Si por un causal ustedes, a parte de a este blog, son asiduos a nuestro podcast “Neon Maniacs”, serán conscientes (o no) de que son varias las ocasiones en las que, hablando en este sobre películas cuyas carátulas tuvimos frente a nuestras narices en montones de ocasiones en los videoclubs, pero que no llegamos nunca a alquilar, siempre he recabado en una película cuya carátula, presidida por lo que parecía una casa encantada, me aterrorizaba, y, de ahí que nunca llegara a alquilarla. Bien; pues finalmente dí con ella y, efectivamente, es terrorífica.
Se trata del telefilme para la CBS “She Waits” de 1972, que en nuestro país se estrenó en televisión bajo el título de “Ella está esperando”, pero que, con anterioridad a su estreno televisivo tuvo una larga vida en el videoclub bajo el título de “Yo te maldigo”. Esa edición de vídeo es la que yo recordaba y con la que he topado recientemente por los designios de la casualidad.
La cosa va de casa encantada… más o menos, porque lo que cuenta es la historia de un matrimonio que se va a pasar una temporada al caserón familiar de él. El marido se ha casado de segundas, anteriormente tuvo una esposa que falleció en extrañas circunstancias. Al llegar al hogar familiar, la madre de este individuo advierte a su pizpireta nueva esposa que es mejor que se vayan de la casa, sin dar mayor explicación al respecto. Pronto se sucederán una serie de sucesos paranormales (que apenas vemos en pantalla) y se llegará a la conclusión de que la protagonista está poseída por el espíritu de la ex esposa de su pareja. Pronto llegará un médico que, tras examinar a la poseída, determinará que de posesión diabólica, nada, que la muchacha se cree poseída por pura sugestión. Fin. Y todos contentos.
“Yo te maldigo”, que se desarrolla casi en su totalidad en el interior de una casa, debe ser una de las películas más aburridas que existen. Culpa de ello lo tiene el consabido ritmo televisivo de los años setenta, algo que igual es más un signo de los tiempos que el que la película sea mala. Sin embargo, salimos de dudas cuando consultamos críticas que la película obtuvo en la época que se estrenó, en las que, después de analizar someramente la cinta, el crítico de turno se permite un chascarrillo diciendo que, como el título (original) indica, en la película, ella espera… y el espectador también, porque no pasa nada. Y con el chascarrillo da en el clavo, porque en “Yo te maldigo”, no sucede absolutamente nada. Simplemente vemos a los protagonistas hablando de manera torpe entre ellos hasta que se suceden los hechos paranormales, y cuando esto sucede, al espectador le da lo mismo porque está hasta las pelotas de casas encantadas, conversaciones acartonadas, patillas setenteras y la madre que parió al director de este puto telefilme. O sea que, no, no es que la película esté castigada por el paso del tiempo, es que en su momento ya se la consideraba una porquería.
Dura hora y cuarto y he sufrido como un siglo hasta que se ha terminado. A ver quién es el guapo que se atreve con ella.
Y es que, antes de concebirse la película, esta ya era antigua si tenemos en cuenta que su director era un viejo director del Hollywood mudo, Delbert Mann, que venía de ganar un Oscar al mejor director en 1955 por la película “Marty”, y que tras un montón de años dirigiendo cine se acomodó en la televisión donde desarrolló el resto de su carrera hasta el final de sus días. A esa etapa pertenece esta “Yo te maldigo” que me traía de cabeza y que, aunque lo intuía, no podía imaginar hasta que punto era coñazo aquella película en cuya carátula figuraba esa espeluznante, verdosa y siniestra casa encantada. La madre que los parió también a los diseñadores de la misma.
Película muerta antes incluso de su concepción. Verla, es ser un valiente.
lunes, 31 de mayo de 2021
domingo, 30 de mayo de 2021
TRAILER DE "SPLIPSTREAM (LA FURIA DEL VIENTO)"
Me acuerdo perfectamente de cuando se estrenó "Slipstream (La furia del viento)" en 1989. Llamó mucho la atención la vuelta a la ciencia ficción aventurera de Mark "Luke Skywalker" Hamill (quien le iba a decir en ese momento que terminaría regresando a la saga que le catapultó) y, así mismo, la de Steven Lisberger, director de aquel famoso hostiazo taquillero llamado "Tron" (y que, a gusto personal, destacaba por tener un nombre muy parecido sonoramente al de Steven Spielberg. De hecho, era casi como la versión pobre de aquel). Sin embargo, más allá de esas dos apreciaciones tontainas, jamás vi "Slipstream". Ni en cine, ni en vídeo, ni en papel de fumar (y como yo muchos otros, de ahí que fuese oficialmente la última peli como director del gafado Lisberger). No sé, no me atraía, ni me atrae. Hay algo en ella que promete mucho aburrimiento. Y si no, echen un ojo al siguiente trailer -extraído, as always, de un rancio VHS- para confirmar que, efectivamente, esas funestas impresiones siguen tan vivas hoy como entonces.
sábado, 29 de mayo de 2021
INCREÍBLE, PERO FALSO
"Increíble, pero falso" es una película un tanto especial. Fue rodada el año 2009 con el título original de "The Invention of Lying", se estrenó y, curiosamente, provocó que parte de la audiencia saliera de la sala antes de terminar, esparciendo mierda sobre ella rápidamente. Raro si tenemos en cuenta que, en esencia, es una comedia, romántica si me apuran, y con una notable carga de moralina. Pero el caso es que, al concluir, te deja un poso un pelo amargo. Incluso desagradable. Y no es por negación de sus responsables, para nada. De hecho, creo que está hecho aposta. Veamos por qué.
Imaginemos que vivimos en una sociedad en la que se dicen las verdades a la cara, sin filtros, con toda la dureza y crueldad que uno pueda imaginar. Al que es gordo le llaman gordo, al que es feo le llaman feo y al que es un fracasado, le llaman fracasado. Sin elevar la voz y sin agresividad, del modo más natural. En eso que un día, el protagonista, que es feo, gordo y fracasado, aprende a mentir. De ahí el título original, "La invención de la mentira". La gente da por verdadero todo aquello que se inventa y pronto descubre lo mucho que ello puede beneficiarle. Aunque, en el fondo, lo único que quiere es impresionar a la chica de sus sueños que, como es normal, le rechaza diciéndoselo a la cara sin cortapisas.
Así pues, lo que aquí tenemos es una primera media hora de crueldad desplegada a troche y moche. Puede que se pretenda divertida, pero aceptémoslo, no siempre lo es. Molan algunas ideas, como que el anuncio de "Cocacola" sea un tipo aburrido diciendo que el refresco lleva mucho azúcar y es malo para la salud, pero que por favor lo compren. O el asilo de la tercera edad, en cuya fachada leemos "Un lugar triste para gente mayor sin esperanza". Y el cine, al no existir la mentira, ni la ficción, ni nada que la represente, se compone básicamente de un solo plano de un señor leyendo un aburrido tocho sobre el pasado de nuestra historia. Justamente, el protagonista trabaja de guionista para un estudio y lo primero que hace al aprender a mentir es inventarse una movida con aliens, ninjas y dinosaurios robots que todo el mundo se cree y, por tanto, arrasa en taquilla.
Y aquí viene el momento que, opino yo, ha granjeado mala reputación al film. En los Estados Unidos, por supuesto. Y es que el prota, acompañando a su enferma madre en sus últimos momentos, y viendo el terror de esta a morir y desaparecer para siempre, se inventa que hay un mas allá donde todo es felicidad eterna y donde te reencuentras con tus seres queridos fallecidos. La trola hace que la madre muera con una sonrisa, pero corre la voz y el mundo entero se la cree, acosando al protagonista para que explique más. Y este, ante la presión, se inventa la historia de que en el cielo vive un señor que lo controla todo y bla, bla. La plebe, que es tonta, se lo traga y las cosas se van complicando hasta que, al final, el inventor de la trola se ve en la obligación de aclarar que no es verdad, que no existe ningún señor en el cielo, ni existen paraísos, ni mierdas. Vamos, que la peli lo deja claro: La religión es una mentira que los seres humanos se inventaron para poder aplacar su miedo a la muerte. Brutal. Claro, yo lo comparto... pero mucha gente, especialmente en los mojigatos USA, no. Y de ahí la hostilidad que despertó la película.
La parte de moralina incluye pues lo clásico, que no hay que juzgar a la peña por su aspecto, que ser famoso y rico no da la felicidad, que por ser guapo no eres mejor persona, etc, etc... lo que ocurre es que, por lo menos, procede de una manera un tanto distinta, lo razona desde otro punto de vista, y eso se agradece y compensa.
"Increíble, pero falso" termina siendo una película bastante original pero también muy desigual. Los momentos brillantes se van alternando con otros más flojos. Incluso tontunos. Es una auténtica montaña rusa que sube y baja, y no se detiene hasta el final. Solo que las partes buenas lo son TANTO, que merece la pena sufrir las menos inspiradas. En cuanto al poso triste y desagradable que deja al final, no sabría muy bien explicar de donde procede. Podría ser simplemente el agotamiento mental de asistir a tanta crueldad verbal porque, al fin y al cabo, ¿a quién le gusta oírla sin filtros?.
Puede que también tenga algo que ver el aspecto físico de su protagonista y verdadero cerebro pensante tras el film, Ricky Gervais, que además es co-director y co-guionista. Su origen británico explicaría mucha de la mala folla que destila la película. No olvidemos los comentarios sangrantemente honestos que le hicieron famoso cuando presentó la gala de los "Globos de Oro" (y que en España, como los petimetres que somos, intentamos replicar patéticamente en los Goya con Santiago Segura ejerciendo de un seudo-Gervais mucho menos inteligente, punzante e ingenioso). Acompañan al actor un puñado de rostros variopintos que, ocasionalmente, se marcan papeles casi anecdóticos. Tenemos a la prota femenina, Jennifer Garner (que, francamente, es bastante feucha ella, no se qué le ven), a Rob Lowe como el guaperas cabrón y a Jonah Hill, Jeffrey Tambor, Jason Bateman, Philip Seymour Hoffman y Edward Norton. Caziná!.
La guinda la pone el adecuadísimo "Do Anything You Wanna Do" de los estupendos "Eddie and the Hot Rods" en la banda sonora.
Al terminar, mi señora y yo dimos rienda suelta a un debate sobre lo visionado y, todo sea dicho de paso, la cosa se calentó tanto que casi termina en bronca. Desde luego, "Increíble, pero falso" está lejos de dejar indiferente.
Recomendable.
Imaginemos que vivimos en una sociedad en la que se dicen las verdades a la cara, sin filtros, con toda la dureza y crueldad que uno pueda imaginar. Al que es gordo le llaman gordo, al que es feo le llaman feo y al que es un fracasado, le llaman fracasado. Sin elevar la voz y sin agresividad, del modo más natural. En eso que un día, el protagonista, que es feo, gordo y fracasado, aprende a mentir. De ahí el título original, "La invención de la mentira". La gente da por verdadero todo aquello que se inventa y pronto descubre lo mucho que ello puede beneficiarle. Aunque, en el fondo, lo único que quiere es impresionar a la chica de sus sueños que, como es normal, le rechaza diciéndoselo a la cara sin cortapisas.
Así pues, lo que aquí tenemos es una primera media hora de crueldad desplegada a troche y moche. Puede que se pretenda divertida, pero aceptémoslo, no siempre lo es. Molan algunas ideas, como que el anuncio de "Cocacola" sea un tipo aburrido diciendo que el refresco lleva mucho azúcar y es malo para la salud, pero que por favor lo compren. O el asilo de la tercera edad, en cuya fachada leemos "Un lugar triste para gente mayor sin esperanza". Y el cine, al no existir la mentira, ni la ficción, ni nada que la represente, se compone básicamente de un solo plano de un señor leyendo un aburrido tocho sobre el pasado de nuestra historia. Justamente, el protagonista trabaja de guionista para un estudio y lo primero que hace al aprender a mentir es inventarse una movida con aliens, ninjas y dinosaurios robots que todo el mundo se cree y, por tanto, arrasa en taquilla.
