En teoría, ponerse a hablar de Roberta Findlay supondría hacerlo también de Michael Findlay. Durante los 60, formaban una activa pareja creativa especializada en los productos más crudos y trangresores del genuino "grindhouse", con especial dedicación al "sexploitation" y los llamados "roughies", donde se mezclaba sexo y sadismo. Michael dirigía y actuaba, mientras Roberta ejercía de cámara, actriz y, a veces, guionista. En los 70 lo intentaron con el terror, pariendo la infamemente famosa "Slaughter / Snuff" y esa aberración titulada "Shriek of the mutilated". Ya divorciados, Michael Findlay murió en un accidente de helicóptero (durante años se dijo que decapitado, aunque luego se ha demostrado que la cosa no fue tan espectacular). ¿Y Fin?. Pues no, aquí es cuando aclaro el "en teoría" con el que iniciaba este escrito. Roberta Findlay asegura estar hasta el coño de que siempre se la asocie a su ex-marido difunto, y que le pongan la medalla de haber co-creado películas que en realidad eran cosa del otro. Según la moza, su verdadera carrera como directora se inició después de la muerte del Sr.Findlay y en el espeso campo de la pornografía. Llevó las riendas de varias pelis-mete-saca hasta que cavó su propia tumba pariendo un falso biopic oportunista, morboso y, por ende, muy mal recibido en el mundillo, de la entonces recién suicidada Shauna Grant. ¿Qué hacer seguidamente?, pasarse al negocio del cine de género destinado al mercado del vídeo, que por entonces comenzaba a despuntar con fuerza, con pequeños films -de terror, obvio- como "Blood Sisters", "Lurkers", "Prime evil" o "The Oracle" (de la que algún día les hablaré largo y tendido, pues poseo el VHS y viene acompañada de una simpática y nostálgica anécdota). Sin embargo, su mayor logro en este periplo fue, justamente, una peli ajena al horreur, "Juegos de supervivencia".
La encontré el otro día en un "Cash & Converters", y me hizo especial ilusión, ya que cada vez son menos las ocasiones en las que, entre un montón de VHSs recientes y carentes de atractivo alguno, aparece uno genuinamente valioso... que encima me costó ¡¡10 céntimos!!. Así da gusto ser coleccionista de cinta magnética. Llegué incluso a bromear con que iba a ser un suplicio y el gasto, después de todo, excesivo. Pero por la noche tuve que tragarme las palabras al encontrarme ante un film bastante potable, razonablemente entretenido y con alguna des/agradable sorpresa.
Si hay algo que me gustaba de Roberta Findlay era su pasmosa sinceridad. Solía afirmar siempre que su único motivador era el dinero, y que le encantaba rodar secuencias de sangre y violencia pues sabía que estas eran un imán de peso para buena parte del aficionado medio. Lo gracioso de "Juegos de supervivencia" es que, tratándose de un thriller en el que los inquilinos de un edificio del Bronx se enfrentan con uñas y dientes (y cuchillos, palos y lo que haga falta) a una panda de pseudo-punks de exagerado y ridículo aspecto que quieren apropiarse de las viviendas, sorprenden lo gráfico, sangriento y retorcido de sus momentos violentos, que son muchos. De hecho, tuvo algún que otro problema con la censura y creo recordar que en Inglaterra estuvo prohibida durante unos años. Destacan una violación con escoba, unas tijeras clavadas en un ojo, un torso atravesado por una barra de acero y la inesperada muerte del supuesto héroe de la función. Todo ello a base de muuuuucho líquido rojo, que parapeta la precariedad de sus efectos especiales, de lo más costrosos (se incluye aquí un rayo caído del cielo con fines electrizantes, vergonzantemente cutre).
Con todo, la peli se soporta bien, tiene su gracejo (en parte por su auténtica y honesta condición de "grindhouse", en unos tiempos en los que está tan de moda falsear/exagerar ese concepto) y, sí, es lo mejor que Roberta Findlay parió en toda su miserable existencia.