La cinematografía emergente portorriqueña cuyo auge, al
igual que el de la mayoría de las cinematografías de habla hispana, comienza a
notarse con la llegada del video digital con el que los portorriqueños facturan
sus películas por pocos duros y mucho ímpetu.
Sin embargo, durante la década de los 60, el cine
portorriqueño tuvo unos años de bonanza durante los cuales se rodaron los
títulos más exitosos de su cine. De esa década, en la que se sucedían las
co-producciones con México y ciertos amaneramientos norteamericanos, surgen una
serie de películas de cine negro y
comedia como géneros mayoritarios, que sitúan el cine puertorriqueño en un
lugar de honor dentro de las exóticas cinematografías latinas.
Por otro lado, la idiosincrasia portorriqueña, tan asociada
a la estadounidense en la actualidad, en los años 60 es bastante parecida a la
española y absolutamente pareja a la
mexicana, por lo que la película que nos atañe, “El derecho de comer”, es una
suerte de película de Cantinflas mezclada con el poperío propio de la época y
que no nos costará identificar como deudora de las películas yeyés de Pili y
Mili, Marisol o el Dúo Dinamico.
Y es que protagonizada por René Rubiella “Findingo”, cómico
puertorriqueño, y la cantante Lisette
—de los que hay poquísima información en la red— “El derecho de comer” cuyo
título en sí mismo no es más que una parodia en alusión a “El derecho de
nacer”, telenovela folletinesca mexicana de gran éxito en la época, nos
presenta los avatares de un par de vagabundos que se las tienen que ingeniar
para echarse algo a la boca, mientras lidian con una cartera llena de dinero,
de procedencia un tanto turbia, que como
pobres honrados que son deberán devolver a su legítimo dueño, mientras viven
mil y una calamidades en torno a la comida y se suceden un par de numeritos
musicales. Una comedia blanca, para toda la familia y muy de la época.
Lo que me llama poderosamente la atención, es el personaje
de Findingo, un incuestionable sosias de Cantinflas, claramente inspirado en el
arquetipo mexicano y que tantos “Exploitations” trae consigo en su país natal
que, sin embargo, es la viva imagen de nuestro Carpanta, el entrañable
personaje de cómic creado por Escobar. Y es que si de aspecto es exacto —de
hecho es una recreación que me valdría como hipotética adaptación del
personaje— no lo es menos en su modus operandi y al igual que el personaje de
cómic, cuando Findingo parece que por fín se va a echar algo a la boca, siempre
ocurre una desgracia que se lo impide truncando lo que parece que va a ser un
triunfo culinario. Y para mayor acercamiento al personaje, Findingo, al igual
que Carpanta, vive debajo de un puente.
Obviamente, el arquetipo es muy claro y obvio tratándose de
un homeless que vive a la intemperie, pero los parecidos y coincidencias son
tan escandalosos, que yo diría que “El
derecho de nacer”, es una adaptación apócrifa y latinoamericana de nuestro
querido personaje. Ahora, cuanto hay de cierto en esta suposición es algo no
nunca sabremos, por lo complejo de estas cinematografías olvidadas e ignotas,
amén de que no tengo ni la más remota idea de si el personaje de Carpanta era
popular en Puerto Rico, así que, lo dejamos en el aire.
De cualquier modo “El derecho de comer” es una extraña
muestra de la comedia popular portorriqueña de los años sesenta, un tipo de
cine prácticamente desconocido en todo el mundo y como tal, como absoluta
rareza, bien merece la pena un visionado, que hoy todo está pululando por la
red.
Al margen de su condición, la película está entretenida del
mismo modo que lo estaba el cine popular de los 60 de nuestro país, sin mayor
pretensión que la del entretenimiento, e incluso, podemos llegar a reírnos con
algunas de las ocurrencias del tal Findingo.
Dirige Leo Fleider, que es una suerte de Ladislao Vadja a la
portorriqueña —Fleider era Austrohúngaro— que hizo carrera en Puerto Rico
realizando películas de los más varipintos géneros.