miércoles, 31 de julio de 2024

MINUTOS MUSICALES 29: PERROS VERDES

Si eras un jovenzuelo en la Inglaterra de los ochenta, y aspirabas al punk como salida creativa, tenías dos opciones, las más generalistas: me hago una mega-cresta colorida, me cubro con una chupa claveteada y berreo como un loco, a base de ruido ensordecedor, sobre la hijoputa que es la Thatcher. O, temáticamente procedo igual, pero menos "nihilísticamente", con algo más de clase, cambiando la chupa por ropa negra y los berridos por... mmmh, música disonante. Es decir, el punk más estándar ("Exploited", "GBH", "Discharge", etc) versus el anarco-punk ("Crass" y sus cachorros). Lo raro, lo atípico, era decantarse por melodías enérgicas pero no destruye-tímpanos. Letras sobre amoríos, desamoríos o chuminadas sin mucha profundidad, dejando la política bajo el felpudo. En definitiva, un sonido -y una estética- más propia de finales de los setenta. Pero los hubo y, paradójicamente, se adelantaron a lo que el punk devendría la década siguiente.
Dentro de este escueto grupo de valientes, de individuos con indiscutible personalidad, destaco dos combos...

"The ABS" comenzaron su andadura en 1980 y parieron un buen manojo de joyas, algunas coplas de punk rock, nitro-pop (que decían los "Lurkers") o llámenlo como quieran, genuinamente BUENAS. Adictivas. Saltarinas. Tanto como para que el legendario John Peel decidiera dedicarles dos de sus famosas sesiones (les retiró el apoyo al considerar que sus letras habían involucionado excesivamente hacia el "caca culo pedo pis").
A la hora de seleccionar un tema representativo lo tuve clarísimo, "Same Mistake Twice", una pequeña maravilla. Si les gusta, recomiendo la escucha de cualquiera de sus otras más inspiradas composiciones. A la que se considera su genuino "hit", "Grease Your Ralph", añadiría "Toes Stamped Flat", "Concrete Hits Bone", "Everything´s Exactly What Your Think It Is", "Lethal" o "Diamonds". Imposible ignorar "Ringland Tuxedo", no solo por su pegadiza melodía, también por ese sonido guarro que contrasta deliciosamente.
Les garantizo un refrescante y saludable ratete de pura evasión.


"The ABS" chaparon a inicios de los noventa (dando pie a sendas nuevas bandas y demás colaboraciones), y han tenido la decencia de ni volver a juntarse, ni dar conciertos nostálgicos. Bien por ellos.

Los "Guitar Gangsters" no solo gastan un nombre horrible, también destacan por su tendencia a la melodía, ocasionalmente incluso pastelosa, una estética más rockera que punkista, cosa que eventualmente salpicaba a su sonido y... una pasmosa mediocridad. No obstante, tampoco se puede negar que cuentan con algunas, solo algunas, canciones decentes. He recurrido a "Long Division" porque es aquella con la que más conecto, pero también se dejan escuchar "Dream That Dream", "All The World A Television", "Wild Weekend", "Nothing To Shout About", "That´s When The Razor Cuts" o la mucho más enérgica "Gotta Get Out of Here".



El caso de "The ABS" es raro. Sin embargo, arrancaron cuando el 77 aún no quedaba tan lejano. En ese sentido, los "Guitar Gangsters" podrían incluso tener más mérito, ya que le dieron al "start" rozando los noventa, con el punk agonizando en tierra de nadie, totalmente olvidado por el Media y, básicamente, centrado en su lado más politizado, abundando los sonidos tirando a extremos. Poco sabían ellos que, en cuestión de un par o tres de años, su fórmula se volvería tendencia, aunque dudo que les beneficiara mucho, menos con ese nombre. Desde entonces no han parado de tocar y sacar discos.

