Entonces, Álex de la Iglesia es muy consciente de que tiene
a dos públicos que contentar, al del cine fantástico y a este de las señoras.
¿Cómo conseguir ese ritmo de producción? Auto referenciándose a sí mismo. Hace
ya mucho tiempo que sus películas son mezclas de varias películas suyas que
funcionaron. Todas le deben algo a “Muertos de risa” (Para mí, su mejor
película), a “La Comunidad” y al corto “Mirindas Asesinas”. Aunque de ese De la
Iglesia, del genuino, del de “Acción Mutante” y “El Día de la Bestia”, ni
rastro… (Aunque hay que ver lo endiosadas que están también esas malas
películas).
Ahora vuelve con “El Bar” y nos ofrece un poco más de lo
mismo que nos viene ofreciendo en los últimos años, solo que un poco mejor.
Solo un poco.
En “El Bar”, Un grupo
de personas que se encuentra en un bar, ve cómo cunde el pánico cuando dos de
ellas, al salir al exterior, son disparadas en la cabeza, por lo que se quedan
dentro sin posibilidad de salir. Pronto descubren que algo pasa en las
cercanías, y que es de tal magnitud que la prensa lo oculta, por lo que la
estancia en el bar se convertirá en una lucha por la supervivencia, en la que
cada uno de los implicados sacará lo mejor (o lo peor) de él.
Nada nuevo en el horizonte, un grupo de personas encerrados
en una situación extrema. Y todo ello ejecutado con esa conciencia de gustar a
sus dos sectores de público mayoritario.
El problema de “El Bar” es que por cada secuencia
interesante en la narración, hay otra de tedio absoluto, con lo cual no termina
de quedar equilibrada, si bien es cierto que visualmente está muy bien, con un
diseño de producción muy majo y vistoso. También sería una de sus películas mejor
rodadas, y además, montada con brío. Pasa
del aprobado, sin embargo, hay algo que propicia que la película sea bastante
peor de lo que es; los actores. La mayoría están bien, correctos, sin
estridencias. Pero hay tres que están para matarlos.
Carmen Machi, no es que esté mal del todo, pero interpretando
a un ama de casa ludópata, de esas que se dejan los cuartos en las tragaperras,
el soniquete que tiene cada vez que habla, pone al más pintado de los nervios,
máxime cuando esta se sorprende o quiere enfatizar algo de su texto.
Jaime Ordoñez, proveniente de la factoría de José Luis
Moreno, con esa voz impostada porque su personaje es un personaje extremo. Un
vagabundo de esos que se cagan en dios. Lo hace tan, tan, tan mal… que hablar
de vergüenza ajena es quedarse corto.
Blanca Suarez, es una actriz malísima a rasgos generales.
Eso si, está buena, y como aquí sale media peli en ropa interior sucia y
rasgada… pues eso ya es suficiente para que se hable de ella bien como actriz.
En fin, un desastre.
Por lo demás, la película, sin encontrarla espantosa, que no
está mal del todo, me deja frío tras su visionado. Pero es mejor eso que la
indignación que me provocaron sus películas anteriores.
Obviamente, cumplirá con las expectativas de sus fans.