Y ahí va otra muestra más de que 1985 fue un año chévere para el cine de género. Por entonces Stephen King ya había perdido un poco su aureola de prestigio (lejos quedaban "Carrie", "El misterio de Salem´s Lot" o "El resplandor") pasando a ser más como carne de cañón, materia fácilmente adaptable con la que asegurarse unos dólares en taquilla. Tampoco se contrataba ya a directores de prestigio que se encargaran de la tarea, valía cualquier artesano competente. Digamos que con King ocurrió lo que siempre ocurre con los yankis, lo sobre-explotaron y para la llegada de "Los ojos del gato", pues ya no atraía a las masas. Menos aún desde la conversión de Dino De Laurentiis en el productor oficial del "Kinguismo", etapa esta que arrancó muy bien con "La zona muerta" y concluyó algo deslucidamente con "Miedo Azul" o la propia e infame primera y única película del escritor ejerciendo de filmmaker, "La rebelión de las máquinas". Por suerte "Los ojos del gato" cae en zona intermedia. Para el caso, Stephen King no es mero material adaptable, él mismo se encarga del guion, pariendo un largometraje compuesto de historias (sí, repitiendo la fórmula del clásico), siendo las dos primeras exclusivamente confeccionadas para la ocasión y la tercera, y última, la auto adaptación de un relato publicado en las páginas de "Penthouse", ejemplar este que se marca un cameo en la película, entre muchas otras coñas y referencias al universo del padre de "It". Según he visto y leído, en todas partes salen gráficamente numeradas y espoileadas... por eso he decidido evitarlo, para que cuando se sienten ante la tele dispuestos al visionado, puedan jugar al juego de localizarlas. Créanme, la mayoría son tan evidentes como graciosas.
El artesano competente contratado en esta ocasión fue el bueno de Lewis Teague, quien ya tenía experiencia previa trasladando material de Stephen King a la pantalla con la aburrida "Cujo", pero, además, a lo largo de los años -previos y posteriores- fue dejando su estampa en títulos tan entrañables como "La bestia bajo el asfalto", "La joya del Nilo", "Kamikaze Detroit" o "Peligrosamente Unidos". El, asumo, fracaso de esta última le condenó a currar para la caja tonta hasta 2010, luego se retiró (remarcar que en 2007 rodó un corto de curiosísimo título, "Cante Jondo")
Otros individuos a valorar tras las cámaras son Milton Subotsky, co-fundador de los legendarios estudios "Amicus" y especialista en antologías de historias cortas, quien ligó su nombre al del escritor de Maine a lo largo de varios años. Alan Silvestri, compositor destinado a ser recordado por la partitura que ideó para "Regreso al futuro" ese mismo 1985. De hecho, hay quien dice que esta y la de "Los ojos del gato" guardan cierto parecido. Y es verdad. La diferencia es que, mientras en la reseñada utilizó sintetizadores, para la previa, mil veces mejor presupuestada, tiró de orquesta. Carlo Rambaldi, papá de "E.T. El Extraterrestre", quien se encarga de diseñar a cierta resultona criatura, acompañado por nuestro Emilio Ruiz del Río para "la maquetas de fondo". Y chapamos el repaso con el prestigioso y oscarizado Jack Cardiff, ocupándose de la dirección fotográfica.
Todo este bonito plantel -y más del que hablaré luego- dan forma y fondo a "Los ojos del gato", una película, ya lo adelanto, condenadamente entretenida, simpatiquísima, buenrollera y muy muy recomendable. A mí se me pasó en un suspiro hace un par de noches. Todo gira en torno a un felino callejero, la mar de precioso, con un objetivo, llegar hasta el dormitorio de una niña que le pide auxilio así como telepáticamente. En el camino, se topará con un tipo que quiere dejar de fumar y acude a una agencia muy eficaz pero brutalmente radical en sus métodos. Y un gangster adicto a apostar quien propone un juego mortal al amante de su esposa: dar la vuelta completa a un rascacielos desplazándose a través de la estrecha cornisa exterior. Si gana, se queda a la mujer y un buen pellizco de dinero. Si pierde... bueno, le espera el implacable asfalto tras una caída de varios metros.