martes, 30 de julio de 2024

EL VIENTO DEL AYAHUASCA

Nora de Izque, cineasta peruana para paladares un tanto finos, a principios de los ochenta sentía una fuerte curiosidad por las propiedades mágicas y alucinógenas de la ayahuasca. Dicho potingue, es una bebida utilizada por los curanderos de varios países latinoamericanos a partir de muchos tipos de plantas, que consigue hacer delirar a aquel que la toma gracias a su efecto alucinógeno. Ahora, si existe algún fin medicinal en la ayahuasca a parte de hacer flipar al personal, lo desconozco. Y por lo que a mí respecta esto es un sacacuartos de la selva. Hipsters y esnobs adinerados suben ahí arriba a probar esa pócima para volver a la civilización siendo aun más cools de lo que ya de por sí eran, mientras que los curanderos ganan algún dinero drogando a estos incautos y hablándoles de la espiritualidad y el tercer ojo, cuando en realidad lo que les están es dando veneno en las dosis justas para que no la palmen a corto plazo. Igual que con el sapo bufo. Como fuere, el caso es que De Izque, fascinada con todo este ritual, decide documentar a chamanes y usuarios de la pócima con filmaciones en 16 mm que va acumulando con cada experiencia. La idea es realizar un documental a partir de todo este material. Sin embargo, una vez iniciada la producción, Nora de Izque decide darle un giro al asunto y, en vez de hacer un documental, rueda una película de ficción en la que plasma su fascinación por la droga del Amazonas. Y le sale una película súper extraña y llena de humor involuntario, precisamente por ficcionar todo lo que sucede entre medias de los rituales chamánicos. Así, el espectador queda perplejo viendo un festival de indios amazónicos haciendo aspavientos mientras preparan la ayahuasca; parece como si estuvieran haciendo katas de kung-fu. Estos rituales dan paso a secuencias de corte onírico y atmosférico con mucha saturación de la fotografía, superposiciones e imágenes congeladas que sirven para recrear un viaje de ayahuasca. Pero más allá de todo ese experimento, y aunque a priori no lo parezca,  la película tiene incluso un argumento; un individuo con pinta de progre, tras asistir a un par de clases en las que se le explica el uso espiritual y médico de la ayahuasca, sube a la selva a continuar allí con sus quehaceres. Durante el tránsito, conocerá a una muchacha local que está más para allá que para acá, y que le habla de una serie de espíritus de la naturaleza que la atormentan. El tipo se propone ayudarla ¿Cómo? De la manera más natural… llevándola a la selva profunda a que se tome un chupitazo de ayahuasca. Una vez inmersos en ese rollo, parece que se nos traslade a una película de The Beatles.
Se trata de una cosa muy extraña, mística y por momentos desquiciante —por culpa de tanta recreación del viaje de ayahuasca, que hay unas pocas—, pero pobretona y con ínfulas medio intelectuales, por lo que tenemos ahí un revoltijo de imágenes que, si aplicamos la suficiente paciencia y el suficiente sentido del humor, puede llegar a sorprendernos; porque te ríes mucho cuando no toca, que es cuando los peruanos bajitos y cabezones hacen sus rituales y aspavientos, o por algunos collage de imágenes que resultan inquietantes o cuanto menos interesantes, por vistosos, coloridos y raros. Vamos, que entre unas cosas y otras “El viento del ayahuasca” se deja ver.
Además, está  muy bien considerada por tratarse la ópera prima de su directora, Nora de Izque, pero, más allá de eso, destaca el hecho de ser la primera película rodada por una mujer en la historia de Perú. Esto ha propiciado que en la actualidad, universidades y actos públicos de corte cultural la tengan muy en cuenta a la hora de proyectar contenidos de corte feminista -a la película y a su directora, ya anciana- pero lo cierto es que está a kilómetros de cualquier feminismo y, rodada en 1982, aquí el héroe es un hombre que ha de rescatar a una damisela en apuros, sin demasiada cultura ni inteligencia.
Después de “El viento del ayahuasca”, De Izque tuvo dificultades para seguir rodando (por estar en un país como Perú, donde tampoco es que se hiciese demasiado hasta la llegada del vídeo casero, ya saben, y por el hecho de ser mujer) y pasaron más de diez años hasta que vio la luz su siguiente proyecto, un corto, y completaría su filmografía ya siendo una señora mayor, con un documental sobre Fujimori, “El viento de todas partes” y otro sobre el poeta César Calvo, “Responso para un abrazo: Tras la huella de un poeta”. Y fin de la historia. Eso sí, luego, mucha ponencia, mucha conferencia, y mucha proyección itinerante de su primera película, la que nos ocupa.

sábado, 27 de julio de 2024

GODLESS: THE EASTFIELD EXORCISM + THEY WAIT IN THE DARK

Recientemente consumí, seguidas, dos películas con algunos puntos en común. Ambas eran de terror, muy actuales, modestas, aparentemente rutinarias y trilladas pero, por contra, sorprendentes en sendos aspectos. Lo suficiente como para que las viera enteritas y sin arrancarme la piel desesperado de aburrimiento.
"Godless: The Eastfield Exorcism" (conocida en algunos lugares de habla hispana como "El exorcismo de Eastfield" o "Anticristo: El exorcismo de Lara") es una película de... sí, eso que empieza por e. ¿Parece un chiste, verdad? necesitamos un exorcista que nos libere de tantas jodidas películas de exorcismos. Pero esta tiene un aspecto levemente distinto, más allá de su nacionalidad australiana (y de que se base en supuestos hechos reales, también harto recurrente). Gira en torno a una pareja. Ella anda haciendo cosas rarunas. Él, que es muy devoto, se convence de que está poseída por el diablo. Así que recurre a un exorcista, pero uno no demasiado oficial, ya que los del vaticano están muy atareados (haciendo películas para Hollywood, supongo) Y ahí es cuando te descolocas, porque resulta que el tipo tiene unos métodos que harían palidecer -aún más- al padre Merrin. Es el Harry Callahan de su gremio. Agrede, machaca, humilla al poseído. Dice tacos. Hace "bullying" a los demoños. Tanto que, en fin, podría llegar a pasarse. Y se pasa. Y yo, pues flipé mucho encontrando una peli de exorcismos en la que el exorcista vendría a ser el villano. Bien por Nick Kozakis, director (aunque en su ficha de Imdb tenga pinta de gilipollas), y Alexander Angliss-Wilson, guionista, básicamente debutando ambos en el cine comercial.
Por otro lado tenemos "They Wait in the Dark". Si les cuento la trama, se dormirán encima del teclado: Huyendo de la mala vida que le daba su media naranja, una mamá + hijo recalan en la vieja casa familiar donde hubo un asesinato años atrás. Al poco, comenzarán a hacerse notar presencias que agreden a la mujer, con mucha mala baba.
Esto va a sonar feo (por adecuado que sea) pero, de entrada, te extraña que la protagonista sea tan poco atractiva. ¡¡Eh!! por mi bien, genial. Más humana. Pero es así. Y, no nos engañemos, se sale completamente del canon (más siendo una producción norteamericana). Luego descubres su condición lesbiánica. La media naranja, por tanto, vendría a ser más un medio limón. Vamos, que son del palo froti froti y, obvio, el hijo es adoptado. En eso que la otra anda pisándoles los talones. Y acabará dando con ella/os. Antes, te encontrarás con que el fantasma mal lechado es una mujer del mismo color negro que el hijo y, esta sí es buena -lamento el spoiler, pero lo merece-, resultará que las lesbis son las genuinas culpables de todo el asunto espectral. Es decir, las malas del culebrón.
Para cuando te has secado de la comisura de los labios la baba deslizante, termina la peli. Y dices "Anda, ¿y el WOKEismo permite esto?" No me ha dado por mirar reseñas en ninguna parte, pero seguro que habrá quien raje por ello. Yo, obvio es, lo aplaudo. Y aplaudo al instigador de todo, Patrick Rea, quien -por no alejarnos mucho del contexto- recientemente ha rodado un corto en tono de bufa titulado "The Exorcist: Parabellum".
Bien, ¿se puede comenzar a hablar de la vuelta a un cine de ideas menos políticamente correctas, menos complacientes con la audiencia? No por jorobar, ni buscar la polémica, solo porque, en fin, de todo debe haber en este mundo. E igual que existen hombres blancos heteros más malos que un barreño de tiña, también lo contrario es perfectamente válido. Al fin y al cabo, en eso consiste "integrarse". Lo pregunto porque ha pasado antes y todo es cíclico. Al final, el WOKEismo estallará y dará pie a la vuelta de un cine menos lameculero.... y también este estallará, y volverá el WOKEismo... incluso tal vez con mayor fuerza, pero para entonces seré tal pasa humana que, como suelo decir, me impogtagá un cagajo.

