El trailer de “Nefarious” de alguna manera llamó mi atención y, gracias a este, fui a ver la película al cine justo en el último pase que daba la cadena que frecuento, pocos días después del estreno. Y lo curioso fue comprobar que la sala tenía una buena afluencia de público. Lo que me cuadraba menos era que este, en su inmensa mayoría, lo componía señoras de la tercera edad, audiencia poco habitual en lo que se supone es un thriller psicológico con toquecitos de terror. “Quizás están aprovechando descuentos”, pensé.
Como fuera, al margen de que el trailer ofrecía en una de sus frases promocionales, “Una batalla teológica sin precedentes” y la pinta de ser un “El silencio de los corderos” de gama media, el argumento era también bastante atractivo: Un médico psiquiatra es llamado al corredor de la muerte para determinar si un asesino en serie posee alguna enfermedad mental que le deje exento de acabar frito en la silla eléctrica. Cual es la sorpresa del psiquiatra cuando el reo le dice que está poseído por un demonio ¿Es cierto o solo un plan urdido para escaquearse de una muerte segura? Deberán ver el film para enterarse.
Todo bien, hasta que resulta que el argumento no es más que una estratagema pergeñada por el Ministerio Cristiano de Oklahoma y que, a las claras, pretende dar un mensaje anti abortista, anti eutanasia e incluso diría que, no ya pro-pena de muerte, sino pro-silla eléctrica. El asesino de la película intenta convencer al psiquiatra de que el verdadero asesino es él, porque firmó la eutanasia de su madre e instó a su pareja a que abortara voluntariamente el bebé que esperaban y, en consecuencia, debería ir de cabeza al infierno. Todo eso camuflado de supuesta película de terror que mezcla el thriller con las posesiones demoníacas. Algo hay de esto pero ya saben ustedes con que fines. Por eso el cine estaba lleno de señoras beatorras. No es baladí porque, con el mensaje que ofrece la película, todos los curatas importantes de la iglesia católica de nuestro país fueron invitados por la distribuidora a pases privados para que vieran el film y difundieran su existencia, por eso, buscando info sobre esta cosa tan rara que acababa de ver, me topo con reseñas en Youtube de Monseñor Munilla, Don Javier Luzón y otros tantos meapilas —españoles o extranjeros— que dicen verdaderas maravillas de la película, llegando incluso a repudiar el resto de films de terror, y en concreto las que tienen que ver con exorcismos y demás, por frivolizar con temas muy serios para ellos. Esta era la buena, la que tiene calidad y no el resto de infamias que pueblan la cartelera. Porque el cine que interesa es el que deja bien el catolicismo, el resto, purria. En definitiva, que el Ministerio Cristiano ha hecho una de terror para sacerdotes y devotos cristianos tan aburridos como retrógrados —y peligrosos—.
Ahora, al margen del mensaje cristiano, de los rollos pro-abortistas y demás, “Nefarious” es una película con aires de telefilm barato, un solo escenario y dos actores hablando durante una hora y media que, la verdad, se deja ver y acaba entreteniendo lo suyo. No es mala y el mensaje siempre puede coexistir con lo cinematográfico. Si tenemos mala leche, incluso encontraremos unas buenas dosis de comedia involuntaria en la interpretación REMATADAMENTE sobreactuada del protagonista, Sean Patrick Flannery, al que han peinado de tal forma que parezca que tiene dos cuernecitos de demonio, que hace muecas constantemente (unas veces tics, otras convulsiones) y tartamudea como si del mismísimo Arévalo se tratase. A Flannery lo conoces porque lo viste dando vida a "Indy" en la serie de “El joven Indiana Jones” o en pelis resultonas como “Powder (Pura energía)” o “Los Elegidos”. Luego se sumió en la fe cristiana y comenzó a hacer subproductos de esta índole, aludiendo que esta interpretación es de las que más le ha gustado por una cuestión de fe. Le secunda en el cast, esta vez con una infra actuación que dan ganas de espabilarle a puntapiés, y luciendo bisoñé, Jordan Belfi, quien parece sacado directamente de “The Room”, pero no; este lo mismo vale para un roto que para un descosido y entre el gran número de películas en las que interviene, no he localizado ni una que merezca la pena ser nombrada aquí.
En cuanto a las labores de dirección, recaen en los nombres de Chuck Konzelman y Cary Solomon, ambos concentrados en sus mierdas cristianas y haciendo películas religiosas incapaces de mirar más allá de lo que les permite su devoción, aunque firmaron el guion hace ya más de veinte años de “Araña Mutante” que, creo recordar, estaba simpática.
No me malinterpreten, aunque sea ateo además de detestar profundamente cualquier tipo de fanatismo religioso, soy de la opinión que esta gente debe hacer películas y estas, fanáticas como ellos, deben existir, porque el cine ha de ser una cosa democrática que no entiende de razas, condición política o, por supuesto, credo.
Lo curioso es que esta peli, que está bien pero tiene una factura técnica y una textura de vídeo que tiraría de espaldas a más de uno, haya llegado a nuestros cines en más o menos buena forma, ya que estamos hablando de un subproducto muy de nicho hasta hace poco condenado prácticamente al “direct to video” o a canales temáticos. Su vertiente más hardcore, como muy bien sabrán si son lectores de este blog, sería el cine evangélico gitano. Sin embargo, en menos de 5 años yo he detectado en su pase por salas, como cristianas, además de esta, “El milagro del padre Stu”, para lucimiento y escarnio de un cada día más como una puta cabra Mark Wahlberg y “Sound of Freedom” con Jim Caviezel y Mira Sorvino, que resultó ser una sorpresa porque, además de cristiana, dejó una pasta en taquilla que muchos se cagaron encima. Y dicen que tampoco estaba mal.