Hijo bastardo de “Deliverance” y “Perros de paja” (o, como
diría Víctor, “Masturbating Dogs”) el film rodado en España “Los cazadores” ya
proponía en 1974 una interesante pero fallida mezcla entre el rape & revenge, el cine de vigilantes y el survival, dentro de una historia en
la que tres veteranos de Vietnam que en su juventud fueron acusados de la
violación de una joven (Peter Fonda, Richard Lynch y John Phillip Law) tienen por costumbre en la actualidad secuestrar cada año a una parejita y conducirlos
a su retiro en el bosque con el propósito de - entre otras cosas - poder practicar
la caza del hombre. Como verbaliza uno de los protagonistas, después de las
barbaridades que vieron e hicieron en Vietnam matar sólo a unas cuantas
ardillas les sabe a muy poco. De esta manera, títulos como los anteriormente citados
de Boorman y Peckinpah sirvieron tanto de perfecta metáfora del conflicto en el
Sudeste Asiático como de parábola del preocupante aumento de los niveles de criminalidad en
las grandes ciudades del país. Por su parte, exploits como “Los cazadores” o “Cacería humana” convirtieron el
estrés postraumático de la guerra en piezas tan visibles y obvias de sus tramas
que el comentario social se banalizó y vulgarizó, de inmediato y sin remedio,
al verse situado en un primer plano al que no pertenecía.
Dirigida en 1980 por el especialista en westerns Burt
Kennedy, “Cacería humana” comparte así más de un punto en común con “Los
cazadores”: como cada año un grupo de amigos de mediana edad, con
Charlie (Rod Steiger) a la cabeza, llega en hidroavión a las montañas
canadienses para practicar la caza del pato. Sin embargo, nada más poner el pie
en tierra comprueban que el guardés encargado de las cabañas ha sido sustituido
sin previo aviso por David (David Huffman), un joven barbudo y de pelo largo
que se verá obligado desde el comienzo a soportar las puyas de Charlie. “Tú eres
un chico, ¿no? Porque con tanto pelo y esa barba podrías ser una mujer
barbuda.”, le llega a decir en un momento dado el personaje interpretado por
Steiger. Sin embargo, estas inofensivas
bromas muy pronto se transformarán en ataques directos contra el muchacho cuando
se sepa que éste se encuentra alejado de la civilización por haber desertado del
ejército: Charlie, el cual perdió a un hijo en Vietnam, ve de este modo
representados en David los peores defectos de la juventud americana, aquellas
flaquezas que les llevaron no sólo a perder la guerra sino también a un montón
de buenos y jóvenes patriotas. Aprovechándose de la ventaja del aislamiento que
le brinda la naturaleza, Charlie decidirá entonces restaurar el orden y la ley y
acabar con David y, de paso, con su también inocente novia.
Por desgracia, en contra de lo que cabría esperar y a pesar
de su título español, el también guionista Kennedy toma como claro modelo
“Perros de paja” antes que optar por ofrecernos una reinterpretación en clave
setentera y post-hippie de “El
malvado Zaroff”: y es que, además de estar situadas ambas en emplazamientos rurales, “Cacería humana” y el mítico film de Peckinpah comparten asimismo similar estructura, y no sólo por el hecho de mostrar de manera paulatina la escalada de
violencia que sufre en sus carnes la joven pareja; asimismo, la mayoría de las agresiones (verbales al principio, físicas más tarde) se centrarán en
la figura de la novia del protagonista: por ejemplo, en el diálogo más
políticamente incorrecto de toda la cinta uno de los amigos de Steiger le comentará al resto, “Si yo tuviera un lavaplatos así, sería feliz” tras
observar los atributos físicos de la joven desde la distancia.