martes, 23 de julio de 2024

DE NATURALEZA VIOLENTA

Un título tan molón como “De naturaleza violenta” me hacía presagiar que escondía una película buena. Sin embargo, superó mis expectativas, porque esto es un slasher a priori de lo más trillado, una consecuencia por parte del director, Chris Nash —que debuta en el largometraje, aunque es un estupendo artesano de los efectos especiales proveniente del mundo del corto—, de recrear los visionados de su juventud concibiendo un psycho killer tan inspirado en Jason Voorhees que roza el plagio; retrasado mental, resucita en forma de cadáver putrefacto (como Jason a partir de la sexta entrega), de tamaño corpulencia y fuerza similar, e incluso vestimentas muy parecidas. Lo único que tiene nuevo para diferenciarlo es una máscara de bombero en lugar de una de hockey. Para evidenciar el homenaje, se cuenta en el reparto con la presencia de Lauren-Marie Taylor, una de las víctimas de Jason en “Viernes 13, 2ª Parte”. Y para hacerlo más clichoso, encima se trata de una producción canadiense, muy dada en su fuero a exportar tanto sex comedies como slashers. Entonces tenemos aquí una actualización del slasher ochentero en toda regla. Pasa también, que Chris Nash es, además, seguidor del cine arthouse y, más concretamente, del que muestra gente andando, de “Elephant” de Gus Van Sant y de los árboles filmados durante horas de Terrence Malick. Del cine contemplativo en definitiva. Y no se le ocurre otra cosa que adaptar las maneras de este al slasher, que por norma general está filmado y montado de manera clásica y ordenada ¿El resultado de semejante mezcla? Pues lo mejor de ambos mundos. Largos paseos por el bosque por parte del asesino se entremezclan con los asesinatos más cafres que he visto en una pantalla. Y como tienden a gustarme los paseos filmados y tiende a gustarme el slasher clásico, la combinación me ha resultado de lo más refrescante, casi tanto como desasosegante. Porque la sinopsis no tiene mucha ciencia: Unos campistas despiertan el cadáver de un individuo que se levantará de su tumba en busca de un medalloncito que, siendo niño, le regaló su padre. Decidido a recuperarlo, campará a sus anchas por el follaje, destrozando a todo aquel que se cruce en su camino, mayormente mastuerzos de vidas insulsas que en las hogueras de rigor contarán la historia de Johnny, nuestro protagonista, con el fin de asustar a las chicas. Lo realmente fascinante es que esos personajes que se instalan y divierten en el bosque, están en un segundo plano y solo somos testigos de sus historias cuando el asesino se topa con ellos, la mayoría de las veces a cierta distancia hasta que logra aproximarse. Porque solo son carnaza para ser asesinada y sus problemas de lesbianismo o arrogancia no nos importan ni a nosotros los espectadores, ni al asesino, y porque la cámara se mantiene siempre a las espaldas de este, captando tan solo su punto de vista, hasta que eventualmente se rompe ese ritmo instaurado para pasar a una narración estándar muy breve, que sirve para dar datos concretos sobre las víctimas al espectador. Cuando este ya los tiene asumidos, la cámara vuelve a su sitio, que es al lado del asesino.
A eso hay que sumarle una filmación al estilo documental, la ausencia de música incidental y un realismo atroz; cuando a uno le dan un hachazo en la cabeza, apenas si tiene tiempo para reaccionar. Eso es lo que pasa en los asesinatos que nos muestra “De naturaleza violenta”, estos son salvajes y muy, muy silenciosos, casi tanto como brutales.
Así pues, “De naturaleza violenta”, que despierta tantas pasiones como odios a lo largo y ancho del mundo —no es de extrañar porque no es una película fácil. Y por supuesto, no es divertida, ni mucho menos entretenida— se convirtió en la sensación de los pases golfos del festival de Sundance desde el que despegó, dando su salto a las salas comerciales, donde ha recaudado tres millones de dólares en su primera semana de exhibición, una pasta para una película de estas características.
Pronto llegará a las plataformas, de hecho lleva el logo de Shudder en sus créditos, pero de momento podemos disfrutarla en cine de nuestro país, donde casi es una anécdota que haya llegado a estrenarse.
Cruel, lenta, asalvajada y distinta a cualquier película de terror de las que pueblan ahora nuestras pantallas, por lo que a mí respecta “De naturaleza violenta” es la mejor en su género de lo que llevamos de año, y Chris Nash un director a tener a cuenta… si no se nos estropea como Eli Roth, como Ti West, como…
Muy recomendable, eso sí, para espectadores pacientes.

