Tras acabar “Dimorfo”, Rodjara se embarcó en una auténtica odisea, la de llevar a cabo con sus escasos conocimientos y recursos, un largometraje animado de hora y media de duración.
“El pequeño Vagabundo” nace como consecuencia de las tres clases de animación que toma Rodjara en una academia, y le ayudan a comprender la mecánica del medio, pero la rueda él solo, sin subvenciones, sin ayuda de nadie y sin más nociones sobre animación que las asimiladas en esos tres días. Rodjara dibuja, colorea y filma todo. Por ello el resultado es tosco y torpe, bastante malo, pero equiparable a la animación checa o a tantos otros largos de animación ejecutados por un equipo entero y que gozaron de vida comercial. Insisto en que “El pequeño vagabundo” la hizo un hombre solo y casi de manera casera.
Como en la escuela ponían en duda que hubiera aprendido a animar en tan corto espacio de tiempo, Rodjara se curró él solito una animación que mostró al director de la academia y este le dio el visto bueno. Con esa palmadita en la espalda, se puso a trabajar en su ópera prima, “El pequeño vagabundo”.
Se trata de una versión apócrifa de “Marcelino, pan y vino” (y unos ligeros toquecitos de “Marco, de los Apeninos a los Andes”) en la que Rodjara sustituye a Jesucristo por San Francisco de Asís, y así se solucionan las posibles licencias.
Crispín es un pequeño huérfano que se va con lo puesto en busca de su tía. Una noche en el bosque, un búho le roba su hatillo. El muchacho persigue al búho, y este le lleva hasta un monasterio donde unos frailes le darán cobijo.
Un buen día a Crispín se le aparece la figura de San Francisco de Asís. Le indica que es él quien le ha guiado hasta el monasterio y deberá quedarse ahí, cosa que Crispín hace de buen agrado. Sin embargo, la figura de una señora bastante estirada que regenta un orfanato hace acto de presencia. La cosa se complicará cuando esta obliga a los frailes a que le entreguen a Crispín para llevárselo con ella y, más todavía, cuando aparece en escena un ser diabólico que responde al nombre de Sylvester, quien hará la vida imposible a Crispín cuando este, en su afán por quedarse en el monasterio, huye de la señora y vive toda suerte de aventuras.
Obviamente, a Rodjara le tomó tiempo y dinero llevar a cabo su película. Cuesta comprender como las dificultades que se le presentaron por el camino no le arrastraron a tirar la toalla.
Con "El pequeño vagabundo" en un estado de filmación ya muy avanzado, y a causa de la escasa experiencia, Rodjara decidió hacer un transfer en 8 mm con el fin de comprobar como quedaba todo su trabajo y si estaba correcta la sincronía del doblaje. Satisfecho por los resultados, decidió dejar la película apartada un tiempo y, mientras, como tenía que comer, aceptó dirigir una producción “S” en la que también andaba metido Ricard Reguant, “Sábado, Sabadete…” (que ya caerá por aquí). Ahí se estrenó como animador, puesto que se encargó de la escena de créditos con unos dibujines de corte erótico muy brutos y asalvajados, pero resultones.
Durante el rodaje de esta, un amigo de Rodjara le felicitó por su película en proceso. El animador le dijo que no se cachondeara de él, puesto que era imposible que la hubiera visto debido a que no la tenía ni terminada. El amigo le indicó que la había alquilado en vídeo. Resulta que alguien del laboratorio filtró el transfer de 8 mm y, con un doblaje cambiado, apareció de manera pirata bajo el título de “La gran aventura”, distribuida por el mítico sello "Badi Mon" —que también puso en circulación cosas como “El ETE y el Oto”— . “La Gran Aventura”, además, contaba con una portada y una sinopsis que nada tenía que ver con la película incluida, por lo que era muy difícil que alguien se diera cuenta del engaño. Rodjara denunció a la empresa que lo había pirateado, sin que el asunto llegara a ningún lado puesto que la gente inmiscuida en dicho fraude tenía la suficiente influencia como para que se desestimara el caso. En consecuencia, durante los años 83 y 84, fueron varios los sellos que editaron esa copia pirata bajo los títulos de “Mágica aventura”, tomado prestado de una producción anterior de Cruz Delgado, e incluso “La mágica aventura de Crispín”. Adjunto aquí un par de las caratulas de aquellas ediciones piratas para que vean, y si son cuarentones asiduos al videoclub, las rememoren.
Esto no amedrentó a Rodjara que continuó trabajando en la película, hasta que en 1985, y distribuida por Lauren Films, “El pequeño vagabundo” vio la vida comercial en cines en una versión completa estrenándose en Madrid y Barcelona, y exportando sus derechos a países como Japón o USA. Llegaron a verla 2500 espectadores, una cifra paupérrima, pero es que tan solo se estrenó en un par de salas en las que llegó a completar el aforo solo dos veces. Entre la recaudación, y las ventas al extranjero, se puede decir que “El pequeño vagabundo” resultó rentable, más si tenemos en cuenta que fue realizada por Rodjara en su totalidad, amén de estar circulando por videoclubes en varias versiones inacabadas.
Contó con una canción compuesta por Juan Pardo en su banda sonora, que para la ocasión interpretó Chispita. Además, incluye al principio un rótulo firmado por el director en el que explica que le ha tomado siete años de su vida completar el film y que, por fin, ve la luz. Un par de años después, contó con su edición en vídeo oficial.
Desde luego, enfrentarse a "El pequeño vagabundo" ha sido poco menos que una tortura. Es realmente aburrida y desangelada, pero creo que merece el esfuerzo, máxime cuando hay una historia tan estupenda detrás y un director tan interesante como es Rodjara.
En lo sucesivo, este continuaría con la animación, adentrándose en el cachondo mundo de los dibujos animados pornográficos con “Una novia para 7 hermanos” en el año 1991, que se vio estrenada en salas X y posteriormente distribuida en VHS exclusivamente en sex shops, y, 10 años más tarde, otra para todos los públicos, una adaptación de Ali-Babá titulada “Ali-Babá (El tesoro)” de la que no me consta vida comercial alguna.