Estas dos historietas son especialmente eficaces y, aunque quedan lejos del terror puro -yo usaría la palabra thriller-, vienen cargaditas de ideas brillantes, mucho humor (sobre todo la primera) y mucho suspense (la segunda, especialmente si padeces miedo a las alturas). Finalmente llegamos a la última que, sin ser un descalabro ni mucho menos, es un pelo flojilla, ni que sea por comparación. Aquí el gato logra su meta y, ahora sí, le tocará enfrentarse a dos trolls malignos, el diseñado por Rambaldi que amenaza a la cría y la autoritaria madre de esta. A pesar de dicha calidad descendente, el conjunto termina resultado altamente disfrutable. Concluido el show, uno lamenta la ausencia de esta clase de gozoso entretenimiento en el cine de hoy día.
Si como yo son amantes de los gatos, disfrutarán viendo al protagonista en acción, aunque puede que también sufran un poco en algunas escenas. Concretamente una en la que es sometido a una breve electrocución. Ya saben, según se dice no hubo mal trato y todo eran trucajes... y confío que así sea, pero, bueno, en 1985 estas cosas se miraban bastante menos. No obstante, y justamente por ser de la época que es, merece destacarse el trabajo de coordinación con las criaturas peludas. Está super bien resuelto, cosa más que meritoria considerando la -maravillosa- ausencia de CGI (y la no menos maravillosa individualidad de los felinos)
¡¡Ah!! Si no lo digo, reviento. En un momento dado, asistimos al encuentro entre un padre y su hija limitada intelectualmente. La escuela donde se desarrolla el bis a bis se supone para niños especiales, cosa indicada en un letrero. Lo gracioso del caso es que, mientras en inglés leemos "for the exceptional", el doblaje en castellano suelta un "para niños subnormales" que, salvo por mi risotada resultante, hoy se consideraría algo ofensivo.
Ya que estamos, a la cría monger la interpreta una aún muy jovencita Drew Barrymore, fresca de su paso por "E.T. El Extraterrestre" y a puntito de meterse en el infierno del vicio borrachuzo y drogadizo (no olvidemos que con tan solo trece primaveras fue ingresada en un centro de rehabilitación). Por aquello de dar cierta cohesión a la trama, su presencia / apariencia se expande a una niña anónima anunciando comida de gatos y el protagonismo total del último capítulo. Efectivamente resulta algo repelente, pero eso ya lo esperábamos. La acompañan el hoy mal considerado James Woods, perfectísimo en su rol de fumador compulsivo, Alan King, Kenneth McMillan, Robert Hayes en uno de los pocos papeles que podrían hacer sombra a aquel que le dio la fama, el de "Ted Striker" en "Aterriza como puedas", Candy Clark, James Naughton, James Rebhorn, Charles S. Dutton, Tony Munafo (amiguísimo de Sylvester Stallone y muy habitual en sus películas) y Mike Starr (el "Georgie Weiss" de "Ed Wood" y matón ineficaz en "Dos tontos muy tontos"), quien desaparece de la trama de una escena a otra y sin explicación alguna aparente.
A la sacrosanta hora de elegir la imagen ilustrativa, me he encontrado en una seria diatriba. Quería incluir mi favorita, la de tirón gótico con ese caserón absurdo en un páramo + luna llena -sin conexión alguna con el film-, pero también estaba la que en su día fabricó "Filmayer" para el lanzamiento en vídeo, igual de tosca / bella que la de "Miedo Azul". Al final lo más sencillo ha sido juntar ambas, milagro al que ha contribuido la extensión del tocho. Ventajas de padecer incontinencia "reseñista".