“Otra ciudad, otra Ley” parte de la base de volver a ver
juntos en la gran pantalla tras muchísimos años a dos estrellas del Hollywood
clásico, todavía vivas en los ochenta, como eran Kirk Douglas y Burt Lancaster.
A partir de ahí, se cuenta la historia de dos ladrones de trenes que tras pasar
en la cárcel 30 años, salen libres en plenos años ochenta. En consecuencia,
todo a cambiado mucho, ellos son ya señores mayores y no se adaptan ni al
estilo de vida imperante en esa década, ni al destino que el asistente social
ha buscado para ellos; uno acaba en un asilo mientras que el otro tiene que
trabajar en una heladería. Mientras intentan adaptarse a la situación, deciden
volver a reunir a su banda para asaltar por
segunda vez el mismo tren por el que fueron encarcelados hace 30 años. La
diversión está asegurada.
Jeff Kanew, reputado montador de Hollywood y director de la
estupenda “La Revancha de los novatos” cumplió un sueño cuando pudo juntar en
su propia película a sus dos héroes de la infancia y a adolescencia, Kirk
Douglas y Burt Lancaster. Así que se lo debió pasar como un niño pequeño
dirigiendo a las dos estrellas en esta película. O eso debió pensar cuando con
su equipo habitual comenzó a idearla. Lo que no sabía es que con los dos
actores ya ancianos iba a tener algún que otro problemilla. Aunque nada que no
hiciera merecer la pena el pegarse el gustazo de hacer esta película.
Para empezar, los dos actores, entrados ya en la tercera edad,
eran ambos sacos de manías y mientras que Burt Lancaster estaba ya achacoso y
bastante torpe, Kirk Douglas por el contrario estaba en plena forma, motivo
este por el que surgieron algunas que otras desavenencias entre los actores en
el rodaje, amén de que el caché de uno era más alto que el del otro. En
definitiva, no se llevaron bien y Kanew, en consecuencia, sufrió verdaderos
dolores de cabeza dirigiéndoles.
Por otro lado, Lancaster, que ya había tenido operaciones de
corazón y llevaba un cuadruple bypass, tenía serias dificultades para memorizar
los diálogos, por lo que tenían que ponerle enormes carteles con su texto para
que los leyese durante sus escenas. Tampoco los podía leer correctamente,
motivando que el desarrollo de la filmación se complicara constantemente. Por
suerte, el oficio de Lancaster era mayor y, cuenta Jeff Kanew, que finalmente
salvaba la papeleta con talento tirando de improvisación o cuando, tras muchas
tomas, lograba recordar sus textos. Por el contrario, Douglas se encontraba
como pez en el agua, por eso se reservaban para él las escenas más dinámicas,
como cuando tiene que bailar en la discoteca frenéticamente. De hecho, ahí
sigue el hombre con 102 años que va a durar más que su propio hijo.
“Otra ciudad, otra ley” cuya colección de tópicos y clichés
es abrumadora, que puede pecar de tontorrona y por momentos pasamos algo de
vergüenza ajena con Douglas y Lancaster en las situaciones por las que se les
hace pasar (Douglas con un traje chillón
y ochentero para ir a la disco o el enfrentamiento de los dos abueletes contra
una panda de gangztaz en un suburbio, son momentos verdaderamente bochornosos),
sin embargo funciona a todos los niveles gracias al entretenimiento que nos
proporciona toda la película, que por otro lado, está sembrada con buenos gags
y diálogos divertidos. Por lo demás, es una comedia de “pez fuera del agua” con
todo lo que este subgénero conlleva.
El tramo final, hace aguas por todas partes.
Así, el paso del tiempo, la nostalgia, y lo simpático de la
propuesta, hace que pasemos por alto cualquier irregularidad y que disfrutemos como
enanos durante el visionado de la película.
Siendo la primera producción de la Touchtone Pictures como
tal, que en los 80 hacía comedietas ligeras para todos los públicos como
churros, así como alguna cinta potable de acción, en el reparto tenemos a Elli
Wallach que está divertidísimo y que ocupa el puesto de un veterano Adolph
Caesar que falleció durante la preproducción, un debutante Dana Carvey con cara
de bobo que luego se convertiría en uno de los cómicos con menos gracia de la
escena americana, y que, en el casting, le levantó el papel a un Jim Carrey que
no acababa de hacerse un hueco en la industria (luego la reventaría como saben)
y un Charles Durning, haciendo de Charles Durgning
En cuanto a la filmografía de Jeff Kanew, iregular hasta
decir basta, cuenta con títulos como, además del ya mencionado “La Revancha de
los novatos”, “¡Te pillé! (Gotcha!)”, “La tropa de Beverly Hills” o “Detective
con medias de seda”, que me provocan, a rasgos generales, un montón de
simpatía. Aunque lleva inactivo desde 2013, lo más destacado que ha realizado,
una vez entrado en la década de los 90, sería el documental que le dedica a
Kirk Douglas titulado “Kirk Douglas: Before I Forget”.
Mención a parte merece su película de bajo presupuesto para National
Lampoon “Adan y Eva (Ella siempre dice no)” que está bastante decente y
divertida.