Durante mucho tiempo viví convencido que "Offspring" era la adaptación a la gran pantalla de la novela "Al Acecho", según las artes escribientes del fallecido Jack Ketchum. Pero no. Resulta que lo que adapta es la secuela de aquella. Es decir, la que no he leído, lo que significaba que me iba a quedar con las ganas de comparar y esputar con petulancia eso de "el libro es mejor". A pesar de todo, le tenía muchas ganas a esta película. Y el hecho de ser inédita en España no hacía más que aumentar el deseo. Y es extraño que siga siendo, en general, más bien oscura cuando su directa secuela, "The Woman", sí hizo algo de ruido. Seguida de una reciente tercera parte, "Darlin". Por fin los dioses se pusieron de mi parte, dándome acceso a una copia de "Offspring" con subtítulos, que devoré ansioso exactamente el mismo día que me la agencié.
La familia de caníbales campestres que protagonizaron "Al Acecho" salen por las noches a la caza de seres humanos. Pero ahora tienen un nuevo objetivo entre ceja y ceja, agenciarse un bebé saludable. Descubren que no muy lejos de allí vive una familia con uno y acuden a arrasarlo todo y mangarlo. Ya puestos, añaden al pack las dos hembras de la casa, por aquello de perpetuar la especie sin necesidad de hurtar. Estas, junto a los policías locales, dificultarán que los devoradores de carne humana puedan llevar adelante sus malvados planes.
Pues no está mal esta película. Nada mal. Es cierto que su deuda con "Las colinas tienen ojos" (y con Sawney Bean) es notoria, pero eso, al fin y al cabo, es culpa del material de origen, las novelas de Jack Ketchum, que aquí se reserva las tareas de guionista y actor en un breve papel. Asumido ello, toca disfrutar de un producto bastante dinámico, que nos alegra la vista con arrebatos truculentos de grado superior. Es, desde luego, la más gore de la trilogía y aquella que incluye un mayor número de muertos (especialmente gozoso cuando se trata de los caníbales). Los trozos amputados de cadáveres adornan el decorado, todo a base de efectos especiales de la vieja escuela. Presenciamos una muerte muy cruel a costa de uno de los personajes más "buenchas" de la función. Y, para más inri, también unas dosis de suculento infanticidio. No perdonan una, y nosotros lo agradecemos.
El director de bello nombre, Andrew van den Houten, venía de firmar un título que adornó los vídeo-clubs cuando estos llenaban sus estanterías con dvd's, "Headspace: El rostro del mal" (recientemente revisada, puedo afirmar que es un coñazo de puta madre), aunque la mayor parte de sus actividades en el séptimo arte son como productor, ahí sí que se marca un curriculum generoso. Lógicamente, produjo las secuelas de "Offspring", la primera dirigida por el brasas de Lucky McKee y la que hace tres por Pollyanna McIntosh (la actriz que da vida a la jefa caníbal en las previas y que no tiene problema alguno en despelotarse). Ambas gastan un molesto tufo seudofeministoide. Mejor evitarlas.