En mi barrio el TDT sintoniza unas cuantas cadenas católicas a las que es imposible ignorar cuando estás haciendo zapping. Nunca te dejan indiferente, sobre todo por sus ofertas peliculistas.Hace un par de semanas, le eché el ojo a esta y, como es muy curiosa, me la zampé.
Un predicador provinciano acude a los guetos de Nueva York con la idea de redimir a las bandas callejeras y hacerles llegar la palabra de dios. Le va a costar su trabajo, y más cuando uno de los jefes se pone cabezón con el tema.
Curiosísimo producto de principios de los 70, católico de forma incluso amenazante, dirigida por Don Murray, un actor de tercera categoría, que se atrevió a dirigir para, seis años después repetir y ya no volver a hacerlo hasta 2001, año en el que firmaría su tercera película. Entre medias ha hecho papeles secundarios en tropecientos títulos.
Para disfrutar plenamente de esta película, es importante verla doblada. Por no se que extraño motivo, al ir la cosa de bandas, los latinos han sido doblados con extraño e indetectable acento, y los negros con el típico (y racista) de negro zumbón, es decir, ese en plan “Señoita Ejcalaaaata”, cosa esta que no deja de parecerme tan graciosa como absurda.
La película tiene la intenciones de todo film cristiano; lavar el cerebro al espectador y les digo una cosa, si lo hacen con pelis de este tipo, conmigo casi lo consiguen…
Lo cierto es que a un ritmo endiablado, unas peleas callejeras de lo más raras y una banda sonora maravillosa, hay que añadir, que se deja ver sin ningún tipo de problemas, porque está muy entretenida, gastando un tufillo a "serie B" setentera que tira de espaldas.
Hay que decir también que está basada en las vivencias reales del predicador David Wilkerson, que además lo escribió todo en un libro con el mismo título de la película.
Exótica, rara y divertida ¿Qué más se puede pedir?.