Recientemente se ha estrenado en el Channel 4 de la televisión británica, una serie documental en dos episodios (una estupidez hacer de esto una serie porque entre ambos capítulos apenas se llega a hora cuarenta de duración) sobre un género tan denostado como ha sido la comedia sexual británica, este “Saucy! Secrets of The British Sex Comedy”. Se ve que en Inglaterra ha tenido cierto relumbrón, por lo que hipsters y modernos españoles, que muy probablemente no han visto una comedia sexual en su puta vida, ahora se hacen eco del documental desde sus particulares perspectivas, probablemente condenando al género por lo de siempre, pero añadiendo una nueva falsa muesca a su revolver de intereses impostados, y siempre desde el postmodernismo y buscando identificarse con una supuesta estética pop, cuando en realidad, y gracias a dios, la comedia sexual británica olía a mierda. Lamentablemente, me enteré de su existencia precisamente por el ímpetu de esta gente. Algo bueno había que sacar.
A mí siempre me han interesado este tipo de subgéneros erótico-festivos y los estudios con devoción. Precisamente es la sex comedy británica la más ignota de todas (aunque algunos de sus títulos más punteros se estrenaron en nuestro país en salas comerciales, sin demasiado éxito), de la que menos info hay y, por lo tanto, un documental de estas características lo esperaba como agua de mayo.
Se da la particularidad que, las también conocidas como T&A (Tits and Ass, o sea, películas de tetas y culos) emergieron a la vez a lo largo y ancho del mundo por diferentes motivos. En España, y consecuencia de la salida de una dictadura, tuvimos el destape y la clasificación “S” (¿es lo mismo? No exactamente, pero ya se lo explico otro día). En Italia, la sexycomedia, respondiendo a un gobierno censor que moría. Los estadounidenses tenían sex comedies, también conocidas como “screwballs” (independientemente de la comedia screwball de los años 40 que en cierto modo es madre de la sex comedy americana setentera y ochentera), que se hizo fuerte en los 80 dentro el género “teen”, y que nace más como un signo de los tiempos que como respuesta a cualquier tipo de represión. En Australia tenemos la comedia “ocker”; en este caso la idea era que la gente consumiera el producto nacional, así pues, qué mejor manera que hacer películas de risas y culos. En Argentina tenemos la comedia picaresca que nace en idénticas circunstancias que nuestro destape, tras la dictadura. En México está el cine de ficheras, que responde a un modelo de producción privado. En Alemania tenían los sex report como el pre-porno del país, y, más tarde, la sexycomedia bávara… Y, por fin, la sex comedy británica que nace, al igual que la australiana, como única manera de que la gente fuera al cine a ver el producto manufacturado en casa, llegando a ser el único género existente durante un periodo de tiempo en Inglaterra, y como único desahogo sexual en celuloide hasta que se legalizó el porno en el país, un poco como sucedía con los nudies en los USA en los años 60.
El documental repasa exhaustivamente las circunstancias y títulos punteros del género, a través de entrevistas a sus protagonistas, muchas veces tan arraigados al asunto que posteriormente no volvieron a trabajar en el cine. Estrellas del género como Robin Askwith (de la saga “Confessions”), actrices de la época que aparecieron en una o dos películas o directores de las mismas se dan cita dando su perspectiva y contando anécdotas de los rodajes, así como dramas sucedidos en los mismos. Por supuesto, como si de un debate televisivo se tratase, se ahonda en el hecho de si las películas eran o no oportunas, sobre si eran buenas o malas y en el trato que en las mismas se da a la mujer… el rollo de siempre. Como cuando llevan a televisión a Jenny Llada, a Mirta Miller y a Sara Mora, y unas dicen estar orgullosas de aparecer en aquellas películas y otras que se sentían explotadas. Sin embargo, no es un documental cuya principal intención sea destruir el género, sino más bien darlo a conocer, puesto que permanece silenciado desde hace lustros en Inglaterra. Entonces, va dando cuenta uno a uno de cada éxito. El “School for Sex” de Pete Walker, la saga “Carry on”, “Confessions” o “Adventures”, así como sus exploits, “The Ups and Downs of a Handyman” y similares. Incluso, se repiten las mismas leyendas urbanas que en nuestro país en torno al éxito de estas películas. Al igual que se cuenta que “Los Bingueros” superó en recaudación a “La Guerra de las Galaxias”, en Inglaterra se dice que “Confesiones de un Taxi Driver”, del estupendo Stanley Long, hizo más dinero en Inglaterra que el verdadero “Taxi Driver” de Scorsese. Asimismo, da gusto escuchar el testimonio de directores como Pete Walker, un fenómeno, quien hizo una serie de inteligentes y divertidas sex comedies que compaginó con el rodaje de una serie de inteligentes y divertidas películas de terror, afirmando que a finales de los sesenta, y primeros setenta, o hacías una de tetas y culos o una de terror. De lo contrario no trabajabas (porque no había más industria), así que optó por ambos géneros. También explica, ya que se le considera el pionero del british sex comedy, que la comedia sexual existe de toda la vida y que ya se hacían películas adscritas al género en los años 30, en todo caso él sería pionero del sex comedy dentro del ámbito de la exploitation, teoría que sirve también para diferenciar el screwball comedy de los años 40, del de los 70 y 80.
Igualmente el documental se centra en las vicisitudes y carrera de Mary Millington, primera estrella porno de Inglaterra, que tuvo un final muy triste, y en cómo el género va muriendo por culpa de la legalización de la pornografía y el auge del vídeo domestico.
Lo más curioso de todo es que este documental vende la comedia sexual británica como algo desmadrado y terriblemente colorido —lo suficiente como para llamar la atención de los hipsters a los que antes he hecho mención— cuando la realidad es que, de toda la producción internacional de cine de tetas y culos, la británica es la más austera, la menos divertida, la más lúgubre y extraña, con unos argumentos que casi rozan el drama, personajes antipáticos y repelentes y un humor bastante soterrado que difícilmente consigue la carcajada del espectador por mucho que en el documental se haga hincapié en cuanto hicieron reír estas películas a sus espectadores. Quizás esa densidad sea la que hace del sex comedy británico un subgénero más interesante que el de otros países.
En definitiva, el documental es interesante, pero un tanto formulaico. Al final te enseña cosas y está presentado con ritmo y brío. Y no está mal… pero podía haber estado mejor.
Dirige el asunto Simon Sheridan, cortometrajista, documentalista y estudioso de la figura de Pete Walker, al que ha dedicado gran parte de su trabajo.
Por cierto, está en espera de publicación un libro escrito por servidor, “Screwballs: La B y la Z de la comedia sexual”, en la que hablo largo y tendido de la sex comedy de tercera regional, pero también de las escenas australianas e inglesas, así que, atentos a este blog, o en su defecto, a las redes.