as en la manga. Uno que no desvelaré para evitar joderles el pastel. Digamos que aplaca un poco esa sensación de que están pintando a los fans como tarados peligrosos (solo un poco). Y, de paso, pone luz a una duda que me embargaba mientras veía la película: ¿qué pinta ahí Dee Wallace? Ciertamente, tiene más caché que muchos de su compañeros. Estuvo en "Aullidos" y, sobre todo, "E.T. El extraterrestre". Se supone blanco de interés del asesino por su papel en ¡¡el remake de "La noche de Halloween"!! flaco favor le hacen destacando ese rol por encima de otros mucho más jugosos e icónicos.
Completan el pastel unos cuantos asesinatos más o menos logrados, gracias al buen uso de efectos "old school", y una escenita de folli folli, para que no se diga.
Leído así, "13 Fanboy" suena a thriller trillado. A peli de terror del montonazo. Y eso es exactamente lo que sería -a lo que contribuye cierto sopor, su extensa duración y el aire cutrilongo que gasta- si no fuese por una serie de características que la hacen destacar, todas situadas tras la cámara.
Resulta que "13 Fanboy" viene co-escrita y dirigida por Deborah Voorhees. Sí, niños, la tremenda pechugona que se dejaba asesinar por "Jason Voorhees" (lo del apellido es una graciosa coincidencia) en el quinto "Viernes 13". No nos vamos a engañar a estas alturas. Todos la recordamos y valoramos por... bueno, no por su talento interpretativo, precisamente. Eso es así, jorobe a quien jorobe (y a ella la que más, seguramente). Tras ese papel, y verse encasillada en roles de prostituta y demás, dejó la interpretación y se puso a dirigir comedias "indies" sentimentaloides. Hasta que estalló el fenómeno fan y pasó a formar parte del personal habitual en las convenciones de cine de terror. Allí entabló amistad con otros supervivientes de la saga sedientos de trabajo y, un día, decidió reunirlos a todos en una película. No podía ser otra comedia sentimental de espíritu "indie" porque eso no querría verlo ni el tato. Así que tiró por lo obvio, una de terror. Concretamente, un slasher. Y en formato meta-cine. No creo que a Deborah le guste mucho el género, pero dado su currículum (y el de sus colegas) era la opción más lógica si quería que los fanes aportaran dineros mediante crowdfunding, y así es como fue.
La verdad, no sé qué careto se les quedará cuando vean la peli terminada. No porque sea mala o buena... eso da igual, le pondrán tanta voluntad que les encantaría aunque fuese el mayor ñordo del siglo. Es porque ellos, los fans, no salen demasiado bien parados.
Por ejemplo, en una escena una de las actrices del cuarto "Viernes 13" hace fotos artísticas semi-góticas a una modelo medio desnuda cubierta de sangre. "¿Quién quiere ver esta clase de fotos?" pregunta la ingenua moza, a lo que la otra responde con desdén "Los fans del cine de terror". Corey Feldman, el famoso Tommy Jarvis jovenzuelo, no hace de sí mismo, sino de un fan. Uno con cierto retraso mental, salido como una mona, cuya máxima en la vida es poder ver a sus actrices favoritas en tetas.
Es cierto que este drama tiene una base más o menos real. Precisamente, la protagonista del primer "Viernes 13" sufrió acoso en su época. Así que sí, hay tarados de esos por el mundo. Y, cojones, no voy a ser yo quien defienda a los fanes del terror -aunque pertenezca a la especie-, pues es un mundillo repleto de retrasados mentales, vírgenes desesperados por meterla en un agujero y algún demente que goza con vídeos de violencia genuina... pero, en fin, no creo que se pueda generalizar. Ni siquiera en ese caso. Y, además, está un poco "feo", porque Deborah y sus colegas, a fin de cuentas, viven de toda esta peña. De cobrarles dineros por hacerse una jodida foto con ellos, cosa que me parece lamentable.