sábado, 20 de julio de 2024

VIAJE AL CENTRO DE LOS CRAMPS + AXEGRINDER 666

Siempre he sentido bastante simpatía por "The Cramps". Desde que los descubrí a mediados de los ochenta adquiriendo el vinilo de "El regreso de los muertos vivientes", sin saber ande coño me metía, pero sistemáticamente atraído por esa irrepetible y maravillosa cubierta. Y redondeado, el mismo periodo, por su entonces recién editado "A date with Elvis", regalo cumpleañoso de mi hermana. Con el tiempo me pillaría más material del combo y, aunque no lo escucho asiduamente, de vez en cuando cae y entra bien (o mal, pero simplemente porque no es el momento adecuado. Esas cosas pasan con sonidos tan específicos). Llegados los noventa, "The Cramps" comenzó su lento y progresivo declive, hasta la muerte del frontman, y absoluta mitad de su mero existir, Lux Interior. El otro cincuenta por ciento, como saben, era cosa de la carismática guitarrista, Poison Ivy. Pues, justo, sobre ellos gira este "Viaje al centro de los Cramps", firmado Dick Porter, una notable biografía por la que sentía franca curiosidad y anduve persiguiendo hasta dar con ella en una biblioteca. Así, en plan revisión generalista, se puede decir que la lectura es amena, genuinamente entretenida, con buen ritmo... aunque, al chaparlo, te queda una sensación raruna de la que aluego hablaré.
"The Cramps" eran Lux e Ivy. Ivy y Lux. El resto, peña que pasaba por allí, dejaba más o menos huella, y terminaban largándose por distintos motivos. La historia de aquel par es sanamente envidiable. Dos personas de apetencias peculiares y un pelo excéntricas se conocen, se gustan, se aman, echan adelante su sueño de tener un grupo de genuino rock and roll, a pesar de no disponer de la mínima experiencia, y triunfan. Vivieron juntitos las décadas siguientes, gozando de la aventura musical y alguna extra de tipo cinematográfica que, obvio, son las que más cosquillas me daban mientras leía. Que sí, que el cine es mi primer amor, a pesar de los pesares.
Los "Cramps" participaron como actores en "The Foreigner" de Amos Poe (donde agredían con genuinas navajas y consiguientes cortes reales a su protagonista, Eric Mitchell, dato este ignorado en el libro). Aportaron una canción fabulosa a la mentada "El regreso de los muertos vivientes" (en la época se decía que también salían interpretando a unos zombies, pero el tochito no lo confirma... ni desmiente). Colaboraron en el "Drácula" de Coppola. John Waters rechazó unos temas que grabaron para "Cry-Baby, el lágrima" (básicamente porque dejó el curro a un subordinado. Otra muestra más de la discutible "autenticidad" del mangante y vendido director de "Pink Flamingos", ¡¡¡espero que ardas en el infierno!!!) y, por supuesto, Lux puso voz a una resultona copla de "Bob Esponja".
El resto, lo estrictamente musical, no se sale de la norma. Disco nuevo, consiguiente gira. Y así todo el rato, con pequeños momentos de pausa para contarnos puntuales trifulcas. Pero sin mucha variación. Y, de hecho, pasa con la bio de los "Cramps" lo mismo que con la de Mel Brooks. O la de Dario Argento. A medida que los años van sumándose, y el grupo asentando y profesionalizando, todo se vuelve más monótono. Desapasionado. Rutinario. Lux e Ivy se limitaban a cumplir con su curro y poco más, materia esta que contribuye al poso raro del que hablaba. Pero esas cosas ocurren cuando, como digo, alcanzas ciertas cotas de popularidad y credenciales. Nada que criticar al respecto. Desde el principio, Lux e Ivy tenían clarísimo que no deseaban ser de culto, su intención consistía en triunfar a lo grande y formar parte del mainstream, solo que sin cambiar un ápice su manera de hacer. Obviamente iba a ser prácticamente imposible... pero consiguieron aproximarse mucho.
Y, justo, gracias a la lectura, me dio por revisar algunos de sus discos. Decidí que serían el acompañamiento ideal para ilustrar sonoramente el visionado de sendas ponzoñas. A estas alturas ya deberían conocer mi hobby. Y, buscando, me decanté por una titulada "Axegrinder 666" (no lo niego, su llamativa caratula contribuyó).
Es un fenómeno tan fascinante como desconcertante. El mundillo del SOV y, por ende, el de las plataformas, anda plagado de auténticas franquicias adscritas al slasher. Títulos compuestos de interminables entregas, con sus propios pseudo-Jasons (la verdadera razón de que existan), siendo "Truth or Dare" (cuya primera dosis llegó acá bajo el título de "Eliminator") o "Camp Blood" las más extensas. Incluyan en el pack a "Axegrinder" y sus seis chutes. Ninguno consumible más allá de su terreno. Sin embargo, y ahí viene la parte fascinante, es tanto el tirón que gastan esta clase de subsubproductos que, eventualmente, su responsabilidad "directiva" recae en manos de ciertos "nombres" -dentro de lo suyo, el "clickxploitation"- como los de Mark Polonia, Joe Sherlock o Dustin Ferguson.
La parte desconcertante viene dada por el hecho de que, en fin, como dijo aquel en una ocasión, ¿qué sentido tiene querer situarse tras una cámara para dejar explotar tu creatividad y, luego, decantarse por el más rutinario, inimaginativo y hueco de los subgéneros? ¿cuánto más dará de sí el asunto de los campistas acosados y espachurrados por un tipo con careta? En el fondo, si lo miras bien, el devoto de esta clase de películas dedica gran parte de su tiempo de ocio a ver personas insufribles haciendo cosas inútiles y dialogar sin decir nada, a base de cháchara interminable y vacía, durante minutos y minutos y minutos... solo para poder presenciar un par de tetas -otra reflexión: ¿qué son sino dos bolsas de grasa colgantes?, ¿de verdad nos ponen tanto como para justificar tal mandanga?- y un par de crímenes que, encima, ni son creativos ni espectaculares. Triste y miserable existencia la nuestra, amigos.
En el caso de "Axegrinder 666" todo eso se multiplica por diezmil. Para empezar, la pandi de víctimas son un grupo de góticos -en su universo no existe nadie más que no pertenezca al gremio- que ya suman unos cuantos años de edad -incluso más de unos cuantos- y otros tantos de grasa, especialmente si nos referimos a las señoritas. Hablan y hablan, sobreactúan, dicen sandeces sin descanso, son absolutamente inaguantables, irritantes, totalmente "anti-empatizantes", para, finalmente, caer en las zarpas del asesino de rigor. ¿Merece la pena la espera? No mucho, la verdad...
Los efectos gore resultan de lo más rudimentario, echando mano de material de un "Party Fiesta" al que han añadido algo de pintura roja y algún cacho de carne cruda sacada del supermercado, pero poco más. El mismo asesino luce, tras la reglamentaria careta, otra en plan cadavérico que, se supone, es su verdadero rostro. La embadurnan de tomate para disimular, pero los agujeros de los ojos siguen dando el cante. No me entiendan mal, ¡adoro esas tácticas! pero solo cuando no pretenden hacerse pasar por genuinas, menos formando parte de algo que intenta desesperadamente parecerse al cine de verdad, sin lograrlo. Y uno se ofusca porque, entiende, un producto de esta naturaleza debería cuanto menos ofrecer ingentes cantidades de la más extrema violencia, a base de detallada carnicería efectuada látex mediante por algún voluntarioso fan del género. Si le quitas eso, ¡¿qué demonios queda?! y, por ende, ¡¿qué sentido tiene su mero existir?!
En fin. ¿Algo bueno que decir? pues sí, Cara Fay, actriz de talento y belleza que merecería más suerte, y el desenlace, no del todo desdeñable. El único momento de la función donde, por fin, osan transgredir un pelín la biblia del slasher. Lástima que, para entonces, ya sea demasiado tarde.