Y aquí viene el momento que, opino yo, ha granjeado mala reputación al film. En los Estados Unidos, por supuesto. Y es que el prota, acompañando a su enferma madre en sus últimos momentos, y viendo el terror de esta a morir y desaparecer para siempre, se inventa que hay un mas allá donde todo es felicidad eterna y donde te reencuentras con tus seres queridos fallecidos. La trola hace que la madre muera con una sonrisa, pero corre la voz y el mundo entero se la cree, acosando al protagonista para que explique más. Y este, ante la presión, se inventa la historia de que en el cielo vive un señor que lo controla todo y bla, bla. La plebe, que es tonta, se lo traga y las cosas se van complicando hasta que, al final, el inventor de la trola se ve en la obligación de aclarar que no es verdad, que no existe ningún señor en el cielo, ni existen paraísos, ni mierdas. Vamos, que la peli lo deja claro: La religión es una mentira que los seres humanos se inventaron para poder aplacar su miedo a la muerte. Brutal. Claro, yo lo comparto... pero mucha gente, especialmente en los mojigatos USA, no. Y de ahí la hostilidad que despertó la película.
La parte de moralina incluye pues lo clásico, que no hay que juzgar a la peña por su aspecto, que ser famoso y rico no da la felicidad, que por ser guapo no eres mejor persona, etc, etc... lo que ocurre es que, por lo menos, procede de una manera un tanto distinta, lo razona desde otro punto de vista, y eso se agradece y compensa.
"Increíble, pero falso" termina siendo una película bastante original pero también muy desigual. Los momentos brillantes se van alternando con otros más flojos. Incluso tontunos. Es una auténtica montaña rusa que sube y baja, y no se detiene hasta el final. Solo que las partes buenas lo son TANTO, que merece la pena sufrir las menos inspiradas. En cuanto al poso triste y desagradable que deja al final, no sabría muy bien explicar de donde procede. Podría ser simplemente el agotamiento mental de asistir a tanta crueldad verbal porque, al fin y al cabo, ¿a quién le gusta oírla sin filtros?.
Puede que también tenga algo que ver el aspecto físico de su protagonista y verdadero cerebro pensante tras el film, Ricky Gervais, que además es co-director y co-guionista. Su origen británico explicaría mucha de la mala folla que destila la película. No olvidemos los comentarios sangrantemente honestos que le hicieron famoso cuando presentó la gala de los "Globos de Oro" (y que en España, como los petimetres que somos, intentamos replicar patéticamente en los Goya con Santiago Segura ejerciendo de un seudo-Gervais mucho menos inteligente, punzante e ingenioso). Acompañan al actor un puñado de rostros variopintos que, ocasionalmente, se marcan papeles casi anecdóticos. Tenemos a la prota femenina, Jennifer Garner (que, francamente, es bastante feucha ella, no se qué le ven), a Rob Lowe como el guaperas cabrón y a Jonah Hill, Jeffrey Tambor, Jason Bateman, Philip Seymour Hoffman y Edward Norton. Caziná!.
La guinda la pone el adecuadísimo "Do Anything You Wanna Do" de los estupendos "Eddie and the Hot Rods" en la banda sonora.
Al terminar, mi señora y yo dimos rienda suelta a un debate sobre lo visionado y, todo sea dicho de paso, la cosa se calentó tanto que casi termina en bronca. Desde luego, "Increíble, pero falso" está lejos de dejar indiferente.
Recomendable.
viernes, 28 de mayo de 2021
EL INQUILINO
José Antonio Nieves Conde, militante de la Falange Española, también era un intelectual de la época que se dedicaba al cine, y, como tal, dejaba entre ver ciertos ramalazos progresistas en sus películas que, pese a su condición política, le trajeron no pocos problemas a la hora de exhibir en salas. Lo demostró en “Surcos” y, de manera más evidente, en esta “El inquilino” protagonizada por un estupendo Fernando Fernán Gómez que va para arriba y para abajo durante toda la película.
La premisa es sencilla. Un matrimonio con cuatro niños pequeños es desahuciado cuando el edificio en el que habitan va a ser derribado. Esto obligará a Evaristo a buscar un piso lo antes posible. El problema está en que con el sueldo que tiene, aun pluriempleado, no le llega para pagar el alquiler de algo medianamente digno. El grueso de la película lo conforma el cómo Evaristo se las ingenia para conseguir un trabajo que haga aumentar sus ingresos y cómo se las apaña para conseguir algún tipo de vivienda.
Obviamente se trata de una comedia de corte social de las que se estilaban en la época, que arremete contra la especulación del suelo y denuncia la precaria situación a la que se han de enfrentar los curritos a la hora de establecer un domicilio. En la comunidad cinéfila, “El inquilino”, ha trascendido por eso mismo, por el contenido social, el lúdico no lo llegan ni a tener en cuenta, es como si la calidad de un producto se midiera en función al mensaje que transmite. De hecho, leer las comparaciones con “El Pisito” por parte de los plumillas esnobs de siempre me resulta un cliché, porque, salvo por la crítica social que vierte esta película —que es mucha— ni de coña Nieves Conde era Ferreri, ni tenía la visión e inventiva de este. Ambos directores se encuentran en las antípodas uno de otro.
La otra puta mierda que dicen los cinéfilos es esa obviedad que reza que la realidad que refleja esta película sigue vigente a día de hoy. Probablemente sea cierto, pero, si sigue vigente o no, me da absolutamente lo mismo, es irrelevante a la hora de calibrar una comedia. Como si ahora tuviéramos que comprar viviendas en Marte, me la suda.
Lo cierto es que “El inquilino”, es una película española de 1958 del montón, ni muy buena, ni muy mala; correcta, con momentos que francamente son divertidos —como cuando Evaristo cree que un gitano está poniendo su chabola en venta y le pide precio— y otros que hacen que la película entre en bucle —la corrida de toros del final—. En resumidas cuentas, una película que sirve para echar un ratillo. Sin más.
Más interesante resulta el trato que el film recibió por parte de la censura franquista, que vio herida su susceptibilidad precisamente por el mensaje que suelta (y de ahí el que haya trascendido). Tras su estreno en 1958, “El inquilino”, fue retirada por el régimen porque se estaba programando en las salas una película que resultaba subversiva. Nieves Conde tuvo que rodarle un nuevo final feliz, así como someter el metraje a diversos cambios y cortes y, así, pudo reestrenarla al gusto de la censura en el año 1963. Esa versión manipulada es la más común y corriente, la que durante años se ha proyectado en televisión y la que ha visto el público mayoritario que, aun saneada, sigue soltando exactamente el mismo mensaje, y sigue denunciando la especulación inmobiliaria. Vamos, que al final, daba lo mismo haber estrenado esta versión que la otra. Por otro lado, el corte original de 1958, fue recuperado por el equipo de documentación de Radio Televisión Española y, asimismo, se emitió en televisión. De hecho, es una de las versiones que circula por Internet para descargarse.
Como sea, cualquiera de las dos versiones sirve para, como he dicho antes, entretenerse un rato con una comedia española muy del montón.
Ustedes mismos.
La premisa es sencilla. Un matrimonio con cuatro niños pequeños es desahuciado cuando el edificio en el que habitan va a ser derribado. Esto obligará a Evaristo a buscar un piso lo antes posible. El problema está en que con el sueldo que tiene, aun pluriempleado, no le llega para pagar el alquiler de algo medianamente digno. El grueso de la película lo conforma el cómo Evaristo se las ingenia para conseguir un trabajo que haga aumentar sus ingresos y cómo se las apaña para conseguir algún tipo de vivienda.
Obviamente se trata de una comedia de corte social de las que se estilaban en la época, que arremete contra la especulación del suelo y denuncia la precaria situación a la que se han de enfrentar los curritos a la hora de establecer un domicilio. En la comunidad cinéfila, “El inquilino”, ha trascendido por eso mismo, por el contenido social, el lúdico no lo llegan ni a tener en cuenta, es como si la calidad de un producto se midiera en función al mensaje que transmite. De hecho, leer las comparaciones con “El Pisito” por parte de los plumillas esnobs de siempre me resulta un cliché, porque, salvo por la crítica social que vierte esta película —que es mucha— ni de coña Nieves Conde era Ferreri, ni tenía la visión e inventiva de este. Ambos directores se encuentran en las antípodas uno de otro.
La otra puta mierda que dicen los cinéfilos es esa obviedad que reza que la realidad que refleja esta película sigue vigente a día de hoy. Probablemente sea cierto, pero, si sigue vigente o no, me da absolutamente lo mismo, es irrelevante a la hora de calibrar una comedia. Como si ahora tuviéramos que comprar viviendas en Marte, me la suda.
Lo cierto es que “El inquilino”, es una película española de 1958 del montón, ni muy buena, ni muy mala; correcta, con momentos que francamente son divertidos —como cuando Evaristo cree que un gitano está poniendo su chabola en venta y le pide precio— y otros que hacen que la película entre en bucle —la corrida de toros del final—. En resumidas cuentas, una película que sirve para echar un ratillo. Sin más.
Más interesante resulta el trato que el film recibió por parte de la censura franquista, que vio herida su susceptibilidad precisamente por el mensaje que suelta (y de ahí el que haya trascendido). Tras su estreno en 1958, “El inquilino”, fue retirada por el régimen porque se estaba programando en las salas una película que resultaba subversiva. Nieves Conde tuvo que rodarle un nuevo final feliz, así como someter el metraje a diversos cambios y cortes y, así, pudo reestrenarla al gusto de la censura en el año 1963. Esa versión manipulada es la más común y corriente, la que durante años se ha proyectado en televisión y la que ha visto el público mayoritario que, aun saneada, sigue soltando exactamente el mismo mensaje, y sigue denunciando la especulación inmobiliaria. Vamos, que al final, daba lo mismo haber estrenado esta versión que la otra. Por otro lado, el corte original de 1958, fue recuperado por el equipo de documentación de Radio Televisión Española y, asimismo, se emitió en televisión. De hecho, es una de las versiones que circula por Internet para descargarse.
Como sea, cualquiera de las dos versiones sirve para, como he dicho antes, entretenerse un rato con una comedia española muy del montón.
Ustedes mismos.
jueves, 27 de mayo de 2021
GALERÍA AVT PODCAST - 10 (Y FINAL)
Y nos cansamos de dibujar. Tras cincuenta ilustraciones, acabamos hasta las pelotas y AVT Podcast sucumbió a los aburridos fotomontajes. Pero el trayecto fue divertido y esperamos que hayan gozado de esta galería. Recuerden que AQUÍ pueden zamparse todos los programas en cuestión.
Gracias y hasta pronto!
Gracias y hasta pronto!
miércoles, 26 de mayo de 2021
EL BAÚL DE TÍO VICENTE - 6
Por lo visto, a finales de los 80 los integrantes de la revista "Shows" todavía desconocían que Bruce Lee llevaba unos años muerto y que las pantallas más apestosas del planeta primero, y los video-clubs después, se habían llenado de imitadores, naciendo así ese fenómeno tan fascinante conocido como "brucexploitation". O eso hace sospechar leer el comentario que acompaña al cartel de "La venganza de Shao-Lin", protagonizada por uno de los mentados copietas, Bruce Le, pero que "Shows" confunde con el genuino. Remarcando, además, que fue la última peli de aquel. Tras investigarlo, parece ser que en realidad la cosa se titula "Da mo tie zhi gong", concebida el año 1977 y dirigida por dos caballeros, James Nam y Gung-FanCho Seong. Incluso tuvo secuela un año después. Pero ya saben que las sombras del exploitation kung-fuista -o karatequista o ninjaista, ya me entienden- son jodidamente alargadas y uno no debe fiarse mucho de los datos disponibles.
