Se trata de una novela visceral y urbana en la que Garrido
ha construido un personaje totalmente amoral y mezquino que es el principal
motor de una historia negra de violencia, venganzas, ajustes de cuentas y sexo.
Cuando Garrido cuenta una historia sobre el lúmpen Mallorquín, se desenvuelve
como pez en el agua y esa es la principal baza con la que cuenta esta novela.
Tras leerla, llego a la conclusión de que la literatura es
el medio natural de Martín Garrido Ramis. Cuando hace una película, el
director, con tendencia al exceso, suele verse limitado por los presupuestos,
pero con la escritura no tiene ese problema. Ahí, su imaginación no se ve
bloqueada por ningún impedimento externo y puede desarrollar el tipo de
situaciones que le de la gana. Y cuando lo hace, no tiene límites y se excede o
coarta a voluntad, por lo que tenemos una historia con reminiscencias del noir
de los años cincuenta, en un entorno marginal donde predominan los rateros, las
putas, el tabaco rubio, el whisky barato y los ambientes turbios. Zoilo Pollés,
el protagonista, es, por un lado, un impersonator del propio Garrido —intuyo
que hay mucho de él en el personaje— al que ha añadido una gotas del tipo duro
y de ficción que a él le gustaría ser. Todo muy pulp, muy de novela “de a duro”
y donde da cabida a todos los géneros que al director le gusta.
Sin un argumento muy desarrollado (y ni falta que le hace),
la novela es una situación de secuencias en las que el personaje hace lo que le
sale de los cojones mientras putea a todos los personajes de su entorno.
Zoilo Pollés es un loser de manual, que en su búsqueda
intermitente de dinero, acaba trabajando de segurata en un hospital. Allí
conoce a Flores, un comisario de policía un tanto corrupto con el que hace
buenas migas y que le dará trabajo en su agencia de detectives. Cuando alguien
asesina a Flores, Zoilo, acabará los trabajos que este dejó pendientes pasando
a ser, sin apenas darse cuenta, un asesino a sueldo.
Como digo, al final es todo una sucesión de pasajes
condenadamente entretenidos cuya lectura engancha al lector desde la primera
página e invita a continuar la lectura mientras asistimos a un festival de
personajes a cada cual más surrealista (y estereotipado) que van desde el
boxeador Durán, a Fina, la ex esposa de Zoilo, pasando por toda suerte de
putas, macarras y gentuza, a las que dará, o no, gatillo según lo requiera la
situación. Verdaderamente, Garrido ha conseguido hacer una novela interesante y
más bestia que un arado.
No obstante, no es una novela redonda, se le pueden poner
pegas como puedan ser la reiteración de pasajes y/o situaciones, o la cantidad
de anacronismos de los que hace gala, ambientando la historia más o menos en
los 90, pero conteniendo elementos más propios de una década después, cosa que pasamos
por alto porque, como digo, no impiden, ni perjudican, una lectura altamente
entretenida.
Verdaderamente, y para bien, la novela me ha sorprendido, me
ha divertido, me ha intrigado y me lo ha hecho pasar muy bien durante su
lectura. Verdaderamente, la recomiendo.
Adjunto para ilustrar la reseña el flyer promocional en el
que se puede leer una frase mía que resume, más o menos, lo mismo que les he
venido a contar aquí.