Siempre creí que los ninjas más ridículos, horteras y fantasmas los podías encontrar en las producciones de Joseph Lai o Tomas Tang... y que para dar con versiones más serias y dignas, tenías que recurrir a las pelis producidas en los 80 por la "Cannon" y con el eterno Sho Kosugi de protagonista. Después de visionar "La venganza de ninja", puedo decirlo alto y claro: No, la ridiculez y la risa involuntaria no era una exclusiva de la facción más rastrera del mercado asiático. Hollywood también. Por mucho que el director de esto, el legendario Sam Firstenberg, asegurara que su intención era alejarse el máximo del look y las formas de las pelis autóctonas, dándole a todo el pitote un rollo muy Americano. ¡¡Ya te hubiera gustado a ti, pillastre!!.
"La venganza de ninja" sigue a "La justicia del ninja" y precede "Ninja 3: La dominación" y, como ya comentamos en referencia a esta última, ninguna de ellas tiene la más mínima relación narrativamente hablando. Lo único que las emparenta es que sale el amigo Kosugi (interpretando a personajes diferentes) y ninjas. Fin. En el caso que nos ocupa, la historia no tiene muchas complicaciones: Sho interpreta a un ninja semi-retirado que ve cómo su familia es masacrada por otros tantos encapuchados, dejando vivo únicamente a su hijo pequeño. Con el fin de proteger la vida de este, acepta la invitación de un amigo suyo y se las pira a los USA a montar una galería de arte con figuritas niponas. Sin embargo, resulta que estas van rellenas de heroína y que el dichoso amigo es en realidad un ninja malísimo que comenzará una guerra sin cuartel, primero contra los mafiosos que no quieren pagar por la dronga y después, contra el mismo Sho Kosugi y su querido hijo, interpretado por el de verdad, Kane Kosugi. Naturalmente, cuando las cosas se pongan más feas, Sho decidirá salir de su retiro, ponerse el disfraz y combatir a su némesis... y a quien haga falta.
Hay que reconocer que "La venganza de ninja" está razonablemente entretenida y simpática. Tiene bastante ritmo, una violencia tirando a llamativa (con sus chorretones y amputaciones) y, eso sí, unas cuantas risas. Involuntarias, se comprende. En general, los combates resultan mas bien torpes y patosos (coreografiados por el colega Sho, nada menos), destacando en ese sentido el que el niño Kane se marca con la amante del ninja malo quien, a su vez, pierde el oremus por un Sho que la ignora y desprecia. El del final, con los dos ninjas, tampoco anda cojo, más que nada por la cantidad de fantasmadas y absurdeces que desfilan ante nuestros desorbitados ojos, como la irrupción de armas secretas por parte del malo (como un lanzallamas) o, sobre todo, la aparición de maniquíes ataviados de ninja dispuestos ahí para despistar al amigo Kosugi, como si el malo los llevara en el bolsillo y los sacara cuando más los necesita. Hilarante. Tampoco tiene desperdicio alguno la escena en la que el prota y un colega suyo se lían a yoyas en un parque con una banda de macarras que son, sin coñas que valgan, una especie de parodia ¿¿involuntaria?? de los "Village People". ¡En serio!, cada uno de los integrantes va ataviado con un disfraz diferente, incluido uno de cowboy con un bigote falso que se le cae tras recibir un par de bofetones. Se suman al descalabro la ridícula risa satánica del ninja malo, así como sus gestos exagerados (cosas estas que solo hace cuando se disfraza y se cubre la cara... vamos, que son tics propios del asiático que le doblaba), y la chorra-tortura que reserva para su amante traidora, atarla en el yacuzzi y soltarle un chorro de agua directo a la cara... ¿¿??.
En fin, que entre aciertos e involuntarios desaciertos, "La venganza de ninja" termina resultando una peli bastante divertida, especialmente si la ves con amigotes y ganas de cachondeo.