Claro, por lo frío, genérico e impersonal del texto, podríamos culpar a la distribuidora, que mandaría el material promocional a prensa, pero ¿de verdad serían tan jetas de engañar así a la plebe, máxime si en el mismo cartel se lee claramente el nombre del clon? Sabemos que esa gente eran unos sinvergüenzas sin dignidad.... pero ¿tanto?. Como suele decir el vendemotos, filibustero y lameculos de Iker Jiménez: ¿Qué piensan ustedes? Hasta dentro de siete días, hijosputa.
Griten todos al unísono: ¡Graaaaacias tío Vicenteeee!
Claro, por lo frío, genérico e impersonal del texto, podríamos culpar a la distribuidora, que mandaría el material promocional a prensa, pero ¿de verdad serían tan jetas de engañar así a la plebe, máxime si en el mismo cartel se lee claramente el nombre del clon? Sabemos que esa gente eran unos sinvergüenzas sin dignidad.... pero ¿tanto?. Como suele decir el vendemotos, filibustero y lameculos de Iker Jiménez: ¿Qué piensan ustedes? Hasta dentro de siete días, hijosputa.
Griten todos al unísono: ¡Graaaaacias tío Vicenteeee!
lunes, 24 de mayo de 2021
MUERDEME ABAJO, DRÁCULA
Un descendiente del Conde Drácula se gana la vida como fotógrafo de modelos desnudas al tiempo que decide instalar una discoteca en el castillo el cual habita. El constante sonido ambiente de la boité, el ir y venir de señoritas y, en definitiva, el escándalo, crispará los nervios del Conde Stanislaus y su esposa, la Condesa Olivia, familiares del fotógrafo que habitan en el sótano del castillo, y que hartos de tanta juerga urdirán un plan para acabar con tanto libertinaje. Mientras, mucha tetilla por todas partes, mucho felpudo y Giacomo Rizzo, habitual de las comedias sexy italianas, haciendo de mamporrero de la familia mientras corre para arriba y para abajo detrás de las jamelgas.
Comedia sexy bávara de finales de los 70 bastante subidita de tono y bastante adelantada a su tiempo, que a nuestro país llegó a cines en 1984 reuniendo una cifra anecdótica de poco más de 74.000 espectadores.
El caso es que, pese al extraño sentido del humor alemán que rara vez los españoles llegamos a comprender del todo, la película tiene su gracia, sobre todo en lo concerniente a algunas escenas que guardan cierta deuda con las italianadas con las que, de algún modo, esta película tiene parentesco, o con todo lo concerniente a los vampiros cabreados con su sobrino porque este ha montado una discoteca. Por lo demás, los alemanes son fríos, demasiado quizás, por eso, aunque intentan desarrollar un cachondeo erótico a la mediterránea, les sale una cosa que, pese al despelote, erotiza más bien poco, mientras que, por otro lado, desarrolla sus gags alemanes con bastante brío. Una chorradita que no hará mal a nadie que decida verla.
El dato de mayor interés sería que “Muérdeme abajo, Drácula”, supondría el debut para la gran pantalla de Carl Schenkel, que firmaría la película con el seudónimo de Carlo Omba y que después le pillaría el tranquillo al oficio llegando a dirigir películas hollywoodienses que tuvieron su tirón internacional, tan populares como “A espaldas de la ley” para el lucimiento de un primerizo Denzel Whasington, la película más odiada del ya de por sí odiado Christophe Lambert, “Jaque al asesino”, la prestigiosa “Exquisitas ternuras” o ya, con un pie puesto en su máxima decadencia, “Tarzán y la ciudad perdida” con la que prácticamente pondría fin a su escueta pero curiosa carrera. Lo que verdaderamente me hace gracia es cómo un director que debuta con un vodevil absolutamente latino, acaba haciendo cine americano más o menos competente mostrando una evolución palpable con cada nueva película que realizaba. Y todo esto, sin trascender ni lo más mínimo.
Para que me entiendan; “Muerdeme abajo, Drácula” es la rareza de su director, sería el “Delicias Holandesas” de Carl Schenkel, de no ser porque, al contrario que Verhoeven, a Schenkel, nunca lo conoció ni su puñetera madre en realidad. Pero la de Tarzán, estaba muy bien.
Comedia sexy bávara de finales de los 70 bastante subidita de tono y bastante adelantada a su tiempo, que a nuestro país llegó a cines en 1984 reuniendo una cifra anecdótica de poco más de 74.000 espectadores.
El caso es que, pese al extraño sentido del humor alemán que rara vez los españoles llegamos a comprender del todo, la película tiene su gracia, sobre todo en lo concerniente a algunas escenas que guardan cierta deuda con las italianadas con las que, de algún modo, esta película tiene parentesco, o con todo lo concerniente a los vampiros cabreados con su sobrino porque este ha montado una discoteca. Por lo demás, los alemanes son fríos, demasiado quizás, por eso, aunque intentan desarrollar un cachondeo erótico a la mediterránea, les sale una cosa que, pese al despelote, erotiza más bien poco, mientras que, por otro lado, desarrolla sus gags alemanes con bastante brío. Una chorradita que no hará mal a nadie que decida verla.
El dato de mayor interés sería que “Muérdeme abajo, Drácula”, supondría el debut para la gran pantalla de Carl Schenkel, que firmaría la película con el seudónimo de Carlo Omba y que después le pillaría el tranquillo al oficio llegando a dirigir películas hollywoodienses que tuvieron su tirón internacional, tan populares como “A espaldas de la ley” para el lucimiento de un primerizo Denzel Whasington, la película más odiada del ya de por sí odiado Christophe Lambert, “Jaque al asesino”, la prestigiosa “Exquisitas ternuras” o ya, con un pie puesto en su máxima decadencia, “Tarzán y la ciudad perdida” con la que prácticamente pondría fin a su escueta pero curiosa carrera. Lo que verdaderamente me hace gracia es cómo un director que debuta con un vodevil absolutamente latino, acaba haciendo cine americano más o menos competente mostrando una evolución palpable con cada nueva película que realizaba. Y todo esto, sin trascender ni lo más mínimo.
Para que me entiendan; “Muerdeme abajo, Drácula” es la rareza de su director, sería el “Delicias Holandesas” de Carl Schenkel, de no ser porque, al contrario que Verhoeven, a Schenkel, nunca lo conoció ni su puñetera madre en realidad. Pero la de Tarzán, estaba muy bien.
domingo, 23 de mayo de 2021
TRAILER DE "LA MOSCA (1986)"
No hay mucho que decir de este clásico -y remake o readaptación- de David Cronenberg porque ya di la brasa cuando publicamos sus fotocromos. Así que, raudo, les dejo con el trailer, donde destaca, por estridente y sobredramatizado, el vozarrón de la locución. Impagable.
Obviamente, extraído de un cochambroso VHS.
Obviamente, extraído de un cochambroso VHS.
sábado, 22 de mayo de 2021
SPAWN
Si hay un fenómeno que pueda catalogarse sin pestañear de "totalmente noventero" ese es "Spawn", personaje de comic creado por Todd McFarlane y publicado por la editorial "Image". No voy ahora a dármelas de experto porque, no, aunque leer comics me gusta, no llega a la devoción que despierta en mi el cine. Sin embargo, si estabas un poco situado en "fricolandia", conocías a "Spawn", te dejabas impresionar por esos barrocos dibujos del tipo sentado con la mega-capa al viento y, sobre todo, babeabas con sus curradísimas y detalladas figuras, cortesía de "McFarlane Toys", un poco antes de que lo acabara de petar -al menos para mí- con la tremenda colección "Movie Maniacs" (y, de paso, cambiara totalmente la faz del mercado de las figuritas). Tienen muestras de ello aquí y aquí. Los 90 fueron años de mucho goticismo de chichinabo. Molaba lo oscuro, lo tormentoso, lo "mal lechado". A nivel cinematográfico, y a nivel superheróico, la culpa de todo la tuvo el "Batman" de Tim Burton. Sin duda. Tendencia a la que se apuntaron otros ilustres como "Flash" (¡al que le quedaba fatal!) y "El Cuervo", mucho más adecuado. Gracias al hombre murciélago, vivíamos entonces una oleada de tipos con mallas -negras-, mucho más modesta que la actual, pero notable. Así que, entre eso y la tendencia al goticismo de la chavalada, llevar "Spawn" a la gran pantalla era lo que se dice una decisión lógica, a la que se apuntó la entonces poderosa "New Line", con producción y -supongo- supervisión de Todd McFarlane himself.
Los habitantes de infernalandia pretenden destruir la tierra, para lo que están organizando un super ejército de "Spawns". Necesitan uno que ejerza de cabecilla, así que convencen al mandamás de una agencia de asesinos para que se cepille al mejor de los suyos y lo mande a los infiernos, donde será convertido en el "Spawn" supremo. Lo logrará, sí, pero de vuelta a la tierra -y removido por el amor a su esposa.... ¡buargh!- el tipo se revotará contra sus diabólicos jefes y pasará de villano a héroe.
La popularidad "subcultural" de "Spawn" motivó que, cuando se anunció -en 1997- que se había hecho una peli e iba a estrenarse en el Festival de Sitges, todos corriéramos a verla entusiasmados. ¿Y qué pasó? Pues la decepción fue tan, tan y tan gorda, que salimos con el rabo entre las piernas y nunca jamás volvimos a hablar de ella. Así ha sido en mi caso hasta que, el otro día, pensé aquello de "¿Cómo me sentará hoy?".
Sí, "Spawn" es bastante terrible toda ella. Sin duda, lo que más impacta al verla es la bajísima, pero bajísima, calidad de sus trucajes visuales. El CGI es tercermundista. Horripilante. Hay momentos en los que incluso vemos el corte del recuadro que enmarca la luzecita verde brillante. Cierto que en los 90 el CGI todavía andaba muy virgen, pero es que hablamos de un producto "mainstream" bajo el sello "New Line". No de una serie Z tipo "The Asylum", entre otras cosas porque el cine barato de esos años no podía permitirse filigranas informáticas. Tal vez piensen que el paso del tiempo ayude a superar el shock, pero no. Especialmente porque en el clímax final estalla a lo bestia, acompañado de unos cromas desconcertantemente mal ejecutados. Demencial, en serio. Los efectos físicos, de látex y tal, están bastante mejor y corren de la mano de la mítica KNB Group que, aunque se lo curran un rato -sobre todo por la versión animatrónica de "Violator"-, no pueden evitar el efecto "Tortuga Ninja" en lo que respecta al traje/look del mismo "Spawn".
Si repasamos el reparto, encontramos a un John Leguizamo la mar de bien caracterizado al que dejaron hacer demasiado y carga bastante (salvo alguna puntilla graciosa. Y esos chistes de pedos). Tampoco convence mucho el héroe de la función, un Michael Jai White que únicamente sabe poner cara y poses de malote, sin aportar mucho más (como producto superheróico de la década, que no falte el maldito plano de "Spawn" apoltronado sobre la cruz de una catedral gotiquísima en plan vigía, acompañado de rimbombante música orquestal. Recurso cansino que llegó a durar demasiado). Una Melinda Clarke recién salida de aquella ñorda infame titulada "La lengua asesina" (precedida unos pocos años antes por "Mortal Zombie", ¡anda que seleccionabas bien tus papeles, niña!) y un Martin Sheen al que, supongo, debería avergonzar soltar todos esos discursos de villano de opereta que quiere dominar el mundo. También rula por ahí Miko Hughes, el niño de "El Cementerio viviente" y "La nueva pesadilla de Wes Craven".
Para añadir más leña noventera al fuego, tenemos una banda sonora trufada de lo que era habitual entonces, grupos de metal gótico y tecno-chunda-cool como "Orbital", "Korn", "Marilyn Manson" o "Prodigy" (alguno de ellos firma el resultón tema que acompaña a los feísimos y agotadores títulos de crédito. Mención también para los del final, muy inspirados en los de "Seven", algo bastante común entonces).
