viernes, 17 de abril de 2015

ODIO MI CUERPO

Lo que León Klimovsky nos ofrece con esta película, es una historia de planteamiento del todo descabellado, a la par que interesante, para luego, una vez pasado ese planteamiento, ir descendiendo el interés de lo que se nos cuenta hasta importarnos un pito todo el conjunto. Y es que, bajo una fachada de cine fantástico rudo, lo que aquí tenemos es un panfleto pro-feminista de aquellos de “ponte en mi lugar”, que quizás en el año 1974 resultase rompedor, pero hoy en día es de lo más exagerado y poco creíble. Cada hombre que aparece en esta película es poco menos que un criminal sexual, a la vez que cada mujer que aparece (excepto la protagonista y ahora verán el por qué) es una retrasada mental.
Un individuo bastante mujeriego conoce a una mujer en una fiesta loca. Gracias a los efectos del alcohol, tras la fiesta, acaban teniendo un accidente de tráfico que les dejará los órganos internos bastante jodidos. Sus cuerpos dan a parar a manos de un científico loco que hace un trasplante de cerebro, es decir, el cuerpo de ella está intacto, pero tiene serios daños en el cerebro, mientras que el cuerpo de él está destrozado, pero su cerebro perfecto; así pues, le ponen el cerebro de él, en el cuerpo de ella.
Una vez adaptado el cerebro al cuerpo, este individuo tiene que hacer su vida lo mejor posible y resolver sus asuntos pendientes como hombre, cosa esta que, al ser mujer, no será tan fácil ya que tendrá que soportar los envites de aquellos que se la quieren follar (o sea, todos los tíos que se cruzan en su camino) y consentir la discriminación en el terreno laboral. Sin embargo, a la hora de seducir a alguna señorita, el problema no es que estas quieran o no, que quieren, el problema es que no puede penetrarlas…
La verdad es que arranca muy bien, como una película de corte fantástico. Y lastima que sigan por ahí los derroteros, porque justo en el momento en el que nuestro protagonista asume que está encerrado en un cuerpo de mujer y se escapa del hospital donde le han encerrado, la cosa ya me da exactamente lo mismo y me aburro, pero por el contenido social que se empeña en ser, sin llegar a serlo tampoco. Una lástima. Con todo, está entretenidilla. Y, como no, el humor involuntario hace de las suyas en mayor o menor medida.
En el reparto tenemos a Manuel de Blas (“Y si no, nos enfadamos”) dando vida al protagonista cuando es hombre y  Alexandra Bastedo (“Cabo de Vara”, “Batman Begins”) cuando es mujer, dando una interpretación muy convincente, con esas caras de asco cuando algún macho le toca, porque, claro, está interpretando a un hombre, y  la verdad es que lo hace muy bien. Secundándolos tenemos a Narciso Ibáñez Menta y Gemma Cuervo como los dos locos que trasplantan cerebros, Manolo Zarzo que ante la negativa a follar de nuestro/a protagonista entra en cólera, como es natural (irónicamente, lo digo), Eva León, Blanca Estrada, José Riesgo, Álvaro de Luna o Luis Ciges.
Klimovsky es conocido por dirigir “La noche de Walpurgis” entre otras películas de Paul Naschy, ser uno de los nombres visibles de nuestro “Fantaterror” y ser un director, a todas luces, sobrevaloradísimo.