En este sentido, el personaje femenino existe en la película
única y exclusivamente en relación con la venganza que posteriormente llevará a
cabo su novio, en una concepción bastante similar - y ahí se nota la mano de
Kennedy - al limitado papel que por lo general ha desempeñado desde siempre la
mujer en el western, ya sea como mero interés amoroso del héroe o como simple
desencadenante de la acción. El propio Kennedy ya se había encargado de subvertir este
concepto a comienzos de la década anterior al combinar la clásica peli de vaqueros con el rape & revenge en
“Ana Caulder”, film rodado en España en el que Raquel Welch se venga de los
tres hermanos que la violaron, quemaron su casa y asesinaron a su marido.
Por desgracia, y obvio es decirlo, en “Cacería humana” la
escalada de tensión no está construida tan brillantemente como en “Perros de
paja” y, en este aspecto, la película no depara absolutamente ninguna sorpresa,
tanto por seguir con tiralíneas un modelo de (sub)género ya establecido de
antemano, y por lo tanto conocido de sobra por el espectador, como por mostrar sus
cartas demasiado pronto: de hecho, y en una decisión de montaje tan valiente
como suicida, Kennedy no sólo se arriesga a comenzar la película por el final sino
que asimismo irá incluyendo una serie de flashforwards
a lo largo del resto del metraje por si a algún espectador no le ha quedado a esas alturas demasiado claro como va a terminar la película.
Como era de prever, un profesional tan poco sutil como
Kennedy se desenvuelve mucho mejor en las escenas de acción que en el
desarrollo psicológico de los personajes o a la hora de retratar el inevitable conflicto generacional; así, la película solo parece funcionar cuando se deja de discursos
y se enfrenta a la acción pura y dura, aunque también es cierto que la
estrechez de miras de su reiterativo libreto tampoco da lugar a demasiadas
sutilezas: así las cosas, es en el último tramo de la película, aquel en el que
se difuminan los límites entre cazador y presa, donde “Cacería humana” adquiere
pleno sentido, donde se revela al fin como una película eficaz a pesar de lo
incongruente de su guión, de su ambigüedad política, del poco carisma de Huffman
y de la interpretación innecesariamente intensa y carente de matices de un
antipático Rod Steiger, intérprete que, no por casualidad, se especializó en roles
de villano en esta última etapa de su filmografía. Desempeñando un papel que en
un principio iba destinado a Lee Marvin, el protagonista de "En el calor de la noche" se muestra aquí absolutamente
incapaz de aportar un mínimo de humanidad a su personaje de padre afligido, de
enloquecido ex sargento de los marines incapaz de comprender el comportamiento
de la generación inmediatamente anterior a la suya; un personaje que, tanto por su conservadurismo como por el odio asesino que muestra hacia los hippies, comparte más de una característica tanto con el protagonista de "Joe, ciudadano americano" como con el Paul Kersey de la saga de El justiciero.
Si eres fan del survival supongo que puedes darle una oportunidad a "Cacería humana": dentro de su género no es de las más aburridas ni tampoco de las peores. Y aunque no consiga despojarse en momento alguno de su asumida condición de pastiche, su plano e impersonal remix de referencias llega a funcionar gracias a la innegable profesionalidad detrás de las cámaras de Kennedy, que no a su guión, claro. Y aunque no las supere en ningún otro aspecto, al menos el director de “El asesino dentro de mí” tiene la valentía de plantear un final (o un principio, aún no lo tengo demasiado claro) aún más sombrío y pesimista, si cabe, que el de los superiores modelos a los que trata de imitar.
Si eres fan del survival supongo que puedes darle una oportunidad a "Cacería humana": dentro de su género no es de las más aburridas ni tampoco de las peores. Y aunque no consiga despojarse en momento alguno de su asumida condición de pastiche, su plano e impersonal remix de referencias llega a funcionar gracias a la innegable profesionalidad detrás de las cámaras de Kennedy, que no a su guión, claro. Y aunque no las supere en ningún otro aspecto, al menos el director de “El asesino dentro de mí” tiene la valentía de plantear un final (o un principio, aún no lo tengo demasiado claro) aún más sombrío y pesimista, si cabe, que el de los superiores modelos a los que trata de imitar.