martes, 16 de julio de 2024

SCARY MOVIE (1991)

No confundan esta “Scary Movie” con ninguno de los spoofs made in Wayans que surgieron a colación de “Scream” a finales de los 90 y en los albores de 2000. En realidad nos encontramos ante un producto semi amateur rodado en 16 mm en el año 1991, que estaría dejado de la mano de dios y completamente olvidado en sus latas tras su estreno local en Austin, Texas (lugar de donde la película es originaria), de no ser porque, recientemente, ha sido rescatada por AGFA (American Genre Film Archive) para su distribución en cines retro y lanzamiento con todos los honores en Blu-Ray.  Pero, al margen de tratarse de una pequeña bosta amateuroide de la época en la que Leif Jonker y coetáneos estaban en activo ¿qué tiene de especial esta “Scary Movie”? básicamente que cuenta con el protagonismo de John Hawkes antes de convertirse en una suerte de actor secundario de carácter en productos del alto copete hollywoodiense. Le hemos podido ver en “La familia que tú eliges” o “Tres anuncios a las afueras” por poner dos ejemplos recientes. También tenemos en un papel poco relevante para Butch Patrick, nada menos que "Eddie Munster" en “La familia Monster”, en lo que denota un toquecito posmoderno de la época. Por lo demás, pues tan solo una mala película llevada adelante con palos y piedras que no pasa de simpática y que, más que un último rescoldo de los slashers de la década anterior, sería uno de los primeros homenajes al subgénero; Un "nerd" va a una feria de Halloween, acompañado de sus “amigos” que le harán blanco de todas sus bromas, con la intención de entrar en una atracción tipo pasaje del terror, muy popular en la época en la que transcurre la cosa. El "nerd" va con la mosca detrás de la oreja porque previamente escuchó en las noticias que un psicópata se ha escapado del autobús que le trasladaba a prisión. Tras sufrir unas cuantas bromas pesadas por parte de sus acompañantes y de los viandantes de la feria, el muchacho comienza a emparanoiarse con la idea de que el psicópata pueda haberse escondido en la atracción, por lo que, una vez dentro, cuando todos esos individuos enmascarados van a por él, este se verá en la tesitura de tener que defenderse de ellos. El espectador no sabe si toda esa carnicería es obra de la mente perturbada del muchacho o si en realidad el psicópata está dentro de la atracción, y ahí radica la gracia de la película.
Nada del otro mundo, leída la sinopsis es mejor de lo que vemos en pantalla, que transcurre a gran lentitud a pesar de apenas durar una hora y pocos minutos.
Algún momento gore divertido, la ambientación general tiene su encanto y poco más. Un producto semi amateur de principios de los 90 como hay tantos. Tampoco es que John Hawkes sea un actor muy a tener en cuenta como para revisar este trabajo primerizo con interés (yo creo que a todos nos la suda John Hawkes).
Pero los americanos son una raza a parte y muy graciosos; no creo que esta película disfrute de mucho culto a rasgos generales, aunque al tratarse de una producción acaecida por completo en Austin, las autoridades competentes tienen a “Scary Movie” en alta estima, y el alcalde declaró el día 18 de octubre como “Día de Scary Movie” por la contribución que ha hecho la película a la industria cinematográfica de la ciudad. Y es que se ve que cuando Austin ha tenido presencia en el cine, ha sido porque ha habido alguna que otra producción de Hollywood ambientada allí, pero, a rasgos generales, poco se ha hecho en cine desde Austin para el mundo. Y, efectivamente, “Scary Movie” es una de las pocas películas enteramente autóctonas.
El director de la cinta, Daniel Erickson, que puede alardear de que eligió a Hawkes para su primer protagonista tras hacerle un casting, no se prodigaría mucho más después, tan solo rodaría en 2010 una cosa grabada en vídeo ¡con maniquís!  titulada “Eve’s Necklace” de la que poco más se sabe, pero (y quizás sea porque de algún modo mantuvieron la amistad) cuenta de nuevo con la presencia de John Hawkes, esta vez siendo ya una celebridad, poniendo su voz al maniquí protagonista. Que curiosidad, a ver si doy con ella.