No es la primera vez que vemos algo así. Wes Craven pintó a los devotos del terror como gorilas descerebrados en "Scream 2". Y las "scream queens" de la "serie B/Z" al completo, con ayuda de Charles Band, se marcaron un tanto parecido en una cosucha titulada "Trophy Heads".
¡Eh! Tiene máximo sentido. Piénsenlo: estos actores/filmeiquers han quedado atrapados en el cine de terror -un género que tampoco es que sea del agrado de todos- por culpa de sus adoradores. Les obligan a viajar al pasado continuamente, a lo que hicieron hace 40 años, sin dejarles evolucionar. O cambiar de registro. Incluso tienen que vestirse con las ropas del personaje que interpretaran entonces o soltar sus chascarrillos. El mismo Kane Hodder, es decir, el "Jason" más célebre, se marca un discurso en "13 Fanboy" quejándose de que no le dan papeles por haber interpretado a un asesino y, luego, demostrando que es "de carne y hueso" dando la turra entre lágrimas sobre lo mucho que quiere a su señora y sus retoños. Todos los actores salidos de "Viernes 13" se encabezonan en demostrar su condición de gente normalísima con aburridas vidas en las que pierden el culo por sus asquerosos niños y/o nietos.
Sin embargo, Deborah Voorhees se guarda un as en la manga. Uno que no desvelaré para evitar joderles el pastel. Digamos que aplaca un poco esa sensación de que están pintando a los fans como tarados peligrosos (solo un poco). Y, de paso, pone luz a una duda que me embargaba mientras veía la película: ¿qué pinta ahí Dee Wallace? Ciertamente, tiene más caché que muchos de su compañeros. Estuvo en "Aullidos" y, sobre todo, "E.T. El extraterrestre". Se supone blanco de interés del asesino por su papel en ¡¡el remake de "La noche de Halloween"!! flaco favor le hacen destacando ese rol por encima de otros mucho más jugosos e icónicos.
Completan el pastel unos cuantos asesinatos más o menos logrados, gracias al buen uso de efectos "old school", y una escenita de folli folli, para que no se diga.
viernes, 5 de noviembre de 2021
THE MAKING OF ROCKY VS DRAGO
Se habla mucho últimamente en la redes sociales, sobre todo, en las pertenecientes a los fans más acérrimos de Stallone, del nuevo corte de “Rocky IV” en el que ha estado trabajando Sly durante los últimos meses del año 2020. Obviamente se trata de la película más floja de la saga de Rocky, pero sin embargo la más taquillera, por ende, posiblemente la que más interés tenga entre el fandom, y quizás el motivo principal por el que Stallone decide echarle horas de su tiempo a una nueva versión de esta precisamente y no de cualquiera de las otras secuelas.
El caso es que Stallone ha querido hacer un nuevo montaje definitivo desde cero, porque había muchas cosas que no terminaban de gustarle en la versión que se estrenó en cines hace ya más de 35 años. Y claro, montársela desde cero con todo el material filmado en la mesa de montaje, es un trabajo de chinos, y sonadas fueron las quejas de los fans cuando Sly anunció que había eliminado al famoso robot-asistenta de Pauly de esta nueva versión. Al final, no se sabe si lo ha eliminado o no.
Como fuere, la idea es estrenar esta nueva versión de “Rocky IV”, que llevará por título “Rocky Vs Drago: The Ultimate Director’s Cut”, en una sola sala asociada a Fathom Events, con difusión en directo On Line para todo el país, con una sesión de ruegos y preguntas posterior que también se retransmitirá en directo para todos los fans, el próximo 11 de Noviembre de 2021. Después de esto, la película se distribuirá a través del vídeo bajo demanda y, supongo, que se hará una buena edición en Blu-Ray.
Lo curioso también es que, consciente de la expectación que provoca con cada nuevo movimiento en los fans, Stallone decidió filmar todo el proceso de montaje de esta nueva versión de una manera casera, con lo cual, se ha sacado de la manga otra nueva película que ha colgado recientemente en su canal de Youtube para su visionado gratuito y que lleva por título “The Making Of Rocky Vs Drago”. Para ello se llevó consigo a las sesiones de edición a su amigo el director John Herzfer, responsable de la estimable “15 Minutos” —que ya dirigió a Sly en “Plan de escape 3” y “Camino hacia el éxito”— y que se encargaría de la dirección y montaje de este material. Para ello no utilizó más que su teléfono móvil, cosa esta que me parece una forma estupenda de realizar una película.
