Tengo una teoría según la cual el punk posterior a la escena originaria de Nueva York, evolucionó de modo completamente equivocado gracias a los medios que, supuestamente, el mismo punk tanto despreciaba. Es decir, las revistas y las televisiones, viendo en aquella cosa tan rara y tan nueva un filón, le dedicaban reportajes sensacionalistas, especialmente interesados en exagerar los conceptos negativos (ya sabemos que la mierda vende). Los chavales idiotas que veían ese material, se lo tragaban sin pestañear, creían realmente que el punk era ESO, aplicaban lo aprendido y ala, a la calle. Y así el circulo vicioso se amplificaba, los nuevos punks eran peores que los precedentes, los medios lo registraban, volvían a aplicar su pátina de mentiras y la siguiente tanda de niñatos aún sería peor, y peor, y peor. Y así, con los años, el punk se fue deformando y perdiendo su sentido. Por ese motivo siempre he creído que la escena original, la neoyorquina, era punk de verdad, honesto y sin dogmatismo alguno, ¿por qué?, porque aquellos ni tan siquiera sabían qué era ser punk y no se esforzaban en actuar como tales.
Bien, esta teoría mía, refutada incluso por testigos de la época, explicaría fenómenos como las escenas posteriores a la de Nueva York, especialmente la de Los Angeles, quienes envidiaban lo que ocurría en la ciudad de los rascacielos y se esforzaban en competir con aquellos. De eso trata "Tenemos la bomba de neutrones", la historia de dicha escena contada por Marc Spitz y Brendan Mullen siguiendo el mismo sistema que el célebre "Por favor, mátame", el de declaraciones de los implicados (es curioso, tantos años después y hasta en cosas como esa los angelinos siguen copiando de los neoyorquinos! jajaja). Y lo que tenemos aquí es un poco lo que decía al principio. Los punks de Los Angeles ya sabían en qué -se supone que- consistía esto del punk gracias a lo que ocurrió en Nueva York y, sobre todo, a lo que ocurrió en Londres durante el 77, así pues, y coherentes con lo que suele ser Hollywood, el punk de Los Angeles era todo pose, pantomima, disfraz, actitud de pega, tópicos y, claro está, ir por el camino fácil de la subnormalidad impuesta antes que elegir la creatividad y la diversión inteligente. Eh, yo no estaba allí... pero para eso existe este libro, ¿no?, para que sepa cómo fue aquello... y según leo, el punk de Los Angeles era un cúmulo de gilipolleces con tan solo tres o cuatro cosas realmente positivas.
Estaban los "Weirdos", un grupo por el que siento especial simpatía (y con grandes canciones), las "Runnaways", "X" (con únicamente UNA canción buena), "Black Flag" (que molaban bastante hasta que entró en juego Henry Rollins), las famosos "Germs" (siempre lo pensé, pero el libro lo aclara: Darby Cash era un pobre idiota sin personalidad), los "Dickies" (curiosa su historia, no sabía que Leonard Phillips era un puto yonqui) o los "Screamers" (¡malos!). La cosa poco a poco fue evolucionando al hardcore de altos vuelos y de ahí al éxito comercial con las "Go Go´s". El libro, además de mucha pose barata, y mucha justificación no menos barata cuyo fin es demostrar lo super-punki que era cada cual, tiende a "romantificar" los aspectos más chungos, igual que hiciera "Por favor, mátame".
Con "Tenemos la bomba de neutrones" descubriremos y afirmaremos que Jack Grisham era un puto imbécil/poseur (con razón los "TSOL" nunca me acabaron de gustar), que Penelope Spheeris explotó y manipuló a los grupos de su entorno para sacar lo peor de ellos en su sensacionalista "The decline of western civilization" o que, como decía arriba, Darby Cash tenía menos personalidad que un repollo. El tocho se lee más o menos bien y tiene momentos de sumo interés, aunque las partes dedicadas a profundizar en escenas paralelas (como la rockabilly) aburren un poco bastante. A nivel personal, me mola cuando se tratan los fanzines y, por cierto, Javier Escovedo de los "Zeros" habla de un concierto que dieron en el año 95 en Barcelona, con la participación del fallecido escritor/fanzinero Claude Bessy. Bueno, este dato me hizo especialmente gracia porque ¡¡yo estuve allí!!.
Edita "Munster Books" y, en fin, puedo recomendar su lectura a curiosos y estudiosos... pero, francamente, no se si volvería a pillarme otro libro del estilo (¡sí, lo compré!), porque la verdad es que a mi todo esto de las "escenas" siempre me ha parecido una estupidez. Yo en una "escena" solo veo mafietas, grupúsculos de amigotes, dogmas y poses... y, en fin, como que a mi todo esto ya me tiene frito y dejó de interesarme y apetecerme hace mucho tiempo.