sábado, 13 de julio de 2024

AL BORDE DE LA EXTINCIÓN (RISEN)

Como bien saben, la táctica de "The Asylum" a la hora de generar sus "mockbusters" (que hoy ya no engañan a nadie. El único atractivo está en descubrir el nivel de jeta que gasta con cada nuevo empeño) consiste en tomar nota del próximo estreno gordo, el siguiente aspirante a "blockbuster". Siempre poniendo su grasiento punto de mira sobre aquellas películas destinadas al público masivo, a generar billetes y complacer a todo cristo tirando de espectáculo, pirotecnia y tramas más elementales que el intelecto del fan medio. Luego, lo recrean cambiando una letra por otra en el título, recurriendo a callejones para los exteriores, un chorrón de cromas muy pestilentes + CGI de saldo -del que duele- y directo a las teles por cable -si es que todavía existen- y/o las plataformas de streaming. ¡Tupendo!.
Ahora imaginen que pasaría si "The Asylum" aplicara esas mismas maneras apuntando a un tipo de películas distintas. Por ejemplo, "La llegada" de Denis Villeneuve, film la mar de serio y sesudo sobre el primer contacto entre humanos y una posible vida extraterrestre. Ochenta minutos apasionantes tristemente trufados por un desenlace aburrido y trillado. Es decir, los marcianos son güenos y solo quieren paz. Mientras los humanos, sobre todo los militares y políticos, son malos y únicamente viven para matar, destruir y mal pensar. Una lástima. Todo ello, además, cocinado a la manera de Villeneuve, con pasmosa calma.
¿¿Y eso daría para un producto prototípicamente "Asylum"?? Ni lo duden. De hecho, existe y se titula "Risen", "Al borde de la extinción" en Aspaña. No, los padres de "Sharknado" no tienen nada que ver, pero como si lo tuviesen. Pal caso, "Risen" aborda el primer encuentro entre humanos y aliens de forma pomposa, trascendental, gélidamente seria y muy muy lentamente. Pero no esa lentitud propia de aquel incapaz de narrar, aburridor de cabras profesional, sino una buscada de manera expresa. Como elección estética. Rebañado todo en un mega dramón a base de protagonista torturada y alcohólica, que se encargará de darle charleta a los visitantes.
Un meteorito aterriza de mala manera sobre un pueblo de la américa profunda. Desprende un gas que mata a la mayoría de la población, salvo los que estaban más cerca. Estos resucitarán 
y comenzarán a mutar. Y si en "La llegada" teníamos una nave con forma de pistacho, o grano de café, en "Risen" es una planta que crece hasta hacerse gigantesca. Sí, amigos, todo suena muy bien. Las ideas que vomita su director y guionista, Eddie Arya, van sobradas de interés. PEEEERO, ya se conocen la cantinela: Cuidado con las ambiciones que son malas compañeras cuando el montante escasea. Y ahí entra el estilo "Asylum", con cromas bastante cantosos, CGI limitadísimo y algunas salidas de velada mentalidad "exploitativa". Lo que contrasta requetemucho con las pretenciosas intenciones primigenias, dando como resultado algo un pelo raro, incómodo. Como tener el ojete trufado de cucarachas revoltosas.
Eso sí, hay que reconocerle un desenlace mucho más satisfactorio que el de "La llegada". Ahí el amigo Eddie se gana un par de palmaditas en la espalda.
¿Que si la recomendaría? Mmmmh, no sabría decir. Como curiosidad, por la desconcertante mezcla de salidas y estrategias, sí. Y también por las partes del guion que podrían lucir de maravilla en manos de un director más talentoso, o mejor respaldado económicamente. Pero, en fin, sin prisas. No la antepondría a una siesta.

martes, 9 de julio de 2024

COMO CONSOLAR VIUVAS

Cuando la censura fastidió la carrera a José Mojica Marins, propiciando que no pudiera estrenar con facilidad sus películas de terror o corte más experimental (o ambas cosas mezcladas), no le quedó más remedio que aceptar toda suerte de encargos, rodando principalmente los géneros que más demandaba el público en los años setenta en Brasil, esto es, pornografía y comedia. Marins hizo mucho porno y en este siempre introducía toques cómicos, pero en lo que a comedia pura se refiere, verdaderamente Marins tuvo oportunidad de realizar dos. Igual que con el porno, el género le importaba tres pimientos; se abrazó al mismo por motivos meramente alimenticios.
En este sentido, fue contratado por el productor Augusto de Cervantes, quien le exigió que buscase un seudónimo para firmar estas comedias, porque si recurría a su nombre, el público las asociaría demasiado a las películas de Zé do Caixao y perjudicarían su carrera comercial. Así pues, el crédito para el director ambas reza J.Avelar.
La que nos ocupa, “Como consolar viuvas” sería la más popular. Adscrita a la pornochanchada, que vendría a ser el equivalente brasileño a nuestro destape, es muy sorprendente lo mucho que se parecen estas películas a las nuestras. Como si de un film de Mariano Ozores se tratase, en “Como consolar viuvas” tenemos una trama de enredo, tías en cueros y chascarrillos de difícil entendimiento para el público español porque, y al igual que en la comedia española de los 80, estos giran en torno a la política del país, o a personajes de la cultura popular autóctona. Sería lo de menos porque, por lo demás, no dista mucho del resto de corrientes cinematográficas de tetas y culos, ya sea el destape, las ficheras mexicanas o la sexycomedia italiana. Al final las risas, las tetas y los culos son un idioma internacional que suele ser similar para los países de sangre latina.
Entonces tenemos aquí a un vividor que ha dilapidado su fortuna y que, para subsistir, tras enterarse de que tres millonarios han muerto en un accidente de avión, decide poner en marcha un plan en el que, ayudado por su mayordomo contrahecho y algo deficiente mental, visitará a las tres viudas haciéndose pasar por los fantasmas de sus maridos, con la intención de sacarles la pasta y mantener sexo con ellas.
Todo se torcerá en el momento que quedan embarazadas y un exorcista se persona para quitarles el mal a las criaturas que están por venir. De ese modo, veremos consoladores voladores que atacan a nuestro protagonista, muchos gags de corte erótico y cierta sordidez implícita en el cine de bajo presupuesto brasileño. Casi podemos oler las humedades de la pared donde transcurren las situaciones.
Por otro lado, queda patente la obsesión de José Mojica Maríns por su creación Zé do Caixao, tanta que es incapaz de encerrarlo en el armario ni siquiera en una comedia erótica de encargo. No es que aparezca en la película, pero en un momento una de las actrices, ante la presencia del protagonista haciéndose pasar por fantasma, exclama algo así como: “Parece salido de una película de Zé do Caixao”. Y es que en la secuencia el tipo declama como lo hacía el propio Mojica Marins en sus películas con el personaje.
“Como consolar viuvas”, con un guion de Georgina Duarte rodado de forma totalmente desganada, no es en absoluto una buena película. Es graciosa, pero lo justo, y de tan sórdida que es, con esos colores sepia imperantes y los escenarios naturales lúgubres y sucios, resulta muy difícil que desprenda simpatía. Es una muestra del cine que podía hacer Marins si lo sacábamos de lo abstracto y extraño, o de Zé do Caixao, lo cual siempre es interesante. Pero desde luego, la comedia no era su fuerte.