El guionista principal no es otro que Alan B. McElroy, a quien debemos títulos como "Halloween 4: El regreso de Michael Myers" o "Km.666".
El director de discordante nombre, Mark A.Z. Dippé, venía del mundo de los efectos visuales para títulos de relumbrón, lo que aún hace más incomprensible la incapacidad destilada en "Spawn". Habrá quien piense que el dinero invertido terminó destinándose a otras cosas, como cocaína y putas. O será que Dippé es un negado cuando se trata de dirigir. En cualquier caso, perdió la oportunidad brindada y acabó a la riendas de subproductos como "Frankenfish: La criatura del pantano", mucha televisión y películas de "Garfield" destinadas a mercados menores. Bien le deben de ir cuando su film más reciente sigue por esos derroteros, solo que cambiando al gato gordo naranja por el perro "Marmaduke".
"Spawn" podría ser uno de esos extrañísimos productos "mainstream" que alcanzan el renglón de lo involuntaria y puramente "trash", aunque si debo decir algo positivo de ella, por mucho que cueste, es que no es excesivamente aburrida. Tiene su ritmillo y, entre vergüenza ajena y vergüenza ajena, hasta puede verse entera sin morir en el intento.
Un anti-clásico de su década.
Los habitantes de infernalandia pretenden destruir la tierra, para lo que están organizando un super ejército de "Spawns". Necesitan uno que ejerza de cabecilla, así que convencen al mandamás de una agencia de asesinos para que se cepille al mejor de los suyos y lo mande a los infiernos, donde será convertido en el "Spawn" supremo. Lo logrará, sí, pero de vuelta a la tierra -y removido por el amor a su esposa.... ¡buargh!- el tipo se revotará contra sus diabólicos jefes y pasará de villano a héroe.
La popularidad "subcultural" de "Spawn" motivó que, cuando se anunció -en 1997- que se había hecho una peli e iba a estrenarse en el Festival de Sitges, todos corriéramos a verla entusiasmados. ¿Y qué pasó? Pues la decepción fue tan, tan y tan gorda, que salimos con el rabo entre las piernas y nunca jamás volvimos a hablar de ella. Así ha sido en mi caso hasta que, el otro día, pensé aquello de "¿Cómo me sentará hoy?".
Sí, "Spawn" es bastante terrible toda ella. Sin duda, lo que más impacta al verla es la bajísima, pero bajísima, calidad de sus trucajes visuales. El CGI es tercermundista. Horripilante. Hay momentos en los que incluso vemos el corte del recuadro que enmarca la luzecita verde brillante. Cierto que en los 90 el CGI todavía andaba muy virgen, pero es que hablamos de un producto "mainstream" bajo el sello "New Line". No de una serie Z tipo "The Asylum", entre otras cosas porque el cine barato de esos años no podía permitirse filigranas informáticas. Tal vez piensen que el paso del tiempo ayude a superar el shock, pero no. Especialmente porque en el clímax final estalla a lo bestia, acompañado de unos cromas desconcertantemente mal ejecutados. Demencial, en serio. Los efectos físicos, de látex y tal, están bastante mejor y corren de la mano de la mítica KNB Group que, aunque se lo curran un rato -sobre todo por la versión animatrónica de "Violator"-, no pueden evitar el efecto "Tortuga Ninja" en lo que respecta al traje/look del mismo "Spawn".
Si repasamos el reparto, encontramos a un John Leguizamo la mar de bien caracterizado al que dejaron hacer demasiado y carga bastante (salvo alguna puntilla graciosa. Y esos chistes de pedos). Tampoco convence mucho el héroe de la función, un Michael Jai White que únicamente sabe poner cara y poses de malote, sin aportar mucho más (como producto superheróico de la década, que no falte el maldito plano de "Spawn" apoltronado sobre la cruz de una catedral gotiquísima en plan vigía, acompañado de rimbombante música orquestal. Recurso cansino que llegó a durar demasiado). Una Melinda Clarke recién salida de aquella ñorda infame titulada "La lengua asesina" (precedida unos pocos años antes por "Mortal Zombie", ¡anda que seleccionabas bien tus papeles, niña!) y un Martin Sheen al que, supongo, debería avergonzar soltar todos esos discursos de villano de opereta que quiere dominar el mundo. También rula por ahí Miko Hughes, el niño de "El Cementerio viviente" y "La nueva pesadilla de Wes Craven".
Para añadir más leña noventera al fuego, tenemos una banda sonora trufada de lo que era habitual entonces, grupos de metal gótico y tecno-chunda-cool como "Orbital", "Korn", "Marilyn Manson" o "Prodigy" (alguno de ellos firma el resultón tema que acompaña a los feísimos y agotadores títulos de crédito. Mención también para los del final, muy inspirados en los de "Seven", algo bastante común entonces).
El guionista principal no es otro que Alan B. McElroy, a quien debemos títulos como "Halloween 4: El regreso de Michael Myers" o "Km.666".
El director de discordante nombre, Mark A.Z. Dippé, venía del mundo de los efectos visuales para títulos de relumbrón, lo que aún hace más incomprensible la incapacidad destilada en "Spawn". Habrá quien piense que el dinero invertido terminó destinándose a otras cosas, como cocaína y putas. O será que Dippé es un negado cuando se trata de dirigir. En cualquier caso, perdió la oportunidad brindada y acabó a la riendas de subproductos como "Frankenfish: La criatura del pantano", mucha televisión y películas de "Garfield" destinadas a mercados menores. Bien le deben de ir cuando su film más reciente sigue por esos derroteros, solo que cambiando al gato gordo naranja por el perro "Marmaduke".
"Spawn" podría ser uno de esos extrañísimos productos "mainstream" que alcanzan el renglón de lo involuntaria y puramente "trash", aunque si debo decir algo positivo de ella, por mucho que cueste, es que no es excesivamente aburrida. Tiene su ritmillo y, entre vergüenza ajena y vergüenza ajena, hasta puede verse entera sin morir en el intento.
Un anti-clásico de su década.
viernes, 21 de mayo de 2021
LA GOLFA DEL BARRIO
Muestra de destape mexicano (o lo que es lo mismo, las ficheras) perpetrada por el mítico Rubén Galindo —responsable de mogollón de subproductos del más variado pelaje y la secuela de “La niña de la mochila azul”— que sirve como instrumento para el lucimiento del palmito de la no menos mítica Sasha Montenegro.
En esta ocasión, la cosa arranca como una alocada comedia a lo Pajares y Esteso para, poco a poco, ir abandonando todo atisbo de vodevil en favor de una suerte de melodrama chungo que no me interesa lo más mínimo. Un descenso de principio a fin que, por otro lado, no ha dejado de sorprenderme porque, digamos que al cuarto de hora de metraje, estaba disfrutando como un enano con una comedia de una incorrección política tal que haría sonrojar al más progre —me estaba gustando la cosa…— para luego pegar un giro hacia el culebrón que casi me hace dejar la película a medias. Una pena.
Un rico heredero se queda viudo la noche de bodas, justo en el momento en el que, cuando va a echarle un polvo a su esposa, a esta le da un infarto. El tipo no sabe qué hacer para superar el mal trago, por lo que un amigo le recomienda que pase página y se acueste con todo bicho viviente.
Saliendo de juerga una noche, alguien le sustrae la cartera, lo que genera una persecución hasta que, una vez da caza al carterista, descubre que es una mujer muy brava y de pronunciadas curvas. Una buena golfa, vaya… pero, con la policía delante, al comprobar el individuo que la raterilla está bastante buena, la deja marchar.
Esta malvive en una chabola y se codea con desarrapados de un barrio marginal.
Un buen día, el tipo adinerado se presenta en su chabolo y le propone irse a vivir con él, alegando que es demasiado guapa para andar perdiendo el tiempo en las calles. Su intención es domesticarla para que, de esa forma, acabe enamorándose de él. Ella accede a su invitación con intención inicial de desvalijarle… pero, el roce hace el cariño y… se pueden imaginar ustedes perfectamente como continúa la cosa.
Un buen comienzo, un par de gags funcionales y mogollón de tetas y chotos peludos es lo que nos ofrece de bueno esta película. Aburrimiento, ñoñería y un exceso de planos generales que se alargan eternamente, lo malo. Y al final, pesa más lo malo que lo bueno.
Por otro lado, a todos esos progres que se ofenden hoy en día a las primeras de cambio, a todos esos defensores del buen gusto, y a todos esos esnobs que consideran nuestro cine de destape machista y misógino, deberían ver esta película y descubrir lo que de verdad es machista y misógino. En “La golfa del barrio”, el trato que se le da a la mujer roza lo vejatorio hasta tal punto, que es como si esta careciera de voluntad, y que el dedo de frente que tiene, lo utilizara únicamente para hacer el mal ¡Y yo que lo celebro! Pero bueno, es lo que se puede esperar de una película con semejante título, que, por otro lado, es el que me ha animado a verla para reseñarla, porque por lo demás… poca cosa destacable ¡¡Y que vivan las ficheras, cabrones!!
En esta ocasión, la cosa arranca como una alocada comedia a lo Pajares y Esteso para, poco a poco, ir abandonando todo atisbo de vodevil en favor de una suerte de melodrama chungo que no me interesa lo más mínimo. Un descenso de principio a fin que, por otro lado, no ha dejado de sorprenderme porque, digamos que al cuarto de hora de metraje, estaba disfrutando como un enano con una comedia de una incorrección política tal que haría sonrojar al más progre —me estaba gustando la cosa…— para luego pegar un giro hacia el culebrón que casi me hace dejar la película a medias. Una pena.
Un rico heredero se queda viudo la noche de bodas, justo en el momento en el que, cuando va a echarle un polvo a su esposa, a esta le da un infarto. El tipo no sabe qué hacer para superar el mal trago, por lo que un amigo le recomienda que pase página y se acueste con todo bicho viviente.
Saliendo de juerga una noche, alguien le sustrae la cartera, lo que genera una persecución hasta que, una vez da caza al carterista, descubre que es una mujer muy brava y de pronunciadas curvas. Una buena golfa, vaya… pero, con la policía delante, al comprobar el individuo que la raterilla está bastante buena, la deja marchar.
Esta malvive en una chabola y se codea con desarrapados de un barrio marginal.
Un buen día, el tipo adinerado se presenta en su chabolo y le propone irse a vivir con él, alegando que es demasiado guapa para andar perdiendo el tiempo en las calles. Su intención es domesticarla para que, de esa forma, acabe enamorándose de él. Ella accede a su invitación con intención inicial de desvalijarle… pero, el roce hace el cariño y… se pueden imaginar ustedes perfectamente como continúa la cosa.
Un buen comienzo, un par de gags funcionales y mogollón de tetas y chotos peludos es lo que nos ofrece de bueno esta película. Aburrimiento, ñoñería y un exceso de planos generales que se alargan eternamente, lo malo. Y al final, pesa más lo malo que lo bueno.
