“Beasties” es una película cuyo argumento apenas se entiende en la que, tras una invasión extraterrestre, unos pequeños aliens surgidos de una nave espacial con vida propia se dedicarán a atacar a cuantos adolescentes se cruzan en su camino. Por otro lado, tenemos una especie de sociedad post-apocalíptica formada por punkies que no traman nada bueno. Y un protagonista nerd que junto a su novia tendrá que luchar contra todo esto.
Realmente nos enfrentamos a una película perpetrada por una suerte de Juan Palomo de Fresno, Steven Paul Contreras, que con 60.000 dólares del ala y una cámara Súper 8 capaz de registrar sonido directo, se rueda por su cuenta y riesgo una película de ciencia ficción titulada “The Bionaut”, con algunos FX resultones y un par de criaturas fabricadas a partir de marionetas más o menos apañadas. Sin embargo, y pese a su empeño por lo contrario, se ve una película muy barata y cutrecilla que a día de hoy puede tener cierta gracia, no solo por la pobreza de medios, sino además por el desfile de clichés ochenteros que ostenta, es decir, desde los punkies más malos que el demonio, hasta el protagonista, el típico nerd con gafas de pasta y pintas de empollón, que parece salido directamente de una sex comedy. Hoy todo esto sería muy común en cualquiera de esos productos posmodernos paridos para complacer a pazguatos treintañeros que se corren viendo “Stranger Things” y tienen una percepción distorsionada de cómo se supone que era el cine de los ochenta —porque no lo vivieron—. Pero es que en este caso, no da lugar dicho posmodernismo porque se trata de una película genuinamente de los 80, y de ahí la gracia, metiendo todos esos clichés de manera inconsciente, porque es lo que tocaba. Con su película bajo el brazo y un dinero invertido en el montaje, a Steven Paul Contreras no se le ocurrió otra cosa que hacer copias de VHS que él mismo distribuiría a los vídeo clubs locales llegando a poner en circulación unas 80 cintas con su obra.
Estamos en 1989 y es la era dorada del vídeo, los direct to video son un negocio redondo y a cada película rodada de forma amateur que sale a la palestra le aparece un mecenas dispuesto a hacerle ganar unos dólares a su creador. Así, con “The Bionaut” siendo distribuida de forma marginal, llama a la puerta de Steven Paul Contreras nada menos que David DeCoteau, que de esto sabe un huevo, con la intención de comprar los derechos para su distribución nacional. Sin embargo la película tal y como la concibió Contreras no resulta demasiado atractiva para el gran público, motivo este por el que DeCoteau decide hacerle una limpieza de cara. En primer lugar, con un metraje rozando las dos horas de duración, la someterá a una considerable poda —motivo por el cual no se entiende nada del argumento— de al menos 20 minutazos (que 25 años más tarde se rescatarían para la versión integra lanzada en DVD), por otro, decidirá que eso de “The Bionaut” no es comercial. Y cómo en ese momento están de moda las películas de bichejos (gracias en parte al éxito de “Gremlins 2”), y como en “The Bionaut” aparecen dos o tres pequeños aliens que pueden asemejarse un poco a los Gremlins, DeCoteau le cambió el nombre a la película, pidiéndole a Charles Band que le ceda el título de “Beasties”, que era bajo el que en un principio se iba a estrenar “Ghoulies”. De este modo, haciendo pasar la película por un expolio más de los muchos que sufrió en aquellos momentos el film de Joe Dante, se aseguran un buen número de cintas vendidas.
Sin embargo “Beasties” apareció en el mercado en 1991 y, quizás, este tipo de películas baratas ya no tenía el tirón de unos años atrás, porque el bueno de DeCoteau se llevó un buen batacazo con el lanzamiento. Apenas consiguió vender 200 unidades en todo Estados Unidos, por lo que se convirtió en un fracaso tan grande, que cuando DeCoteau se volvió a reunir un tiempo después con Contreras, le devolvió los derechos, el master y le deseó suerte. También le aseguró que si hubiera llegado con la película un par de años antes, ambos se hubieran forrado, pero que en aquel momento ese tipo de material cochambroso no tenía tirón.
Contreras no volvería a ponerse detrás de las cámaras jamás, ni tan siquiera cuando, tras un momento de subidón al reeditarse su película en DVD en 2005, anunció a bombo y platillo que iba a rodar “Beasties 2”… todavía le estamos esperando.
Por todos estos motivos, porque solo se vendieron 200 copias de la misma durante los 90 y por su condición de película extraña, “Beasties” goza en la actualizad de cierto culto (poco) y se la tiene en cuenta como un pequeño clásico del cine mierdoso, pero lo cierto es que hay que echarle valor para enfrentarse a ella; Tiene unos cuantos FX que son curiosos y resultones, sí, pero ocupan el 10% del metraje. El resto, punkies manteniendo conversaciones sobre imperceptibles fondos negros y aburrimiento a raudales, como ya me imaginaba minutos antes de darle al play.