El primer "Anaconda" fue duramente machacado en su estreno, pero a mi me pareció una tontería divertida (igual es porque previamente había bebido más sangría de la recomendable). La segunda, pues hombre, solo la vi una vez y casi no la recuerdo, pero tampoco creo que fuese especialmente horrible. Y ahora nos llega esta absurda tercera entrega. Y digo absurda porque lo de titularla así es una obvia jugarreta comercial, pues perfectamente podría haberse llamado "Ultranaconda" o "Meganaconda" o "Anacondator", y hubiese dado el pego.
Estamos pues ante una producción del "Sci Fi Channel", es decir, destinada a la tele por cable, y ante una casi desbordante acumulación de clichés, tópicos, etc, etc... toooooodo en "Anaconda 3" lo has visto antes... incluso, si nos ponemos un poco cabrones, el giro del final, que de entrada sorprende pero, al poco que hagas un repaso a tu enciclopedia cinéfaga, dirás "¡Ah, si!, esto lo vi en aquella peli".
Unos científicos experimentan con una anaconda de tamaño descomunal. En eso que el bicho logra escapar. Los responsables llaman al inevitable grupo de cazadores cazurros para que la recuperen y/o maten. Estos van cayendo en riguroso orden, hasta que llega el héroe de la función, el aventurero socarrón, el golfo encantador, el alegre bravucón, el... eso. Personaje al que da vida don David "El coche fantástico" Hasselhoff. Le siguen John Rhys-Davies, un nombre asociado de por vida a todo subproducto de animales gigantes que se precie de serlo y Crystal Allen interpretando a la científica de turno que, como es de ley en el universo de esta clase de films de tercera, es guapa, se pasa media peli con camiseta de tirantes (incluso en el laboratorio, donde el resto llevan su reglamentaria bata blanca) y mete unas yoyas karatekas de órdago.
Ni tan siquiera las generosas (per muy CGIanas) raciones de gore ayudan a que el sarao sea un mínimo de divertido. Vamos, cuesta llegar al The End sin quedarse sopa.