Siempre digo que el cine de terror empeoró en el momento que los auténticos fans del mismo sustituyeron a los artesanos en la silla del director. Generalmente es una afirmación que sigo considerando válida... aunque hay leves excepciones. Tal vez Adam Green se encuentre entre ellas. No es que su cine sea la repanocha, pero al menos tampoco ofende. Hay amor en lo que hace y cierto distanciamiento, sin llegar a la arrogante superioridad de un Tarantino/Rodriguez.
El año 2006 Green debuta en el campo del horror con "Hatchet", que se anuncia como un regreso a las maneras de la vieja escuela. Eslogan lastrado por un exceso de humor y un gore que de tan exagerado resulta totalmente irreal, características estas nada comunes a ese supuesto terror añejo. No obstante, la peli, que retoma los esquemas del slasher de toda la vida cambiando el tono aséptico general propio de "Scream" y consortes por uno más visceral, y un asesino monstruoso, deforme y todopoderoso como los de antes (no en balde interpretado por Kane Hodder, el "Jason Voorhees" más popular), está simpática y convence. Tanto como para parir una secuela en 2010 y una tercera entrega pasados tres años en la que Green se aleja de su rol como director para escribir y producir ejecutivamente.
Con el tiempo "Hatchet" y su psycho-killer protagonista, Victor Crowley, habían logrado granjearse un mini-culto suficiente como para animar a Adam Green a lanzarse con una cuarta parte superada ya una década desde la original, y estrenarla sin anuncio previo, ni aviso alguno, cosa esta que dado cómo anda el patio está muy bien y se agradece (y cada vez se impone más). En ella, el cineasta retoma el puesto de director/guionista y cambia el título, en lugar de "Hatchet 4" tenemos "Victor Crowley".
No hace ninguna falta haber visto las otras para consumir esta, ya que, primero, te hacen un estupendo resumen al principio y, segundo, esquemáticamente sigue siendo un slasher sin mayores complicaciones. El superviviente de la última masacre es convencido por su agente para volver al pantano donde todo ocurrió junto a un equipo de televisión. Van en un avión privado que se estrellará justo donde no debe. Muy cerca, andan unos chavales que quieren rodar un trailer con el que convencer a posibles inversores de que Victor Crowley es buen tema para un largometraje (estos detalles destinados a los auténticos devotos son los que me molan de Adam Green). A través de un móvil, alguien recitará el conjuro vudú que hará regresar a Crowley de la tumba y emprenderla a hachazos, y lo que haga falta, con todo el reparto, que intentará resistir recluyéndose en los restos del avión.
Como suele pasar con todas las películas de la saga, esta arranca muy bien, de modo harto interesante y entretenido, pero en cuanto se planta en la parte puramente slasher, la cosa comienza a tambalearse. A veces más, a veces menos. En "Victor Crowley" ese tambaleo es soportable, el ritmo flojea pero no decae, y el conjunto se lleva bastante bien. La parte de comedia es especialmente visible en el primer tramo, donde llegué a reírme a carcajadas con el modo en que el piloto del avión se comunica con los pasajeros. Y, por supuesto, tampoco falta el gore, tan extremo como gran guiñolesco, hay muertes realmente brutas que contrastan con otras menos gráficas. Es irónico que, teniendo en cuenta toda la sangre que presencié durante el visionado, el único fallecimiento que de verdad me afectó, por su dureza y realismo, es uno sin gota de hemoglobina, pero sí mucha agua.
Otro de los aspectos comunes de la saga son los cameos o los pequeños papeles reservados para "viejas glorias" asociadas a los clásicos modernos del cine fantástico. Dada la inmensa galería que en ese sentido sumaban los castings de los tres primeros "Hatchet", para esta ocasión había menos donde rascar, pero algo hay: Felissa Rose de "Sleepaway Camp", la scream queen Tiffany Shepis y Tyler Mane (el "Michael Myers" de Rob Zombie) son los más evidentes. Cameo también para el propio Green y su querido perro.
El cortante final es cojonudo, así como la canión de "Ignitor" que suena durante los créditos.
"Victor Crowley" está dedicada a Wes Craven y George A. Romero. Bonito gesto de cuya sinceridad no dudo viniendo de quien viene.