Película de Roger Corman adscrita al drugsploitation que, en
cierto modo, es un pequeño antecedente de “Easy Rider”. Por un lado, porque
esta tiene en su haber media plantilla de aquella. Jack Nicholson escribe el
guion —con toques autobiográficos basados en sus experiencias y en su ruptura
marital—, Peter Fonda y Dennis Hooper, la protagonizan. También tenemos por ahí
a Bruce Dern. Y por otro, porque,
indiscutiblemente, esta película le sirvió a Hooper y Fonda de espejo en
el que mirarse. Es obvio que tomaron buena nota de esta serie B en la que
trabajaron para luego plasmar su locura en “Easy Rider”… Solo que si aquella es
una película que pasó a los anales como uno de los pilares del cine de los
setenta, esta es bastante mala, tediosa y ridícula.
La cosa va de un individuo que se da a las drogas,
concretamente el LSD, en el momento que se entera que su mujer le ha puesto los
cuernos. Empieza a frecuentar ambientes de hippies y drogadictos, y comenzará a
consumir drogas con ellos. Así, tendrá buenos y agradables colocones a la vez
que los tendrá malrolleros; sirvan ambos tipos de colocón para mostrarnos
escenas psicodélicas y experimentaloides que compondrán el grueso de la
película. Imágenes calidoscópicas, proyecciones psicodélicas sobre los actores
que simulan hacer el amor, y toda suerte de efectos baratos para conseguir
recrear algo bastante parecido a lo que es un viaje de tripi. Y de verdad,
Corman, lo consigue. No es gratuito; durante la preproducción de la cinta,
tanto Corman como su séquito de futuras estrellas consumirían LSD con el fin de
saber cuáles eran sus efectos para poder plasmarlos en imágenes de la manera
más rigurosa posible. Bruce Dern no,
Bruce Dern no quería saber nada del asunto.
El guion fue concebido por Nicholson para hacer él mismo uno
de los papeles protagonistas (el de Bruce Dern), pero tras estudiarlo
concienzudamente, Corman sugirió que mejor él no apareciera en la película. Y
como buen discípulo, Nicholson obedeció.
Pese a que la película abre con unos créditos que, para curarse
en salud, advierten al espectador sobre los efectos nocivos de esta droga
(cuando lo que pretende en realidad es mostrarnos a gente tomándola sin ningún
motivo y pegándose un buen viaje), en Reino Unido, el BBFC consideró que se
trataba de una obra de corte sensacionalista y una apología del consumo de LSD,
por lo que la película quedó prohibida en Inglaterra hasta 2002 que por fin se
pudo comercializar. Claro que en Inglaterra eran muy dados a prohibir todo lo
que se alejara un mínimo de lo políticamente correcto. No obstante, aunque
estuvo casi 40 años prohibida, durante lustros la película circuló de mano en
mano de manera clandestina y pirata.
El film es bastante chungo, puede dar la sensación de que
estamos ante una película más o menos cuidada porque su fotografía es
estupenda, pero luego el montaje es un amasijo de conceptos e ideas soltadas a
su ser a modo de máquina de gotelé. Por otro lado, hay escenarios y vestuario del medievo que se
cuelan en algunos de los momentos oníricos en los que Fonda se come un tripi.
No he podido contrastarlo pero es fácil deducir que esos escenarios y vestuario
fueron reaprovechados de otra película en ciernes. No sería descabellado.
También tenemos por ahí el cameo imprescindible de Dick
Miller… y poco más. Mucha lucecita, mucho colorín, y millones de planos para
una trama casi inexistente y que, en el fondo, da bastante lo mismo. La gracia
está en ver a toda esa tropa pasándoselo de puta madre en el rodaje y,
curiosamente, actuando espantosamente, sin plantearse siquiera lo que les
sucedería años después.
Para matar el gusanillo y poco más.