Por otro lado, hordas de treintañeros de una generación
después de que los films de Cannon estuvieran en los cines, reivindican la
compañía como una chufla; para ellos, que vivieron esas películas ya como una
cosa vintage a partir de la era de Internet, Cannon es sinónimo de cine malo y
gamberro, casi como si de un “TheAsylum” se tratase.
Sin embargo los de mi generación, anterior a esta que les
digo, si que vivimos los estrenos de Cannon tal y como se los vendía en la
época: Grandes estrenos de cine de primera fila. Aunque también es cierto que
hay mucho mastuerzo de mi generación que abraza el concepto de productora
“guay/chunga” que venden los de la generación posterior; no es cosa de edades,
sino de idiotas. Ni tanto ni tan calvo, habría que calibrar estas películas
desde otro punto de vista en el que no influyese ni la ignorancia ni la
nostalgia.
Pero a lo que voy es que “Electric Boogaloo: La loca historia
de Cannon Films”, que se toma la compañía de Golan y Globus a cachondeo, iría
más destinada a esa generación de retrasados mentales incapaces de distinguir (ni
disfrutar) el cine malo en condiciones, que afrontan el visionado de ese documental
como si fueran Gremlins ante “Blancanieves y los siete enanitos” mientras dure
la moda.
En cambio, el documental que nos ocupa, “The Go-Go Boys: The
inside story of Cannon Films”, que para empezar trata con cierto respeto a sus
protagonistas, Menahen Golan y Yoran Globus, se mantiene imparcial ante la
calidad de las películas y mantiene un punto de vista más sereno sobre lo mismo
que nos está contando el otro documental, ergo, obviamente, va más destinado a
los de mi generación de rancios, amargados y llenos de manías. Entonces,
mientras que “Electric Boogaloo” nos vende un circo, “The Go-Go Boys” nos vende
la historia de dos emprendedores.
Digamos pues, que la intención de uno es reírse a base de
artificios y la del otro documentar. Al margen de esto ¿Cuál de los dos
documentales sería mejor? La verdad, no sabría decirles cual es mejor. A mí me
ha gustado más “The Go-Go Boys” porque no me está tomando por un estúpido (el
otro trata al espectador como retrasado mental), es más calmado y diría que
está mejor dirigido. “Electric Boogalo” al final mete demasiada información a
un ritmo casi imposible de seguir. Sin embargo también es muy interesante ese
punto de vista y al final yo creo que ambos documentales se complementan, pero,
me gana “The Go-Go Boys” que incluso logra conmoverme en el momento en que
Golan y Globus se reencuentran después de años sin verse. Muy bonito. Pero
también explica mucho menos sobre las películas que el otro. Así que, los dos,
finalmente, son uno.
“The Go-Go Boys: The inside Story of Cannon Films”, con su
estructura de cabezones parlantes e imágenes de archivo y, más centrado en
Golan y Globus que en las películas, se llevó malas críticas que acusaron al
film de favoritismo hacia estos dos piratas y de omitir que las películas que
hacían en realidad eran una mierda. Vamos, que los críticos prefirieron el otro
festival para descerebrados.
Dirige el asunto Hila Medalla, documentalista seria israelí
que, naturalmente, siente simpatía ante los dos individuos que pusieron el cine
israelí en el mapa y, por el camino, se follaron Hollywood.
Muy recomendable.