En “The Making Of Rocky Vs Drago” vemos, básicamente, a Stallone montando de nuevo “Rocky IV” y sudando la gota gorda. Que le vemos montando es un decir, porque en realidad la están montando un par de editores profesionales, siguiendo, eso sí, las ordenes de Stallone que ve el resultado del trabajo en una pantalla enorme en la misma sala. Sin embargo, queda claro que aunque Sly no toca los ordenadores, sabe un rato de planos y cortes. Entonces Stallone monta y habla. Filosofa y eleva su película a la categoría de arte, mientras bromea con sus socios y se queja porque no para de comer unos chupa chups de café que deben estar muy ricos: - ¿por qué comeré estas porquerías? – Dice Stallone.
Por otro lado, vemos también momentos en su casa, donde la cámara se detendrá en la ristra de merchadising que posee Stallone de sus películas, los bustos esculpidos en bronce de su persona, y en definitiva, la oda al ego que es la casa de Stallone al fin y al cabo, donde también le vemos disfrutar de la versión definitiva que acaba de montar en la enorme y moderna sala de cine de la que dispone en casa para esos menesteres.
Todo muy improvisado sobre la marcha, muy guerrillero y muy de andar por casa.
El caso es que me lo puse por curiosidad y acabé viéndolo entero, y pasé una hora y media de lo más entretenida y disfrutando de las distintas opciones que me ofrece esta peli. A saber; por un lado, lo casero del making of en general, rodado según iban pasando los días de trabajo y sin mucho esfuerzo, por otro la verborrea de Stallone, que no para de darle a la sinhueso y además, de vez en cuando, hace algunos pequeños alardes de su marcada megalomanía que pueden resultar desternillantes, y por último, que por mucho que pese a sus fans, esta película, o documental, o making of, o como cojones les guste llamarlo, es la manifestación más fresca y creativa que ha dado Stallone en los últimos años. Y encima, nos la regala, la cuelga en Youtube.
Yo creo que merece la pena echarle un vistacillo. Solo tienen que pinchar aquí.
El caso es que Stallone ha querido hacer un nuevo montaje definitivo desde cero, porque había muchas cosas que no terminaban de gustarle en la versión que se estrenó en cines hace ya más de 35 años. Y claro, montársela desde cero con todo el material filmado en la mesa de montaje, es un trabajo de chinos, y sonadas fueron las quejas de los fans cuando Sly anunció que había eliminado al famoso robot-asistenta de Pauly de esta nueva versión. Al final, no se sabe si lo ha eliminado o no.
Como fuere, la idea es estrenar esta nueva versión de “Rocky IV”, que llevará por título “Rocky Vs Drago: The Ultimate Director’s Cut”, en una sola sala asociada a Fathom Events, con difusión en directo On Line para todo el país, con una sesión de ruegos y preguntas posterior que también se retransmitirá en directo para todos los fans, el próximo 11 de Noviembre de 2021. Después de esto, la película se distribuirá a través del vídeo bajo demanda y, supongo, que se hará una buena edición en Blu-Ray.
Lo curioso también es que, consciente de la expectación que provoca con cada nuevo movimiento en los fans, Stallone decidió filmar todo el proceso de montaje de esta nueva versión de una manera casera, con lo cual, se ha sacado de la manga otra nueva película que ha colgado recientemente en su canal de Youtube para su visionado gratuito y que lleva por título “The Making Of Rocky Vs Drago”. Para ello se llevó consigo a las sesiones de edición a su amigo el director John Herzfer, responsable de la estimable “15 Minutos” —que ya dirigió a Sly en “Plan de escape 3” y “Camino hacia el éxito”— y que se encargaría de la dirección y montaje de este material. Para ello no utilizó más que su teléfono móvil, cosa esta que me parece una forma estupenda de realizar una película.