Por otro lado, a todos esos progres que se ofenden hoy en día a las primeras de cambio, a todos esos defensores del buen gusto, y a todos esos esnobs que consideran nuestro cine de destape machista y misógino, deberían ver esta película y descubrir lo que de verdad es machista y misógino. En “La golfa del barrio”, el trato que se le da a la mujer roza lo vejatorio hasta tal punto, que es como si esta careciera de voluntad, y que el dedo de frente que tiene, lo utilizara únicamente para hacer el mal ¡Y yo que lo celebro! Pero bueno, es lo que se puede esperar de una película con semejante título, que, por otro lado, es el que me ha animado a verla para reseñarla, porque por lo demás… poca cosa destacable ¡¡Y que vivan las ficheras, cabrones!!
jueves, 20 de mayo de 2021
miércoles, 19 de mayo de 2021
lunes, 17 de mayo de 2021
BROADWAY DANNY ROSE
De un tiempo a esta parte vengo reseñándoles por aquí, más o menos quincenalmente (y mas espaciadamente ahora), películas que centran sus tramas en el mundo del stand up. “Broadway Danny Rose” de Woody Allen, no se centra específicamente en ese mundo, si bien, es un homenaje a los cómicos de micro lleno de guiños al medio —el propio personaje de Danny Rose, interpretado por Woody Allen, es un cómico de stand up que además es representante teatral— que en consecuencia resulta ser una de las películas favoritas del gremio —quizás más por ser de Woody Allen que por ser una película sobre su oficio–. Sin embargo, hay que tenerla muy en cuenta porque aunque el argumento tiene poco que ver con los humoristas de micro, en realidad la película hace ver que, este, es un relato que un cómico cuenta en petit comité a otros cómicos durante una velada celebrada en una cafetería, lo que la califica como una obra más dentro del subgénero. Por otro lado, Allen recrea en un momento de la película su pasado como humorista stand up que le llevó hasta dónde está hoy, para que nos hagamos una idea del tipo de humor que usaba en sus actuaciones antaño.
La historia cuenta cómo un representante de artistas al que todos mandan al garete una vez han triunfado, por tapar una infidelidad de su cliente más próspero, un cantante tipo crooner, tiene que esconderse de la mafia que le busca para matarle.
Está considerada por los críticos una de las cinco mejores películas de Allen, pero yo, que no soy muy fan del neoyorkino, la veo como una película más que sigue la idiosincrasia “alleniana”, siendo, no obstante, bastante entretenida. Pero no nos engañemos; las películas de Woody Allen, aunque se paseen por todos los géneros imaginables, al final son todas iguales y, particularmente, pienso que el sello Allen está sobrevalorado a más no poder. Con todo, “Broadway Danny Rose” se deja ver, aunque la fotografía en blanco y negro no es más que una marcada de paquete.
Y es que las películas de Woody Allen, unas más otras menos, donde triunfan es en Europa. Por algo será.
La historia cuenta cómo un representante de artistas al que todos mandan al garete una vez han triunfado, por tapar una infidelidad de su cliente más próspero, un cantante tipo crooner, tiene que esconderse de la mafia que le busca para matarle.
Está considerada por los críticos una de las cinco mejores películas de Allen, pero yo, que no soy muy fan del neoyorkino, la veo como una película más que sigue la idiosincrasia “alleniana”, siendo, no obstante, bastante entretenida. Pero no nos engañemos; las películas de Woody Allen, aunque se paseen por todos los géneros imaginables, al final son todas iguales y, particularmente, pienso que el sello Allen está sobrevalorado a más no poder. Con todo, “Broadway Danny Rose” se deja ver, aunque la fotografía en blanco y negro no es más que una marcada de paquete.
Y es que las películas de Woody Allen, unas más otras menos, donde triunfan es en Europa. Por algo será.
domingo, 16 de mayo de 2021
TRAILER DE "BLUE JEAN COP"
Hubo un tiempo en el que James Glickenhaus pasó de redomado exploiter con "El Exterminador", a cineasta medianamente mainstream. Bien, el cenit de tan plácido momento se dio, justamente, en 1988 con "Blue Jean Cop", una de esas llamadas "buddy movies" a base dos personalidades antagónicas que deben entenderse para detener a los villanos de turno. En este caso eran un poli y un abogado, interpretados respectivamente por Sam Elliott y Peter Weller. Vi la peli en su día, y sí, hay muchos disparos, explosiones y momentos espectaculares, se nota que invirtieron guita... pero lo cierto es que no recuerdo nada de ella. Ni tan siquiera el trailer que les dejamos a continuación ha servido para refrescarme la memoria.
Supongo que al no petarlo como se esperaba, la carrera de Glickenhaus se vio perjudicada. Aunque nada comparable a cuando se emperró en convertir a su repelente retoño en una super-star. Aquello acabó de enterrarle. Hoy, parece ser, rula por Wall Street (en una empresa de la que es dueño su padre), lo que, teniendo en cuenta que siempre le movió el capital, cobra muchísimo sentido. Pos nada, que lo disfrute.
Supongo que al no petarlo como se esperaba, la carrera de Glickenhaus se vio perjudicada. Aunque nada comparable a cuando se emperró en convertir a su repelente retoño en una super-star. Aquello acabó de enterrarle. Hoy, parece ser, rula por Wall Street (en una empresa de la que es dueño su padre), lo que, teniendo en cuenta que siempre le movió el capital, cobra muchísimo sentido. Pos nada, que lo disfrute.
sábado, 15 de mayo de 2021
HAIL TO THE DEADITES
"Hail to the deadites" es un documental que gira en torno a los fans de la saga "Evil Dead", es decir: "Posesión Infernal", "Terroríficamente muertos" y "El ejército de las tinieblas" (por entonces la serie ya andaba lista, pero aún no se había emitido). Nos muestra cómo viven intensamente su pasión y cómo se vuelven locos por acudir a las convenciones a por una firma, abrazo + charleta con Bruce Campbell o alguno de los integrantes del reparto de las tres pelis.
Confieso que la primera vez que vi el trailer, me entraron arcadas y dolores rectales. Sí, soy devoto y admirador del "Posesión Infernal" primigenio. Me atrevería incluso a usar la palabra "fan". Pero uno bastante racional. Es decir, tengo sendas ediciones de la peli, en dvd (la del libro de "Anchor Bay"), blu-ray o vhs, la veo varias veces al año, dispongo del póster original de la época, camisetas e incluso una figurita (entre otras pijadillas más)... pero para nada me considero uno de estos tarados que llaman "Ash" a su hijo, se tatúan el story-board completo de la trilogía, consideran que esta ejerce casi de cura para el cáncer, el tifus o la gonorrea, visten cual hombre-anuncio a base de parches y chapas o eyaculan si su brazo roza con el de Bruce Campbell (cosa que experimenté en su día -dos veces, Sitges 1991 / 1992-, así que puedo afirmar alegremente que, a pesar del gozo, no hubo corrida por mi parte). Y mucho menos me disfrazaría de ninguno de los personajes de los films para acudir a esos antros tan fascinantes como deprimentes llamados "Cons".
Así pues, si como documental "Hail to the deadites" es pasable, visible, como algo que me toca más en lo personal, profundo o espiritual, resulta bastante irritante. En serio, no creo que ese nivel de fanatismo sea saludable. No solo para las mentes de los practicantes, también para las películas en sí mismas. Cuando se sobre-explotan de este modo, se sobre-soban, sobre-lamen, sobre-adoran, sobre-analizan, sobre-merchandisingizan y sobre-todolodemás, creo que pierden algo. Se tornan como cachivaches manoseados, sin alma, sin misterio y sin magia. Así que poca gracia me hace ver como Tom Sullivan preside una pedida de mano entre dos mongers (que tanto rollo, tanta lágrima y tanta emocionalidad de saldo para, luego, durar solo un año casados) o cómo un tío de encías tan hinchadas como las mías, que dice parecerse a Bruce Campbell (ya le gustaría), llora cuando cuenta su encuentro con este. Incluso me avergüenza un poco compartir ciertas pasiones con semejantes especímenes.
Una vez leí que el fandom norteamericano tendía a "celebrar la mediocridad". No es que las pelis de la trilogía sean mediocres, ¡¡ ni por el forro !!, pero si lo entendemos como que semejante peña se flipa a niveles perturbadores por poco y, en ocasiones, directamente por nada, dejando la objetividad, la serenidad y el buen gusto bajo el felpudo, este documental es, en parte, buena prueba de ello. No me extraña nada que Sam Raimi se mantenga lo más lejos posible de semejante cristo (menos cuando toca promocionar algo para sacarles pasta, claro).
Al final, lo único inteligente que se dice en todo el mamotreto sale de boca de Chris Alexander, ex-editor de "Fangoria", "cineasta" semi-amateur y ególatra descontrolado, quien opina que el fandom de "Evil Dead" se divide en tres, dependiendo de cual consumiste primero. Es algo que he comprobado yo mismo y tengo claro. Considerando que en nuestra tierra no hubo un fandom del horror genuinamente ruidoso, "masivo" e incluso mediático, hasta unos años DESPUÉS del estreno de "Terroríficamente muertos", esta es la que suele llevarse casi todas las simpatías y admiraciones. En mi caso, nací como aficionado al género con la primera, la original, la mejor, aquella en la que se suponía que "Ash" la palmaba al final (¡gloriosa y traumática mentira!). Y ahí me quedo. Contento, orgulloso, tranquilo y SOLO.
Los fanes más recalcitrantes que no se me acerquen demasiado, gracias.
Confieso que la primera vez que vi el trailer, me entraron arcadas y dolores rectales. Sí, soy devoto y admirador del "Posesión Infernal" primigenio. Me atrevería incluso a usar la palabra "fan". Pero uno bastante racional. Es decir, tengo sendas ediciones de la peli, en dvd (la del libro de "Anchor Bay"), blu-ray o vhs, la veo varias veces al año, dispongo del póster original de la época, camisetas e incluso una figurita (entre otras pijadillas más)... pero para nada me considero uno de estos tarados que llaman "Ash" a su hijo, se tatúan el story-board completo de la trilogía, consideran que esta ejerce casi de cura para el cáncer, el tifus o la gonorrea, visten cual hombre-anuncio a base de parches y chapas o eyaculan si su brazo roza con el de Bruce Campbell (cosa que experimenté en su día -dos veces, Sitges 1991 / 1992-, así que puedo afirmar alegremente que, a pesar del gozo, no hubo corrida por mi parte). Y mucho menos me disfrazaría de ninguno de los personajes de los films para acudir a esos antros tan fascinantes como deprimentes llamados "Cons".
Así pues, si como documental "Hail to the deadites" es pasable, visible, como algo que me toca más en lo personal, profundo o espiritual, resulta bastante irritante. En serio, no creo que ese nivel de fanatismo sea saludable. No solo para las mentes de los practicantes, también para las películas en sí mismas. Cuando se sobre-explotan de este modo, se sobre-soban, sobre-lamen, sobre-adoran, sobre-analizan, sobre-merchandisingizan y sobre-todolodemás, creo que pierden algo. Se tornan como cachivaches manoseados, sin alma, sin misterio y sin magia. Así que poca gracia me hace ver como Tom Sullivan preside una pedida de mano entre dos mongers (que tanto rollo, tanta lágrima y tanta emocionalidad de saldo para, luego, durar solo un año casados) o cómo un tío de encías tan hinchadas como las mías, que dice parecerse a Bruce Campbell (ya le gustaría), llora cuando cuenta su encuentro con este. Incluso me avergüenza un poco compartir ciertas pasiones con semejantes especímenes.
Una vez leí que el fandom norteamericano tendía a "celebrar la mediocridad". No es que las pelis de la trilogía sean mediocres, ¡¡ ni por el forro !!, pero si lo entendemos como que semejante peña se flipa a niveles perturbadores por poco y, en ocasiones, directamente por nada, dejando la objetividad, la serenidad y el buen gusto bajo el felpudo, este documental es, en parte, buena prueba de ello. No me extraña nada que Sam Raimi se mantenga lo más lejos posible de semejante cristo (menos cuando toca promocionar algo para sacarles pasta, claro).
Al final, lo único inteligente que se dice en todo el mamotreto sale de boca de Chris Alexander, ex-editor de "Fangoria", "cineasta" semi-amateur y ególatra descontrolado, quien opina que el fandom de "Evil Dead" se divide en tres, dependiendo de cual consumiste primero. Es algo que he comprobado yo mismo y tengo claro. Considerando que en nuestra tierra no hubo un fandom del horror genuinamente ruidoso, "masivo" e incluso mediático, hasta unos años DESPUÉS del estreno de "Terroríficamente muertos", esta es la que suele llevarse casi todas las simpatías y admiraciones. En mi caso, nací como aficionado al género con la primera, la original, la mejor, aquella en la que se suponía que "Ash" la palmaba al final (¡gloriosa y traumática mentira!). Y ahí me quedo. Contento, orgulloso, tranquilo y SOLO.
