Comedia muy afrancesada (y francesa), sosa como ella sola, al estilo de la también franchute “Drácula e hijo”, “Frankenstein 90” es un cambio de tercio en la carrera de un cineasta que llegó a ser una influencia para Martin Scorsese, o cuyos films son exhibidos a modo de obra de arte en las instalaciones de MOMA de Nueva York: Alain Jessua. También es muy francés el hecho de que un director de prestigio un día decide realizar una comedia alocada.
Así, “Frankenstein 90” tiene como principal objetivo parodiar la obra intocable de James Whale, “El doctor Frankenstein”, siguiendo paso por paso los acontecimientos del clásico, pero adaptándolos a los años 80 cuando se rodó, trufando el argumento de una serie de gags y situaciones cómicas que lo cierto es que me resultan bastante poco graciosas. No resulta original ni la idea de base, antes ya parodiaron Frankenstein con mucha más gracia y tino Mel Brooks con “El jovencito Frankenstein” e incluso Armando Crispino desde Italia con “Frankenstein a la italiana”.
Un descendiente directo de Victor Frankenstein (que también se llama Victor Frankenstein) es un doctor experto en cibernética y decide acabar lo que su antepasado empezó; así pues se dedica por las noches, disfrazado, a robar partes de cuerpos muertos con el fin de crear una criatura y darle vida. Cuando lo consigue, esta le sale con un nivel intelectual bastante alto que lo lleva a soltar toda suerte de diatribas filosóficas. Cuando el monstruo ve hacer el amor con su novia a su creador, le da cierta envidia, por lo que el doctor le fabricará una novia a base de partes del cuerpo de strippers asesinadas. Por otro lado, al tener el monstruo un carácter bastante fuerte, las cosas se complicarán cuando interactúe con el resto de miembros de la sociedad.
El resultado de la película, muy europeo y particular, como dije al principio es soso y desangelado, apenas si funcionan un par de gags, pero se deja ver por la ligereza del asunto y por el papel del monstruo interpretado por el cantante Eddy Mitchell que con su corpulencia, sus cicatrices rojas (como si fueran cicatrices reales) y su tupé que hace parecer a su cabeza cuadrada como la de Frankenstein, tiene bastante gracia. Habida cuenta de la cinefilia del artista, cuyo nombre artístico viene dado en homenaje a uno de sus actores favoritos, Eddie Constantine, se comenta que durante el rodaje se lo pasó estupendamente, no así, Jean Rochefort, uno de los actores gabachos con más prestigio en su país, que se tomó su papel de doctor Frankenstein más como un trabajo alimenticio.
Poco más que decir al respecto, tan solo destacar su maravilloso póster, con esas caricaturas gomosas y desternillantes y contar como anécdota que “Frankenstein 90”, es citada como principal “placer culpable” por el director coreano de moda, el prestigioso —y oscarizado— Bong Joon Ho. Suyas son “Rompenieves”, “Okja” o, por supuesto, “Parásitos”.