Un disparate insípido y aburrido que, a priori, llama la atención por esa propuesta en el aire sobre punks de vacaciones. Por supuesto la película se agarra al estereotipo punk del cine de explotación de los 80 y lo que nos presenta es un híbrido de punk entre lo post-apocalíptico y los que se cargaba Charles Bronson en la saga de “Death Wish”. Huelga decir que son los malos de la función y, además, como dice uno de los personajes, también son comunistas. Es tal la caricatura que se nos muestra que, de no ser porque es americana, “Vacaciones Punky” bien podría ser una entrega más de la saga mexicana de “Intrepidos Punks”, solo que la que nos ocupa no es ni la mitad de demencial y divertida que cualquiera de estas. Esto es más parecido a un telefilm setentero de tercera categoría ambientado en la América redneck que a cualquier otra cosa.
El artefacto va de unos punks que se meten en un restaurante y uno de ellos se lía a hostias con una máquina expendedora. El dueño del local le increpa por ello y, en consecuencia, el punk le dispara a sangre fría, causándole la muerte. De este modo, las fuerzas vivas de la localidad donde esto ha sucedido, tomaran las armas para acabar con estos punks que, mientras, se han adentrado en el desierto y tomado como rehén a la hija del dueño del restaurante. Comienza así el festival de diálogos tontos y disparos que suenan, pero no se ven.
Mala hasta rabiar, “Vacaciones Punky” es la consecuencia de confiar la dirección de una película de bajo presupuesto a un novato recién licenciado en el American Film Institute que no se había puesto tras las cámaras más que en algún ejercicio de prácticas. Le salió esta infamia y, comenzado el rodaje en 1984, paralizado hasta 1987 por falta de pasta y finalmente estrenada en vídeo en 1990, decidió firmarla bajo el seudónimo de Stanley Lewis. Por supuesto, el tal Lewis no se le han vuelto a acreditar más películas tras esta, pero, quien se esconde tras el seudónimo, a día de hoy es un misterio.
Por lo demás no hay nada en “Vacaciones Punky” que destaque o invite a ser consumida. Es la negación absoluta, el suplicio hecho celuloide. Solo un plano detrás de otro sin mucho orden ni concierto. No hay humor involuntario, la acción es sosa e insípida y las interpretaciones comedidas. Bienvenidos a la nada más absoluta.
De todas formas a los americanos les gusta preservar todo y, siendo “Vacaciones Punky” una película que no cuenta precisamente con un fandom enfervorecido como otros títulos de similar calaña, no hace mucho fue rescatada por Vinegard Syndrome para una edición en Blu Ray de lujo cargada de extras.
“Punk Vacation” en nuestro país no cuenta con edición física alguna ni en VHS ni DVD, se estrenó directamente en televisión en algún canal autonómico donde fue bautizada con el título que ilustra la reseña y que nos cuela en el mismo ese alegre “punky” que es como se le llamaba aquí a los punks en los 80 y 90, al menos a aquellos del calimocho, el rollo político y los pies negros; los “punkys”.