En “The Making Of Rocky Vs Drago” vemos, básicamente, a Stallone montando de nuevo “Rocky IV” y sudando la gota gorda. Que le vemos montando es un decir, porque en realidad la están montando un par de editores profesionales, siguiendo, eso sí, las ordenes de Stallone que ve el resultado del trabajo en una pantalla enorme en la misma sala. Sin embargo, queda claro que aunque Sly no toca los ordenadores, sabe un rato de planos y cortes. Entonces Stallone monta y habla. Filosofa y eleva su película a la categoría de arte, mientras bromea con sus socios y se queja porque no para de comer unos chupa chups de café que deben estar muy ricos: - ¿por qué comeré estas porquerías? – Dice Stallone.
Por otro lado, vemos también momentos en su casa, donde la cámara se detendrá en la ristra de merchadising que posee Stallone de sus películas, los bustos esculpidos en bronce de su persona, y en definitiva, la oda al ego que es la casa de Stallone al fin y al cabo, donde también le vemos disfrutar de la versión definitiva que acaba de montar en la enorme y moderna sala de cine de la que dispone en casa para esos menesteres.
Todo muy improvisado sobre la marcha, muy guerrillero y muy de andar por casa.
El caso es que me lo puse por curiosidad y acabé viéndolo entero, y pasé una hora y media de lo más entretenida y disfrutando de las distintas opciones que me ofrece esta peli. A saber; por un lado, lo casero del making of en general, rodado según iban pasando los días de trabajo y sin mucho esfuerzo, por otro la verborrea de Stallone, que no para de darle a la sinhueso y además, de vez en cuando, hace algunos pequeños alardes de su marcada megalomanía que pueden resultar desternillantes, y por último, que por mucho que pese a sus fans, esta película, o documental, o making of, o como cojones les guste llamarlo, es la manifestación más fresca y creativa que ha dado Stallone en los últimos años. Y encima, nos la regala, la cuelga en Youtube.
Yo creo que merece la pena echarle un vistacillo. Solo tienen que pinchar aquí.
miércoles, 3 de noviembre de 2021
DÉCIMO ANIVERSARIO DE "MALAS PERO DIVERTIDAS"
Lo cierto es que cuesta concretar una fecha oficial para la salida de nuestro pest-seller "Malas pero divertidas". Si miramos la primera entrada dedicada al tema en este blog, se supone que fue un 3 de Noviembre del 2011. Habrá que tomarlo como guía, porque no hay otra.
¿Recuerdan "Malas pero divertidas"? o, mejor ¿lo tienen?. Se trata del PRIMER compendio sobre cine "trash" editado en España. Lo sacó "Raima Ediciones", se distribuyó ampliamente por las principales tiendas del país, los tres autores dimos sendas entrevistas para promocionarlo con ventas bastante buenas y propició toda suerte de reacciones, desde las entusiastas a aquellas de odio motivadas por la inevitable envidia (¡estamos en España! ¿qué esperaban?). La movida quedó puntual y completamente radiografiada en directo por este blog.
Ahora que hace ya diez años de aquel libro PIONERO, valía la pena al menos dedicarle este post, ¿por qué?, pues porque estamos muy orgullosos de su existencia y guardamos recuerdos muy gratos de su confección y posterior salida al mundo.
Si cometieron el error de no pillarlo, todavía pueden en páginas web de segunda mano y mandangas parecidas. ¡Suerte con ello!.
¿Recuerdan "Malas pero divertidas"? o, mejor ¿lo tienen?. Se trata del PRIMER compendio sobre cine "trash" editado en España. Lo sacó "Raima Ediciones", se distribuyó ampliamente por las principales tiendas del país, los tres autores dimos sendas entrevistas para promocionarlo con ventas bastante buenas y propició toda suerte de reacciones, desde las entusiastas a aquellas de odio motivadas por la inevitable envidia (¡estamos en España! ¿qué esperaban?). La movida quedó puntual y completamente radiografiada en directo por este blog.
