En los 80 había una moda bastante irritante que consistía en atribuirle películas al clan Monty Python en las que, únicamente, solo alguno de sus componentes había participado. Un caso que se dio mucho con Terry Gilliam ("La bestia del reino" y "Los héroes del tiempo" son dos ejemplos) y con otras, tal como la que hoy comento, "Los desmadrados piratas de barba amarilla", título más adecuado para la comedia americana que se producía entonces pensando en las plateas jóvenes, que para este film inevitablemente británico.
Obviamente, lo que más destaca de el es su espectacular reparto de actores habituales del cine de risas. Tenemos a, como decía, algunos miembros de Monty Python (John Cleese, Eric Idle, Graham Chapman como protagonista y co-guionista), otros del clan Mel Brooks (Marty Feldman, Peter Boyle, Madeline Kahn), a los yankees Cheech y Chong y una suculenta variedad de cómicos ingleses (Peter Cook, Spike Milligan o Nigel Planer, es decir, el hippie de la inolvidable serie "The Young Ones"). A semejante ensalada debemos añadir a James Mason, un breve cameo de David Bowie y a Buddy Van Horn encargado de las tareas de los especialistas. Van Horn era habitual colaborador de Clint Eastwood, e incluso le acabó dirigiendo como "Harry Callahan" en "La lista negra".
Evidentemente, con un plantel así, y medios bastante holgados, esta peli tendría que haber sido la repanocha, el no va más del descojone padre. Pues no, todo lo contrario. "Los desmadrados piratas de barba amarilla" nos cuenta la historia de un feroz pirata que oculta un tesoro y es encarcelado 20 años. Pasada esa fecha, escapa en busca del botín, solo que ahora son unos cuantos más los que saben de su existencia, y no dejarán que el fiero pirata se lo quede.
El resultado es terriblemente desencantado, soso, sin gancho, sin ritmo y sin especial gracia. Con suerte sonríes en algun momento, pero poca cosa. En general mas bien te aburres como una puñetera ostra. Cuando llegas a la hora, estás tan cansado ya, que ni algunos de los por entonces mejores gags logran animarte. Un desperdicio de talento (y dinero) del que debemos culpar a su director, Mel Damski, un tipo que venía de la tele, hizo un parón en el cine con este film, y volvió a la caja tonta de por vida (entre sus últimos trabajos hay episodios de "Psych").
Si no me acabáis de creer, ahí va esa: El propio John Cleese asegura que esta es la peor de todas sus películas. Casi ná.