Los fanes más recalcitrantes que no se me acerquen demasiado, gracias.
viernes, 14 de mayo de 2021
APRENDIZ DE VAMPIRO
“Teen Wolf” era una pequeña —y efectiva— película de serie B que logró trascender más allá de los circuitos marginales, primero, porque el protagonista era un Michael J. Fox a punto de convertirse en mega estrella mundial gracias a “Regreso al futuro” (lo que benefició a esta) y, segundo, porque la película no estaba nada mal. Por otro lado, se trataba de un pequeño homenaje postmoderno a aquellos títulos de serie B de los años 50 en los que los adolescentes se convertían en alguna suerte de monstruo. Las más populares, “I was a teenage Werewolf”, “How to make a Monster” o “Yo fui un Frankenstein adolescente”.
Por supuesto, y en esa línea, a “Teen Wolf” le comenzarían a salir, sobre todo para ser explotados en videoclubes, sus oportunos expolios e imitaciones que cambiando el monstruo por aquello de abaratar costes según qué producción, pasaban a la posteridad con más pena que gloria, siendo estas películas, quizás, los últimos ramalazos de una "serie B/Z" genuina que no volvería nunca más —si acaso, impostada durante las dos últimas décadas—. De este modo (y en la rama vampírica del asunto), a títulos como “Yo compré una moto vampiro”, “Cazador de Vampiros”o “El Vampiro adolescente” se le suma esta “Aprendiz de Vampiro” cuyo título americano, “Teen Vamp”, ratifica todo esto que les digo.
Se trata de una producción verdaderamente cochambrosa rodada en 16 mm. por un tal Samuel Bradford. Bradford, tan solo dirigió en su carrera esta película para, después, ser uno de los guionistas de la segunda parte (algo bastarda) de una vieja película de perritos titulada “Fieles hasta la muerte”, y desaparecer del mundo del cine sin dejar rastro. Sin embargo, en su película “Aprendiz de Vampiro” ya demostraba tener un ego desmesurado plasmando su labor como director con su propia rúbrica superpuesta en los créditos, como si se tratara del mismísimo Samuel Goldwing…algunos empiezan la casa por el techo. Porque además la película es lo más insípido que hay.
Cuenta la historia de un adolescente de aspecto bastante desagradable que tras una serie de fracasos amorosos, decide contratar los servicios de una prostituta. Esta puta resulta ser una vampiro que le muerde, por lo que nuestro protagonista se convertirá en uno de ellos y utilizará sus nuevas cualidades para medrar y ligar con las chicas. De este modo, se sucederán las —supuestamente— disparatadas situaciones cómicas que propiciarán que el vampiro adolescente acabe mordiendo a unos cuantos en su camino, cuando no, pasarlas canutas en momentos en los que las chicas le piden expresamente ser mordidas.
Una tontería sin mayor importancia cuyos atisbos terroríficos no funcionan del mismo modo que tampoco lo hacen los cómicos (a no ser, los dos o tres momentos en los que toda comedia presente es involuntaria y, dentro de los cuales, resulta hilarante el encontronazo de nuestro protagonista, ya convertido en vampiro, con un negro…). Estéticamente, puede resultar curiosa, máxime cuando el grano del 16 mm, su crudeza, lo cutre de algunos encuadres sumado a la ambientación en los años 50, además de la selección de canciones utilizadas para ilustrar todo eso, recuerdan ligeramente al John Waters de la primera etapa, más concretamente al de “Cosa de hembras”, pero mucho me temo que este posible parecido, más que deudor o con afán de homenaje, se antoja puramente casual y todos los parecidos con la obra de Waters no son más que pura coincidencia. Una vez sabido esto, todo lo demás en la película, como les digo, no tiene la más mínima importancia.
Dentro del desangelado reparto compuesto en su mayoría de actores de tercera y aficionados, contamos con la presencia asimismo desangelada de un Clu Gulager que tras aparecer en “El regreso de los muertos vivientes”, acepta papeles en tanta "serie B" como le ofrecen, siendo esta intervención como el reverendo, una de las más tristes de cuantas hizo.
En “Aprendiz de Vampiro”, la estética, el 16 mm y el rollete amateuroide que se gasta mola bastante… pero es que, todo lo demás, es una verdadera mierda.
La película fue distribuida en nuestro país en formato alquiler por la Dister. Y no debieron poner en circulación demasiadas copias, porque no era una de las películas más habituales en las estanterías.
Por supuesto, y en esa línea, a “Teen Wolf” le comenzarían a salir, sobre todo para ser explotados en videoclubes, sus oportunos expolios e imitaciones que cambiando el monstruo por aquello de abaratar costes según qué producción, pasaban a la posteridad con más pena que gloria, siendo estas películas, quizás, los últimos ramalazos de una "serie B/Z" genuina que no volvería nunca más —si acaso, impostada durante las dos últimas décadas—. De este modo (y en la rama vampírica del asunto), a títulos como “Yo compré una moto vampiro”, “Cazador de Vampiros”o “El Vampiro adolescente” se le suma esta “Aprendiz de Vampiro” cuyo título americano, “Teen Vamp”, ratifica todo esto que les digo.
Se trata de una producción verdaderamente cochambrosa rodada en 16 mm. por un tal Samuel Bradford. Bradford, tan solo dirigió en su carrera esta película para, después, ser uno de los guionistas de la segunda parte (algo bastarda) de una vieja película de perritos titulada “Fieles hasta la muerte”, y desaparecer del mundo del cine sin dejar rastro. Sin embargo, en su película “Aprendiz de Vampiro” ya demostraba tener un ego desmesurado plasmando su labor como director con su propia rúbrica superpuesta en los créditos, como si se tratara del mismísimo Samuel Goldwing…algunos empiezan la casa por el techo. Porque además la película es lo más insípido que hay.
Cuenta la historia de un adolescente de aspecto bastante desagradable que tras una serie de fracasos amorosos, decide contratar los servicios de una prostituta. Esta puta resulta ser una vampiro que le muerde, por lo que nuestro protagonista se convertirá en uno de ellos y utilizará sus nuevas cualidades para medrar y ligar con las chicas. De este modo, se sucederán las —supuestamente— disparatadas situaciones cómicas que propiciarán que el vampiro adolescente acabe mordiendo a unos cuantos en su camino, cuando no, pasarlas canutas en momentos en los que las chicas le piden expresamente ser mordidas.
Una tontería sin mayor importancia cuyos atisbos terroríficos no funcionan del mismo modo que tampoco lo hacen los cómicos (a no ser, los dos o tres momentos en los que toda comedia presente es involuntaria y, dentro de los cuales, resulta hilarante el encontronazo de nuestro protagonista, ya convertido en vampiro, con un negro…). Estéticamente, puede resultar curiosa, máxime cuando el grano del 16 mm, su crudeza, lo cutre de algunos encuadres sumado a la ambientación en los años 50, además de la selección de canciones utilizadas para ilustrar todo eso, recuerdan ligeramente al John Waters de la primera etapa, más concretamente al de “Cosa de hembras”, pero mucho me temo que este posible parecido, más que deudor o con afán de homenaje, se antoja puramente casual y todos los parecidos con la obra de Waters no son más que pura coincidencia. Una vez sabido esto, todo lo demás en la película, como les digo, no tiene la más mínima importancia.
Dentro del desangelado reparto compuesto en su mayoría de actores de tercera y aficionados, contamos con la presencia asimismo desangelada de un Clu Gulager que tras aparecer en “El regreso de los muertos vivientes”, acepta papeles en tanta "serie B" como le ofrecen, siendo esta intervención como el reverendo, una de las más tristes de cuantas hizo.
En “Aprendiz de Vampiro”, la estética, el 16 mm y el rollete amateuroide que se gasta mola bastante… pero es que, todo lo demás, es una verdadera mierda.
La película fue distribuida en nuestro país en formato alquiler por la Dister. Y no debieron poner en circulación demasiadas copias, porque no era una de las películas más habituales en las estanterías.
jueves, 13 de mayo de 2021
miércoles, 12 de mayo de 2021
EL BAÚL DE TÍO VICENTE - 5
A finales de 1987 se estrenaba en España la tan entretenida como tontuna "Spaceballs, la loca historia de las galaxias", parodia oficial de "Star Wars" perpetrada por ese maravilloso loco judío que es Mel Brooks. Acudí a gozarla al cine "Continental" de Hospitalet/Collblanc. Me gustó tanto, que repetí varios días después. Cosa nada habitual en mí.
Para promocionarla, Brooks visitaba nuestra tierra y se dejaba entrevistar por los medios, entre ellos los entrañables amigos de "Shows". Bien, a continuación les dejamos con un par de recortes dedicados a la peli de marras y al cineasta. Entre sus declaraciones, destaca cuando le preguntan por el cine actual -de entonces- y afirma no gustarle salvo una excepción, "Arizona Baby", alabando de paso a sus perpetradores, aún algo verdes y que, no creo casual, son tan judíos como el amigo Melvin Kaminsky. Todo queda en casa.
Griten todos al unísono: ¡Graaaaacias tío Vicenteeee!
Para promocionarla, Brooks visitaba nuestra tierra y se dejaba entrevistar por los medios, entre ellos los entrañables amigos de "Shows". Bien, a continuación les dejamos con un par de recortes dedicados a la peli de marras y al cineasta. Entre sus declaraciones, destaca cuando le preguntan por el cine actual -de entonces- y afirma no gustarle salvo una excepción, "Arizona Baby", alabando de paso a sus perpetradores, aún algo verdes y que, no creo casual, son tan judíos como el amigo Melvin Kaminsky. Todo queda en casa.
Griten todos al unísono: ¡Graaaaacias tío Vicenteeee!
martes, 11 de mayo de 2021
lunes, 10 de mayo de 2021
808
La Roland T-R 808 Rhytm Composer —popularmente conocida sencillamente como la 808— fue una caja de ritmos fabricada por Roland Corporation a principios de los años 80 que, sin pretenderlo, se convirtió en uno de los instrumentos musicales más influyentes y revolucionarios de la historia de la música.
La 808, caja de ritmos funcional y rudimentaria, fue concebida como complemento para los músicos callejeros que desearan llevar percusión como acompañamiento. Si un guitarrista necesitaba una batería, la principal innovación de esta caja consistía en que podía programar sus propios ritmos de batería. Sin embargo, en sus primeros meses de vida, la caja no gozó de la popularidad deseada ya que los sonidos de batería que creaba eran demasiado electrónicos, raros, grandilocuentes, y parecían todo menos una batería convencional. El bombo resultaba atronador, y las líneas de bajo que se podían conseguir eran poco menos que estridentes.
Sin embargo, el bajo precio con el que se comercializó propició que los viejos popes del Hip-Hop comenzaran a experimentar con ella, a sacarle partido y, así, escribir con este aparato una página de la historia, no ya del Hip-Hop, sino de la música electrónica en general, gracias al “Planet Rock” de Afrika Bambaata & The Soul Sonic Force que utilizaba muy sabiamente las programaciones de la 808, o productores como Rick Rubin que tomaron buena nota de ello. Cuando Marvin Gaye usó 808 en uno de sus más grandes hits, el “Sexual Healing” el mundo de la música supo que esa cajita de ritmos, casi de juguete, había llegado para quedarse.
Generó culto hasta tal punto que, según avanzaba la década, la 808 se convirtió en un aparato esencial en estilos de música tan dispares como pop, Miami bass, acid house, italo disco, tecno… llegando el culto a la maquinita hasta nuestros días que se utiliza en todo tipo de estilos electrónicos contemporáneos como por ejemplo el trap, cuyo patrón consiste básicamente en la utilización de la 808 para construir beats.
