"Holocausto Robot" nos cuenta la historia de un futuro en el que la humanidad se ha convertido en esclava de las máquinas y los robots (ding dong!, "Terminator"). Todo está en ruinas e impera de ley del más fuerte (ding dong!, "Mad Max 2"). Afortunadamente existen pequeños grupúsculos rebeldes formados por tios con taparrabos y espadas (ding dong!, "Conan, el bárbaro") dispuestos a derrotar al jefe de todo ello, el llamado Amo Oscuro (ding dong!, errr... ponga aquí su título). A lo largo de los incomparables 79 minutos que dura esta joya, acompañaremos al héroe de turno en su lucha por derrotar al mal, junto a su robot horrible (comparsa cómica altamente cargante), una churri guapa que busca a su padre prisionero, una amazona que odia a los hombres, dos hermanos tontos y un eunuco cachas y greñudo que parece salido de un grupo heavy metal AOR de los 80. Sus enemigos son: una cyborg maciza adicta a máquinas masturbatorias, un robot de espectacular, comiquero pero aparatoso armatoste y mil y un peligros, como gusanos mutantes, robots mutantes y mutantes mutantes.
Naturalmente, todo ello condimentado con una ausencia total de ritmo, lo que convierte los 79 minutos de marras en casi 120. Sin embargo, el delirio de todo ello, y su inevitable/entrañable cutrismo, convierten esta pieza de basura en un producto bastante disfrutable, sobre todo si lo haces en compañía masculina (si lo haces en compañía femenina, dejarás de ver la película, aceptémoslo). Los efectos especiales son tan chusqueros como majos (algo habitual en el cine-no-porno de Kincaid, especialmente si el gran Ed French anda por medio), destacando los descarados puppets (en este caso, cualquier forma de vida gusanil) y la araña gigante que, por obvios motivos presupuestarios, se limita a una pata peluda casi inmóvil. La guarida del Amo Oscuro es una pintura mate tremendamente tosca. Los escenarios, pues los típicos en estos casos: el bosque y una fábrica abandonada (¿qué sería de la serie Z futurista sin fábricas abandonadas?). Diríase que "Holocausto Robot" era el intento por parte de Tim Kincaid de facturar algo más juvenil, casi para todos los públicos, pues la violencia y el tetamen son menores de lo habitual (ausencia esta debida a cuestiones presupuestiles, como él mismo explicó en su respectiva entrevista). No lo consigue, claro, pero aún así la peli termina siendo una ñorda de lo más simpática, en serio.
Desafortunadamente, después de su periplo en el cine de género, Kincaid regresó al porno-gay (retomando su pseudónimo), que por lo visto le da más dinero y prestigio. ¿Para cuando su return?.
Antes de finalizar, os dejo con la que, para mi, es la mejor escena de toda la película y representa mucho y muy bien el espíritu zetoso de "Holocausto Robot". Fijaos en la tremendamente realista y apasionada reacción que tiene este actor frente al visionado de lo que se supone es una criatura de aspecto horrible... ¡¡¡impagable!!!.