Ahora que hace ya diez años de aquel libro PIONERO, valía la pena al menos dedicarle este post, ¿por qué?, pues porque estamos muy orgullosos de su existencia y guardamos recuerdos muy gratos de su confección y posterior salida al mundo.
Si cometieron el error de no pillarlo, todavía pueden en páginas web de segunda mano y mandangas parecidas. ¡Suerte con ello!.
lunes, 1 de noviembre de 2021
AMOR ASESINO
“Amor asesino”, que fue editada en vídeo en nuestro país en la era dorada del video de manera más o menos discreta, sería uno de los títulos destacados de Beyond Infinity Films, la subdivisión de la Empire que se dedicaba a facturar títulos más chusqueros que los que todos conocemos y en la que se forjaron individuos tan icónicos para la serie B/Z como puedan ser Tim Kincaid o David DeCoteau, está dirigida por otro tipo, quizás con menos nombre que sus compañeros de sello, pero que resulta igualmente interesante, Gorman Bechard. Bechard, acabó un poco hasta la polla de todo el mamoneo este del cine y, siempre de manera independiente, ha estado dejando y volviendo al medio intermitentemente desde los años 80 (aquí pueden informarse más al respecto). A parte, ha escrito novelas y guiones para infinidad de producciones y, en los últimos años, estila un tipo de cine deudor del indie americano de toda la vida que en ocasiones roza lo amateur, al tiempo que ha facturado toda suerte de documentales, siendo los dedicados a las bandas de rock los más prestigiosos dentro de los ínfimos círculos en los que se mueve, y los de perritos, animales estos que adora (mos), los más extraños y personales (tiene uno sobre el bienestar de los canes y otro sobre perros mayores, que no me importaría ver algún día) de su filmografía. Y ahí sigue el hombre, haciendo cosas muy singulares.
Por supuesto, “Amor asesino”, sería una de sus películas más populares gracias a pertenecer al catálogo de Beyond Infinity. Se trata de una comedia muy curiosa que el director rodó durante los fines de semana, usando su propia casa como escenario y, aun habiendo un guion, haciendo improvisar a sus actores hasta casi rozar el esperpento.
Un asesino en serie, cuya característica principal es que odia las uvas, se dedica a dar matarile a cuanta muchacha ligerita de cascos se le pone a tiro, hasta que un buen día conoce a otra muchacha con la que tiene cierta afinidad y se enamora. La gracia está en que esta tía también es asesina en serie y, para más inri, también odia las uvas. Así, la relación sentimental se va desarrollando felizmente a la par que su rutina de asesinar, tías él, tíos ella, hasta que un día otros asesinos en serie se inmiscuirán en la vida de ambos para hacerles la vida imposible, en concreto, un fontanero que además de asesino en serie, es caníbal.
Verdaderamente la película es una chorrada inofensiva repleta de escenas sangrientas, con un par de toquecitos propios del humor spoof, que por un lado tiene cierta gracia, pero por otro puede llegar a irritar al espectador dada su condición de comedia gore para solaz del fan más embrutecido. Sin embargo se ve cierta mano en la forma de dirigir de Bechard que la hace atractiva.
Bechard, además, es un loco de Alfred Hitchcock que tiene bien estudiado al director, entonces se permite el lujo de recrear aquí la escena de la ducha de “Psicosis” con todo lujo de detalles, con muchos menos planos si acaso, no sin cierto cachondeo y además la cosa le sale bastante decentemente. Al margen de esta escena/homenaje, los guiños al director son constantes. Asimismo, la película está rodada en un maravilloso 16 mm cuyo grano y colores son sensacionales en la copia restaurada de Blu-Ray que recientemente editó la gente de Vinegard Syndrome; la estética que consigue, entre lo cutre y lo solvente, me resulta muy bonita, muy personal. Como la película tiene estructura de falso documental durante gran parte del film, Bechard rueda las entrevistas en las que los personajes se dirigen a cámara en un blanco y negro muy agradecido —la escena de la ducha por el contrario es a todo color— que combinado con iluminación donde imperan los tonos rojizos, rosas y verdes, le dan al conjunto un toque muy chulo y moderno (para la época en la que se rodó, los 80). Otro punto a favor sería su banda sonora, cutre y chabacana, pero divertida, compuesta directamente con un órgano Casio del tres al cuarto cuyas melodías no nos podemos quitar de la cabeza una vez ha terminado la película.
