Sobrevalorada película porno, y enésima parodia en el género sobre el mito de Drácula, que tiene más nombre que gracia y es infinitamente peor que otros pornos con el vampirismo de por medio, como pueda ser “Sex and the single Vampire”, por ejemplo, que esa es un poco (poco) más divertida.
Lo más curioso de todo es que, no estando excesivamente mal ambientada, se estrenó en medio mundo en su versión amputada de sexo explícito porque por lo visto, cuando los protagonistas no estaban follando, estaban protagonizando unas divertidas secuencias de comedia. De este modo llegó a nuestros cines en 1981 en versión clasificada “S” de la mano de José Frade, ya que hasta 1983 el porno duro no fue legal en España. Y la película obtuvo cierta relevancia con casi 300.000 espectadores en salas de nicho pajero. La versión española es una cosa muy extraña, con cortes abruptos cuando los protagonistas se ponen a follar, en un metraje en el que es difícil enterarse de algo, pero que resulta hilarante porque está doblada al castellano como una película estándar, esto es, con voces habituales del cine mainstream, y eso tiene cierta gracia, el resto de la película, no. No en balde, el guion se iba escribiendo —y reescribiendo— sobre la marcha, recibiendo los actores folios con el texto redactado a mano minutos antes de rodar.
La versión completa y yankie es una película porno al uso, con folladas setenteras que pueden poner cachondo al espectador o no, y con exceso de masturbación por parte del cast masculino; se pajean demasiado para ser un film de corte heterosexual.
Bajo el título internacional de “Drácula Sucks”, posteriormente en algunos territorios se estrenó con el de “Lust at first bite”, parodiando el éxito “Amor al primer mordisco” (“Love at first bite”) rodada un año después de esta.
Por otro lado, la película está cuajada de estrellas del porno de los años 70; John Holmes y la bestia que tenía por falo, John Leslie, Seka, Annete Haven y Jaime Gillis que da vida a un pajillero y barbudo Drácula con el pelo a la permanente.
La película cuenta los avatares del Conde Drácula cuando decide irse a vivir a un manicomio en el que los internos están teniendo extraños comportamientos. Aparecen con mordeduras en el cuello o en el cipote. Por supuesto Van Helsing irá para allá a ver que demonios pasa. Todo una vulgar excusa para dar paso a las escenas de sexo.
Más interesante resulta el director, Philip Marshak, que compaginó el porno con algún escarceo dentro del cine convencional, siendo responsable de la película “Pesadilla interminable” y, por ende, del segmento de la misma incluido en ese maravilloso y loco puzzle que es “Noche en el tren del terror”. A mediados de los 80 el señor Marshak deja la dirección, siendo “Drácula chupa...” su film más popular.