lunes, 14 de agosto de 2017

SPIDER-MAN: HOMECOMING

Apenas lleva tres semanas en cartel y ya ha acumulado cerca de 800 millones de dólares en  todo el mundo. Y es que “Spider-Man: Homecoming” era el reboot que al trepamuros le hacía falta, así como “Volver a casa” era absolutamente necesario. La  decisión de Columbia, poseedora de los derechos del personaje para el cine, de compartir estos con Marvel Studios es la mejor que se ha tomado en el cine de Súper Héroes desde que este se ha convertido en el principal sustento de la industria Hollywoodiense. Y el incluir a un personaje tan querido como Spider-Man dentro del universo cinematográfico de Marvel, un soplo de aire fresco, y más teniendo en cuenta como se ha planteado el nuevo universo Spider-Man.
Como fan del personaje —es el personaje Marvel que más he leído— he de decir que ninguna de las películas existentes al respecto me han defraudado. Las de Sam Raimi, me gustaron, el primer reboot, las de “Amazing Spider-Man” un poco menos, pero también las tengo en alta estima. Sin embargo, “Spider-Man: Homecoming” es tan buena que hace parecer a todas las anteriores una puta mierda, e incluso es posible, bajo mi punto de vista, que estemos ante mi película del Universo Marvel favorita.
Y es buena, básicamente por tres motivos: La idiosincrasia del personaje exige que no sea tan espectacular como el resto, a saber, “ Los Vengadores” o “Guardianes de la Galaxia”. Y eso aquí es respetado. No es que no tenga escenas espectaculares, si que las tiene, pero a la altura urbana de nuestro amigo y vecino. En segundo lugar, todo el mundo sabe el origen de Spider-Man, así que no nos lo cuenta otra vez. No hace falta. Se limita a recordarnos que Spider-Man ya estuvo presente en “Capitán América: Civil War” y a partir de ahí se desarrolla un nuevo personaje que ya es de sobra conocido por todos. Y en tercer lugar, la película es cojonuda porque se salta a la torera todos los protocolos del universo clásico de Spider-man, y aún así, es el Spider-Man que el lector mejor identificará con los tebeos. Aquí el traje no se lo cose el propio Peter Parker, sino que se lo fabrica Tony Stark, así, tenemos un traje robotizado que e ajusta al cuerpo mecánicamente, mueve los ojos e incluso, al igual que la armadura de Iron-Man, tiene un asistente parlanchín con el que Parker se comunica. Y también tiene todos los gadgets típicos del Spider-Mán más clásico; el rastreador araña, la linterna araña, etc, así como otros gadgets que no desvelaré por no spoilear más de la cuenta.
Por otro lado, las principales motivaciones de Spider-Man no son otras que ingresar en Los Vengadores, por lo que hará méritos en su día a día. Aquí no hay Tío Ben que haga sentir culpable al muchacho, ni una responsabilidad anexa a un gran poder. Y aunque la aparición de Stark y el resto de referencias al universo Marvel son importantes para esta película, está todo introducido de una manera tan sutil, y tan hábil, que en posteriores entregas de la saga, si es que las hay, está todo preparado para que ya no sean tan necesarias, y disfrutemos de las aventuras de Spidey sin necesidad de cameos de Iron-Man, Capitán America y demás.
Otro punto que me ha llamado la atención es la distinción de clases; mientras que los Vengadores son un grupo de élite, poco menos que millonarios haciendo de las suyas con su pasta y/o súper poderes, “Spider-Man: Homecoming” quiere dejar claro que Spidey es un súper héroe del proletariado, un chaval de Queens (el Queens mejor recreado del cine hasta ahora, dónde, casi, el único hombre de raza blanca que se sitúa en ese barrio es nuestro Peter Parker) y que por lo tanto, no tiene mucho que hacer con sus coetáneos megalomaníacos. No puedo decir más sin spoilear.
Por otro lado, Tom Holland está estupendo como Peter Parker/Spider-Man, es sin duda el mejor de los tres que lo han interpretado en los últimos 17 años, y consigue un personaje simpatiquísimo con el que empatizamos, con el que nos divertimos y que resulta tierno y entrañable. Un acierto.
Así mismo, otra jugada maestra es la inclusión de Michael Keaton como El Buitre. Resulta un revulsivo para Marvel, y una patada en los huevos al subnormal de Iñarritu, ya que, intencionadamente o no, El Buitre es la respuesta de Marvel a “Birdman”, y lo hace con el actor que interpretó esa oda anti super héroes. Al margen de eso, Keaton está estupendo también, y al igual que Spider-Man, El Buitre es un villano del proletariado, un autentico currela, un albañil, hasta la polla de los poderosos y de los destrozos que causan los súper héroes. Esos destrozos precisamente, cobran un interés especial en esta cinta, ya que además de los motivos de la ira del Buitre, son la excusa perfecta para introducir a otros personajes muy queridos del universo Marvel de los cómics: Control de Daños, la unidad especial encargada de reparar los daños ocasionados por los súper héroes.
En definitiva, que está todo perfecto en este “Spider-Man: Homecoming”, amén de ser una película endiabladamente entretenida y vibrante; cada vez que Spider-Man entra en acción, la platea vibra.
El argumento es sencillo: En su afán por ingresar en Los Vegadores (como ya he dicho antes), Spider-Man trata de hacer méritos en su cuidad luchando contra el crimen, hasta que un peligroso Buitre entra en escena con planes más malévolos que le tocan de lleno a los Vengadores, y Spidey hará todo lo posible por evitar la catástrofe.
El director, Jon Watss, venía de hacer “Fan Movies” de “Robocop”. Pronto saltó al cine independiente con “Coche policial”, y ahora nos ofrece este mastodonte con el que dará que hablar (para bien) durante el resto de su carrera. Marvel no es tonta… y cuenta con esta jóven promesa para “Spider-Man”, pero es que para la próxima “Black Panther”, también cuenta con uno de los directores jóvenes más interesantes que hay en el panorama actual, Ryan Clooger, el dire de la magnífica “Creed”.
Así, da verdadero gusto ir al cine.