Me la suda enormemente Todd Solondz y su cine Indie tristón y provocador. Me la suda sobremanera. De hecho, atraído por su sinopsis y lo que había leído en la época, acudí en su momento a ver “Happiness” al cine. Era un momento de mi vida, en el que estaba más predispuesto a ver gafapastadas cuando todavía no había tanto gafapasta, cuando todavía no era una moda, y nadie te podía acusar de “hipster” por ver una película independiente de estas características. Y me pareció una puta mierda. Sin embargo, el otro día charlando con un amigo, pensé que igual si la viera ahora, igual hasta me gustaba. Así que me la pongo ni corto ni perezoso, y descubro, no solo lo terriblemente anticuada que se ha quedado la película, si no que además es un coñazo insoportable. No me ha gustado NADA.
“Happiness” tiene el honor de ser la primera película no porno que mostraba una corrida chorreante en pantalla. Hasta ahí bien, muy transgresora y todo el rollo. El año siguiente llegaron los hermanos Farrelly con la sobrevalorada “Algo pasa con Mary”, se pusieron a juguetear con la lefa y convirtieron las secreciones en algo alegre y divertido, y le jodieron el chiringuito a Solondz, elevando las corridas cinematográficas a la categoría de comedia cafre. Ya nunca más ofendería una corrida en pantalla. Por lo que a estas alturas, ver una corrida chorreante, por mucho que la lama un perro, ya no dice absolutamente nada. Ni el impacto cuando el niño violado le dice a su madre que ha hecho caca con sangre, es el mismo que podía causar en el año 98, solamente porque en 2012, ya estamos curados de todo espanto.
La peli, centrandose en la historia de un psiquiatra con una vida normal, pero que le gusta pajearse con revistas infantiles, y que cuando tiene ocasión no duda en drogar y sodomizar a los amiguitos de su hijo de once años, cuenta, además, otras tantas historias sobre personajes disfuncionales, a saber; una gorda reprimida que tras ser violada asesina y descuartiza a su portero que es quien la violó, una chica feúcha y asocial con muy mala suerte en las relaciones de pareja, un gordo “nerd” y reprimido que se pajea llamando al azar a números de la guía telefónica incapaz de establecer una relación sexual real, un matrimonio sexagenario que se divorcia y un par de cosillas más sin importancia. Todo muy sórdido y escandaloso, pero no gratuito: El hijo de puta de Solondz pretende satirizar el modo de vida Americano. Y para ello hace una película larguísima (dos horas y cuarto) y aburridísima, prácticamente insoportable. Mas avispado, como muchos más medios, mas suavizado y tras un estudio, Sam Mendes le plagió –al menos el concepto- y se sacó de la manga “American Beauty”, mucho más bonita y entretenida, pero igualmente pretenciosa, con lo cual, “Happiness” y todas sus pretensiones se quedan, vista a día de hoy, en nada.
Sin embargo, yo pienso que el problema de esta película radica en la forma que está contada y en su condición de película independiente cultureta. Si cogemos los elementos sórdidos de los que hace gala la película, y lo metemos en una comedia cafre (no nos olvidemos de que “Happiness” no deja de ser una comedia negra, pero muy fina), sin duda sería una gran comedia, solo que en esos parámetros sería una película impensable. Lo mismo si la trasladamos a cinematografías más oscuras.
Así que si, Solondz tenía los elementos adecuados para hacer una película impactante, pero es su condición, su pedantería, y sobretodo el como está rodada, lo que convierte a “Happiness” en una película totalmente insoportable y tramposa. Ahora, eso si, como toda película, tiene un momento sublime: Cuando el pederasta ve jugando al amigo de su hijito, al que pronto drogará y violará, Solondz pone una música de comedia romántica que demuestra muy mala baba por su parte, y por otro lado un sentido del humor tremendo.
Otro punto a su favor, es que todo el reparto está estupendo, desde Phillip Seymour Hoffman como pajero teléfónico, pasando por Jon Lovitz al inicio de la película, donde le espeta a su aspirante a novia que él es el Champang, y ella la mierda, hasta, por supuesto, Dylan Baker interpretando al perturbado pederasta.
Por lo demás, una puta mierda, y Todd Solondz un manazas.