sábado, 6 de julio de 2024

BIG LEGEND

Hace un tiempo comentaba mi última y perversa afición: Escuchar música tirando de películas con pinta mierdosa como acompañamiento visual, por aquello de sacrificar diálogos y sonidos sin sentirme culpable. Eventualmente continúo practicándola y, en general, sigue siendo un pasatiempo de lo más ameno. Pero el otro día, buscando un largometraje adecuado, ocurrió algo curioso. Elegí "Big Legend", producto "indie" del 2018 sobre un tipo al que el bigfoot le asesina la novia y, tras unos meses en el loquero, decide armarse y tomarse la revancha, con ayuda de un cazador furtivo. Estaba convencido que sería roña propia de la era digital, esa que tanto abunda por estos mundos plataformeros de dios. Sin embargo, los primeros minutos resultaron algo mejores de lo esperado: Una pareja de enamorados retoza alegremente por unos bosques muy bellos, y muy bien fotografiados. Llegada la noche y, metidos en su tienda de campaña, son acosados por el "monstro" de manera incluso levemente inquietante. Comencé a dejar de prestar atención a las canciones, detuve la música y decidí centrarme en la película.
Aunque resulte casi un chiste predecible, al final lo mejor de "Big Legend" está, justo, en esos primeros quince minutos. El resto consiste en abundante diálogo y momentos muertos de caminatas bosquiles. Suerte que estos, como decía, son muy bonitos de ver (especialmente esos árboles rebozados en musgo) y, sí, al responsable de la fotografía le sobra capacidad. Vale, un buen guion es siempre lo más importante. También contribuyen unos actores solventes (y nada que lamentar de los protagonistas del "film" reseñado). Pero el empaque visual, como ven, ayuda. Principio que siempre defendió John Carpenter, de ahí su encabezonamiento en destinar buena parte de los escasos cuartos disponibles a una cámara más que decente para inmortalizar  "La noche de Halloween". Obviamente, hablamos de cine comercial, con aspiraciones de atraer a cuanta más plebe, mejor.
En lo referente a elementos "exploitativos", "Big Legend" cojea. El bicho -de aspecto digno- sale poco, y la sangre no abunda. Resumiendo: es una película sosa, más bien plomiza, pero no ofende. Hay basura muchísimo peor ahí fuera.
Y como es toda una costumbre en esta clase de materia, se recurre al fichaje -en roles segundones- de nombres de cierta solera para el fandom. Una estrategia algo pestilente, pero que aceptas deportivamente. Hablamos de Amanda Wyss, la "Tina" del "Pesadilla en Elm Street" original, dando vida a una doctora. Adrienne Barbeau -que no necesita presentación- como madre del protagonista en una interpretación con mucha carga emocional. Siempre que veo a estos actores "condenados" ejercer un papel más "serio y dramático" de lo habitual, a base de diálogo, sin gritos, ni enfrentarse a bestias cavernosas, ni enseñar pechuga, no puedo evitar pensar lo mucho que estarán disfrutando -pudiendo, por fin, actuar de verdad- y, a la vez, sentir algo de pena por ello/as. Y, finalmente, el omnipresente Lance Henriksen en un desenlace que pretende asemejarse a lo que hacía "Marvel Studios" en 2018 (¡¡buenos tiempos!!) pero en plan ultra-humilde. Aparece encasquetado en una silla de ruedas, dando vida al jefazo de un clan de cazadores dispuestos a acabar con el bigfoot e intentando convencer al protagonista para que se una a la causa. Todo ello justo antes de anunciar una secuela que, de momento, no se ha materializado. ¿¿A caso Justin Lee, director y guionista, intentaba demostrar a los gerifaltes de "Marvel" que era bien capaz de introducirse en sus filas?? A saber. Lo único obvio aquí es su condición de "carne de cañón" de la era digital, con un puñadito de largometrajes en su haber de los que, así a rasgos generales, nadie ha tenido mucha noticia. Hay terror, sí, pero también western y algún drama. Entre el mogollón destaca una supuesta serie titulada "Resident Evil: Welcome to Raccoon City". Sin embargo, nada tiene que ver con la que produjo "Netflix". Tampoco con la película de Johannes Roberts. Además, únicamente existe un capítulo. ¿¿Intentaba Lee venderle la moto a alguna cadena?? ¿¿Producto "fan made"?? Ni puñetera idea, oiga.

