Aquí, una escuela de Ballet clásico está al borde de la
quiebra, por lo que deciden abrir plazas para dar clases de baile contemporáneo.
Además, el dueño de la escuela impone,
como nuevo director del centro, a su sobrino ¡un recién salido de prisión que
responde al nombre de David Bronson! Por otro lado, tenemos a un desmadrado
trabajador del equivalente californiano al Merca-Madrid (vamos, que transporta frutas) que no sabemos por qué
cojones acaba en esa escuela, todo sucio y desaseado, y resulta ser un
excelente bailarín. Envidias entre estilos musicales, amoríos medio retarded y
muy confusos y una especie de concurso final, componen las casi dos horas de
metraje que tiene la película.
Por si eso fuera poco, incluyen numeritos musicales interpretados por los hermanos Guido
y Mauricio de Angelis que provocan el rechazo y el sopor más salvaje, por no hablar de las
coreografías de baile, tanto clásico como moderno, ejecutados por bailarines
que, o bien no han bailado en su puta vida, o bien son paralíticos. Que todos
son retrasados se da por hecho.
Obviamente, entre tanto desbarajuste, alguna risotada te
echas, pero esta suele ser muy discreta. El metraje es demasiado largo y el
aburrimiento se instala en una película en la que, siendo todo muy de cajón,
con una trama sencillita y para espectadores sin pretensiones, al final se
vuelve una película confusa que no se entiende nada –sobretodo las historias de
amor- por culpa de un guión de mierda y una dirección incompetente, al igual
que el montaje.
“Dance Academy” como producto “exploitation” que es, tiene
cierto interés, pero una vez saciado, no sirve ni para tirarla a la basura. Es
terrible.
El reparto merece la
pena ser reseñado, a pesar de lo desconocido que resulta, porque se trata de un
reparto de auténticos perdedores y actores de tercerísima categoría:
Laura Behr, apareció antes en un episodio de “Fama”, y tras
“Dance Academy” no volvió a aparecer en ningún sitio más, sin embargo si que se
mantuvo dentro del mundo del espectáculo, formando parte del equipo misceláneo de
series de televisión como “Star Trek: Espacio profundo”. Steve LaChance,
apareció como policía bailarín en “El loco mundo de Jerry” y “Dance Academy”
sería su última película. Tony Fields apareció en “Muerte a 33 revoluciones porminuto” y tras “Dance Academy” se prodigó sobretodo en televisión. Paula
Nichols debutó en “El asesino del taladro” de Abel Ferrara y luego hizo
papelitos –dos o tres más- siendo “The Wonders” su película más decente. David Dressel, apareció, además de en esta
película en “Fonda Sangrienta” de Jackie Kong. Y para finalizar, tenemos a Julie Newmar, actriz secundaria del cine clásico, que aquí daba ya sus últimos
bandazos tras estar mucho tiempo confinada en la televisión.
Y el dato friko lo trae consigo el director de esta ponzoña.
Se trata de Ted Mather (seguramente sea un pseudónimo) que, presumiblemente, se
gana la vida como músico ya que es el cantante de la sintonía de “Dartacan y
los tres Mosqueperros” de váyanse ustedes a saber que país, y compuso las
bandas sonoras de películas tan oscurillas como “Berserker”. Como director,
además de “Dance Academy”, dirigió otras dos películas, ambas de este mismo
rollo y que se titularon “Dance to win” y “Faith”. Menudo mamarracho debía ser
el tal Mather.