El secreto del sonido de la 808, y su consiguiente culto se debe principalmente a dos motivos: Por un lado, para abaratar costes, Roland utilizó en la fabricación de esta caja de ritmos una partida de transistores defectuosos desechados por otros fabricantes, de ahí que el sonido de las baterías proporcionadas por la máquina fueran tan especiales, mientras que, por otro lado, solo se fabricaron 12.000 unidades de la 808 entre 1980 y 1983. Una vez vendidos, jamás puso en marcha la fabricación de más unidades a pesar del éxito obtenido porque, como se fabricaban con transistores defectuosos, no volvieron a poder reabastecerse con ese tipo de transistores. Roland, cuando la fabricó, no tenía ni idea del impacto cultural que supondría su pequeña máquina de acompañamiento.
Cuando Alex Noyer y Alex Dunn, productor y director respectivamente de “808”, se encontraban en 2012 en la Winter Music Conference, coincidieron con el productor musical Arthur Baker, y tras una conversaciones de corte nostálgico a cerca de las bondades de esta caja de ritmos y los clásicos ochenteros que se concibieron a su merced, Noyer decidió que sería una buena idea producir un documental sobre este aparato histórico. Y se pusieron manos a la obra con él.
La película documenta, bajo estructura de cabezas parlantes, la historia de la 808, su influencia en el mundo de la música, los pormenores y pormayores de su fabricación y, en definitiva, lo importante que fue este instrumento musical. Para ello se sirve de las declaraciones de reputados artistas como Phil Collins, Pharrel Williams, Diplo o Goldie que en un momento u otro han utilizado en sus éxitos los patrones de esta caja de ritmos. Por supuesto, la 808 es esencial para el mundo del Hip-Hop, por lo que este ocupa más de un 75% del documental, diciendo lo que tuvieran que decir al respecto gente como Rick Rubin, Beastie Boys, el propio Bambaata, T La Rock o Lil Jon.
El documental es sumamente interesante y ayuda al neófito a comprender —y diferenciar— la idiosincrasia de la Roland, además de hacernos partícipes de indudables clásicos de la música electrónica fabricados con este cacharro y que podemos disfrutar, asimismo, en el álbum “808: The Music” y que fue lanzado paralelamente al documental.
“808” gozó de un estreno limitado en salas de cine de Los Angeles, se proyectó en el SXSW de Austin y, después, gozó del beneplácito de las plataformas de streaming con Itunes y Apple Music a la cabeza, cosechando durante el trasiego, unánimes críticas que posicionan al documental como uno de los mejores que existen de temática musical.
La 808, caja de ritmos funcional y rudimentaria, fue concebida como complemento para los músicos callejeros que desearan llevar percusión como acompañamiento. Si un guitarrista necesitaba una batería, la principal innovación de esta caja consistía en que podía programar sus propios ritmos de batería. Sin embargo, en sus primeros meses de vida, la caja no gozó de la popularidad deseada ya que los sonidos de batería que creaba eran demasiado electrónicos, raros, grandilocuentes, y parecían todo menos una batería convencional. El bombo resultaba atronador, y las líneas de bajo que se podían conseguir eran poco menos que estridentes.
Sin embargo, el bajo precio con el que se comercializó propició que los viejos popes del Hip-Hop comenzaran a experimentar con ella, a sacarle partido y, así, escribir con este aparato una página de la historia, no ya del Hip-Hop, sino de la música electrónica en general, gracias al “Planet Rock” de Afrika Bambaata & The Soul Sonic Force que utilizaba muy sabiamente las programaciones de la 808, o productores como Rick Rubin que tomaron buena nota de ello. Cuando Marvin Gaye usó 808 en uno de sus más grandes hits, el “Sexual Healing” el mundo de la música supo que esa cajita de ritmos, casi de juguete, había llegado para quedarse.
Generó culto hasta tal punto que, según avanzaba la década, la 808 se convirtió en un aparato esencial en estilos de música tan dispares como pop, Miami bass, acid house, italo disco, tecno… llegando el culto a la maquinita hasta nuestros días que se utiliza en todo tipo de estilos electrónicos contemporáneos como por ejemplo el trap, cuyo patrón consiste básicamente en la utilización de la 808 para construir beats.
El secreto del sonido de la 808, y su consiguiente culto se debe principalmente a dos motivos: Por un lado, para abaratar costes, Roland utilizó en la fabricación de esta caja de ritmos una partida de transistores defectuosos desechados por otros fabricantes, de ahí que el sonido de las baterías proporcionadas por la máquina fueran tan especiales, mientras que, por otro lado, solo se fabricaron 12.000 unidades de la 808 entre 1980 y 1983. Una vez vendidos, jamás puso en marcha la fabricación de más unidades a pesar del éxito obtenido porque, como se fabricaban con transistores defectuosos, no volvieron a poder reabastecerse con ese tipo de transistores. Roland, cuando la fabricó, no tenía ni idea del impacto cultural que supondría su pequeña máquina de acompañamiento.
Cuando Alex Noyer y Alex Dunn, productor y director respectivamente de “808”, se encontraban en 2012 en la Winter Music Conference, coincidieron con el productor musical Arthur Baker, y tras una conversaciones de corte nostálgico a cerca de las bondades de esta caja de ritmos y los clásicos ochenteros que se concibieron a su merced, Noyer decidió que sería una buena idea producir un documental sobre este aparato histórico. Y se pusieron manos a la obra con él.
La película documenta, bajo estructura de cabezas parlantes, la historia de la 808, su influencia en el mundo de la música, los pormenores y pormayores de su fabricación y, en definitiva, lo importante que fue este instrumento musical. Para ello se sirve de las declaraciones de reputados artistas como Phil Collins, Pharrel Williams, Diplo o Goldie que en un momento u otro han utilizado en sus éxitos los patrones de esta caja de ritmos. Por supuesto, la 808 es esencial para el mundo del Hip-Hop, por lo que este ocupa más de un 75% del documental, diciendo lo que tuvieran que decir al respecto gente como Rick Rubin, Beastie Boys, el propio Bambaata, T La Rock o Lil Jon.
El documental es sumamente interesante y ayuda al neófito a comprender —y diferenciar— la idiosincrasia de la Roland, además de hacernos partícipes de indudables clásicos de la música electrónica fabricados con este cacharro y que podemos disfrutar, asimismo, en el álbum “808: The Music” y que fue lanzado paralelamente al documental.
“808” gozó de un estreno limitado en salas de cine de Los Angeles, se proyectó en el SXSW de Austin y, después, gozó del beneplácito de las plataformas de streaming con Itunes y Apple Music a la cabeza, cosechando durante el trasiego, unánimes críticas que posicionan al documental como uno de los mejores que existen de temática musical.
domingo, 9 de mayo de 2021
TRAILER DE "KILLER KLOWNS (LOS CLOWNS ASESINOS)"
Ocasionalmente, al fandom le entra la neura de encariñarse de una película por los motivos equivocados. Se convencen de que representa como nadie ciertas etiquetas que se aprendieron recientemente, siguiendo alguna moda pasajera o leyendo las páginas de algún fanzine oportunista. Etiquetas como "serie B" o "trash". Bien, "Killer Klowns from Outer Space" (o "Los Clowns Asesinos" en España) está lejos de ser "serie B" (sistema inventado durante la era dorada de Hollywood del que muchos siguen tirando erróneamente a la hora de elegir palabrejas "cool") y aún más lejos de ser "trash". Pero claro, al contar la historia de unos aliens con aspecto de payaso que matan con palomitas y confeti, pues "tiene que serlo", porque resulta tan chorra como atractiva. Tienden a confundir cine de ideas extravagantes con cine chungo. Sin embargo, la película de los populares hermanos Chiodo (los padres visuales de "Critters") está bien parida, bien narrada y cuenta con un acabado solvente. No es "mala pero divertida", ni mucho menos. Simplemente una correcta comedia de ciencia ficción y terror.
Resumiendo, que el fandom es idiota. Bueno, la gente es idiota. Pero el fandom de este país, más. Algo así provoca que uno le pille tirria a estas películas... aunque, en realidad, ellas no tengan la culpa de nada. Por eso, y a pesar de todo, les dejamos hoy el trailer de "Killer Klowns...", convencidos de que disfrutarán como chinos al haber formado parte todos ustedes, en algún momento de sus juventudes, de esa masa aborregada.
Resumiendo, que el fandom es idiota. Bueno, la gente es idiota. Pero el fandom de este país, más. Algo así provoca que uno le pille tirria a estas películas... aunque, en realidad, ellas no tengan la culpa de nada. Por eso, y a pesar de todo, les dejamos hoy el trailer de "Killer Klowns...", convencidos de que disfrutarán como chinos al haber formado parte todos ustedes, en algún momento de sus juventudes, de esa masa aborregada.
sábado, 8 de mayo de 2021
EL CICLO DEL HOMBRE LOBO
En la época que vivía engañado creyendo que me gustaba leer novela de terror -que no- y, más concretamente, a Stephen King -que tampoco-, descubrir en la sección de novedades de la librería del "Corte Inglés" este "El ciclo del hombre lobo" fue todo un regalo para los sentidos. A saber: cortito, letra gorda, aspecto super-atractivo y, más importante aún, con ilustraciones del gran gran Bernie Wrightson (que en paz descanse). No hacía muchos años de su colaboración con King para la fabulosa traslación tebeística de la maravillosa "Creepshow" (porque ese es el Stephen King que a mi me molaba, y me mola, aquel vinculado al cine), así que, teniendo en cuenta lo mega-fan que era -y soy- de aquella, este libro se antojaba casi casi como un tesoro. Tanto como para intentar leerlo. Y tanto como, tropecientos años después de haberlo extraviado, recuperarlo a través de "Wallapop". ¿Por qué? ¿por su alto valor literario? ¡¡No!! Por nostalgia, el aspecto y los dibus del co-papá de "La cosa del pantano".
Hay un hombre lobo ahí fuera. Cada noche que la luna es llena, sale a cazar individuos a los que devora con delectación. Un niño paralítico será el único que le haga frente.
Sí, es cierto que Stephen King era una fábrica de "best sellers" y cualquier cosa que llevaba su firma -especialmente en esa época- se vendía. Y la prueba está en "El ciclo del hombre lobo", que como novela es de lo más insulsa, tontuna y previsible. Tal vez lo único que llama la atención es que, tratándose de una historia de licántropos, se ajusta más a los ciclos lunares de lo que es habitual en las películas del gremio, cosa que afecta a su formato episódico. De hecho, leyéndolo aprendí que la luna llena no sale cada día, o arbitrariamente, así que, pal caso, digamos que King ejerció de una especie de Carl Sagan para mi yo adolescente, granudo y virginal. Por lo demás, pues no sé, una obra de lo más normalilla, que ni deja huella, ni irrita, ni deslumbra. De haberla firmado Pepe López, seguramente nadie la valoraría... salvo por la maravillosa labor de Wrightson. Lo suyo es para arrancar y enmarcar.
No hace falta decir que, también como todo lo que escribía Stephen King en la época, "El ciclo del hombre lobo" se convirtió en una película de la que ya hablé en su momento. Lo que más llama la atención de ella es el protagonismo que da a personajes secundarios -o muy secundarios- del libro, como la hermana del chaval paralítico. Y luego, pues que se carga el único aspecto semi-original, la mentada estructura episódica en conveniencia con los ciclos lunares, convirtiéndola en un relato lineal y elemental hasta la médula. En fins...
Resumiendo: Recomendado exclusivamente a fans de Bernie Wrightson.
Hay un hombre lobo ahí fuera. Cada noche que la luna es llena, sale a cazar individuos a los que devora con delectación. Un niño paralítico será el único que le haga frente.
