Con esta película, a mi me pasa como con BLADE RUNNER; mientras la estoy viendo pienso “¡Menudo coñazo!”, pero basta que acabe para, rememorándola, pensar: “La verdad es que es cojonuda”.
Un pequeño clásico del kung fu de tercera categoría dirigida por Robert Tai y protagonizada por el inexpresivo Alexander Lo, con tanta chapuza de por medio como momentos brillantes (y vibrantes).
Una secta Ninja envía al maestro de Shaolin un cartel enmarcado en el que reconoce la superioridad de los monjes por encima de los guerreros Ninja. El maestro es sabio, y el cartel le da muy mala espina. Efectivamente, se trata de una estratagema. Los Ninja lo que quieren es conquistar Shaolin para así ser los mas poderosos. Durante la dura contienda, aparecerán por el templo todo tipos de personajes, con el afán de meterse alguna que otra hostia.
No se trata de una película que destaque en ningún campo mas allá de ser chapucera. Incluso se la puede acusar de aburrida y de carecer de un argumento. Y si me apuran, se puede acusar, también, al director (y actor, y guionista, y “Stunt man”…) Robert Tai, de no saber donde colocar una cámara. Pero son las cosas buenas que tiene esta película, las que la han convertido en un pequeño clásico: Espectacularidad. Esa es la clave. Y es una espectacularidad modesta al fin de al cabo.
Hay que ver lo bien que se lo montan con un gran angular, súper bien aprovechado y cuatro efectos de cable, que hacen volar a los actores, tras recibir un fuerte impacto de sus contrincantes. Eso mola que te cagas. NINJA CONTRA SHAOLIN: DUELO FINAL, tiene unas coreografías de pena, pero se compensan con todo lo referente al cableado. Todo lo referente a los Ninja, se queda en nuestros cerebros por mucho tiempo, ya sea el ver a estos deslizarse bajo tierra para salir al exterior de un salto, como verles manejar las famosas arañas acuáticas (si, las del cartel), con las que surcan las charcas y luego salen volando.
Y por supuesto, los secundarios. Por un lado tenemos a los dos Hare Krishna occidentales, disciplinados y valientes, que en su afán por aprender el Kung Fu de Shaolin y convertirse en los mejores monjes occidentales, se juegan el pellejo para luego ser expulsados del templo. Eso si, luego en Maestro les dice, que si regresan el año que viene, el, gustoso, les enseñará el Kung Fu de Shaolin.
Por otro lado, la escena en la que una mujer pelea con cuatro o cinco desalmados completamente en pelotas, felpudillo peludillo al aire incluido, pasará a los anales del cine de Kung-fu, porque, incluso, puede llegar a poner cachondo al personal.
Eugene Thomas, un negraco que repartió los papelitos que hizo entre China y USA, en películas “Blaxplotation”, aquí es “El monje negro de Harlem”, que por un mal entendido, se ve obligado a pelear con Alexander Lo, que es, y con diferencia, el héroe de Kung Fu con menos gracia y carisma, máxime cuando durante toda la película llevas unos modelitos de maricón que tiran de espaldas, faldita incluida.
Por todas estas cosas, y aunque anoche me aburrí como una ostra viéndola, hoy digo: “¡que cojonuda es NINJA CONTRA SHAOLIN: DUELO FINAL!”.
Pero hay que tener dos cojones bien gordos para ponerse a verla y lograr acabarla. Aunque con la tontería, yo ya la he visto tres veces. Justo las mismas que BLADE RUNNER.