Los artistas que participan en el concierto son grandes
conocidos en el mundo del rap y el R&B, y van desde Mos Def, Fugees, The
Roots o Dead Prez a todopoderosos que comenzaban a despuntar entonces como
Kanye West o consagradas cantantes como Erika Baduh o Jill Scott. Por otro
lado, Chapelle anima el cotarro entre actuación y actuación con gracietas y
chistes.
El documental está filmado con un par de cámaras y,
básicamente, lo que hace es retratar todo el proceso desde tres días antes del
concierto, cuando en Ohio, Chapelle, se lía a repartir invitaciones y a fletar
autobuses para llevar a gente hasta Brooklyn, así como nos muestra actuaciones
del concierto, momentos en el backstage, declaraciones de gente extraña que
pulula por el barrio donde se va a celebrar el concierto y, sobre todo,
momentos intermedios donde Chapelle nos va dando sus impresiones.
Todo muy bien, muy correcto y muy altruista, con momentos
emotivos que de puro babosismo puede llegar a sonrojar al espectador y mucho
“mira que genial soy, lo que he organizado para la gente pobre” por parte de
Dave Chapelle, cuyo ego hace cuestionar al espectador si estamos presenciando
un alarde de generosidad o un ataque bastante severo de megalomanía.
Como fuere, el documental, con sus momentos estupendos, no
llega a ser todo lo interesante que podría haber sido, es largo en exceso y, si
me apuran, me sobra tanto Chapelle en escena. Cae gordo.
No obstante, “Dave Chapelle’s Block Party” resultó ser una
exitosa Concert Movie que costó apenas tres millones de dólares para recaudar
doce, amén de haber vendido su edición en DVD más de millón y medio de copias,
con lo que fue un negocio redondo para el negro que a partir de este acto
altruista comenzó a ganarse el favor del público de forma masiva. A día de hoy,
es uno de los comediantes afroamericanos más importantes de la escena
estadounidense.
La película se dejó ver en el Festival Internacional de cine
de Toronto donde cosechó el beneplácito de la crítica y el público, así que
¿Qué más quieres Chapelle?
Michel Gondry, intenta impregnar a lo que en el fondo es un
vídeo casero, algo de su toque modernuqui, pero a fin de cuentas, aún
acreditado como director, Gondry aquí no es más que un elemento muuuuuy
secundario. Un documental con mucho que aportar a la carrera de Chapelle, y
nada a la de Gondry.
Regularcillo. No es demasiado bueno.