Sí, es cierto que Stephen King era una fábrica de "best sellers" y cualquier cosa que llevaba su firma -especialmente en esa época- se vendía. Y la prueba está en "El ciclo del hombre lobo", que como novela es de lo más insulsa, tontuna y previsible. Tal vez lo único que llama la atención es que, tratándose de una historia de licántropos, se ajusta más a los ciclos lunares de lo que es habitual en las películas del gremio, cosa que afecta a su formato episódico. De hecho, leyéndolo aprendí que la luna llena no sale cada día, o arbitrariamente, así que, pal caso, digamos que King ejerció de una especie de Carl Sagan para mi yo adolescente, granudo y virginal. Por lo demás, pues no sé, una obra de lo más normalilla, que ni deja huella, ni irrita, ni deslumbra. De haberla firmado Pepe López, seguramente nadie la valoraría... salvo por la maravillosa labor de Wrightson. Lo suyo es para arrancar y enmarcar.
No hace falta decir que, también como todo lo que escribía Stephen King en la época, "El ciclo del hombre lobo" se convirtió en una película de la que ya hablé en su momento. Lo que más llama la atención de ella es el protagonismo que da a personajes secundarios -o muy secundarios- del libro, como la hermana del chaval paralítico. Y luego, pues que se carga el único aspecto semi-original, la mentada estructura episódica en conveniencia con los ciclos lunares, convirtiéndola en un relato lineal y elemental hasta la médula. En fins...
Resumiendo: Recomendado exclusivamente a fans de Bernie Wrightson.
viernes, 7 de mayo de 2021
CASO CERRADO
“Caso cerrado”, la última película que protagonizó Marisol, es una rara avis dentro de su carrera. Todos sabemos que Marisol sufrió una infancia difícil llena de abusos y explotación infantil por culpa de los contratos firmados con el productor Manuel Goyanes que, prácticamente, decían que Marisol era de su propiedad. La adolescencia le fue a la zaga, pero ya cuando consiguió liberarse de esos contratos a mediados de los años 70, Marisol conocería al bailarín Antonio Gades con el que se casaría y junto al que desarrollaría cierta militancia en el partido comunista. Esta militancia duró hasta que se separó de Gades allá por 1986 y, un año antes, y consecuencia de esos últimos años de militancia, rueda esta película.
Marisol hacía ya tiempo que se había quitado el nombre artístico haciéndose llamar Pepa Flores que es su nombre real.
Andaba ya la actriz y cantante medio retirada cuando le hicieron llegar este guion de Gonzalo Goicoechea y del director de la misma, Juan Caño Arecha, amigo personal de la actriz y camarada del partido. Ella, advirtió que lo más probable es que no la hiciera, pero aún así, se leería el guion ya que tenía costumbre de hacerlo con todos los guiones que escribían pensando en ella.
De todas formas, Caño y Goicoechea no tenían todas consigo ya que la película se produciría en cooperativa y no disponían de dinero para pagar a la actriz.
La sorpresa del director fue mayúscula cuando esta le llamó diciéndole que, pese a que no tenía pensado hacer más películas, esta, que tenía un contenido respetable y, más o menos, compatible con su militancia, sí que la haría. Cuando Caño Arecha le dijo que no podía pagarle su caché, ella le replicó que no estaba hablando de dinero, que le estaba diciendo que sí que hacía la película. Luego ya, cuando llegaran los beneficios en taquilla, se llevaría la parte que le correspondiera.
La cosa va de un matrimonio judío que se ve envuelto en problemas el día que él, que es empleado de banca, descubre que en su sucursal se están ejecutando movimientos no muy legales. Como por otro lado el individuo es objetor de conciencia y no hizo la mili (con la mala prensa que esto trae socialmente dentro de los círculos bienpensantes), sus compañeros aprovecharán para cargarle el muerto a él, por lo que ingresará en prisión por los pufos que le han encalomado. Todo esto no le sienta bien a su esposa que lo único que quiere es llevar una vida normal sin líos políticos, por lo que, poco a poco, ella irá pasando de él y dedicandose a sus cosas.
Puede que a Pepa Flores le gustase el guion y aceptara rodarlo a cuenta de lo que se sacara, pero lo cierto es que, a la hora de interpretar su papel, parece como si le importara un bledo estar en la película. Durante muchos años se nos quería vender la moto de que, más allá de la pizpireta imagen que Marisol ofrecía durante su infancia y adolescencia, esta era una gran actriz a la que no se le había dado la oportunidad de demostrarlo. “Caso Cerrado” es una mala película de factura muy baja, dirigida con poca solvencia y montada de manera confusa, por lo que en todo momento el resultado queda raro y cuesta entender el argumento. Pero desde luego, Pepa Flores no ayuda a que la película tire para adelante porque está espantosa. Actúa a trompicones y lo mismo alza la voz que susurra en la misma escena. Incluso, años después, cuando le preguntaron por esta película, ella respondió que “podía haberlo hecho mil veces mejor”.
Como fuera, la película pasó por el festival de cine de San Sebastián donde el público abandonaba sus butacas a mitad de proyección, así como recibió unas críticas fastuosas y su paso por los cines fue prácticamente anecdótico; acumuló unos irrisorios 183.000 espectadores cuya recaudación no sirvió ni para cubrir los gastos, por lo que Pepa Flores no vio ni un duro de su trabajo. Esto fue el remate del tomate, y si la actriz ya estaba pensando en retirarse, esta película tirando a mierdosa le convenció de, ahora sí, retirarse del cine por siempre jamás. Y eso es exactamente lo que hizo.
Por otro lado, cuando se separó de Gades en 1986, la actriz se desvinculó de todo activismo político para volverse a su Málaga natal y vivir anónimamente. Sus apariciones públicas son escasas, siempre para medios pequeños y locales e, incluso, cuando le concedieron el Goya de honor el año 2020, rehusó ir a la ceremonia a recoger el premio siendo sus hijas, Celia Flores y María Esteve, quienes se personaron a recogerlo.
“Caso Cerrado” es su lamentable testamento fílmico, una película de una fuerte carga política que se ejecutó con unas manazas más grandes que las de André el gigante y que pasó inadvertida allá donde fue programada. Su único interés radica en el morbo que pueda suscitar (o no) el visionar la última película que haría Marisol en su vida. Yo tenía bastante.
Por otro lado, en papeles secundarios, tenemos a Lola Gaos, Santiago Ramos o un jovencito Antonio Banderas que se comía el mundo y que, paradójicamente y en contraposición a este bodrio, se llevó el Fotogramas del plata, los premios que concede la revista del mismo nombre, al mejor actor aquél año 1986. “Caso Cerrado” sería uno de los títulos que figuran en la filmografía del célebre Pirri, que ofrece un cameo interpretando, como no, a un macarra drogata que va a entrar en prisión.
Por su parte el director, Juan Caño Arecha, no volvería a hacer cine prácticamente, quedando sus referencias audiovisuales relegadas, casi dos décadas después, a un par de trabajos documentales televisivos siendo el más destacable el dedicado a su amigo Antonio Gades con “Antonio Gades, la ética de la danza”. Esta película casi se queda en una anécdota.
Marisol hacía ya tiempo que se había quitado el nombre artístico haciéndose llamar Pepa Flores que es su nombre real.
Andaba ya la actriz y cantante medio retirada cuando le hicieron llegar este guion de Gonzalo Goicoechea y del director de la misma, Juan Caño Arecha, amigo personal de la actriz y camarada del partido. Ella, advirtió que lo más probable es que no la hiciera, pero aún así, se leería el guion ya que tenía costumbre de hacerlo con todos los guiones que escribían pensando en ella.
De todas formas, Caño y Goicoechea no tenían todas consigo ya que la película se produciría en cooperativa y no disponían de dinero para pagar a la actriz.
La sorpresa del director fue mayúscula cuando esta le llamó diciéndole que, pese a que no tenía pensado hacer más películas, esta, que tenía un contenido respetable y, más o menos, compatible con su militancia, sí que la haría. Cuando Caño Arecha le dijo que no podía pagarle su caché, ella le replicó que no estaba hablando de dinero, que le estaba diciendo que sí que hacía la película. Luego ya, cuando llegaran los beneficios en taquilla, se llevaría la parte que le correspondiera.
La cosa va de un matrimonio judío que se ve envuelto en problemas el día que él, que es empleado de banca, descubre que en su sucursal se están ejecutando movimientos no muy legales. Como por otro lado el individuo es objetor de conciencia y no hizo la mili (con la mala prensa que esto trae socialmente dentro de los círculos bienpensantes), sus compañeros aprovecharán para cargarle el muerto a él, por lo que ingresará en prisión por los pufos que le han encalomado. Todo esto no le sienta bien a su esposa que lo único que quiere es llevar una vida normal sin líos políticos, por lo que, poco a poco, ella irá pasando de él y dedicandose a sus cosas.
Puede que a Pepa Flores le gustase el guion y aceptara rodarlo a cuenta de lo que se sacara, pero lo cierto es que, a la hora de interpretar su papel, parece como si le importara un bledo estar en la película. Durante muchos años se nos quería vender la moto de que, más allá de la pizpireta imagen que Marisol ofrecía durante su infancia y adolescencia, esta era una gran actriz a la que no se le había dado la oportunidad de demostrarlo. “Caso Cerrado” es una mala película de factura muy baja, dirigida con poca solvencia y montada de manera confusa, por lo que en todo momento el resultado queda raro y cuesta entender el argumento. Pero desde luego, Pepa Flores no ayuda a que la película tire para adelante porque está espantosa. Actúa a trompicones y lo mismo alza la voz que susurra en la misma escena. Incluso, años después, cuando le preguntaron por esta película, ella respondió que “podía haberlo hecho mil veces mejor”.
Como fuera, la película pasó por el festival de cine de San Sebastián donde el público abandonaba sus butacas a mitad de proyección, así como recibió unas críticas fastuosas y su paso por los cines fue prácticamente anecdótico; acumuló unos irrisorios 183.000 espectadores cuya recaudación no sirvió ni para cubrir los gastos, por lo que Pepa Flores no vio ni un duro de su trabajo. Esto fue el remate del tomate, y si la actriz ya estaba pensando en retirarse, esta película tirando a mierdosa le convenció de, ahora sí, retirarse del cine por siempre jamás. Y eso es exactamente lo que hizo.
Por otro lado, cuando se separó de Gades en 1986, la actriz se desvinculó de todo activismo político para volverse a su Málaga natal y vivir anónimamente. Sus apariciones públicas son escasas, siempre para medios pequeños y locales e, incluso, cuando le concedieron el Goya de honor el año 2020, rehusó ir a la ceremonia a recoger el premio siendo sus hijas, Celia Flores y María Esteve, quienes se personaron a recogerlo.
“Caso Cerrado” es su lamentable testamento fílmico, una película de una fuerte carga política que se ejecutó con unas manazas más grandes que las de André el gigante y que pasó inadvertida allá donde fue programada. Su único interés radica en el morbo que pueda suscitar (o no) el visionar la última película que haría Marisol en su vida. Yo tenía bastante.
Por otro lado, en papeles secundarios, tenemos a Lola Gaos, Santiago Ramos o un jovencito Antonio Banderas que se comía el mundo y que, paradójicamente y en contraposición a este bodrio, se llevó el Fotogramas del plata, los premios que concede la revista del mismo nombre, al mejor actor aquél año 1986. “Caso Cerrado” sería uno de los títulos que figuran en la filmografía del célebre Pirri, que ofrece un cameo interpretando, como no, a un macarra drogata que va a entrar en prisión.
Por su parte el director, Juan Caño Arecha, no volvería a hacer cine prácticamente, quedando sus referencias audiovisuales relegadas, casi dos décadas después, a un par de trabajos documentales televisivos siendo el más destacable el dedicado a su amigo Antonio Gades con “Antonio Gades, la ética de la danza”. Esta película casi se queda en una anécdota.
jueves, 6 de mayo de 2021
miércoles, 5 de mayo de 2021
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