Unos jóvenes espeleólogos se adentran en una cueva. Dentro serán masacrados uno a uno (spoiler) ¡¡por un cavernícola!! (Fin de spoiler. Aunque fijo que lo habéis leído, truhanes…).
Como diría "Forrest Gump", las películas videocluberas son como una caja de bombones. Y esta vez, el bombón era mas rancio que de costumbre.
"Pesadilla en la caverna" es una autentica tomadura de pelo que se suma a la ¿moda? de terrores cavernosos iniciada con "The Descent" y seguida por "La caverna maldita". Arranca con un cuarto de hora de leeeenta conversación en la que los chavales charlan de cosas insustanciales mientras acampan y, como vemos que no terminan, no nos queda más remedio que darle al "fast forward" de nuestro reproductor, hasta que se adentran a la caverna. Una vez allí, y tras una primera muerte mas o menos digna, nos percatamos de que ni se ve a lo que asesina a los chavales, ni nada, pues a parte de la intencionada poca iluminación, los caóticos movimientos de cámara vuelven a uno loco. A eso hay que añadir el brutal aburrimiento del que hace gala este engendro. Ya por fin, tres minutos antes de que acabe el folletín, descubrimos (de mala manera) lo que mata a los chicos (ya lo he dicho al principio), y nos quedamos igual que estábamos. Si hubiésemos pagado algo por verla, sería una sensación de estafa de aúpa.
Quédense con el nombre del dire, por exótico / gracioso y para no volver a ver nada más que haga: Olatunde Osunsanmi.
Como diría "Forrest Gump", las películas videocluberas son como una caja de bombones. Y esta vez, el bombón era mas rancio que de costumbre.
"Pesadilla en la caverna" es una autentica tomadura de pelo que se suma a la ¿moda? de terrores cavernosos iniciada con "The Descent" y seguida por "La caverna maldita". Arranca con un cuarto de hora de leeeenta conversación en la que los chavales charlan de cosas insustanciales mientras acampan y, como vemos que no terminan, no nos queda más remedio que darle al "fast forward" de nuestro reproductor, hasta que se adentran a la caverna. Una vez allí, y tras una primera muerte mas o menos digna, nos percatamos de que ni se ve a lo que asesina a los chavales, ni nada, pues a parte de la intencionada poca iluminación, los caóticos movimientos de cámara vuelven a uno loco. A eso hay que añadir el brutal aburrimiento del que hace gala este engendro. Ya por fin, tres minutos antes de que acabe el folletín, descubrimos (de mala manera) lo que mata a los chicos (ya lo he dicho al principio), y nos quedamos igual que estábamos. Si hubiésemos pagado algo por verla, sería una sensación de estafa de aúpa.
Quédense con el nombre del dire, por exótico / gracioso y para no volver a ver nada más que haga: Olatunde Osunsanmi.