El actor Scott W. Mckinlay, debuta en la dirección con esta película, como no podía ser de otra manera, rodada en video y haciendo uno de los papeles protagonistas.
Dos ladrones, se meten en una casa para hacerse con un botín, cuando ven a un muchacho amordazado. Pronto son noqueados por un supuesto asesino en serie. Consiguen reducirle, pero pronto descubren que este tipo no es el autentico asesino que se las hará pasar putas.
Una de las tempranas consecuencias de HOSTEL destinadas al vídeo club y por supuesto adscrita a ese nuevo sub-género al que llaman “Torture porn”.
Mckinlay, provisto de más bien pocos medios, intenta por todos los medios que su producto resulte sórdida. No lo consigue. Aunque llena de momentos más o menos eficaces, todo se queda en agua de borrajas, cuando los dos ladrones de la película, se convierten en héroes de la función. Se va todo al traste y la película se queda en una estúpida anecdota.
El malo, es un guaperas sin carisma que cae mal nada mas verlo, es más, su sola presencia es más que suficiente para que en un momento dado nos planteémos darle al stop y mandar ese dvd a tomar por el culo, pero no lo hacemos porque a pesar de todo, la película está bastante entretenidilla.
Con un inicio rompedor, y fuera de tono con el resto de la película (una chica con un tubo en la boca por el que meten un ratoncillo, efecto este inspirado directa (o indirectamente) de la novela AMERICAN PSYCHO de Brett Easton Ellis (solo que en la novela, donde tiene el tubo la chica,es en la vagina).
GAG, que es como se titula la película originariamente, supone un entretenimiento con aires telefilmescos, que está bien, pero no nos rasguemos las vestiduras por ello.