Hace unos días un amigo me pasó un cortometraje en el que había participado activamente, esperando que lo consumiera y le diera mi parecer. A diferencia de lo que algunos de ustedes pueden dar por sentado, no me gustan los cortos y no suelo disfrutar viéndolos. Pero claro, se trataba de un amigo y no podía negarme, así que con toda mi santa paciencia me senté frente al televisor y le di al "play". Cuando apreté el "stop" una sola pregunta palpitaba en mi cerebro: "¿Y ahora qué le digo yo a este?". El problema no es que aquel corto fuera malo, el problema es que era infernalmente formal. Lo que contaba estaba trillado, pero no ofendía. Cómo lo contaba no resultaba imposible de seguir, pero tampoco parecía llevar a ninguna parte. Los actores no molestaban demasiado, pero igualmente carecían del mínimo brillo. Y técnicamente el resultado era tan correcto como poco deslumbrante. Muy de manual. A-B-C. Y yo eso, por lo general, no lo puedo sufrir. Mucho menos en formato corto, del que espero una mayor dosis de transgresión, riesgo, locura y ¿por qué no?, diversión. Así que, armado de honestidad pero también de una almohada rellena de plumas, le conté a mi amigo que el corto me había dejado frío e indiferente, en su normalidad era insulso hasta la muerte.... algo parecido a beber un refresco gaseoso tras pasarse dos semanas abierto dentro de la nevera.
¿Que por qué les cuento esto?, porque es una teoría perfectamente aplicable a "Red Scorpion 2", película que inesperadamente vi ayer noche en el siempre entretenido "Paramount Channel". Imagino que, a pesar de su garbeo fracasado por las salas de cine, "Red Scorpion 1", la original, tendría éxito en el video-club y a alguien se le ocurrió que rodar una secuela directamente para ese mercado podría reportar algo de guita (aunque se estrenó unos días en los cines de países como Italia o la India, por cumplir papeleta, me supongo).
No hace falta ser muy listo para dar por sentado que la conexión con la película previa de Dolph Lundgren y Joseph Zito está bajo mínimos. ¿Dónde reside?, pues en un instructor militar ruso que, según cuenta en una escena, fue el responsable de entrenar al personaje de Lundgren en aquella, de ahí que sus nuevos cadetes se tatúen el escorpión rojo de rigor en el brazo. Eso es todo. Por lo demás, "Red Scorpion 2" narra la batalla de un comando de élite contra una secta neo-nazi. Es tal su inutilidad que infiltran a tres personas, y los tres son rápidamente descubiertos. De ahí que se dejen de sutilidades y planes inteligentes y rápidamente pasen a la acción a base de tiros y patadas, aunque la cosa sea bastante desangelada. Amigos, estamos en 1995, malos tiempos para la "sex & violence", así que, pal caso, no lucen todo lo que sería de desear. Tampoco tenemos héroe musculado y descamisado (a pesar de la engañosa portada) contra hordas de malvados skins, aquí nadie se descamisa y mucho menos va por libre. En realidad la peli me recordó bastante a ESTA otra, solo que al menos esa era más delirante e imaginativa.
Producto de mediocridad infinita, verla no duele, pero no verla tampoco. Ninguno de sus responsables ha pasado a la historia gracias a ella, ni lo hará jamás. Destacan tres actores en horas bajas, John Savage como histriónico jefe de los malos, Michael Ironside como jefe de los buenos y la guapa Jennifer Rubin (de "Pesadilla en Elm Street 3") enseñado las peras muy fugazmente. Al héroe lo interpreta el normalmente "doble de acción" Matt McColm, que si como actor no tiene más que series B/Z y telefilms, como "stunt" su nombre va ligado a grandes y famosas super-producciones Hollywoodienses. Que curioso contraste.
El director dispone de una filmografía esencialmente plagada de telefilms y series, pero claro, con un nombre tan soso y anodino como Michael Kennedy, ¿qué esperabais?. El fichaje ideal para algo tan olvidable como "Red Scorpion 2".