
Una serie de cámaras ocultas y sketches supuesta y pretendidamente transgresores entremezclados con un hilo argumental leve de ficción. Si Borat quería hacer un documental sobre las costumbres americanas, Brüno quiere convertirse en el austríaco más famoso del mundo. Si Borat tenía a su productor como cómplice, Brüno tiene a su asistente.
Y sí, te ríes, el tío se pasa de rosca, hay cantidad de escenas provocadoras, penes, enculadas y todo eso tan gracioso, pero al final, en un intento de ser políticamente incorrecto, resulta ser tremendamente moralista y causa un efecto contrario al deseado. A ver si me explico: Me parece muy fácil y poco arriesgado el irse a provocar a políticos y demás fauna ultra-conservadora yanki. Con el numerito del gay extranjero, obviamente, se conseguirá una reacción violenta. Ya es sabido por todos que esa gente no tiene dos dedos de frente.
¿Por qué no al revés? ¿Por qué no se disfraza de hombre ultra-católico y se va a tocar los huevos a los progresistas y a los colectivos gays? Porque amigos, eso, en su circuito supongo más bien izquierdoso, no sería visto con buenos ojos. Entonces ¿dónde está la trasgresión ahí? No digo que lo que hace Cohen esté mal, es más, yo me lo pase muy bien, pero ya lo había visto en "Borat". La escena más transgresora, sin embargo, es también la más sosa de la peli, en ella invita a Paula Abdul a hacer una entrevista en su casa y los muebles son sustituidos por Mexicanos, le hace sentarse encima de la espalda de uno de ellos y le pregunta por su labor humanitaria. Eso, en mi opinión, sí que es políticamente incorrecto.
A lo que voy es que, a la hora de dar espectáculo, provocar y ser políticamente incorrecto, no me vale que te decantes por tu ideología, hay que tocarle los huevos a los tuyos más que a ningún otro. Por eso odio tanto la política, porque arruina todo, incluidas las películas que pretenden ser transgresoras.
Por lo demás, hay que verla, porque realmente te ríes, pero es tan calco de "Borat" que te quedas un poco así.
A destacar cuando le dice a un talibán que Osama parece un vagabundo o cuando en Israel, en pleno centro judío, aparece con ropas Amish tuneadas a lo gay y unos cuantos judíos ortodoxos salen corriendo tras él, enfurecidos y con sed de sangre. Pero, no se… Sacha Baron Cohen es judío practicante, así que la cosa me descoloca un poco.