Entre tanto, este italiano de pueblo, vivirá innumerables
aventuras en los Estados Unidos.
Esta película es histórica por varios motivos.
Resulta que a algún pez gordo de la Fox, se entera de que
hay un actor Italiano proveniente del “spaghetti Western” que lleva a las salas
a millones de espectadores de toda Europa con una serie de películas que tienen
un patrón muy definido: Los mamporros y las risas. Este actor resulta ser
Terence Hill. Tras estudiar sus películas, y tras contratar a un director de
“Exploitations” como era Jonathan Kaplan – este venía de dirigir nada menos que
“Night Call Nurses” (un “Sexploitation”) o “Truck Turner” (uno de los
“Blaxploitation” de mayor fama)- ponen un pastizal para realizar una comedia a
medida de este extranjero, una comedia de acción, con mucho mamporro y
persecuciones, al servicio de es tal Terence Hill. Si la cosa salía bien (y los de
Fox estaban convencidos de que así sería) y Terence Hill entraba en el
corazoncito del publico norteamericano como lo hizo en el Europeo (aunque a Fox
se les escapa que lo verdaderamente exitoso no era Hill, si no la dupla que
formaba con Bud Spencer) la inversión iba a ser sustancialmente beneficiosa.
¿Qué pasó? Que el puto italiano no cuajó, y la película fue un fracaso de tres
pares de cojones. Además uno muy perjudicial para Fox que ya había tenido algún
que otro fracaso más.
Este fracaso, propició que la película no se publicitara
bien en el resto del mundo. No querían venderla como “El fracaso americano de
Terence Hill”, por lo que se estrenó medio de tapadillo en el resto de mundo
pasando inadvertida, siendo conocida finalmente como “aquella película semidesconocida
que hizo Terence Hill en los USA”.
De hecho, a mediados de los setenta que en nuestro país
cualquier cosa que llevara el sello Spencer-Hill congregaba en los cines cerca
de los tres millones de espectadores, “El Heredero del Billón de Dólares” tan
solo atrajo a 730.000, una miseria para tratarse de una película de Terence
Hill. En la decadencia de estos, a mediados de los ochenta, cualquiera
de las películas de ambos actores, hacían poco menos de esa cantidad, pero aquí
estaba el rubio en pleno auge.
Y es que hay que tener también en cuenta que pintan al
personaje de Terence Hill como poco más que un retrasado mental sin opinión ni
personalidad, un “Echáo pa’lante” sin cerebro que, en su Italia natal, hace de
la cultura popular americana su modo de vida. Estos matices rozan lo ridículo,
obligando al pobre de Terence, incluso, a interpretar un teatrillo,
escenificando con un niño una escena de una película de John Wayne, dando a
entender a sus partenaires americanos que eso es lo que hace habitualmente y
que, en esta ocasión, lo escenifica para impresionarles. Verdaderamente
patético.
Pero pequeñas gilipolladas aparte (esta o la manera de morir
de su tío Millonario), no se trata en absoluto de una mala película. Es más, es
exactamente como debía ser el debut Americano de Terence Hill, una historia
como las que él solía interpretar solo que a la americana. De hecho, aquí
tenemos escenas de mamporros, solo que las coreografías nada tienen que ver con
las de sus películas Italianas, tan infantiles y blancas, que va. Aquí, los
mamporros son sustituidos por peleas de tipos duros en las que Terence reparte,
si, pero también se lleva alguno. Por otro lado, la dirección es encomiable. No
solo durante el ir y venir del personaje de Hill, que se tira toda la película
corriendo; contiene unos planos aéreos de los más bellos que he visto en una
película, con Terence peleando por la mujer a la que ama al borde de un
precipicio, en lo alto de la montaña, mientras el helicóptero que porta la
cámara se aleja, se acerca y da vueltas alrededor de la misma, en perfecta
sintonía con la coreografía de los actores… Planos absolutamente acongojantes
que evocan al mejor cine de Hollywood, que, efectivamente, es el de los setenta. De hecho, técnicamente,
es la mejor película en la que veremos a Terence Hill. Y en cuanto a niveles de
entretenimiento, le va a la zaga. Hay un par de cagadas, la xenofobia campa a
sus anchas por la producción, pero en realidad se trata de una película con un
ritmo trepidante y jodidamente entretenida, tanto que me aventuraría a decir,
incluso, que si no es la mejor película de Terence Hill, poco le falta para
serlo. Y es que los americanos son los americanos. Pero claro, ese concepto tan
mediterráneo que traía Mario Giroti (por si no lo saben todavía, que lo dudo,
el verdadero nombre de Terence Hill) ¿Qué pinta entre los americanos? Nada,
absolutamente nada. Y así le fue a la película, lógicamente.
Podía haber salido bien la cosa, como le salió a Antonio Banderas con Los Reyes del Mambo… pero no salió.
A Hill le rodearon de los mejores actores, por supuesto, así
en el reparto, junto a él, tenemos al gran Jackie Gleason (“Nada en común”, “Su
juguete preferido”), Valerie Perrine –sigo sin entender como los pajilleros ven
atractiva a este feto- vista en la saga de “Superman”, “¡Que no pare lamúsica!” o “Los locos del Cannon-ball” o Dick Miller, que comparte puñetazos
con Terence Hill, nada menos.
En cuanto al director Kaplan, luego se convertiría en uno de
los directores de estudio más eficaces, firmando películas tan famosas y
taquilleras como “Falsa Seducción”, “Proyecto X” o, sobretodo, “Acusados”. Ahí es nada. Eso si, ¿saben dónde
ha acabado?... ¡¡eso es!! ¡¡muy bien!! en la tele.
En definitiva, a mí me ha gustado la peli. Y los planos aéreos,
incluso, llegaron a emocionarme. Así pues, ¡Se la recomiendo!