En general detesto toda clase de religión, venga de donde venga. Intento respetar las creencias de cada cual, pero en este sentido se me hace muy difícil... sobre todo cuando ellos son los que no me respetan a mi (ni al resto de los que piensan como yo). Entiendo que la religión fuera una necesidad en tiempos en los que el hombre nadaba entre la más absoluta de las ignorancias. Al desconocer todo sobre todas las cosas, únicamente encontraban respuesta en sus absurdas creencias sin base ni fondo. Lo que me abruma, lo que me cabrea, es que hoy día, en pleno siglo XXI, con todo lo que sabemos y toda la experiencia acumulada, todavía haya quien sea profundamente religioso. Desde mi punto de vista, es un atraso acojonante. Y la prueba es que cuanto más pobre e inocente es el país en el que piensas, más peso tiene allí la religión. Algo que les va de puta madre a aquellos que viven del cuento. Tal vez por eso me ha gustado "Black Death", una peli que, en esencia, habla de los estragos que pueden llegar a causar las creencias religiosas.
Estamos en la edad media. La terrible peste negra campa a sus anchas, sin embargo, existe un pueblecito que, como el de Astérix y Obélix, vive en perpetua felicidad gracias a que, aparentemente, allí la enfermedad aún no se ha manifestado. Convencidos de que tras ello hay alguna clase de brujería, la iglesia manda a un grupo de mercenarios asesinos a investigar. A estos los acompaña un monje que mantiene en secreto un romance con una moza (puntazo: los enviados de dios son los personajes más amorales de la peli). Al llegar al pueblo en cuestión, las cosas se complicarán de mala manera y la ignorancia por ambas partes desencadenará el drama. El desenlace es cojonudo y explica claramente cómo la religión puede llegar a convertir a un ser inocente en un auténtico monstruo sediento de sangre.
Estupendamente rodada, estupendamente interpretada, con una ambientación cuidada hasta el detalle y sencillamente cojonuda, "Black Death" es la cuarta -y mejor- peli de su interesante director, Christopher Smith, responsable también de film visibles -aunque tampoco especialmente brillantes- como "Creep", "Desmembrados" y "Triangle" (o "Cómo sería "Los Cronocrimenes" si les hubiera quedado bien"). Frente a la cámara, el raro Eddie Redmayne, Sean Bean y David Warner en un escueto rol.
Alejada de cualquier fórmula facilona y comedidamente -y agradecidamente- poco previsible, resulta difícil encajar "Black Death" en un género determinado. Lo más cómodo es meterla en el saco del "fantastique", aunque solo sea gracias a su extraña y a ratos inquietante atmósfera (y unas escuetas pero efectivas dosis de gore).
Recomendable.