¿Qué le ocurre de malo? Que según va avanzando la trama esta se vuelve más y más tonta, más y más aburrida, y al final estamos deseando que esto se acabe por puro coñazo. No obstante, me ha sorprendido ver que Bechard ha cosechado una carrera posterior después de sus inicios con Beyond Infinity/Charles Band (con quien acabó fatal, por cierto) y, viendo los derroteros que ha tomado, me llama poderosamente la atención, así que, si nada lo impide, procuraré dejarles por aquí mis impresiones sobre sus títulos más recientes… si consigo hacerme con copias.
Por supuesto, “Amor asesino”, sería una de sus películas más populares gracias a pertenecer al catálogo de Beyond Infinity. Se trata de una comedia muy curiosa que el director rodó durante los fines de semana, usando su propia casa como escenario y, aun habiendo un guion, haciendo improvisar a sus actores hasta casi rozar el esperpento.
Un asesino en serie, cuya característica principal es que odia las uvas, se dedica a dar matarile a cuanta muchacha ligerita de cascos se le pone a tiro, hasta que un buen día conoce a otra muchacha con la que tiene cierta afinidad y se enamora. La gracia está en que esta tía también es asesina en serie y, para más inri, también odia las uvas. Así, la relación sentimental se va desarrollando felizmente a la par que su rutina de asesinar, tías él, tíos ella, hasta que un día otros asesinos en serie se inmiscuirán en la vida de ambos para hacerles la vida imposible, en concreto, un fontanero que además de asesino en serie, es caníbal.
Verdaderamente la película es una chorrada inofensiva repleta de escenas sangrientas, con un par de toquecitos propios del humor spoof, que por un lado tiene cierta gracia, pero por otro puede llegar a irritar al espectador dada su condición de comedia gore para solaz del fan más embrutecido. Sin embargo se ve cierta mano en la forma de dirigir de Bechard que la hace atractiva.
Bechard, además, es un loco de Alfred Hitchcock que tiene bien estudiado al director, entonces se permite el lujo de recrear aquí la escena de la ducha de “Psicosis” con todo lujo de detalles, con muchos menos planos si acaso, no sin cierto cachondeo y además la cosa le sale bastante decentemente. Al margen de esta escena/homenaje, los guiños al director son constantes. Asimismo, la película está rodada en un maravilloso 16 mm cuyo grano y colores son sensacionales en la copia restaurada de Blu-Ray que recientemente editó la gente de Vinegard Syndrome; la estética que consigue, entre lo cutre y lo solvente, me resulta muy bonita, muy personal. Como la película tiene estructura de falso documental durante gran parte del film, Bechard rueda las entrevistas en las que los personajes se dirigen a cámara en un blanco y negro muy agradecido —la escena de la ducha por el contrario es a todo color— que combinado con iluminación donde imperan los tonos rojizos, rosas y verdes, le dan al conjunto un toque muy chulo y moderno (para la época en la que se rodó, los 80). Otro punto a favor sería su banda sonora, cutre y chabacana, pero divertida, compuesta directamente con un órgano Casio del tres al cuarto cuyas melodías no nos podemos quitar de la cabeza una vez ha terminado la película.
¿Qué le ocurre de malo? Que según va avanzando la trama esta se vuelve más y más tonta, más y más aburrida, y al final estamos deseando que esto se acabe por puro coñazo. No obstante, me ha sorprendido ver que Bechard ha cosechado una carrera posterior después de sus inicios con Beyond Infinity/Charles Band (con quien acabó fatal, por cierto) y, viendo los derroteros que ha tomado, me llama poderosamente la atención, así que, si nada lo impide, procuraré dejarles por aquí mis impresiones sobre sus títulos más recientes… si consigo hacerme con copias.
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