martes, 2 de julio de 2024

THE RARE BLUE APES OF CANNIBAL ISLE

Extraña película malaya destinada al público infantil que, estrenada en cines angloparlantes (esto es, Estados Unidos, Inglaterra y Australia) a mediados de los 70, dejó un poso en todos esos niños que la vieron en su momento. Lo que pasa es que, quizás por el poco interés que en ese momento suponía preservar copias de lo que en realidad era una película barata y tercermundista, tras el estreno se destruyeron casi todas, por lo que desapareció de la faz de la tierra dejando a toda una generación huérfana de monos azules.
Con la era de internet comenzaron a aparecer publicaciones con recortes de prensa y un póster bastante artesanal de la película, que servían como única y no demasiado fehaciente prueba de su existencia, sin embargo eran unos cuantos los usuarios que en los foros aseguraron haberla visto en el cine en su momento y que, embargados por la nostalgia, intentaban volver a verla sin éxito. Además, había mucha confusión con respecto al título original porque unos recortes la anunciaban como “Cap’N Krock and  the Rare Blue Apes”, existía un póster que rezaba “Mr. Quack, Quack and the Rare Blue Ape”… cuando el título oficial parecía ser “Pirates in Cannibal Isle”. Un verdadero pifostio.
Como fuera, el caso es que la película se tiró cerca de 50 años perdida en algún lugar, hasta que los señores de AGFA dieron con una copia en 35 mm íntegra algo deteriorada. No dudaron en restaurarla para su posterior estreno en cines para sibaritas y, sobre todo, su lanzamiento en flamante Blu Ray, que tuvo a bien editar la gente de Vinegar Syndrome dentro de un pack con otras tantas películas perdidas (y ahora encontradas) bautizado “Lost Picture Show”.  El título con el que se oficializarían las fichas de las bases de datos sería “The Rare Blue Apes of Cannibal Isle”.
Se trata de un musical infantil de lo más grotesco y desasosegante, casi parece una pesadilla generada por una mente enferma, en la que predominan los señores disfrazados de criaturas antropomórficas, a lo Espinete y Don Pimpón, pero con un aspecto verdaderamente feista. Y hasta terrorífico.
Un niño que apenas habla vive con su familia y tiene como mascota un pato al que llama Mr. Quack, Quack. Están todos hasta los cojones del pato y planean echarlo a la olla para pegarse un festín y, a cambio, buscarle al niño un animal más adecuado como mascota. Por supuesto, él no está de acuerdo, por lo que decidirá escaparse de casa con el pato a cuestas, llegando a una extraña isla donde una serie de estrafalarios hombres-cocodrilo les hacen prisioneros. En la jaula en la que los meten, se encontrarán con un insólito simio de color azul que les contará su origen, y, después, juntos, tendrán que abandonar esa isla llena de cocodrilos deseosos de comérselos, y esquivar los innumerables peligros que les asolan en los parajes de Malasia.
A todo esto, decir que cada dos por tres la película cuenta con numeritos musicales que, mediante estridente teclado analógico como toda instrumentación, llega a poner de los nervios al espectador.
Realmente “The Rare Blue Apes of Cannibal Isle” es una experiencia abrumadora, con un montón de gente disfrazada en lo que podemos considerar el equivalente malayo (y lisérgico) a películas como “Dentro del laberinto” o “Cristal Oscuro”, con todos esos disfraces de gomaespuma, animatroneados o no según conveniencia (o presupuesto) y un mal rollo general que tira de espaldas (recordemos que es una película malaya y, por muy infantil que sea, el respeto por los animales no es algo que se tuviera contemplado, por lo que, sin llevarnos las manos a la cabeza, lo cierto es que el pato protagonista y un lagarto que formará parte de un guiso de los cocodrilos, no son tratados en pantalla todo lo bien que se debería).
Por lo demás, es una película que no para. Y aunque los angloparlantes estén que no cagan con ella, a mí me ha hecho gracia por aquello de la desmesura que se gasta, sobre todo por su condición de película perdida y a mí eso me chifla, pero no me ha impresionado ni lo más mínimo porque en España tenemos una idiosincrasia cinematográfica similar a la malaya y, en cuanto a musicales estridentes para niños, disponemos de la también casi perdida (porque solo quedan las copias en beta o vhs que no estén destruidas) “La canción de los niños”; y para locura lisérgica de crío huyendo con pato a cuestas está “Oscar, Kina y el laser”.
Por otro lado, la relación de “The Rare Blue Apes od Cannibal Isle” con estas películas españolas no se queda ahí. “La canción de los niños”, musical infantil igualmente desasosegante, fue dirigido por Ismael González que durante aquellos años se dedicaba a rodar títulos “S” tales como “Los pornoaficionados” o “Escuela de grandes putas”. El director de “The Rare Blue Apes…” es Donn Greer, quien interrumpía su carrera como "sexploiter" para ponerse a los mandos de aquella. Suyas serían “Alice in Acidland” o “Sweetcherooo!”. Tras la reseñada, no volvería a dirigir nada más.
Como les digo se trata de una auténtica anomalía, exótica y extraña gracias, más que a los personajes disfrazados, a esa insólita combinación de actores occidentales y asiáticos que le otorgan un aire enrarecido. Y, por supuesto, los monos azules, absolutamente horripilantes e insoportables... casi como la experiencia de ver el film completo.
Si buscan, podrán encontrar un ripeo del Blu Ray por ahí a disposición de los internautas. Y si buscan más todavía, encontrarán incluso los subtítulos en español, así que no es necesario comprarse el pack completo de Vinegar, a no ser que les sobren los 180 pavos que cuesta… Y ni por esas, porque mientras escribo esto hace ya unos días que se ha agotado.