Según me he informado vía "Mondo Macabro" la peli de la que hoy les hablo es un producto muy típico de su tierra, Indonesia. A esta gente ya les suele molar rodar producciones basadas en personajes legendarios donde se mezclan artes marciales, o algo parecido, y misticismo de andar por casa. Muchos de estos títulos están dirigidos por el incansable, y de maravilloso nombre, Sisworo Gautama Putra y protagonizados por estrellas locales del calibre de Barry Prima y Suzzanna. En "Sangkuriang, la ira del guerrero" no está el Prima, pero sí el Sisworo y la Suzzanna. Les acompaña Ratno Timoer, que sería responsable, como director, de otro anti-clásico del cine Indonesio, el super-tostón "The Devil´s Sword". Menuda ensalada de nombres raros, ¿eh?.
"Sangkuriang..." nos narra la historia de la hija de un rey que, tras echar un polvo con uno de los consejeros de este, es expulsada del reino (y con el novio ahora mutado en perro!). Un tiempo después, la moza da a luz a un niño odioso e hiperactivo. Sin embargo, un día este mata accidentalmente al can (que, no lo olvidemos, en realidad es su padre). Cuando la madre se entera, ahostia al crío (con una cuchara de madera y hasta que chorrea la sangre) y lo echa de casa. Este recala en una cueva y allí será adoptado por... no se, un Dios o algo así, que lo convertirá en un super-héroe rollo Hércules. Pasados nueve años, el tipo sale de la gruta y se convierte en el defensor del pueblo. Encima, se reencuentra con su madre, que no ha envejecido nada, y se enamora de ella, dando pie a toda una subtrama de incesto la mar de retorcida y cachonda.
Todo ello explicado con el inconfundible saber hacer del cine de esos lares, donde se mezcla lo surrealista y completamente absurdo con el melodrama barato, remojado en unas buenas dosis de gore casual (la sangre sale de las heridas a presión) e interpretaciones de órdago, destacando el cromo que hace de Sangkuriang, menos capacitado para la interpretación que David Trueba para la dirección.
El mejunje cuesta que entre, no les voy a engañar, pero si te lo tomas con filosofía y buen humor, no solo te ríes un buen rato, sino que hasta puedes aprender cosas de la historia de Indonesia (esto último lo digo en broma... bueno, en medio-broma).